jueves, 16 de mayo de 2013

Hay un tiempo para todo ... incluso para los regalos de Dios


En esta vida todo tiene su momento, hay un tiempo para todo:

Hoy nacemos,
mañana morimos;
hoy plantamos,
mañana cosechamos;
hoy herimos,
mañana curamos;
hoy destruimos,
mañana edificamos;
hoy lloramos,
mañana reímos;
hoy guardamos luto,
mañana bailamos de gusto;
hoy esparcimos piedras,
mañana las recogemos;
hoy nos abrazamos,
mañana nos despedimos;
hoy todo lo ganamos,
mañana todo lo perdemos;
hoy todo lo guardamos,
mañana todo lo tiramos;
hoy rompemos,
mañana cosemos;
hoy callamos,
mañana hablamos;
hoy amamos,
mañana odiamos;
hoy tenemos guerra,
mañana tenemos paz. (*)



Me he fijado en la carga tan pesada que Dios ha echado sobre nosotros. ¡Pero nada nos queda después de tanto trabajar!

Cuando Dios creó este mundo, todo lo hizo hermoso. Además, nos dio la capacidad de entender que hay un pasado, un presente y un futuro. Sin embargo, no podemos comprender todo lo que Dios ha hecho.

Mientras tengamos vida, hagamos lo bueno y pasémosla bien. El comer y el beber, y el disfrutar del fruto de tanto trabajo, es algo que Dios nos permite. Eso lo sé muy bien, como sé también que todo lo que Dios ha hecho permanecerá para siempre; a su creación no hay nada que agregarle ni nada que quitarle. Dios lo hizo todo así para que reconozcamos su poder. Todo lo que ahora existe, ya existía mucho antes, y todo lo que habrá de existir, existe ya. Dios hace que todo vuelva a repetirse. (**)

(*) Eclesiastés: capítulo 3 versículos 1 a 8
(**)Eclesiastés: capítulo 3 versículos 9 a15

Ambos textos fueron extraídos de una nueva edición de la Biblia que presentó la Sociedad Bíblica Argentina. La misma posee la particularidad de ofrecer una “traducción en lenguaje actual”, lo cual permite comprender -con una gran facilidad- los profundos conceptos del mensaje que Dios quiere transmitirnos por este medio; y dicen que está especialmente aconsejada para su uso en la Nueva Evangelización. A mi criterio, es magnífico que la misma cuente con una carta introductoria del actual Papa Francisco I, Jorge Mario Bergoglio (ex cardenal, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina), en la que recomienda esta versión a “todos aquellos que con un corazón sencillo quieran abrirse al Señor que nos habla directo como a sus hijos”.




Bendiciones.



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