viernes, 15 de julio de 2016

Compensación Divina...

En esta ocasión, quiero compartir con todos ustedes, las palabras que conforman el prólogo del libro titulado "La Ley de la Divina Compensación" y cuya autoría corresponde a Marianne Williamson. Hace ya unos cuantos años que me he convertido en una ferviente admiradora de sus obras. He tenido la suerte de leer varios de sus libros y les puedo asegurar que son lecturas sumamente recomendadas para toda aquella persona que haya decidido transitar el camino del "auto-conocimiento". En mi opinión, Marianne es una "Gran Maestra" de nuestro tiempo. Un "Ser de Luz" que transmite "Sabiduría" en cada una de sus reflexiones. 

Para quienes aún no la conocen, les comento que Marianne es una aclamada escritora y conferenciante. A tal punto llega su talento que, a partir de una votación de la revista Newsweek, ha sido nominada como una de las 50 personas más influyentes de la generación de la postguerra. Cabe aclarar además, que seis de sus libros han figurado en la lista de éxitos del New York Times. Evidentemente, toda una garantía de calidad a la hora de pensar en adquirir una obra que nos inspire, nutra nuestro Espíritu y sea una caricia para el Alma...

 

"POCAS AREAS DE NUESTRO pensamiento o de nuestras circunstancias pueden producirnos más estrés que el trabajo y el dinero. [...] En una época en la que los procesos institucionales con los que normalmente contábamos para sustentar nuestro bienestar financiero han dejado de funcionar -si no se han derrumbado completamente-, mucha gente está buscando rutas alternativas para lograr la seguridad económica. Queremos trabajar, pero no encontramos trabajo. Queremos invertir, pero no nos parece que podamos hacerlo con cierta seguridad. Queremos tener suficiente dinero en el banco, y nos aterroriza la idea de que podríamos no tenerlo.

En el momento en que nuestra manera de hacer las cosas ya no funciona, abrimos la mente hacia algo nuevo. Las finanzas son solo una de las muchas áreas en las que una visión del mundo materialista cada vez más obsoleta resulta inadecuada para los desafíos de los tiempos que vivimos, y cada día son más las personas que están encontrando una sabiduría práctica en el entendimiento espiritual. Los dogmas y las doctrinas -tanto religiosos como económicos- se van abandonando, en tanto que una comprensión más profunda del poder de la consciencia y su primacía en la creación de los asuntos humanos se convierte en el camino hacia una vida feliz.

[...] Desde una perspectiva metafísica, toda experiencia comienza con un pensamiento, y nuestra experiencia cambia cuando cambiamos el pensamiento. Si tenemos un problema en cualquier área -ya sean las relaciones, la salud, el dinero o cualquier otra cosa- el primer lugar en el que tenemos que buscar una solución es en la naturaleza de nuestro pensamiento. Esto es tan válido para el dinero como para cualquier otra cuestión.

EL PRINCIPIO FUNDAMENTAL de Un curso de milagros y la clave para alcanzar la paz de Dios es: <Nada real puede verse amenazado. Nada irreal existe>. El amor es la realidad de Dios que lo abarca todo y, por lo tanto, no puede tener nada en contra. La ausencia de amor, que es el miedo, es una mera ilusión. El amor es la única verdad eterna, mientras que el miedo es una alucinación de la mente mortal. En este libro, a la mente basada en el miedo la llamaremos ego.

Todo pensamiento es una causa que produce un efecto. Según Un curso de milagros, cada pensamiento que tenemos toma forma en algún nivel. Si tu mente está en un espacio amoroso -si tus pensamientos tienen una vibración alta, divina- tu experiencia lo reflejará. Si tu mente está en un espacio temeroso -si tus pensamientos tienen una vibración baja, densa- tu experiencia lo reflejará. La manera de cambiar la naturaleza de tu experiencia es cambiar la naturaleza de tus pensamientos.

Tratar de resolver un pensamiento solo a nivel del efecto no es una verdadera solución, sino simplemente un arreglo temporal. Solo cuando abordamos el nivel de la causa -los pensamientos que causaron la desviación original del amor- producimos resultados milagrosos y fundamentales. Al recordar lo que es real en presencia de lo irreal, transformamos milagrosamente un problema a nivel de su causa. Un milagro es un cambio de percepción, del miedo al amor: de la creencia en lo que no es real a la fe de lo que sí lo es. Ese cambio de percepción lo modifica todo.

En nuestra habilidad para pensar en algo de manera diferente radica el poder de modificarlo. El pensamiento milagroso no representa un estado de negación, al menos no en el sentido tradicional. No representa el pensamiento mágico de simplemente apartar la mirada de algo horrible y pretender que no existe. En realidad, es un estado de negación positivo: mirar algo sabiendo que, como solo el amor es real en última instancia, nada más tiene un efecto final. Un obrador de milagros no aparta la mirada de las ilusiones del mundo de los mortales; sino que más bien ve  a través de ellas, invocando así un mundo que está más allá. [...] Hemos de darnos cuenta de que esas ilusiones -no importa lo arraigadas que puedan estar en el mundo tridimensional- no se sostienen en presencia del amor.

A través de la autoridad del pensamiento amoroso, recibimos la capacidad de modificar cualquier situación que no es amor para que vuelva a ser amor, empezando por pensar en ella de otra forma. Hacemos esto identificando nuestra falta de amor y estando dispuestos a que desaparezca. Pensar de esta manera -lo que a veces resulta fácil, y a veces no- es el hábito mental del <pensamiento milagroso>.

Dios ha puesto en nuestra mente un Maestro Interior autorizado para ayudarnos a cruzar el puente del miedo al amor cuando nos resulta difícil hacerlo solos. El Maestro Interior recibe diversos nombres: Consuelo, Jesús o Espíritu Santo. Usemos el nombre que usemos, no lo podemos llamar en vano. Los milagros son una intercesión divina desde un sistema de pensamiento más allá del nuestro, que trae luz interior a un mundo ensombrecido.

Y a los milagros se los invoca con la convicción. La convicción puede ser considerada como un músculo de la actitud que nos proporciona fortaleza para ver más allá de las apariencias e invocar las posibilidades que hay ahí. Con la ayuda de Dios, nuestro propio velo mundano de ilusión particular -ya se manifieste como bancarrota, recesión o cualquier otra forma de miedo- se levanta, y podemos ver lo que hay detrás de él. No importa cuál sea nuestro problema, su forma o magnitud; un campo infinito de posibilidades milagrosas espera nuestra amplitud de miras y nuestro amor. <Los milagros ocurren de manera natural como expresiones del amor>, según Un curso de milagros. Este libro trata del dinero, los milagros y el amor. ..." 


Quiero finalizar este compartir, con un párrafo que puede leerse en la contratapa del libro: "... El universo es el papel en el que Dios escribe, y por tanto es al mismo tiempo un ente que se autoorganiza y se autocorrige. Allí donde se manifiesta una carencia en tu vida, el Universo responde para apartarla de inmediato. Esta es la Ley de la Divina Compensación. La única circunstancia que puede desactivar la Ley es que tengas más fe en la realidad de la carencia que la que tienes en la realidad de la Ley".       



Bendiciones.

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