Hace unas semanas, recibí de regalo un libro
que me cautivó desde el primer momento que lo tuve entre mis manos. Su título
me resultó por demás sugestivo: La Voz de la Fe – El Secreto para una vida Muy
exitosa. Su autoría corresponde al Obispo Macedo. Debo reconocer que desconocía
-por completo- la existencia de este autor. Ni bien comenzar a leer el libro,
me di cuenta de que la profundidad con la cual trata el tema de la Fe, lleva al
lector a la necesidad de adentrarse cada vez más en los conocimientos que
trasmite.
Me pareció oportuno, compartir con todos
ustedes, algunos conceptos fundamentales; como por ejemplo los que pueden
leerse en las páginas 61 a 62:
“… LAS
DIFERENCIAS DE LA FE
Todos
los humanos nacen con fe natural, independientemente de la religión que
profesen, la fe natural es inherente a todos los seres humanos. Sin ella, es
imposible vivir. Para pararse las personas necesitan creer que sus pies
soportarán el peso del cuerpo; el trabajador cree que a fin del mes recibirá su
salario; el paciente necesita creer en la capacidad de su médico para ser
ayudado; el agricultor necesita creer para sembrar. Y así sucesivamente.
Ninguna
profesión, ningún trabajo es ejecutado sin fe natural. Absolutamente todo en
este mundo es hecho mediante la fe natural.
Pedro,
usando la fe natural, lanzó las redes en el mar durante toda la noche y no
consiguió nada. Lo que significa que la fe natural no siempre produce el efecto
deseado, porque está sujeta a las circunstancias. Sin embargo esto no sucede
con la fe sobrenatural pues ella no está sujeta a nada excepto la confianza en
la Palabra de Dios. Ella es sobrenatural porque depende de la revelación
divina.
Pedro
respondió: <Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado;
más en tu palabra echaré la red> (Lucas 5:5).
Ahora,
como pescador experimentado Pedro tenía conciencia de que no había peces allí,
pero, en obediencia a la palabra de Jesús (acto de fe sobrenatural) él lanzó la
red. Habiendo hecho esto recogió tantos peces que necesitó de la ayuda de otros
pescadores para no perder ninguno.
Pedro
usó tanto la fe natural como la sobrenatural. La primera falló, pero la segunda
funcionó mejor de lo previsto.
Ese es
el tipo de fe que trae beneficios prácticos en este mundo y sobre todo en el
venidero. Pero es necesario tomar cuidado para no confundir la fe sobrenatural
con la emotiva. La fe sobrenatural tiene que ver con la razón y la fe emotiva
con los sentimientos.
La fe
sobrenatural nos impulsa a creer que Dios cumplirá todo lo que prometió
independientemente de los sentimientos o circunstancias. …”
Sumamente interesante y -en mi opinión-
claramente explicitada la diferencia entre la Fe natural y la Fe sobrenatural;
resultando totalmente cierto -desde mi punto de vista- que ambas co-existen
formando una unidad.
Siguiendo con esta incursión por los caminos
de la Fe, en las páginas 66 a 68, nos anoticiamos respecto a la existencia de:
“… DOS
TIPOS DE PERSONAS
Hay dos tipos
de personas en el mundo: las que creen y las que no creen en Dios. Y son
tipificadas por la relación entre Abel y Caín; Isaac e Ismael; Jacob y Esaú. La
fe y la duda siempre anduvieron y estarán en conflicto. Por causa de eso no hay
una mínima chance de paz en la Tierra. La fe es el poder de Dios para la
Salvación de los que creen, mientras que la duda es el poder del mal para la
destrucción de los que no creen.
Mientras
que las personas de la fe viven en la Luz y son Luz, las que viven en la duda
permanecen en las tinieblas y son tinieblas. ¿Cómo equilibrar esta convivencia?
¿Cómo puede haber paz entre seres humanos que radicalmente son opuestos entre
sí? ¡Imposible! Esta es la razón porque el Señor Jesús dijo no haber venido
para traer paz a la tierra: <No penséis que he venido para traer paz a la
tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner
en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera
contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa> (Mateo
10:34-36).
En las
palabras del Señor, la creencia y la incredulidad transforman en enemigos hasta
a los seres más queridos de una misma familia. Pero, si los miembros de una
familia se convierten en enemigos debido a la creencia de unos contra la
incredulidad de otros, ¿se imagina en la relación extra familiar?
Reúna a
los que creen con los que no creen y la diferencia de opiniones aparecerá
enseguida, pues no hay forma de armonizarla. Los que creen tienen la dirección
divina, viven en la fe del Creador, pero, los que no creen, en general, son
movidos por pasiones, porque son movidas por la esencia de la duda, que es la
vacilación, la inseguridad. Ellos viven bajo la presión de la duda.
Los que
son de la fe comprenden a los que son de la duda. Al final, quien es de la fe
también ya estuvo del otro lado. Por eso, jamás concuerdan entre sí. Los
incrédulos ven a los que son de la fe como fanáticos porque ellos creen en lo
invisible. Por eso, mientras haya humanidad, habrá conflictos. …”
Para concluir, los invito a leer muy atentamente
el texto que podemos encontrar en las páginas 70 a 72, cuando nos habla acerca
de:
“… LA
VOZ DE LA FE
Mientras
que la fe es la voz viva de Dios en el interior humano, la duda también es una
voz viva que viene del diablo. Obviamente, quien se somete a la voz de la fe y
la pone en práctica sigue la Luz. Es como enseña el Señor Jesús: <Yo soy la
luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz
de la vida> (Juan 8:12).
Pero
quien lo rechaza o se niega a prestar atención a Su Palabra, ciertamente se
mantendrá en las tinieblas. Y quien anda en las tinieblas no tiene conciencia
de hacia dónde se dirige. Tal persona vive en la duda y se mantiene
desorientada en el camino a seguir.
Muchas
personas han gastado ríos de dinero en tratamientos psicológicos porque no
saben lo que quieren. Son personas indecisas, llenas de miedo, desconfiadas,
tristes y vacías. Todo eso ocurre en función de la ausencia de la fe.
Pocos
saben que de la misma forma que el cuerpo depende de nutrientes, y el alma de
amor, también el espíritu humano depende de alimento, que viene por medio de la
voz de Dios. Esto es, la Palabra que procede de la boca del Altísimo. La mejor
literatura que tenemos, jamás saciará la sed del espíritu humano.
Jesús
resistió el ofrecimiento del diablo diciendo: <No sólo de pan vivirá el
hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios> (Mateo 4:4).
Los que
tienen el espíritu bien nutrido por la Palabra dejan de lado sus dudas y vencen
sus miedos. ¿Por qué esas personas actúan así? Porque dentro de ellas está el
poder de la Luz, el poder de los pensamientos divinos. ¿Usando el poder de los
pensamientos divinos, quién podrá resistirse a tales personas? ¿Quién podrá
meterse en el camino de los que piensan como Dios?
Esa es
la voz de la fe que impulsa a la persona a mirar hacia delante y avanzar firme
y determinada. Es el instinto de la creencia en uno mismo y, sobre todo en
Dios. Es la fe en acción.
La voz
de la fe completa a la persona, haciendo que crea también en sí misma. Por eso
esa persona se vuelve vencedora en la vida. Si ella confiesa que cree en Dios,
pero no cree en su propio potencial de realización, entonces su fe no es
inteligente, y mucho menos es la voz de Dios. Si, al contrario, ella no cree en
Dios, pero cree en sí misma, entonces esa persona tiene más oportunidad de
vencer en la vida a diferencia de aquellos que creen en Dios y no creen en sí
mismos. Ejemplo de eso son las personas ricas: la mayoría de ellas creen en sí
mismas y no tienen nada que ver con la fe en Dios.
Su falta
de compromiso con la voz de la fe las hace inescrupulosas en relación a las
conquistas económicas. Pero la pasión por el dinero las hace hambrientas e
insaciables hasta la muerte. Y lo peor: muerte sin esperanza de Salvación.
Pero la
voz de la fe habilita la conquista del éxito material y, sobre todo, espiritual, que es la
vida eterna. ¿Para qué sirve ganar todo el dinero del mundo y perder el alma?
La voz de la fe inteligente da juicio y coraje para conquistar las bendiciones
divinas sin poner la Salvación en peligro. Nada es inmediato, sino que
alcanzamos nuestros objetivos paulatinamente, a base de perseverancia y
paciencia. Todo de acuerdo con la voluntad de Dios.…”
Un libro que nos invita a reflexionar y a
revisar nuestra Fe. Una lectura que nos motiva a seguir confiando en Dios y a
seguir poniendo nuestras vidas en sus manos. Palabras que nos alientan en el
camino de regreso a nuestro verdadero hogar: el Paraíso que nunca hemos perdido
y que sólo resulta visible a los ojos de la Fe.
Bendiciones.