En su libro titulado “PsicoSíntesis” <Ser Transpersonal> - El nacimiento de nuestro SER REAL, su autor, Roberto
Assagioli (médico y psiquiatra italiano que uniéndose a las investigaciones de
W. James, Jung, Frankl, Maslow y otros especialistas de su época, demostró
verdaderamente ser un científico espiritual y, en nombre de una auténtica
ciencia humanística, propuso una praxis -la psicosíntesis- que provee los
instrumentos y técnicas adecuados para la investigación y experimentación del
mundo interno del ser humano, incluyendo las experiencias transpersonales y
místicas), nos acerca -como bien dice en la contratapa- “… una guía extraordinariamente útil para todo aquel que se encuentre
comprometido en la búsqueda interior y en la realización personal”.
Hoy quiero compartir con todos ustedes,
algunos textos que pueden leerse en las páginas 73 a 76. En ellos encontrarán
una serie de conceptos y observaciones totalmente innovadores y que -según mi
punto de vista- sientan las bases de la
transformación -en perfecta sintonía con un nuevo paso evolutivo en la historia
de la Humanidad- de la Psicología tradicional, tal como se la conoce hasta el presente.
Bajo el título “La inspiración transpersonal”,
Assagioli nos dice que:
“Si
observamos los <signos de los tiempos>, es decir el estado actual de la
humanidad, de sus intereses y de sus comportamientos, podremos observar
fácilmente una creciente polarización entre dos tendencias opuestas. Por un
lado, existe un exasperado deseo y una afanosa búsqueda de posesiones
materiales, de goces sensuales, de dominar la naturaleza y a otros seres
humanos con sus consiguientes consecuencias de licenciosidad y de
autoafirmación en todos los ámbitos, de agresividad y violencia individual y colectiva.
Por otro lado existe también, de forma más o menos evidente, una marcada
insatisfacción hacia todo esto, o incluso una abierta rebelión, sobre todo
entre los jóvenes, y una búsqueda, consciente o no, de valores y de
retribuciones de otra índole más elevada, con un anhelo hacia lo que
genéricamente se denomina espiritual o religioso.
Pero en
este campo existen numerosas incertidumbres, confusiones y malentendidos. Se da
la extraña paradoja de que, mientras abundan los testimonios de experiencias que
hombres y mujeres de todos los tiempos y de todos los lugares han tenido en esa
esfera superior, los estudios científicos y las investigaciones a este respecto
son sin embargo escasos y muy poco satisfactorios. Los motivos son muy
diversos. Ante todo, está el problema de
una errónea concepción del método científico, que se limita a utilizar técnicas cuantitativas y
estadísticas adaptadas a las ciencias naturales. Además, la mente se muestra
reacia a admitir la existencia de una realidad y de unos valores no racionales,
confundiendo lo que es super-racional con lo irracional o, mejor dicho,
anti-racional. Después está el hecho de que, normalmente, las descripciones de
tales experiencias han sido vinculadas con doctrinas religiosas, con imágenes,
símbolos y formas que ya no son aceptados o considerados como válidos por un
número cada vez mayor de personas. Tal y como decía Keyserling, con su
característica irreverencia: <Han sido expuestas en el marco de sus propios
prejuicios>.
Otra dificultad es la de la inadecuación del lenguaje
y de las expresiones verbales para comunicar la verdadera naturaleza de las
experiencias transpersonales. Todos los que han intentado hacerlo han dicho
que, en realidad, son inefables. (1)
Finalmente, también existe el miedo a aventurarse en
un mundo distinto al habitual, en un mundo desconocido y desconcertante. A
menudo, esto se ve acentuado por el hecho de que esta conquista ha sido
eminentemente presentada bajo una forma negativa de renuncia a todo aquello con
lo que el hombre se siente generalmente vinculado, sin llegar a resaltar
suficientemente todos los aspectos positivos y gozosos de la misma.
De todo ello se derivan fuertes renuencias y
resistencias, por lo que no es raro que se produzca lo que se conoce por <el
rechazo de lo sublime>. Sin embargo, y a pesar de todo, la mencionada
insatisfacción y la consiguiente búsqueda de <algo diferente>, el
atractivo de las exploraciones y de la conquista de los mundos interiores, de
los cuales muchos han tenido presentimientos, a menudo se ha transformado en un
resplandor o incluso en un vívido rayo de luz y ha hecho que muchos de los que
se han presentado como mensajeros y guías en esos campos hayan atraído a un
gran número de personas, agrupando a su alrededor a simpatizantes y a
discípulos entusiastas y a menudo fanáticos.
Pero el valor de estos mensajes y la capacidad de esos
guías, de esos <maestros>, son muy diversos. Junto a las elevadas y
genuinas enseñanzas, existen también otras muchas que son falsas y en las que
la verdad y lo ilusorio se entremezclan en grado diverso. Junto a los guías
verdaderamente sabios, también están <los falsos profetas>, quienes
utilizan y enseñan métodos no válidos e incluso peligrosos. Por ello, resulta
sumamente urgente y necesario un estudio y una experimentación científica en
este campo, que permita una evaluación totalmente independiente de cualquier
doctrina, sistema o autoridad personal.
Este estudio y esta investigación
ya han sido iniciados y van desarrollándose rápidamente: constituyen una nueva
rama de la psicología a la que se ha llamado transpersonal y que podría
considerarse como una <psicología de lo elevado>. Pero esto tan sólo es
un comienzo: todavía queda mucho por hacer.
Por mi parte, me dediqué a ello
hace ya más de diez años y ahora me he propuesto seguir haciéndolo de una forma
más coordinada y sistemática (en el buen sentido de la palabra), es decir,
escribiendo coordinadamente un libro sobre La psicología de lo elevado y del Sí Mismo.
Uno de los principales temas de
esta <psicología de lo elevado> es el de la relación entre las
actividades superconscientes transpersonales y la vida consciente, o mejor
dicho, sobre las distintas modalidades y estados del trasvase de contenidos y
energías superconscientes al ámbito de la consciencia normal de vigilia. Estas
modalidades son muy diversas y pueden ser indicadas de la siguiente forma:
1. Intuición- 2. Imaginación- 3.
Iluminación- 4. Revelación- 5. Inspiración- 6. Creación- 7. Comprensión e
interpretación
Estas modalidades no suelen
desarrollarse separadamente, sino que a menudo suelen hacerlo al mismo tiempo
y, en cierto aspecto, de forma bastante unitaria. Por ello, a veces incluso
pueden llegar a confundirse entre sí. Pero para su estudio científico es
preciso poner en evidencia las distinciones y las diferencias existentes entre
cada una de ellas. Tan sólo después de haberlo hecho así, se podrán reconocer y
comprender tanto sus relaciones como sus interacciones.
A su vez, este estudio posee
varios aspectos o fases que también habrá que diferenciar.
1. Ante todo, la fenomenología;
es decir: la recopilación de experiencias espontáneas y de los hechos
observados, descritos y expresados por muchas personas de todos los tiempos y
lugares.
2. La modalidad del proceso de
trasvase entre el superconsciente y la conciencia.
3. Las técnicas que han sido y
siguen siendo utilizadas para provocar o favorecer el trasvase. Estas técnicas
incluyen las diferentes prácticas - externas o internas - de las distintas
religiones, así como toda una serie de ejercicios denominados de muy diversas
formas, pero que podrían ser incluidos bajo el nombre de yoga.
4. Los resultados inmediatos y
los efectos sucesivos que de ellos se deriven.
5. Los métodos para prevenir los
peligros y reparar los daños que pudieran producirse debido al <descenso>
o irrupción de las energías transpersonales.
6. Las formas para la mejor y más
útil uso de esas realizaciones y energías….”
(1) Esta es una de las características atribuidas a la
experiencia mística por W. James en su obra Varieties of Religious Experience.
Me parece oportuno citar -a modo de conclusión- las palabras con las cuales
Assagioli finaliza el capítulo 5 (página 72): “… Aunque aquí apenas hemos traspasado los umbrales del misterio, no me
seguiré extendiendo sobre este punto. Concluiré este capítulo parafraseando lo
que Shakespeare puso en boca de uno de sus personajes: <Hay más cosas entre
el cielo y la tierra que cuanto la mente humana generalmente admite.> …”
Bendiciones.