Las cosas no siempre son lo que aparentan
ser. Si me encontrara en Italia o estuviera hablando en italiano, la palabra
“orto” me resultaría sumamente familiar, toda vez que el vocablo -en análisis-
responde al concepto de “huerta”. Habiendo tenido la oportunidad de visitar la
tierra de mis antepasados, he podido comprobar que los italianos (sin acepción
de género y al menos con los que he tenido la ocasión de compartir) se sienten
sumamente orgullosos de cultivar su “orto”. Porque además de ser un pasatiempo
o una pasión, es un verdadero sustento que los provee de todo tipo de alimentos
naturales -de un sabor tan auténtico- que resulta un exquisito deleite para
nuestro paladar el consumirlos.
Ahora bien, dejando de lado la
vinculación de esta palabra con la lengua italiana, me pregunto quién de
ustedes se animaría -en este preciso momento- a dar una definición castellana
de la misma. Supongo que la mayoría de ustedes enfilarían para el lado de los
tomates... Sin embargo, poco o nada tiene que ver, su significado, con esta
colorida fruta.
Los invito, por tanto, a que juntos nos
adentremos en el sorprendente mundo del vocabulario, a fin de poder incrementar
el caudal de palabras que utilizamos para expresarnos a diario, incorporando
algunas de las cuales -tal vez al presente- ni siquiera conocemos su origen, su
significado y/o su existencia. Atrevámonos a descubrir en esta experiencia, una
fuente de disfrute, un toque lúdico que puede llegar a entretenernos y a suscitar
-quizás- una espontánea carcajada. De paso, estaremos otorgando a la lengua
castellana, un lugar destacado en nuestro ámbito de conocimientos.
El susodicho vocablo “orto” (del latín
ortus) se utiliza frecuentemente como sinónimo de “salida” del Sol u otro astro
por el horizonte, toda vez que, cuando un astro asoma, parece ascender en
ángulo “recto” con aquél (la trayectoria del astro y el horizonte son
“ortogonales”). A la luz de semejante descubrimiento, viene al caso hacer
mención de su antónimo: el “ocaso”. Bien podemos decir entonces que el “orto”
precede al “ocaso” o que el “ocaso” sucede al “orto”. También puedo afirmar,
por ejemplo, que “esta mañana he visto un magnífico orto”. A quién no le ha
acontecido este hecho en la playa alguna vez, sobretodo siendo amante de la
naturaleza...
En base a ello y cambiado el ángulo de
la información, “orto” viene definida también como la forma prefija del griego
(orthós) que significa “recto”,
“derecho”. A las pruebas me remito:
- Ortofonía: se denomina así a la corrección de los defectos de la voz y de la pronunciación.
- Ortología: es el arte de pronunciar correctamente y, en sentido más general, de hablar con propiedad.
- Ortocentro: así se denomina al punto de un triángulo donde se cortan las tres alturas.
- Ortomorfismo: indica conformación normal.
- Ortodáctilo: -en zoología- es sinónimo de dedos extendidos.
Por último y en otro orden, la palabra “orto”
nos remite a la ciencia química al referirse a un ácido inorgánico oxigenado
más hidratado de un elemento.
Quisiera terminar este compartir con la
siguiente pregunta: ¿de dónde surge el concepto de una “mala” o “buena”
palabra?. Si ningún vocablo me ha maltratado alguna vez: ¿porqué solemos
calificarlos como “malos” o “buenos”?. Algún día: ¿podremos
re-conocer a la dualidad como las dos caras de la misma moneda y que -por
tanto- forman la unidad misma?.
Para felicidad de todos, los invito a
que juntos contemplemos este bellísimo “orto”...
Bendiciones.
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