Atraída por el título del libro, lo compré sin
dudarlo. Supongo que la curiosidad por la temática que aborda, tuvo un peso
importante en la decisión. O, tal vez, el hecho de que su autor sea el genial
Deepak Chopra (doctor en medicina especializado en endocrinología; considerado
uno de los pioneros de la medicina holística, basada en el equilibrio entre el
cuerpo y la mente) haya influido para que no tuviera dudas respecto a la
excelencia de esta obra.
El libro en cuestión se titula ¿De qué tienes hambre? y da respuestas a
una problemática que resulta de sumo interés para cualquier ser humano en
búsqueda del bienestar. Afortunadamente, no es una cuestión de peso lo que me
ha motivado a su adquisición.
Como bien dice en la contratapa: “… Si te sobran algunos kilos o te sientes
pesado, si estás bajo de energía o te notas fatigado, si tu imagen corporal no
te satisface y recuerdas lo bien que te sentías cuando eras más joven y
delgado… este libro es para ti.” Seguramente, muchas personas podrán
sentirse identificadas con ello.
Entendiendo la importancia de este tema y
convencida de la inestimable ayuda que la lectura de este libro puede
reportarle a cualquier ser humano, les acerco algunas consideraciones que
podrán encontrar en las páginas 15 a 21:
“…
Para superar los obstáculos que nos han
llevado a aumentar de peso, sea un poco o mucho, no voy a repetir el mismo
consejo sobre comer sano que existe desde hace décadas. El consejo es, sin
ninguna duda, bueno. Lo que se dice es cómo cambiar. La consciencia es la
clave, porque a todos nos han adiestrado, por medio de un condicionamiento
masivo, a dañar nuestro cuerpo de las siguientes maneras:
Comer insconscientemente, sin importarnos lo que hay
en nuestra comida.
Perder el control de nuestro
apetito.
Optar por raciones cada vez
mayores.
Usar la comida por razones emocionales; por ejemplo,
para aliviar el
estrés de la vida cotidiana.
Recurrir a la comida más rápida que satisfaga nuestras
ansias.
Todos
estos obstáculos están en un único lugar: la mente. El cuerpo es un reflejo
físico de las decisiones que tomamos a lo largo de la vida. La información es
importante, pero añadir más buenos consejos no es la solución para comer sano.
La solución es transformar nuestra consciencia.
Decidí
mostrar cómo funciona la consciencia transformadora, cómo se puede alcanzar y
por qué. De lo contrario, el mejor consejo, aunque lleve a una manera de comer
mejor, seguirá dejándonos encerrados en una idea limitada de nuestro cuerpo.
Ser alguien que come <bien>, rígidamente, que sigue un conjunto de reglas
y no se desvía nunca no es, tampoco, una situación feliz. Pero con la
conciencia transformada, es fácil cambiar todas nuestras conductas arraigadas y
autodestructivas. No se puede controlar aquello de lo que no somos conscientes.
Si tuviéramos una piedra en el zapato, la eliminaríamos rápidamente. El dolor
nos diría al instante que algo va mal. Comer mal no es igual. Lo más frecuente
es que no emita ninguna señal de dolor, y los efectos dañinos se producen, a
menudo, de modo invisible y gradual, ocultos a la vista. Debemos alcanzar una
nuevo nivel de consciencia para darnos cuenta de lo que va mal en nuestro
interior. Sólo entonces podemos proceder a cambiarlo. […]
La comida, el peso y el hambre
Si
quiere recuperar su peso ideal, tiene dos opciones. Puede ponerse a dieta o
hacer algo diferente. Este libro trata de ese algo diferente. Ponerse a dieta
supone la clase equivocada de motivación, razón por la cual raramente conduce a
la meta deseada. Es tomar el camino del sacrificio y la renuncia. Cada día de
dieta supone luchar contra el hambre y esforzarnos por conseguir autocontrol.
¿Hay algún modo más insatisfactorio de vivir?
Para
tener éxito, la pérdida de peso tiene que satisfacernos; es ese <algo
diferente> que da resultado después de que la dieta haya fracasado. Si
conseguimos devolver el equilibrio a las señales de hambre que nos envía el
cuerpo, el impulso para comer se convierte en nuestro aliado, en lugar de en
nuestro enemigo. Si confiamos en nuestro cuerpo para saber qué necesita, él
cuidará de nosotros, en lugar de luchar contra nosotros. Todo tiene que ver con
entender bien los mensajes que conectan la mente y el cuerpo.
Desde un
punto de vista médico, me preparé para relacionar el hambre con la subida o
bajada de ciertas hormonas. El hambre es uno de los mensajes químicos más
poderosos que el cuerpo envía al cerebro. No deberíamos sentir hambre justo
después de comer o que comer algo por la tarde nos llevara a un segundo o un
tercer bocado. Pero he experimentado estas cosas -igual que millones de
personas- lo cual significa que la experiencia del
hambre puede existir incluso cuando no existe
la necesidad de comida.
Es esta
experiencia del hambre lo que es preciso cambiar cuando descubrimos que estamos
comiendo en exceso. Los antojos y la falsa hambre no son lo mismo que darle a
nuestro cuerpo el alimento que necesita. El cuerpo no es como un coche que
engulle gasolina. Es la expresión física de miles de mensajes enviados a y
desde el cerebro. En el acto de comer, está involucrada nuestra autoimagen,
junto con nuestros hábitos, condicionamiento y recuerdos. La mente es la clave
para perder peso y, cuando la mente está satisfecha, el cuerpo deja de ansiar
demasiada comida.
Un
planteamiento mente-cuerpo nos dará resultado porque nos pide una única cosa: Encuentre su satisfacción. Estar
satisfechos es algo que la comida sola no puede hacer. Debemos nutrir:
- el cuerpo con comida sana
- el corazón con alegría, compasión y amor
- la mente con conocimientos
- el espíritu con ecuanimidad y autoconciencia
Con consciencia, todas estas cosas son
posibles. Pero si las descuidamos, se alejan cada vez más, hasta quedar fuera
de nuestro alcance.
Parece una paradoja, pero para poder perder
peso, tenemos que llenarnos. Si nos llenamos con otra clase de satisfacciones,
la comida dejará de ser un problema. Nunca debió llegar a serlo. Comer es un
modo natural de sentirse feliz. Comer en exceso no lo es. Durante siglos, se ha
celebrado la vida en festines, y algunas de estas celebraciones, como banquetes
de boda o cenas de jubilación, pueden ser puntos culminantes de la vida de una
persona. ¿A qué niño no se le ilumina la cara cuando aparece el pastel de
cumpleaños? Pero el deleite que aporta la comida hace que comer en exceso sea
un problema peculiar y único. Sentirse feliz, que es bueno para nosotros, se
transforma en algo que nos perjudica.
En este momento caemos en algún lugar de la
escala móvil que conecta la comida con la felicidad:
Comer
normalmente --> Comer en exceso --> Ansias de comer --> Adicción a la comida
Comer
normalmente produce una buena sensación.
Comer en
exceso produce una buena sensación en el momento pero lleva a malos
resultados a la larga.
Ceder a las
ansias de comer no es una buena sensación en absoluto: casi de inmediato aparecen
los remordimientos, la culpa y la frustración.
Ser adicto a
la comida trae sufrimiento, deterioro de la salud y una total falta de
autoestima. […]
Por mucho que lo maltratemos, el cuerpo puede
restablecer el equilibrio. La primer regla es dejar de interferir con la
naturaleza. En su estado natural, el cerebro controla el hambre
automáticamente. Cuando el azúcar en la sangre cae por debajo de un cierto
nivel, se envían mensajes a una región del cerebro, del tamaño de una almendra,
conocida como hipotálamo, que es responsable de regular el hambre. Cuando
recibe mensajes de que ha disminuido el azúcar, el hipotálamo secreta hormonas
para hacer que sintamos hambre y, cuando hemos comido lo suficiente, las
hormonas retroceden, haciendo que ya no tengamos hambre. Este bucle de
retroalimentación entre la sangre y el cerebro actúa por sí mismo, como lo ha
hecho durante millones de años. Cualquier animal con médula espinal (vertebral)
tiene un hipotálamo, lo cual tiene sentido porque el hambre es algo muy básico.
Pero en los humanos, es posible interferir en
el hambre con mucha facilidad. El modo en que nos sentimos emocionalmente puede
hacer que tengamos un hambre devoradora o que seamos incapaces de comer en
absoluto. Podemos estar distraídos y olvidarnos de comer o podemos estar
obsesionados y pensar en la comida todo el día. Sin embargo, siempre andamos a
la busca de satisfacción. Hay montones de cosas que pueden llenarnos además de
comida. El deseo viene de las necesidades, empezando por las más básicas:
Todos necesitamos sentirnos seguros y a salvo.
Todos necesitamos sentirnos nutridos.
Todos necesitamos sentirnos queridos y valorados.
Todos necesitamos sentir que nuestra vida tiene
importancia y sentido.
Si hemos satisfecho estas necesidades, la
comida será sólo un placer entre muchos. Pero son innumerables los que recurren
a comer en exceso para sustituir lo que de verdad quieren. Es como una
transmutación y, con frecuencia, esas personas ni siquiera ven lo que está
pasando. ¿Es esta la situación en la que usted se encuentra? Veamos algunos
indicadores comunes.
No se siente seguro a menos que esté
aletargado por haber comido demasiado. El embotamiento trae consigo una especie
de calma que dura un rato corto.
No se siente nutrido, excepto cuando sus
pupilas gustativas están sobreestimuladas con azúcar, sal y grasa.
No se siente querido
ni valorado, así que convierte comer en <dadme algo de amor>.
Su vida carece de
sentido, pero por lo menos cuando come, puede ignorar el vacío interior durante
un ratito. […]
Mi meta es llevarlo a
un estado de satisfacción. Una vez que eso empiece a suceder, dejará de comer
por las razones equivocadas. La solución es sencilla, pero profunda: para
perder peso, cada paso del camino debe satisfacernos. No tiene que
psicoanalizarse; puede dejar de obsesionarse con su cuerpo y de sumergirse en
la decepción y la frustración. Sólo hay un principio aplicable: La vida gira
en torno a la satisfacción.
Si no tiene una vida plena, su estómago
nunca podrá proveer lo que le falta. …”
Como habrán podido observar, un tema que podría parecer un tanto trivial
como lo es el hambre, puede llegar a transformarse en un auténtico problema de
salud, en un verdadero mal-estar. Desde mi punto de vista, este libro es un
“manantial de salud”. Una lectura que nos propone un camino seguro hacia el
bien-estar. Con lenguaje sencillo y claro, nos anima a transitar los senderos
de la conexión mente-cuerpo; es decir, nos garantiza una “Vida plena de
sentido”.
Bendiciones.
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