miércoles, 21 de septiembre de 2016

Un Puma y un Monje...

En esta oportunidad quiero compartir con todos ustedes, algunos textos que forman parte del libro titulado "Dios, el dinero y la conciencia" - Diálogos entre un monje y un empresario, cuya autoría responde al "Genio" conjunto del Padre Anselm Grün y el empresario Jochen Zeitz.  

Hace años que conozco el "Genio" (tomando este término como un sinónimo de "Sabiduría") del Padre Anselm Grün (monje benedictino de la abadía de Münsterschwarzach). He tenido la inmensa fortuna de haber leído unos cuantos libros de su autoría y debo confesar que me he convertido -con los años- en una gran admiradora suya. Pero nada conocía -hasta hoy- acerca de la existencia del "Genio" del empresario Jochen Zeitz (desde hace dieciocho años director de la empresa de artículos deportivos Puma). Y les cuento que he quedado absolutamente sorprendida con la visión que demuestra este brillante empresario. Tanto me ha maravillado el libro que han escrito en conjunto estos dos "Genios" de nuestro tiempo -desde mi punto de vista- que me he sentido motivada a compartir -por este intermedio- algunas consideraciones que me han conmovido profundamente.

Y teniendo en cuenta la riqueza que ellas entrañan, acto seguido, paso a ponerlos al corriente:

(páginas 35 a 51)

Capítulo 2

EL SER HUMANO 
Y SU MEDIO 

"Ya en las primeras páginas de la Biblia, en los llamados relatos de la creación, se pone de manifiesto que la persona ha sido puesto en un medio ambiente que la rodea. En el texto más antiguo del Génesis (Gn 2, 4-25) leemos que Dios coloca al ser viviente en el Edén para que lo trabaje, lo siembre y lo cuide. Esto significa que tiene una responsabilidad frente a la creación, frente a la naturaleza. Debe tratarla con respeto y cuidado, dando a su entorno una forma que manifieste la belleza que el Creador infundió al paraíso. Debe extender sus manos protectoras sobre su medio, pues es el responsable de que la naturaleza florezca a su alrededor.

En otro texto de la Biblia, de redacción más tardía (Gn 1,1-2, 3), encontramos palabras que se refieren al dominio de los seres humanos sobre la naturaleza, -en ocasiones mal interpretadas en la tradición cristiana-: <Y los bendijo dicéndoles: Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra> (Gn 1,28). Estas palabras no justifican que se esquilme la tierra. Por el contrario, invitan a que, con su trabajo, el ser humano transmita a otros la energía bienhechora que recibe de Dios. Debe tratar a su medio ambiente de forma tal que su intercambio derive en una bendición para ambos.

En el Nuevo Testamento, Jesús convoca a sus apóstoles a contemplar atentamente el mundo que los rodea. Dice que lo que observamos en la naturaleza es el reflejo de nuestras vidas. Esto tiene validez hasta nuestros días. Nos remite a las aves del cielo y los lirios del campo (Mt 6, 26-33). Nos muestra que Dios nos ampara, se preocupa por nosotros. No debemos vivir en este mundo afligidos por temores, sino confiar en que Dios se brinda a nosotros a través de su creación y no nos faltarán alimentos ni vestimenta si nos conducimos con prudencia. Es decir que no debemos explotarla por miedo a que algo nos llegue a faltar. Es nuestro deber responder de ella, dejar que Dios reine sobre su creación y no arrogarnos el derecho a destruirla. Como leemos en Mateo 6,33, busquemos primeramente el reino de Dios y su justicia.

La tradición benedictina toma esto muy en serio. Siempre que sea posible, los monasterios benedictinos permanecen en el mismo lugar desde su fundación -San Benito habla de stabilitas, estabilidad-. Esto hace que los monjes se desvelen por moldear su medio de tal forma que conserve y mantenga su utilidad para las futuras generaciones. Hoy por hoy, podría llamarse a esto <regionalismo>, pues aun en nuestro mundo globalizado es esencial realizar la actividad económica propia de cada región. Quien apuesta por las fuerzas propias de su región cuida el medio ambiente, pues utiliza los recursos que encuentra allí, sin despojarlo.

Los monasterios benedictinos están firmemente arraigados en la región a la que pertenecen. Mantienen múltiples vínculos con las personas que viven en los alrededores y les ofrecen puestos de trabajo. Atienden y cuidan lo que tienen en su cercanía inmediata, porque desean que esté en las mejores condiciones posibles. No tienen una amplia visión para el mundo entero, pero al cuidar y dar forma a su entorno contribuyen a que el medio ambiente sea más humano y digno de ser vivido.

Los benedictinos han configurado su entorno de tal modo que su espíritu se expresa en él. Es un espíritu de veneración hacia el Creador y, por consiguiente, hacia la creación. Un espíritu de alabanza, de exaltación. San Benito destaca la importancia de que alabemos a Dios diariamente como Creador. El que lo hace ve la creación con otros ojos; ve cómo en el medio que lo rodea palpita el Espíritu divino y, al darle forma, estará alabando a Dios.

Por esto mismo, los monasterios dan importancia a la estética. Los monjes destacan la belleza de la creación, entre otras cosas, cultivando jardines. Dan su lugar a la naturaleza. Pero también expresan la belleza del Creador en sus propias creaciones, por ejemplo, en la manera en que construyen el monasterio y adornan la iglesia.

Con sus acciones, los benedictinos no sólo destacan la importancia de la belleza sino también de la salud. La creación está llena de fuerzas curativas. Para demostrarlo, cultivan huertas de hierbas medicinales e investigan los efectos de estas hierbas, utilizándolas no sólo para ellos mismos sino para la gente que vive en las inmediaciones. Con los jardines y huertas del claustro expresan que Dios es un Dios sanador, que provee la naturaleza de fuerzas curativas que hacen bien al individuo.

La relación que mantienen los monjes con su medio también se evidencia en el hecho de que enseñan a las personas un modo de vida que les hace justicia y hace justicia a la naturaleza. Viven sanamente, pues respetan el ritmo de la naturaleza y el medio que rodea al monasterio.

[...] La comunión de destinos que unía a los monjes al medio ambiente fue determinante para el cultivo de sus huertas y campos. Consideraban que era un pecado dañarlo con su comportamiento o métodos inapropiados. Como se sentían parte de la naturaleza, se desenvolvieron con éxiro en ella a través de los siglos.

Este modo de administrarse, aparentemente anticuado, también tiene su importancia en los tiempos actuales afectados por el cambio climático, pues únicamente respetando el medio podremos salir airosos de la situación en que vivimos. Esto no sólo vale para la naturaleza, sino también para el medio humano del que formamos parte.

[...] Si nos remontamos al pasado, vemos que los monjes siempre mantuvieron buenas relaciones con sus empleados y los habitantes de los pueblos y ciudades en los que se encontraban sus monasterios. Hoy en día no es posible retornar a la modalidad propia de la sociedad del pasado, aunque se manifiesta una tendencia saludable que consiste en ensamblar la economía mundial con la regional, a pesar de la globalización. Sería conveneinte que los productos alimenticios procediesen de la región de origen para evitar costos inútiles de transporte. También los principales trabajos -ante todo, los artesanales- deberían realizarlos los habitantes de la zona. La regionalización y la globalización no se contradicen: deben convivir en armonía.

Por otra parte, por ser benedictinos de misiones, no nos limitamos a interesarnos por el medio que nos rodea. Desarrollamos actividades a lo largo y ancho de todo el mundo. Nuestros misioneros construyeron monasterios en países lejanos y allí se arraigaron. [...] Esto amplía nuestra visión del mundo. No pretendemos exportar nuestra forma de vida a países lejanos, sino desarrollar el entorno en el que estamos asentados y aprender de su cultura. Una y otra vez, percibimos en los monasterios dentro del país y en el extranjero, que el diálogo con otras culturas enriquece nuestras vidas.

 Anselm Grün

DIALOGO ENTRE EL MONJE Y EL EMPRESARIO

   JOCHEN ZEITZ * No hay duda de que los monasterios le llevan una inmensa ventaja a las empresas en su conformación interna y sus relaciones con el medio. Los Padres del Desierto y los primeros monjes cristianos vivieron hace más de mil quinientos años y usted, padre Anselm, y sus hermanos, monjes y sucesores de aquellos, dispusieron de varios siglos para poner a prueba y adaptar a los tiempos su modo de vida, su espiritualidad y su representación de Dios. Supongo que podría contarse a los Padres del Desierto entre los primeros psicólogos, pues tenían una comprensión amplia de la vida y la muerte.

En nuestros tiempos las empresas, aun contando con varios años de existencia, no tienen un carácter tan profundo ni espiritual, porque la actividad económica está condicionada a tal punto por la competencia, que casi no queda tiempo ni espacio para otras dimensiones de la vida. No obstante, a la larga una empresa sólo podrá tener éxito si posee una disposición de ánimo positiva. Debe estar convencida de lo que produce y lo que representa, desarrollar una cultura y estar imbuida de valores comunes y vivirlos. De no ser así, será imposible que logre éxitos a lo largo de décadas y, menos aún, a lo largo de un milenio. [...]

   JOCHEN ZEITZ *  Con todo, ustedes están mucho más cerca  de la naturaleza que nosotros. El mundo empresarial puede alejarnos de la naturaleza y de un auténtico sentido de pertenencia a nuestro lugar de origen. Para contrarrestarlo, algunas empresas escogen su sede de modo que sus colaboradores puedan pasear por la naturaleza, meditar junto a alguna fuente y dedicarse a la jardinería; un poco como el jardín del claustro, que provee un clima interior muy particular y renueva el contacto con la naturaleza.

A menudo, los empresarios y gerentes comprueban que la naturaleza es la mejor cura para el ajetreo y el burn-out (síndrome de agotamiento profesional). De ahí que la mayoría de business retreats, períodos en que nos retiramos del mundo de los negocios, abren un espacio espiritual y natural en nuestras vidas. El verso de la canción Woodstock que dice: <we've got to get ourselves back to the garden>, <tenemos que encontrar el camino de regreso al jardín>, no describe tan sólo un suceso o un movimiento social, sino la situación actual del individuo. El jardín de un monasterio es un buen lugar para escuchar, como puede serlo un parque nacional o una reserva animal. [...]

   JOCHEN ZEITZ * Renovar nuestros vínculos con la naturaleza y la espiritualidad y despertarlos en los jóvenes es una de las grandes tareas de nuestro tiempo. La espiritualidad está arraigada en lo más profundo del alma humana y las religiones la interpretan. Hoy en día, hay innumerables posibilidades de vivirla, y va en aumento la cantidad de personas que buscan y definen su espiritualidad propia, personal. El hecho de que la religión dé cada vez menos respuestas a sus preguntas puede deberse a que algunas de las religiones tradicionales necesitan de un upgrade, una actualización o modernización: un lenguaje y una forma de comunicarse acorde a los tiempos que corren. Nos cuesta acceder a los mensajes religiosos tradcionales y vincularnos con ellos porque a menudo no los entendemos. En muchos casos ya no tocan nuestra conciencia. Son cada vez menos las personas que se toman el tiempo de leer e interpretar la Biblia. Basta mencionar que en el primer tomo de su exégesis del Evangelio de San Lucas, Eugen Drewermann necesita novecientas páginas para explicar e interpretar una parte del Evangelio, para hacerlo comprensible a los lectores.

Si pretendemos que más jóvenes profundicen en su faceta espiritual, la religión deberá interpretar las metáforas espirituales y mitológicas del pasado con conceptos visuales de la actualidad y trasladarlos al presente para hacerlos comprensibles y relevantes. En el curso del tiempo cambió el arte, al igual que la música, la literatura y el lenguaje. Cambiaron las relaciones entre las personas: entre hombres y mujeres, entre grupos étnicos y culturas y, en algunos casos, entre clases sociales.

Los guías religiosos deberían mostrarse abiertos a estos cambios. Creo que las opiniones liberales de los monjes benedictinos son de gran ayuda en este sentido pero, a la par de los conservadores, se requieren más y más <rebeldes> liberales y modernos. Esto explicaría porqué las religiones orientales se están volviendo cada vez más importantes y constituyen una tendencia que persiste. Necesitamos equilibrio, libertad interior y directrices. La religión puede ayudarnos si la entendemos. Así como los activistas medioambientales tuvieron dificultad en formular su mensaje de sustentabilidad y hoy en día son comprendidos por los consumidores, las religiones se encuentran ante un desafío semejante si se trata de transmitir su mensaje en un lenguaje acorde a los tiempos. [...]

   JOCHEN ZEITZ * Como usted escribió, la misión de su orden no se limita al entorno inmediato sino que abarca todo el mundo. Me permito establecer al respecto un paralelismo entre religión y economía. El empresario procura encontrar nuevos clientes y mercados de consumo para que la empresa pueda vender de manera óptima sus productos y marcas. A menudo, el objetivo consiste en convertirse en una empresa globalizada, estableciendo sucursales en todo el mundo. Para ello, es preciso que nuestra mentalidad sea global y nuestras acciones sean regionales. En Mateo 28, 19 Jesús dice a sus apóstoles: <Yayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos>. ¿Acaso no es éste un mandato global?

Olvidemos por un momento el mensaje cristiano y demos una ojeada a la totalidad desde un ángulo más trivial. Si hago feliz a una persona con un calzado deportivo o si lo hago feliz quitándole sus miedos con ayuda de la religión, ¿no se trata de un principio similar? En ambos casos, se está vendiendo un producto. Esté bien o no, se trata de que la gente se sienta bien.

Por supuesto, se realiza a niveles muy dispares. En Norteamérica, la religión y las hamburguesas se ofrecen en venta por televisión de manera parecida. Billy Graham y otros predicadores mediáticos vendieron a Dios y la religión ganando millones. No quisiera ofender a nadie, pero pienso que algunas marcas religiosas se han convertido en un big business, un gran negocio.

Veamos ahora las diferencias... La Biblia dice: <¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?> Está claro que una empresa puede considerarse satisfecha si sus productos llegan a todos los rincones del mundo, pero la religión no puede conformarse con esto, porque pone el peso en el alma y debe preguntarse qué puede ofrecer al mundo y no qué puede tomar de él.

En último término, religión significa re-ligarse con Dios -o los dioses. Significa restablecer una relación, en tanto que el mundo de los negocios establece nuevas relaciones u su publicidad postula que hay una relación intrínseca entre los objetos exteriores y la felicidad. La mayoría de las religiones afirma otra cosa. Según ellas, la felicidad no reside en tener más objetos materiales, sino en aprender a aceptar y agradecer lo que se tiene, no sólo en cuanto a bienes sino a talento, salud y relaciones humanas.

Vale decir que aunque pueda establecerse un paralelismo en muchos aspectos entre la economía y la religión, en definitiva son complementarias. Y cuando en el mundo de los negocios los responsables sólo tratan de progresar a cualquier precio, hay una clara oposición entre ambas. Si en el mejor de los casos logran completarse, no deja de ser maravillosa la posibilidad que se presenta de aprender unos de los otros.

Me alegro de poder aprender de usted. [...]

   JOCHEN ZEITZ * Siempre me resulta positivo revisar a fondo y relativizar el sistema en el que me muevo. Desde un punto de vista general, las crisis globales que afectan el medio ambiente, sean financieras, climáticas u otras, han sacado a relucir clara e inquívocamente los errores y debilidades de nuestro sistema de libre mercado, y además descubren los excesos de las personas que abusan de él en aras de su exclusivo provecho personal.

El escándolo en que se sumió la Iglesia este año en Alemania también puso en evidencia algunas debilidades ocultas del sistema religioso. Aunque siempre es injusto y errado generalizar y <arrojar la primera piedra>, debemos observar con detenimiento los errores que cometemos, sacar enseñanzas y luego promover los cambios necesarios.

Al igual que en el diálogo entre religiones, podemos efectuar nuestro <desarme personal>. Si nuestro comportamiento es honesto, franco y abierto no resultará una amenaza para los demás. La sinceridad no es sólo la mejor táctica, sino que despoja nuestras debilidades de lo que puedan tener de amenazador. En siglos pasados, misionar tenía sus lados oscuros de la misma manera en que hoy lo tienen los mercados. En nombre de ambos se causó mucho daño. Por cierto, la globalización tiene muchos efectos positivos: disuelve gradualmente las fronteras políticas y espirituales; los habitantes de distintas partes del mundo entran en contacto; en la esfera profesional surgen nuevas posibilidades de instruir a las personas; se crean fuentes de trabajo que aumentan los ingresos y las utlilidades. Pero toda ventaja tiene su lado negativo.

Opino que para forjar un mundo mejor deberíamos unirnos como seres globalizados sin por ello olvidar nuestras raíces y origen, sino resguardándolos tanto en sentido biológico como cultural y social. El arte y las costumbres regionales aportan pinceladas de color y talento a este gran fresco global y deben conservarse a rajatabla.

Por ello, uno de los programas de la empresa Puma promueve los contactos entre personas, por ejemplo, promocionando a artistas y eventos artísticos a nivel regional en Africa y fuera de Africa por medio del Creative African Network y en el Caribe por medio del Creative Caribbean Network. Es de gran interés para nosotros apreciar en lo que merecen, las tradiciones nacionales y culturales -también en provecho propio- dondequiera que esté establecida nuestra empresa.

Uno de los problemas de la globalización consiste en que fue impulsada mayormente por las naciones occidentales industrializadas, no pocas veces en detrimento de los países en vías de desarrollo. Esto no sólo provoca un exterminio acelerado de las especies, sino la destrucción de culturas y organismos colectivos. Desde que se inició la <expedición de conquista> global, la cantidad de lenguas habladas del mundo se ha reducido a la mitad. De las seis mil lenguas vivas casi tres mil están por desaparecer. Si se mantiene el ritmo actual, bastará una sola generación más para borrar la mitad de nuestra herencia cultural viva.

Wade Davis, un antropólogo canadiense, estudia las lenguas como un biólogo estudia la multiplicidad de especies. Dice: <Diversas culturas representan diversos modos de ver la vida, inspirados en la moral y esencialmente correctos. Estas voces diferentes se convierten en parte del repertorio superior del que dispone la humanidad para hacer frente a los desafíos del futuro>. La diversidad, sea de las especies, sea cultural, equilibra y estabiliza los sistemas. No podemos permitirnos desarrollar un mundo genérico amorfo en el que las culturas van desapareciendo y la vida se torna cada vez más monótona y uniforme. Es cierto que la extinción de especies y culturas siempre fue parte del desarrollo de nuestro planeta, pero la velocidad a la que se está dando este proceso hoy en día es indudablemente perniciosa. La globalización entraña, pues, una ganancia y a la vez una pérdida. ..."


Quiero expresar mi enorme agradecimiento a ambos (Anselm y Jochen) por el magnífico aporte que sus reflexiones hacen a la humanidad, con las palabras: ¡Gracias por existir! ¡Me alegro de poder aprender de ustedes!.



Bendiciones.