martes, 26 de noviembre de 2013

La Fe y su naturaleza ...


Hace unas semanas, recibí de regalo un libro que me cautivó desde el primer momento que lo tuve entre mis manos. Su título me resultó por demás sugestivo: La Voz de la Fe – El Secreto para una vida Muy exitosa. Su autoría corresponde al Obispo Macedo. Debo reconocer que desconocía -por completo- la existencia de este autor. Ni bien comenzar a leer el libro, me di cuenta de que la profundidad con la cual trata el tema de la Fe, lleva al lector a la necesidad de adentrarse cada vez más en los conocimientos que trasmite.

Me pareció oportuno, compartir con todos ustedes, algunos conceptos fundamentales; como por ejemplo los que pueden leerse en las páginas 61 a 62:

“… LAS DIFERENCIAS DE LA FE

Todos los humanos nacen con fe natural, independientemente de la religión que profesen, la fe natural es inherente a todos los seres humanos. Sin ella, es imposible vivir. Para pararse las personas necesitan creer que sus pies soportarán el peso del cuerpo; el trabajador cree que a fin del mes recibirá su salario; el paciente necesita creer en la capacidad de su médico para ser ayudado; el agricultor necesita creer para sembrar. Y así sucesivamente.

Ninguna profesión, ningún trabajo es ejecutado sin fe natural. Absolutamente todo en este mundo es hecho mediante la fe natural.

Pedro, usando la fe natural, lanzó las redes en el mar durante toda la noche y no consiguió nada. Lo que significa que la fe natural no siempre produce el efecto deseado, porque está sujeta a las circunstancias. Sin embargo esto no sucede con la fe sobrenatural pues ella no está sujeta a nada excepto la confianza en la Palabra de Dios. Ella es sobrenatural porque depende de la revelación divina.

Pedro respondió: <Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; más en tu palabra echaré la red> (Lucas 5:5).

Ahora, como pescador experimentado Pedro tenía conciencia de que no había peces allí, pero, en obediencia a la palabra de Jesús (acto de fe sobrenatural) él lanzó la red. Habiendo hecho esto recogió tantos peces que necesitó de la ayuda de otros pescadores para no perder ninguno.

Pedro usó tanto la fe natural como la sobrenatural. La primera falló, pero la segunda funcionó mejor de lo previsto.

Ese es el tipo de fe que trae beneficios prácticos en este mundo y sobre todo en el venidero. Pero es necesario tomar cuidado para no confundir la fe sobrenatural con la emotiva. La fe sobrenatural tiene que ver con la razón y la fe emotiva con los sentimientos.

La fe sobrenatural nos impulsa a creer que Dios cumplirá todo lo que prometió independientemente de los sentimientos o circunstancias. …”

Sumamente interesante y -en mi opinión- claramente explicitada la diferencia entre la Fe natural y la Fe sobrenatural; resultando totalmente cierto -desde mi punto de vista- que ambas co-existen formando una unidad.

Siguiendo con esta incursión por los caminos de la Fe, en las páginas 66 a 68, nos anoticiamos respecto a la existencia de:

“… DOS TIPOS DE PERSONAS

Hay dos tipos de personas en el mundo: las que creen y las que no creen en Dios. Y son tipificadas por la relación entre Abel y Caín; Isaac e Ismael; Jacob y Esaú. La fe y la duda siempre anduvieron y estarán en conflicto. Por causa de eso no hay una mínima chance de paz en la Tierra. La fe es el poder de Dios para la Salvación de los que creen, mientras que la duda es el poder del mal para la destrucción de los que no creen.

Mientras que las personas de la fe viven en la Luz y son Luz, las que viven en la duda permanecen en las tinieblas y son tinieblas. ¿Cómo equilibrar esta convivencia? ¿Cómo puede haber paz entre seres humanos que radicalmente son opuestos entre sí? ¡Imposible! Esta es la razón porque el Señor Jesús dijo no haber venido para traer paz a la tierra: <No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa> (Mateo 10:34-36).

En las palabras del Señor, la creencia y la incredulidad transforman en enemigos hasta a los seres más queridos de una misma familia. Pero, si los miembros de una familia se convierten en enemigos debido a la creencia de unos contra la incredulidad de otros, ¿se imagina en la relación extra familiar?

Reúna a los que creen con los que no creen y la diferencia de opiniones aparecerá enseguida, pues no hay forma de armonizarla. Los que creen tienen la dirección divina, viven en la fe del Creador, pero, los que no creen, en general, son movidos por pasiones, porque son movidas por la esencia de la duda, que es la vacilación, la inseguridad. Ellos viven bajo la presión de la duda.

Los que son de la fe comprenden a los que son de la duda. Al final, quien es de la fe también ya estuvo del otro lado. Por eso, jamás concuerdan entre sí. Los incrédulos ven a los que son de la fe como fanáticos porque ellos creen en lo invisible. Por eso, mientras haya humanidad, habrá conflictos. …”

Para concluir, los invito a leer muy atentamente el texto que podemos encontrar en las páginas 70 a 72, cuando nos habla acerca de:

“… LA VOZ DE LA FE

Mientras que la fe es la voz viva de Dios en el interior humano, la duda también es una voz viva que viene del diablo. Obviamente, quien se somete a la voz de la fe y la pone en práctica sigue la Luz. Es como enseña el Señor Jesús: <Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida> (Juan 8:12).

Pero quien lo rechaza o se niega a prestar atención a Su Palabra, ciertamente se mantendrá en las tinieblas. Y quien anda en las tinieblas no tiene conciencia de hacia dónde se dirige. Tal persona vive en la duda y se mantiene desorientada en el camino a seguir.

Muchas personas han gastado ríos de dinero en tratamientos psicológicos porque no saben lo que quieren. Son personas indecisas, llenas de miedo, desconfiadas, tristes y vacías. Todo eso ocurre en función de la ausencia de la fe.

Pocos saben que de la misma forma que el cuerpo depende de nutrientes, y el alma de amor, también el espíritu humano depende de alimento, que viene por medio de la voz de Dios. Esto es, la Palabra que procede de la boca del Altísimo. La mejor literatura que tenemos, jamás saciará la sed del espíritu humano.

Jesús resistió el ofrecimiento del diablo diciendo: <No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios> (Mateo 4:4).

Los que tienen el espíritu bien nutrido por la Palabra dejan de lado sus dudas y vencen sus miedos. ¿Por qué esas personas actúan así? Porque dentro de ellas está el poder de la Luz, el poder de los pensamientos divinos. ¿Usando el poder de los pensamientos divinos, quién podrá resistirse a tales personas? ¿Quién podrá meterse en el camino de los que piensan como Dios?

Esa es la voz de la fe que impulsa a la persona a mirar hacia delante y avanzar firme y determinada. Es el instinto de la creencia en uno mismo y, sobre todo en Dios. Es la fe en acción.

La voz de la fe completa a la persona, haciendo que crea también en sí misma. Por eso esa persona se vuelve vencedora en la vida. Si ella confiesa que cree en Dios, pero no cree en su propio potencial de realización, entonces su fe no es inteligente, y mucho menos es la voz de Dios. Si, al contrario, ella no cree en Dios, pero cree en sí misma, entonces esa persona tiene más oportunidad de vencer en la vida a diferencia de aquellos que creen en Dios y no creen en sí mismos. Ejemplo de eso son las personas ricas: la mayoría de ellas creen en sí mismas y no tienen nada que ver con la fe en Dios.

Su falta de compromiso con la voz de la fe las hace inescrupulosas en relación a las conquistas económicas. Pero la pasión por el dinero las hace hambrientas e insaciables hasta la muerte. Y lo peor: muerte sin esperanza de Salvación.

Pero la voz de la fe habilita la conquista del éxito material y, sobre todo, espiritual, que es la vida eterna. ¿Para qué sirve ganar todo el dinero del mundo y perder el alma? La voz de la fe inteligente da juicio y coraje para conquistar las bendiciones divinas sin poner la Salvación en peligro. Nada es inmediato, sino que alcanzamos nuestros objetivos paulatinamente, a base de perseverancia y paciencia. Todo de acuerdo con la voluntad de Dios.…”


Un libro que nos invita a reflexionar y a revisar nuestra Fe. Una lectura que nos motiva a seguir confiando en Dios y a seguir poniendo nuestras vidas en sus manos. Palabras que nos alientan en el camino de regreso a nuestro verdadero hogar: el Paraíso que nunca hemos perdido y que sólo resulta visible a los ojos de la Fe.


Bendiciones.

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