Masaru Emoto es investigador y conferencista
japonés, internacionalmente reconocido. Es doctor en medicina alternativa. Ha
impartido seminarios alrededor del mundo, a través de los cuales difunde un
mensaje de paz, producto de sus estudios de los cristales de agua.
En su libro “El Milagro del Agua”, nos pone al corriente de sus
descubrimientos, al tiempo que nos invita a tomar conciencia de nuestro
verdadero SER. A lo largo de los años, ha fotografiado innumerables cristales
formados en el agua congelada, exponiéndola primero -con frecuencia- a palabras
escritas. Las distintas muestras le han permitido comparar los resultados
obtenidos entre los cristales congelados que se formaron al exponer el agua a
palabras tales como “alegría”, “felicidad” o “paz” y los que se formaron al
exponerla a palabras tales como “idiota”, “odio” o “furia”. La energía de las
palabras quedó plasmada en la forma de los cristales de agua congelados. Los
cristales más bellos, por su aspecto simétrico o bien formado, fueron aquellos cuyas palabras denotaban
emociones y/o sentimientos positivos, tales como “paz”, “felicidad” y
“alegría”; por el contrario, los cristales que fueron expuestos a palabras cuya
energía denotaba emociones y/o sentimientos negativos (“furia”, “odio” o “idiota”)
se presentaron deformes o irregulares.
Si consideramos que nuestro cuerpo contiene un
70% de agua, es fácil deducir que albergamos la misma energía en nuestro cuerpo
que la de las palabras que pronunciamos y/o escuchamos a diario. Los cristales
más bellos, nos dice Masaru, resultaron ser aquellos que provenían del agua
expuesta a las palabras “amor y gratitud”. También nos dice que “la forma más importante de energía que
tenemos en esta tierra es la capacidad de amar a alguien pura y totalmente, así
como sentirnos inmensamente agradecidos cuando alguien nos rescata cuando
estamos al límite de la desesperación. Estas son fuerzas esenciales en nuestras
vidas”. Al exponer el agua a las palabras “amor y gratitud” en forma
conjunta, el resultado que se obtiene (los cristales son los más bellos) nos
indica -como dice Emoto- que “la forma
más grande de energía resulta de la armonía entre la energía de dar y la de
recibir”, ya que el amor está señalando la energía que damos a otros y la
gratitud nos habla de la energía que recibimos de los demás.
Sumamente interesantes resultan las
reflexiones de Masaru cuando se cuestiona: “si
el tipo de agua no determina la belleza de los cristales, ¿qué es lo que
influye en su formación?. La respuesta es la vibración. Las palabras son una
forma de vibración. Las palabras nos traen la buena fortuna y la mala fortuna.
El amor y la gratitud crean la armonía que encontramos en la naturaleza. Esta
armonía es una fuerza tan poderosa que fácilmente va más allá de nuestra
capacidad de entendimiento. Aún cuando parece que vemos el caos en los
detalles, el efecto final es el de la armonía. Por lo tanto, cuando se rompe el
equilibrio entre el amor y la gratitud, a pesar de que no experimente un
resultado inmediato, los efectos negativos finalmente lo alcanzarán. El dolor y
la tristeza comúnmente aparecen. Hay momentos cuando, debido a la falta de amor
y gratitud, la armonía de toda la raza humana se vuelca en caos al ocurrir
desastres naturales tales como terremotos o tsunamis.”
Al igual que Emoto, quien en su libro nos
invita a “explorar el poder de las
palabras y la vibración, así como la energía del amor y la gratitud”, los
quiero invitar a todos a convertirse en verdaderos portadores de la felicidad
(producto del amor y la gratitud) y a llevar el mensaje a toda la humanidad.
Bendiciones.
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