Estando
próximos a celebrar las festividades de Navidad y Año Nuevo, me parece propicio
compartir -con todos ustedes- un texto que puede leerse en las páginas 123 a
124 del libro titulado “Ondas del Espíritu” – Formas prácticas de
enfrentar los desafíos de la vida, y cuya autoría pertenece a Eileen
Caddy (junto con su esposo Peter y con
Dorothy Maclean fue fundadora de la Fundación Findhorn, comunidad espiritual
del norte de Escocia. Publicó numerosos libros que sirven de guías
inspiradoras). Puedo asegurarles que ningún lector quedará defraudado luego de
acercarse a la lectura de alguna de sus obras. Eileen combina a la perfección,
un estilo sencillo y -a la vez- ameno cuando se trata de trasmitir toda su vasta experiencia en materia
espiritual. Dotada de una Sabiduría impresionante, nos invita a transitar los
caminos de la Paz, el Amor y la Esperanza; no sólo a nivel personal sino
también como integrantes de la Humanidad.
“...Preguntas
sobre la forma de aprender a amar
Las siguientes preguntas tienen como
propósito ayudarte a comprender mejor cuál es tu actual relación con las
virtudes del amor. Date tiempo para hacer el ejercicio sin apresurarte. Ten a
mano un anotador y un lápiz o bolígrafo para escribir las respuestas. Tras la
relajación inicial, incorpora a la mente una pregunta por vez. Permítete tomar
contacto internamente con la pregunta y luego, en actitud mesurada y tranquila,
escribe la respuesta en el anotador. Antes de pasar a la pregunta siguiente
vuelve a la calma y deja un breve espacio en blanco.
Busca
una posición cómoda, relaja el cuerpo y cierra los ojos... Inhala y exhala
profundamente varias veces, sintiendo cómo el aire fresco llena tu ser y trae
consigo paz... Siente esta paz inundando todo tu ser... tu cuerpo... tu
mente... tus emociones...
Ahora
comienza...
1) No
puedo dar lo que no tengo.
¿Tengo
amor en mi corazón?
¿
Soy una persona que dé amor?
¿Busco
y veo lo mejor en cada uno?
Si
tengo estas cualidades y vivo de esta manera, es porque soy capaz de dar amor.
2) No
puedo enseñar lo que no comprendo. Para enseñar a amar debo saber qué quiero
decir cuando hablo de amor.
¿Conozco
el significado del amor?
¿Sé
qué se siente cuando se ama?
¿Puedo
ver, más allá de la superficie exterior, la chispa divina en cada alma?
Si
soy capaz de conocer y de hacer estas cosas, estoy comenzando a comprender lo
que es el amor.
3) No
puedo valorar lo que no reconozco. Para reconocer el amor primero tengo que ser
receptivo a él.
¿Soy
receptivo al amor?
¿Reconozco
el amor cuando lo veo y lo siento?
¿Valoro
el amor y lo que éste implica para mí?
¿Valoro
lo que puedo darles a los demás con mi amor?
4) No
puedo incorporar algo a lo que no me entrego. Para entregarme al amor debo ser
vulnerable a él.
¿Estoy
abierto al amor y soy vulnerable a él?
¿Temo
ser herido por el amor, o ser rechazado?
¿Construyo
a mi alrededor un cerco lleno de púas para protegerme del amor?
5) No puedo tener dudas sobre aquello en lo que quiero confiar. Para confiar en el
amor debo estar convencido de su poder.
¿Estoy
convencido de que el amor es la energía más poderosa del universo?
¿Estoy
convencido de que Dios es amor?
¿Amo
a Dios, la Divinidad que hay en mí?
6) No
puedo vivir aquello a lo cual no le dedico mi ser. Para dedicar mi ser al amor
debo crecer permanentemente inmerso en él.
¿Le
dedico mi ser al amor?
¿Considero
que la lección más importante en la vida es aprender a amar?
Si
no le dedico mi ser al amor, ¿por qué pasa esto? ¿Qué puedo hacer para
modificarlo?
Al repasar tus respuestas, repara en tu
reacción ante cada una de ellas. ¿Te ponen contento? A partir de lo que te
enseña este ejercicio, ¿hay algún aspecto de ti mismo que quisieras modificar?
¿De qué modo podrías hacerlo? ¿Te gustaría establecer contigo mismo algún
compromiso?...”
Espero que al finalizar esta lectura, se
encuentren más que motivados a responder a todas estas preguntas y -quizás- a
formularse algunas que no estén incluidas en esta lista. Estoy absolutamente
segura de que al Universo entero beneficia todo mejoramiento que podamos realizar
a nivel individual; sobretodo si se trata del desarrollo de nuestra más genuina
y auténtica capacidad de “amar y ser amados”...
Bendiciones.
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