Una vez más, vuelvo
a tomar como referencia algunas de las reflexiones que son producto de la vasta experiencia espiritual
de Eileen Caddy (junto con su esposo Peter y con Dorothy Maclean fue fundadora
de la Fundación Findhorn, comunidad espiritual del norte de Escocia. Publicó
numerosos libros que sirven de guías inspiradoras). Como toda buena Maestra,
Eileen nos trasmite sus conocimientos con una claridad y sencillez que permite,
a cualquier lector, lograr una inmediata conexión con su Ser interior. Dotada
de una gran Sabiduría, a través de
sus escritos, nos invita a transitar por los caminos de la Vida
con Fe y Esperanza; sustentándonos permanentemente en el Amor a Dios, hacia uno
mismo y hacia el prójimo.
En esta
oportunidad, y a poco de comenzar a leer el libro de su autoría titulado “Ondas
del Espíritu” – Formas prácticas de enfrentar los desafíos de la vida, me
siento motivada a compartir -con todos ustedes- el texto que encontrarán en las
páginas 54 a 57:
“… Paz
Mundial
Qué fácil es, para cada uno de nosotros,
decir: <Por supuesto que deseo la paz mundial, pero no es mucho lo que yo
puedo hacer para alcanzarla. Después de todo, no soy más que un individuo… ¿qué
puede hacer uno solo para lograr algo tan vasto? Lo dejaré en manos del gobierno,
de los políticos y de los que participan en las manifestaciones a favor de la
paz. Alguna otra persona podrá hacer algo al respecto. Si yo lo pretendiera,
sería como lanzar un grito en el desierto.>
Al pensar de este modo, terminamos
ocultándonos en nuestras pequeñas caparazones como el caracol y permitiendo que
la conciencia sobre la situación mundial pase a un segundo plano, ya que como
individuos nos creemos incapaces de hacer nada.
¿Qué puede hacer cada uno? Preguntémonos más
bien cuál es nuestra responsabilidad con respecto a la paz mundial. Lo que
hagamos, nuestra manera de vivir y de pensar, pueden colaborar o interferir en
la paz del mundo.
Podemos hablar sobre el tema, pero eso no
traerá la paz. Podemos escribir o distribuir folletos alusivos, pero eso no
creará paz. Lo que tenemos que hacer es encontrar en nosotros mismos una
profunda paz y armonía. Eso sí que ayudará. Podemos convertirnos en parte de la
respuesta en vez de ser parte de la confusión y el caos. Esta es una época de
creación, de construcción, de entrelazamiento, y también esto empieza dentro de cada cual. Podemos comenzar ahora mismo. No es
menester que esperemos a nadie más.
¿Por qué no volcarnos
hacia adentro y ver en qué punto podríamos empezar? A menudo es muy simple. ¿Qué
está sucediendo en tu familia, en tu hogar, con tu vecino? ¿Qué me dices de la
discusión que tuviste con tu amigo la semana pasada? Ahí se quiebra la paz,
exactamente ahí, en nuestro vivir cotidiano. Hasta que alcancemos la paz y la
armonía dentro de nosotros y aprendamos a amarnos, ¿cómo podemos suponer que
lograremos llevar paz al mundo? Lo que origina paz es el amor, la comprensión y
la tolerancia.
¡Existe tanta
negatividad a nuestro alrededor! Basta leer un periódico o escuchar la radio
para ser bombardeados por pensamientos destructivos y negativos. Lo que tú
hagas con ellos depende de ti. Tu reacción frente a ellos tiene vital
importancia. Puedes absorberlos y permitir que pesen en ti lo bastante para
sumarte a la negatividad, o puedes elevarte sobre ellos y contribuir a
transmutarlos y transformarlos. Puedes ser parte de la enfermedad o parte de la
cura: depende de ti. Cuanto antes te percates mejor será. La negatividad es
como una nube oscura capaz de envolverte si tu luz interior no es lo suficientemente
fuerte como para disiparla. Que tu luz brille en todo instante para que las
tinieblas se dispersen enseguida. Cuanto mayor sea el número de los que hagamos
esto y valoremos su importancia, más pronto desaparecerán toda la negatividad y
las tinieblas. Así pues, que haya luz y más luz en cada uno.
La paz es Energía
Divina manifestada y aporta seguridad, confianza, claridad mental y
bendiciones. La paz es positiva, es la manifestación de Dios.
Todos anhelamos la paz
y sin embargo obramos en forma contraria a nuestro anhelo. En vez de empezar
por arriba tenemos que empezar por los cimientos. <Lo que pensamos, somos>. Lo que una nación piensa, eso
es. Si su concepción es agresiva, sin duda generará guerras. Podrá discutirse
mucho sobre la paz pero con eso no se la alcanzará. La alcanzaremos cuando
aprendamos a amarnos y a vivir para cada uno de nuestros semejantes, en vez de
vivir para nosotros mismos. A partir de esa base sólida como una roca, podremos
llevar paz al mundo.
A fin de
comprender el verdadero significado de la paz, de encontrar esa paz que
sobrepasa toda comprensión, apártate de las meras apariencias. Cierra los ojos
y aquiétate. Aquieta tus sentidos y respira profundamente. Sin una mente y un
corazón apacibles, vivimos como en un sueño. Practica la paz iniciando la
jornada con un marco mental apacible. Deja que ideas apacibles fluyan por tu
mente al despertar e incorpóralas a tu vida diaria.
Sólo
podremos crear paz mediante un cambio de conciencia. La paz no se consigue
dando conferencias o criticando a los gobiernos. No son los demás los que deben
cambiar, sino nosotros mismos los que tenemos que transformarnos. <¡Que la
renovación de tu mente te transforme!> Hay una forma de lograrlo, y es
merced a una incesante plegaria interior. Soy una gran convencida del valor de
la plegaria. Este es el trabajo interior que todos precisamos hacer, no de vez
en cuando, sino continuamente. El nos traerá la paz.
Piensa
en la unidad, la de todas las cosas y la que subyace en todas las situaciones,
la unidad en la diversidad. No puede haber unidad si ésta no está recorrida por
un hilo de amor, porque lo que une es el amor. Dos individuos pueden transitar
por caminos totalmente distintos y vivir una vida completamente diferente, pero
si el amor fluye entre ellos llegarán a ser uno. Entre los individuos, los
grupos, las comunidades o el mundo entero puede imperar esta maravillosa paz y
unidad si fluye el amor. En algún lado tiene que empezar; entonces… ¿por qué no
hacer que empiece en nuestro corazón? No nos es posible obligarnos a amar a
alguien, pero si mantenemos abierto el corazón y permitimos que el amor fluya
en y por nosotros, cada vez nos mostraremos menos enjuiciadores de los demás. A
la larga, sabremos qué significa realmente amar a alguien, no importa lo que
sea, no importa cuál sea el color de su piel, su credo o su religión.
Lo que
une es el amor. Es la llave que abre todas las puertas, el bálsamo que cura
todas las heridas, la luz que ilumina cualquier oscuridad. Si nos amamos los
unos a los otros, ya no criticamos el modo de vida de los demás, su
comportamiento, rituales y creencias. Si estamos en paz con nosotros mismos, ya
no necesitamos dedicar tiempo a tratar de cambiar a los otros. Simplemente
aprendemos a Ser, y al Ser creamos un sentimiento de unidad con todo lo vivo.
La paz reina entonces suprema. Sabemos que somos de hecho uno ante los ojos de
Dios, pues Dios es amor. Recordemos que somos y creamos lo que pensamos. En
verdad, somos co-creadores con Dios. …”
Sin duda alguna, estas palabras constituyen un
jubiloso canto a la Vida. ¿Quién podrá resistirse a la invitación que Eileen
nos hace a los fines de transformarnos en “sembradores de la Paz”?. Aunque
parezca una utopía, la Paz mundial es posible. De todos nosotros depende. La
entera Humanidad clama por ella. Escuchemos con el Corazón, la voz que surge de
lo más profundo de nuestro Ser y que nos urge a un cambio rotundo en nuestra
forma de concebir el mundo; un mundo donde la división es sólo una ilusión. Un
mundo donde la Unidad aguarda su turno para salir a escena. Soplan vientos de
cambio, sepamos aprovecharlos… Recordemos que: TODO ES UNO. TODOS SOMOS UNO.
Bendiciones.
COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ResponderEliminarEN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años