miércoles, 28 de diciembre de 2016

Los hombres... ¡sí lloran!

En esta ocasión, lo que ha motivado este compartir es producto de un sentimiento que surgió en mi mientras leía el libro titulado "Dejar ir" - El camino de la liberación, cuya autoría corresponde al Dr. David R. Hawkins (pionero de la medicina y de la  investigación de la conciencia). 

Muchas veces he oído decir "los hombres no lloran" (como sinónimo de "no deben llorar") y yo me preguntaba: si también son seres humanos como -por ejemplo- las mujeres o los niños ¿por qué no lloran? ¿O es que la naturaleza los dota de glándulas lagrimales al nacer y luego la misma naturaleza se encarga de extirparlas cuando se convierten en hombres? Y, obviamente, la respuesta que venía a mi mente era: algo en este mandato va a contramano de la naturaleza humana. Es por ello que siento una gran pena cuando un hombre se precia de tal y alardea de "no llorar porque es macho"... En mi modesto entender, los machos y hembras pertenecen al reino animal; los seres humanos se convierten en hombres y mujeres... Y al leer el texto que les comparto a continuación (páginas 92 a 94), pude llegar a comprender el doloroso trasfondo sobre el cual se erige esa tan famosa expresión...

Y considerando la importancia de la temática en cuestión, acto seguido, los invito a que reflexionen sobre el texto que hoy siento la moción de compartir con todos ustedes:


"Permitir el sufrimiento

La mayoría de nosotros cargamos con una gran cantidad de dolor reprimido. Los hombres son especialmente propensos a ocultar este sentimiento, porque llorar se considera poco masculino. La mayoría de las personas tienen miedo de la enorme cantidad de dolor que han reprimido; las aterroriza ser inundadas y abrumadas por él. Suelen decir: <Si alguna vez empezara a llorar, nunca pararía>, <hay tanto sufrimiento en el mundo, en mi vida, en mi familia y amigos>, <¡oh, las tragedias de la vida! ¡Tantas decepciones y esperanzas desgarradas!>. El sufrimiento suprimido es responsable de muchas enfermedades psicosomáticas y otros problemas de salud.

Si, en lugar de suprimir la sensación, se le permite salir y se suelta, pasamos rápidamente del sufrimiento a la aceptación. El sufrimiento continuo por una pérdida se debe a la resistencia a aceptar ese estado y a permitir que el sufrimiento se agote. La persistencia de una sensación se debe a nuestra resistencia a abandonarla (lo vemos, por ejemplo, en la canción Cry me a river). Cuando aceptamos que podemos aguantar el sufrimiento, ya hemos entrado en el orgullo. La sensación de <puedo hacerlo> y <puedo con ello> nos lleva al coraje para enfrentar nuestros sentimientos y soltarlos, con lo que pasamos a los niveles de la aceptación y, finalmente, a la paz. Cuando soltamos el abundante sufrimiento al que hemos estado aferrados desde siempre, nuestros amigos y familiares notan un cambio en nuestra expresión facial. Nuestro paso es más ligero y parecemos más jóvenes.

El suifrimiento está limitado por el tiempo. Este hecho nos da la valentía y la voluntad necesarias para enfrentarlo. Si no nos resistimos a la sensación de sufrir y nos entregamos totalmente a ella, se agotará en unos diez o veinte minuitos, y luego desaparecerá durante períodos variables. Si seguimos entregándolo cada vez que surge, con el tiempo se agotará. Simplemente, nos permitimos experimentarlo por completo. Solo hemos de tolerar un sufrimiento desbordante durante diez o veinte minutos, y luego, de repente, desaparece. Si nos resistimos al dolor, entonces seguirá. El dolor reprimido puede durar años.

Al enfrentar el sufrimiento, se suele reconocer y dejar de lado la vergüenza y lo embarazoso de experimentar esa sensación. Esto es especialmente cierto para los hombres. Tenemos que abandonar nuestro miedo a la sensación y a sentirnos desbordados y abrumados por ella. Ayuda darse cuenta de que soltar la resistencia a la sensación permite que esta nos atraviese con rapidez. Tradicionalmente, su propia experiencia y sabiduría ha llevado a las mujeres a decir: <Un buen llanto hace que me sienta mejor>. Más de un hombre se ha sorprendido al aprender esta verdad.

Puedo decir por propia experiencia que un dolor de cabeza se me alivió de manera sorprendente y casi inmediata en cuanto permití que aflorara el sufrimiento de una situación pasada. A medida que iba surgiendo el dolor, me vino la frase: <los hombres no lloran>. Después de soltar el orgullo masculino con respecto al llanto, vino el temor a que nunca se detuviera. En cuanto el temor se fue, llegó la ira: ira hacia una sociedad que fuerza a los hombres a reprimir sus sentimientos, e ira por la idea de que a los hombres ni siquiera se les concede tener sentimientos. Al soltarla, alcancé el nivel del coraje, y pude permitir el necesario llanto. No solo se me alivió el dolor de cabeza, sino que, cuando el torrente de sollozos disminuyó, sentí una profunda tranquilidad. A partir de entonces, ya no necesité evitar el llanto.

Cuando un hombre deja que surja el sufrimiento y se libera totalmente de esa energía suprimida, se siente en paz y cambia su punto de vista sobre su masculinidad. Se da cuenta de que así su masculinidad está más completa. Sigue siendo igual de hombre, pero puede estar en contacto con sus sentimientos. Por consiguiente, está más adaptado, es más completo, más comprensivo, más maduro, capaz de relacionarse mejor y de entender a los demás. Es más compasivo y amoroso.

La base psicológica de todo sufrimiento y duelo, es el apego. El apego y la dependencia se producen porque nos sentimos incompletos. Por lo tanto, buscamos objetos, personas, relaciones, lugares y conceptos para satisfacer las necesidades internas. Como los utilizamos inconscientemente para satisfacer una necesidad interna, llegamos a indentificarlos como propios. A medida que vertemos más energía en ellos, vivimos una transición de la consideración de esos objetos externos como propios a verlos como una auténtica extensión de nosotros mismos. Experimentamos la pérdida del objeto o personas como una pérdida de una parte importante de nuestra economía emocional.

La experimentamos también, como una disminución de las cualidades que representaba el objeto o la persona. Cuanta más energía emocional invertimos en el objeto o la persona, mayores son la sensación de pérdida y el dolor asociado al deshacer los lazos de dependencia. El apego crea una dependiencia, y esta, debido a su naturaleza, conlleva intrínsecamente miedo a la pérdida.

Dentro de cada persona coexisten el niño, el padre y el adulto. Cuando surge el sufrimiento, es gratificante preguntarse:<¿Quién origina este sentimiento dentro de mí, el niño, el padre o el adulto?>. Por ejemplo, al niño lo asusta que a su querido perro le pase algo. Se pregunta: <¿Cómo voy a sobrevivir?>. El adulto interno también siente sufrimiento, pero acepta lo inevitable. El perrito es mortal. El adulto en nosotros acpeta que la impermanencia es una realidad de la vida. Aceptamos que nuestra juventud es transitoria, que muchas relaciones románticas no son para toda la vida y que nuestro perro morirá un día." 



Antes de finalizar este compartir quiero comentarles que este es el primer libro del Dr. Hawkins que tengo la fortuna de leer. De más está decir que ya me considero una "gran admiradora de su obra". Creo que no es para menos, sobre todo cuando alguien lee las palabras de la contratapa del libro y entiende que: "Basándose en su experiencia personal y en sus más de cuarenta años de próctica clínica, el doctor Hawkins nos propone trabajar conjuntamente con las herramientas del perdón y el dejar ir para mantener en todo momento la paz mental y la alegría, y facilitar la curación. Este viaje que nos lleva del estrés a la paz no solo es posible, sino que está a nuestro alcance. Como nos recuerda el autor, el sol, siempre radiante, se hace visible cuando las nubes se despejan. El proceso de dejar ir acelera enormemente la consecución de nuestros objetivos en todos los ámbitos de la vida. Este libro es un libro escrito con el corazón, y por la mera exposición a la información que contiene ayda al lector a dar su siguiente paso en la vida."


Sólo me resta decir: Dr. David R. Hawkins ¡Gracias por existir!


Bendiciones.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Alegría y Tristeza... Unidad y Totalidad.



"Cierto día de mayo Alegría y Tristeza se encontraron a orillas de un lago. Saludáronse y se sentaron junto a tranquilas aguas y conversaron.



Alegría habló sobre la belleza que reina sobre la tierra, del cotidiano encanto de la vida en el bosque y entre las colinas, y de las canciones escuchadas al amanecer y al anochecer.



Y Tristeza estuvo de acuerdo con todo lo que Alegría había dicho; pues Tristeza conocía la magia de la hora y la belleza de aquellas cosas. Y Tristeza habló con elocuencia cuando se refirió a los campos y a las colinas de mayo. Alegría y Tristeza conversaron un largo rato y estuvieron de acuerdo con todas las cosas que conocían.



En este momento pasaban por la otra orilla dos cazadores. Miraron hacia la otra ribera y uno dijo:

- Me pregunto quiénes son esas dos personas.

Y el otro dijo: -¿Has dicho dos? Yo veo sólo a una.

El primer cazador respondió: -Pero si hay dos.

Y el segundo: -Según veo yo, hay una sola, y el reflejo del lago es sólo uno.

–No, hay dos –respondió el primer cazador-. Y el reflejo sobre las aguas tranquilas muestra a dos personas.

Pero el segundo repitió: -Sólo veo a una.

Y el otro: -Veo a dos personas, y muy claramente.



Y aún hoy día, un cazador dice que el otro ve doble; mientras que el otro repite: <Mi amigo es algo ciego>." (*)



Khalil Gibrán.

 


"Cuando la creación era nueva, y todas las estrellas brillaban en su esplendor primero, los dioses celebraron asamblea en el cielo, y cantaron: <¡Alegría pura, imagen de la perfección!>.



Pero uno gritó de pronto: <Parece que la cadena de luz tiene en alguna parte una sombra, que se ha perdido una estrella>.



Estalló la cuerda de oro de sus arpas, y, dejando la canción, clamaron todos desolados: <¡Sí, y la estrella perdida es la mejor, la gloria de los cielos!>.



Desde entonces, la buscan sin parar, gritando que el mundo ha perdido con ella su única alegría.



Y en el profundo silencio de la noche, las estrellas se suspiran sonriendo: <¡Qué vana búsqueda! ¡La perfección inquebrantable está en todo!." (*)



Rabindranath Tagore.

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(*) Relatos extraídos del libro titulado "El Libro de la Sabiduría" cuya autoría corresponde a Daniel Ramos - Ediciones  Luciérnaga.


Quiero finalizar este compartir, haciéndome eco de dos textos que figuran en la contratapa del mencionado libro, convencida de que: 

<Siempre intentamos acumular más y más, y creemos que las posesiones son esenciales para nuestra existencia. Pero en realidad son sólo obstáculos que nos impiden ser felices. Deja tus posesiones y sé una persona libre, deja que se marchen para poder ser relamente feliz>. Buda.
<En el cosmos no hay cosa más profunda que el alma de un hombre. El alma es la hondura que se busca en sí misma, porque en ella no hay otra voz que hable ni otros oídos que oigan>. Khalil Gibrán

Bendiciones.

lunes, 31 de octubre de 2016

Mente de Liebre... Mente de Tortuga...

En esta ocasión quiero compartir con todos ustedes, unas muy sabias reflexiones -desde mi punto de vista- que he extraído del libro titulado "Yo soy Tú" - La Mente No Dual cuya autoría pertence a Enric Corbera (Licenciado en Ingeniería Industrial y Psicología. Posee estudios de Programación Neurolingüística e Hipnosis Ericksoniana. Es un pionero en el desarrollo del método de la Bioneuroemoción además de ser autor de diversos libros). Hace ya unos cuantos años que tengo la inmensa fortuna de contar con varios de ellos y debo confesar que cada nueva publicación suya, genera en mi la misma fascinación que experimenté la primera vez que tuve la oportunidad de leer una obra de su autoría.

Hoy me encuentro finalizando la lectura del libro que acabo de mencionar y sentí la moción de acercarles algunas consideraciones que aún resuenan en mi mente, luego de leer en las páginas 224 a 234 que:

"El Estado de Alerta

Hay que mantenerse alerta ante los pensamientos que abriga nuestra mente y ante cómo los utilizamos a cada momento. Hay que mantenerse alerta, pues en cada instante tengo la oportunidad de redirigir el instante siguiente. Todo tiene un sentido, y cuando estoy viviendo una experiencia, lo que yo determine que esa experiencia es en ese instante, determinará el instante siguiente y marcará una dirección. Una mente en estado de alerta es una mente que está abierta al Campo de la Consciencia y convierte este instante en santo.

En el estado de yo soy tú siempre sabes que todo encuentro es contigo mismo, por muy desagradable que sea. Comprendo que mi vida tiene un propósito, un para qué. No trato de comprender cuál es el propósito. Solo vivo de instante en instante con la certeza de que estoy donde debo estar, porque mi mente se mantiene ocupada en lo que hace a cada instante, sabedora de que ese es el predecesor del siguiente en una línea espacio/temporal que no puede ni imaginar.

Este estado de alerta activa el observador que observa al observador, sabiendo que el observador es la manifestación de la conciencia y que lo que lo observa es la Consciencia Misma. Yo puedo trasladarme mentalmente al estado Consciente cuando dejo de lado toda presuposición, toda suposición, todo juicio, todo deseo de controlar cómo me gustaría que fueran las cosas.

En este estado de alerta empiezan a trascenderse las creencias, que se ven como herramientas de convivencia, porque las necesitamos para justificar nuestros actos y mantenernos en la línea que separa el bien del mal. Queremos ser justos. ¿Con quién?, pregunto yo. Solo puedes ser justo contigo mismo, pues tal como consideres al que llamas tú, tal como lo trates, así te considerarás y te tratarás a ti mismo. Un curso de milagros nos recuerda que "[...] en tus semejantes o bien te encuentras a ti mismo o bien te pierdes a ti mismo" (T-8.III.4:5).

Un truco al que siempre recurro para vivir de instante en instante es la mente de tortuga. Como ya sabemos, la liebre corre mucho más que la tortuga, es muy rápida con relación a ella. Lo que no sabe la liebre es que ser veloz no es importante, lo importante es cuán lejos llegas. La tortuga vive muchos más años que la liebre, y cuando esta muere, ella sigue andando sin parar, y al final de la vida el camino que ha recorrido es muy extenso.

Si traslado esta analogía a mi mente, puedo decir que, cuando estoy en modo liebre, la ansiedad se apodera de mí y el tiempo se encoge. Cuando estoy en modo tortuga, entro en un estado donde el espacio y el tiempo se dilatan, y mi trabajo cunde muchísimo. Ni que decir tiene que el estado mental de la tortuga siempre es más beneficioso para mi salud física y mental.

El mundo dual, en el que todo se ve separado, se trasciende cuando vives con la certeza de que solo puedes encontrarte con otra parte que también eres tú mismo, sencillamente porque ambos somos una unidad.

Mantenerse en estado de alerta es mantenerse en el estado yo soy tú.

"Ni uno solo de los Pensamientos de Dios tiene 
sentido en este mundo. Y nada de lo que el mundo 
acepta como cierto tiene sentido alguno en Su Mente". 
"Si una sola de las creencias que en tanta
 estima se tienen aquí fuera cierta, entonces todo 
Pensamiento que Dios jamás haya tenido sería 
una ilusión. Pero si uno solo de Sus Pensamientos 
es cierto, entonces todas las creencias a las que 
el mundo otorga significado son falsas y absurdas. 
Esta es la decisión que tienes ante ti." 
(UCDM, T-25.VII.3:3-4,7-9).

Tengo que limpiar mi mente de cualquier identidad y dejar de identificarme con cualquier valor de este mundo. Todos, absolutamente todos, son falsos. Esto no quiere decir que no tengas familia, ni que no tengas el deber de mantenerla y cuidarla, ni que no te guste que gane tu equipo favorito; todo eso está muy bien, pero no es verdad. Cualquier apego te llevará al dolor y al sufrimiento. Estate en el mundo, pero no pertenezcas a él. Vive en el mundo; sé un espejo limpio y veraz en el que todos puedan verse a sí mismos. Recuerda: todo es efímero.

"Justificar uno solo de los valores que el mundo apoya 
es negar la cordura de tu Padre y la tuya"
 (UCDM, T-25.VII.4).

Observo el mundo, y ¿qué es lo que veo? Dolor, carencia, iniquidad, violación, robos, enfermedad, muerte, sufrimiento, egoísmo por doquier. Y todo esto se debe a una emoción que lo engloba todo: el miedo. Decir que el mundo es demente es acertar de lleno; sobre todo el mundo del ego, donde cada uno persigue un sueño de felicidad inalcanzable. El ego promete, pero no da; su forma de operar es dar para obtener, y él pide fidelidad a su forma de pensar.

Ante este mundo, solo tienes dos opciones, o lo reafirmas con tu miedo y con la creencia en la separación, o contemplas la santidad y la esperanza con la certeza de que tu forma de ver colapsará el mundo y dará lugar a otro estado de cosas. La primera opción siempre se basa en yo no soy tú, y la segunda es la que te estoy proponiendo en este libro: Yo soy Tú.

Estar en el Yo soy Tú es tener plena conciencia de que mi forma de percibir, mi forma de ver, refuerza un tipo de mundo. Mi percepción resuena en el Campo de la Consciencia, creando situaciones y hechos que permiten seguir reforzándola.

"La creencia de que es posible perder no es sino el
reflejo de la premisa subyacente de que Dios está 
loco. Pues en este mundo parece que alguien tiene
que perder porque otro ganó. Si esto fuese cierto,
entonces Dios estaría loco"
(UCDM, T-25.VII.11:1-3).

En realidad, no soy váctima de los virus, de las enfermedades ni de los accidentes, ni de nada que se le parezca. Todo está en mi mente, ella es la que deber ser sanada. Hace falta un alto nivel de conciencia para aceptar que la mente tiene tanto poder.

Nada sucede por casualidad. No es el cuerpo el que necesita curación, sino la mente. El cuerpo necesita tratamiento, que es algo muy diferente. Una mente sanada opera en la modalidad 1 + 1 = 1 -holística- y el cuerpo hay que tratarlo con una mente que opera en la modalidad 1 + 1 = 2 -dual-.

El cuerpo está sujeto a las leyes de la dualidad, en las que tú y yo estamos separados. La mente sanada, con una conciencia abierta al campo de la Consciencia, siempre sabe que Yo soy Tú.

El doctor David R. Hawkins nos cuenta en sus libros la serie de enfermedades por las que pasó. El despertó a la Consciencia, y una de las causas de su despertar fue que conoció a un grupo de estudiantes de Un curso de milagros. Tal como explica en El ojo del yo, en aquel tiempo estaba estudiando y analizando, entre otras cosas, las valoraciones de diversos textos sagrados. En otro de sus libros nos dice:

"Años después, participé en grupos de Un curso de milagros
y me sorprendió descubrir que los pesticidas
ya no me producían migrañas. Entré directamente en
una casa que había sido rociada, y de repente supe
que ya no estaba sometido a los sistemas de creencias".

Y añade:

"Dentro de cada uno de nosotros, está esa inocencia
innata que nunca muere, por más tiempo que vivamos;
es intrínseca a la naturaleza de la conciencia.
Esta inocencia infantil es la que compró el error o el
programa negativo originalmente. Es conveniente
ser conscientes de que esta inocencia infantil intrínseca
sigue estando presente en todos".

Pero en mi consulta veo cada día que las personas que vienen están en la mente justificativa. Dan explicaciones a sus desencuentros, a sus males. Cuando se les pregunta en qué escenario están cuando se les manifiesta tal o cual síntoma, no tardan en dar explicaciones de por qué les pasó aquello. Están en su historia, en su proyección, en su justificación, en el hacer. No paran de dar explicaciones, no entran ni por un instante en un espacio de silencio y reflexión que les permita observar la situación sin juicio y sin culpabilidad para poder verla libremente.

Como diría David Hawkins, vivimos la mitad de la vida hipnotizados por nuestras creencias y nuestras explicaciones. Nuestros programas, nuestras creencias, han sido depositados en nuestra mente -en nuestro inconsciente-, por las fuerzas de la psique familiar y colectiva, porque en su inocencia estaba abierta a todo lo que nos enseñaban.

Tenemos que cuestionar cualquier valor, cualquier creencia, sin caer en la trampa del juicio: esto está bien, esto está mal.

El perdón es el gran antídoto para cualquier enfermedad. Entrenar y habituar la mente a estar en el estado de presencia es un requisito fundamental para entrar en el proceso de curación.

Hay personas, que se autodenominan espirituales, que cuando están en una situación que no les gusta dicen cosas como: "Ahora estoy en la oscuridad". No son conscientes de que niegan su luz, de que siempre estamos fretne a nosotros mismos y a nuestros juicios. Esta actitud nos obliga a vivirlos, pues les estamos dando forma y haciendo que colapsen en nosotros.

Nuestro campo energético está creando nuestra realidad. La curación es el resultado de estar dispuesto a aceptar que esto es así y que somos los únicos responsables. Hay que soltar los sentimientos negativos de baja vibración porque nos llevan al colapso del organismo.

La conciencia nos enseña que todo lo que vivimos en nuestra vida es consecuencia de la manipulación de nuestra inocencia. Es urgente que el yo de cada uno recupere esta inocencia dejando de juzgarse y de juzgar a los demás. Desarrollar la compasión y la comprensión al observar a nuestros ancestros es liberarlos, porque, como ya sabes, todos somos Yo.

Un curso de milagros nos enseña a tener uan Percepción Inocente:

"No hay ni un sólo instante en el que la santidad de
tu hermano no se pueda ver y con ello añadir abundante
riqueza a cada diminuto fragmento y a cada
pequeña migaja de felicidad que te concedes a tí mismo"
(UCDM, T-26.I.5:4). 

"Dios no cree en el castigo. Su Mente no crea de esta
manera. Dios no tiene nada contra ti por razón de tus
malas acciones"  (UCDM, T-3.I.3:4-6).

Desde el punto de vista dual de un yo separado de un tú, estas frases no tienen sentido. El ego siempre busca culpables. En su forma de ver y entender el mundo, no cabe la posibilidad de que las cosas que me ocurren tengan que ver conmigo. El simpre proyecta la culpabilidad, y este es el motivo de que en este mundo vivamos en la separación.

"[...] juzgar implica que abrigas la creencia de que
la realidad está a tu disposición para que puedas
seleccionar de ella lo que mejor te parezca" 
(UCDM, T-3.VI.2:12).

Cuando vivo en la certeza de que Yo soy Tú, el ego empieza a perder fuerza progresivamente. A la luz de esta verdad, tomas conciencia de la creencia increíble que es el ego.

[...] Muchas veces lamentamos que no sabemos por qué nos suceden las cosas. Estamos sembrando constantemente en el jardín del Campo de la Consciencia y esta nos ofrece nuestros frutos.

"El secreto de la salvación no es sino este: que eres
tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo"
(UCDM, T-27:VIII.10:1).

Un espacio para reflexionar sobre el alcance de las creencias

"El pensamiento no se puede convertir en carne excepto
mediante uan creencia, ya que el pensamiento
no es algo físico" (UCDM, T-8.VVI.7:4).

"Pues vuestras creencias convergen en el cuerpo, al
que el ego ha elegido como su hogar y tú consideras
que es el tuyo." "El ego se une a una ilusión de ti que
tú compartes con él" (UCDM, T-23.I.3:3,5).

"Ninguna creencia es neutra. Cada una de ellas tiene
el poder de dictar cada decisión que tomas"
 (UCDM, T-24.Intro.2:3-4).  

"Pero la mente que cree ser un cuerpo, ciertamente
está enferma" (T-25.Intro.3:2).

"Puesto que crees estar separado, el Cielo se presenta
ante ti como algo separado también" (T-25.I.5:1).

"La salvación no es más que un recordatorio de
que este mundo no es tu hogar. No se te imponen
sus leyes, ni sus valores son los tuyos. Y nada de lo
que crees ver en él se encuentra realmente ahí"
(T-25.VI.6:1-3).

 "El Hijo de Dios no está encadenado por nada excepto
por sus propias creencias". (UCDM. L-277.2:2).

"Tú no puedes ser tratado injustamente. La creencia
de que puedes serlo es solo otra forma de la idea de
que es otro, y no tú, quien te está privando de algo"
(UCDM, T-26.X.3:2-3).

"Puedes escalvizar a un cuerpo, pero las ideas son
libres, y no pueden ser aprisionadas o limitadas en
modo alguno, excepto por la mente que las concibió. 
Pues esta permanece unida a su fuente, que
se convierte en su carcelero o en su libertador, según
el objetivo que acepte para sí misma"
(UCDM, T-19.I.16:4-5).

NO EXISTE UN YO Y UN TU.
SOLO EXISTE UN YO EXPRESANDOSE,
EXPERIMENTANDOSE A SI MISMO Y EN SI MISMO,
A TRAVES DE UNA INFINIDAD DE CONCIENCIAS
PARA VIVIR LA GRANDEZA DE LO QUE SOMOS
Y NUNCA PODREMOS DEJAR DE SER.

NO HUYAS -> ¡¡MUEVETE!!
NO BUSQUES -> ¡¡EXPERIMENTA!!
NO VAYAS -> ¡¡SE TU MISMO EN TODO!!
NO PREGUNTES -> ¡¡TU ERES LA RESPUESTA!!
NO JUZGUES -> ¡¡PUES ES IMPOSIBLE LIBERARTE DE DICHO JUICIO!!
NO EXISTE EL OTRO -> ¡¡SOLAMENTE EXISTE UN MAR DE CONCIENCIA!!
TU NO ERES UNA GOTA EN UN MAR -> ¡¡TU ERES EL MAR!!
NO TENGAS MIEDO -> ¡¡LO QUE TE DA VIDA TE SUSTENTA!!

Enric Corbera"

Con inmensa alegría celebro que esta clase de reflexiones vean la "Luz" en estos días cuando la "Humanidad" se encuentra -diría yo- "al borde de un abismo". Un abismo de "des-conocimiento" de sí misma. Es menester que se "re-conozca" para poder darle un nuevo giro a la "historia de la Humanidad". Son tiempos de grandes cambios en todos los órdenes. Estamos llamados a "evolucionar" como "especie Humana". Respondamos, pues, al llamado que nos invita a "despertar". No estamos solos...
 


Bendiciones.