A
poco de comenzar a leer el libro titulado “Enamórate de ti” – El Valor
Imprescindible de la Autoestima, y cuya autoría corresponde a Walter Riso
(cursó estudios universitarios de psicología, se especializó en terapia
cognitiva y obtuvo una maestría en bioética; alterna el ejercicio de la cátedra
universitaria con la publicación de textos científicos y de divulgación de
diversos medios) me complace compartir -con todos ustedes- una vez más, algunas
reflexiones contenidas en él. Como bien puede leerse en la contratapa:
“Desde
niños incorporamos conductas de cuidado personal respecto al cuerpo: lavarnos
los dientes, bañarnos, arreglarnos las uñas, comer, aprender a vestirnos...
Pero ¿y el cuidado psicológico y la higiene mental? ¿Le prestamos suficiente
atención? ¿Lo ponemos en práctica? ¿Valoramos la importancia del autoamor?
Una buena autoestima, quererse
profundamente, incrementa las emociones positivas. Además, entre otras cosas,
permite alcanzar mayor eficacia en las tareas, mejorar las relaciones con las
personas, establecer un vínculo más equilibrado con los seres queridos y ganar
en independencia y autonomía.
La
propuesta de este nuevo libro de Walter
Riso es a la vez simple y compleja:
enamórate de ti, sé valiente, inicia un romance contigo mismo que te haga cada
día más feliz y más resistente a los embates de la vida cotidiana.”
Hablar
de Walter y su vasta experiencia en la materia, lleva inmediatamente a
reconocer y -por ende- valorar su enriquecedor aporte al compartir, con todos
los lectores, sus profundas reflexiones y conocimientos relacionados con las
vivencias que experimenta la humanidad en su tránsito terrenal. Sin duda
alguna, un referente de excelencia. Un libro que es un deleite para los
sentidos y un mimo para el alma.
En
las páginas 99 a 105, podemos leer que:
“... La autoestima puede fortalecerse por
medio de diferentes recursos. ... Hemos creado una especie de veneración por un
conjunto de atributos que consideramos indispensables para sentirnos <buenas
personas>. Hemos pensado que estas características típicamente humanas nos
dignifican y enaltecen; nos colocan por encima de otras especies vivientes y
nos permiten ir por la vida de manera más digna. ...
...
Dichas ideas ritualistas son: el culto a la habituación,
el culto a la racionalización,
el culto al autocontrol
y el culto a la modestia.
... La exaltación desproporcionada de estas cuatro creencias nos lleva, tarde o
temprano, al menosprecio y a la subestimación personal.
Si
las sigues al pie de la letra serás una persona estable y <acoplada al
medio> y a las expectativas que la sociedad y las buenas costumbres esperan
de ti. Pero algo estable también puede ser inmóvil, invariable, inconmovible,
inalterable, definitivo y constante. Algo así como un árbol o un monumento de
granito. Su uso indiscriminado sólo te llevará a la <incultura> del
sentimiento y a la incapacidad de expresar
lo que piensas y sientes.
- El culto a la habituación te impedirá innovar y descubrir otros mundos. No te posibilitará el cambio en ningún sentido e irremediablemente te quedarás retrasado. El universo quedará reducido a un paquete de conductas, todas predecibles y establecidas de antemano. Habituarse es acostumbrarse, insensibilizarse, endurecerse. ... Confundirás lo nuevo con lo viejo, irás al norte cuando en realizad quieres ir al sur. ¿Cómo puedes recompensarte a ti mismo si has perdido el don de la sensibilidad y del asombro?
- El culto a la racionalización te convertirá en una especie de ordenador ambulante. Filtrarás absolutamente todo sentimiento para evaluarlo y saber si es conveniente, adecuado o justificado. El procedimiento te servirá para evitar las malas emociones y mantenerlas a distancia, pero si lo exageras y quieres explicarte lo que no debes o no puedes explicarte, distorsionará las emociones placenteras. Hay veces en que los porqué sobran. ... No todo necesita una explicación racional, del mismo modo que no todo debe ser tomado con sentimentalismo de telenovela. Amo a mis hijas porque las amo, no porque sean buenas, guapas o inteligentes. Amo y punto: lo que menos me interesa en ese amor son los porqué. Los cuestionamientos mal ubicados impiden una percepción completa y estructurada. Hay cosas que no están hechas para pensar, sino para vibrar con ellas (insisto: si no es dañino para ti ni para nadie). ¿Cómo podrás recompensarte a ti mismo si todo debe pasar por la duda metódica y la falta de espontaneidad?
- El culto al autocontrol será un dique de contención a todas tus emociones y sentimientos. Temerás tanto excederte, que te olvidarás de sentir y de gozar; poco a poco te convertirás en un estreñido emocional. Como ya he dicho antes, un autocontrol moderado y bien discriminado es imprescindible para resistir a más de una tentación destructiva. ... ¿Nunca lloras? Entonces necesitas ayuda. ... ¿Nunca pierdes el control? ... ¿No dejas que aflore la ternura? Entonces debes visitar a un terapeuta ... ¿Cómo sabe tu pareja que la amas? ¿Lo infiere o se lo demuestras? ¿Te ríes a todo pulmón o, en el mejor de los casos, sólo sonríes? Necesitas ayuda. La vida es una tensión interior entre los <quiero> y los <debo> y <no debo>, y la sabiduría está en mantener el equilibrio necesario para discernir cuándo soltar el freno de emergencia y cuándo no, cuándo ceder y cuándo mantenerse firme ante los principios. ... La indolencia y el laissez-faire generalizado te hace vulnerable a cualquier adicción; el culto al autocontrol no te deja respirar, te quita vida. ¿cómo recompensarte a ti mismo si estás encapsulado y ves en el sufrimiento algo que hay que aguantar (o incluso algo de lo que enorgullecerse) y no que eliminar?
- El culto a la modestia te llevará a no valorar tus éxitos y esfuerzos. ... a lo que me refiero es al autorreconocimiento del propio potencial, sin excusas ni disculpas. Si escondes tus fortalezas buscando la aprobación, eres doblemente irracional: te niegas a ti mismo tu lado bueno y necesitas del visto bueno de los demás para funcionar. ¿Acaso te avergüenzan tus fortalezas y virtudes? La humildad nada tiene que ver con los sentimientos de minusvalía o la baja autoestima: el humilde se estima a sí mismo en su justa medida. ... La virtud no es ignorancia de uno mismo. ... Incluso algunos se sienten culpables o incómodos por ser muy buenos en alguna actividad y desarrollan lo que se conoce como la <falsa modestia>, que es peor, porque implica mentir sobre uno mismo. Sin vanidad ni egolatría, deja que tus virtudes sigan su curso: no las disimules, disfrútalas, sácales el jugo, llévalas a cabo con pasión, aunque se noten. ¿Cómo recompensarte a ti mismo si ocultas tus valores?
Que tu tradicionalismo permita algunos
cambios, que tu modestia deje escapar algún que otro autorreconocimiento, que
tu razón deje de vez en cuando jugar a las emociones, que tu autocontrol te
permita un desliz o que tu presupuesto se salga de vez en cuando de lo
previsto. Date la libertad y un espacio para moverte. Concédete permiso para
actuar.
<No
a los cultos señalados> significa reconocer que si determinados valores se
llevan demasiado lejos, afectarán a tu autoestima y te volverán más proclive a
un sinmúmero de trastornos. Significa que no es conveniente tomar muy a pecho
las creencias arriba mencionadas y convertirlas en dogmas de fe; te sentirás un
pecador cada vez que no las cumplas al pie de la letra. Te sentirás culpable de
amarte a ti mismo o de ser feliz. ...”
Bendiciones.
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