En esta ocasión -transcribo para todos
ustedes- los textos que hacen las veces de introducción y prólogo del libro
titulado “El Guerrero Pacífico” y cuya autoría pertence a Dan Millman
(mientras llevaba a cabo sus estudios en la Universidad de California, en
Berkeley, Dan Millman, fue campeón del mundo de gimnasia en trampolín y
participó en todas las modalidades internacionales. Durante los últimos quince
años, ha enseñado gimnasia, danza, artes marciales, yoga y otras formas de entrenamiento
psicofísico en Stanford University, U. C. Berkeley y en Oberlin College. Sigue
escribiendo, enseñando y dando conferencias en todo el país).
(páginas
9-10)“... Llevado recientemente a la pantalla y transcurridos ya más de 25
años desde que fuera editado por primera vez, El guerrero pacífico se ha
convertido en todo un clásico de la literatura de superación personal. Dan
Millman nos enseña en esta obra que lo importante no es la excelencia en las
técnicas para dominar el cuerpo o la mente, sino el amor que abre todas las
puertas y que nos libera de las actitudes rígidas que nos condicionan al miedo
y la tensión.
Todos
los medios terapéuticos utilizados en la actualidad, desde la psicología
humanista o transpersonal hasta los métodos de equilibrio físico, emocional,
mental y espiritual, tienen como finalidad enseñar a quienes lo deseen a vivir
libres de la tiranía del ego y a ser capaces de no identificarse con ese ser
social creado por la educación y las circunstancias externas.
El
guerrero pacífico ilustra ese aprendizaje de manera agradable y con frecuencia
humorística. Muestra cómo cada uno de nosotros puede triunfar en su vida
interior, es decir, no considerarse como una víctima de los acontecimientos,
sino comprender que somos los artífices de nuestra felicidad o de nuestra
desgracia. En definitiva, el mundo que nos rodea no es otra cosa que el reflejo
de nuestros estados de conciencia. En el camino del desarrollo, en el que vamos
de descubrimiento en descubrimiento a fin de vivir de una manera cada vez más
armoniosa con nosotros mismos y con el mundo, este encuentro con Dan Millman
puede ser un momento precioso. Su aventura constituye un ejemplo notable, para
llegar a ser un guerrero pacífico capaz de afrontar las realidades comunes, y
también las menos comunes, con valor, determinación y serenidad. En este libro,
que podemos situar a mitad de camino entre Richard Bach y Castañeda, un
Sócrates de los tiempos modernos, extraordinario e inolvidable, se nos abren
las puertas de la sabiduría. Recordemos en esta ocasión la máxima del Sócrates
de la antigüedad: <Conócete a ti mismo y conocerás el mundo>. Esta máxima
ha sido y es, en todas las épocas de la historia, el mejor medio para quien
quiera desarrollar su salud, su bienestar y su alegría de vivir. ...”
(páginas
11-12)“... Todo comenzó en el mes de diciembre de 1966, que supuso el inicio
de una serie extraordinaria de sucesos en mi vida. Me encontraba en tercero de
carrera en la Universidad de California, en Berkeley. Un día, a las tres y veinte
de la mañana, en una gasolinera abierta durante toda la noche, conocí a
Sócrates (no me dijo su verdadero nombre, pero tras haber pasado un momento con
él aquella noche, le llamé instintivamente como el antiguo sabio griego: el
nombre le gustó y se quedó con él). Ese encuentro fortuito, junto con las
aventuras que siguieron, iban a cambiar mi vida.
Los
años que precedieron a 1966 habían sido felices para mí. Educado por unos
padres llenos de amor en un medio equilibrado, había ganado el Campeonato del
Mundo de Trampolín, viajado por Europa y recibido ya grandes honores. La vida
me había dado numerosas recompensas, pero no paz ni satisfacción duraderas.
Hoy
me doy cuenta de ello. Pasé de alguna forma todos esos años durmiendo, soñando
que estaba despierto hasta mi encuentro con Sócrates, que se convirtió en mi
mentor y en mi amigo. Antes había creído que una vida de calidad, de alegría y
de sabiduría constituía mi herencia natural de ser humano y que se me
concedería automáticamente con el paso del tiempo. Nunca había sospechado que
tendría que aprender cómo vivir, que necesitaría dominar algunas disciplinas y
maneras de ver el mundo antes de despertarme a una vida sencilla y feliz.
Sócrates
me mostró mis errores comparando mi camino con el suyo, el camino del guerrero
pacífico. Siempre se reía de mi existencia seria y problemática, para llevarme
a ver con sus propios ojos, a través de su mirada de sabiduría, de compasión y
de humor. Y perseveró hasta el día en que comprendí lo que significaba vivir
como un guerrero.
A
menudo me quedaba con él hasta altas horas de la madrugada, escuchándole,
discutiendo y terminando por reírme con él muy a mi pesar. Aunque esta historia
está sacada de mi aventura, no por ello deja de ser una novela. El hombre al
que llamo Sócrates ha existido realmente. Pero tenía una manera tal de perderse
en el mundo que a veces me resulta difícil decir cuándo y dónde se eclipsaba
para dejar sitio a otros maestros y a otras experiencias. He tomado algunas
libertades en los diálogos, así como en algunas secuencias. También he sembrado
la historia de anécdotas y de metáforas para subrayar las lecciones que
Sócrates deseaba verme transmitir.
La
vida no es un asunto individual. Una historia y sus lecciones no tienen
utilidad si no son compartidas. Por lo tanto, decidí honrar a mi maestro
compartiendo contigo, lector, su sabiduría y su humor penetrante.
Guerreros, nos llamamos guerreros.
Combatimos por la alta virtud, por las grandes causas, por la sabiduría
suprema, y por ello nos llamamos guerreros. ...”
Una lectura
-en mi opinión- altamente recomendada. Un film que cuenta con las actuaciones
magistrales de Nick Nolte, Emy Smart, Scott Mechlowicz, Paul Wesley y Agnes
Bruckner (entre otros actores y actrices) y que -a mi entender- debería ser de
proyección obligatoria en las escuelas y universidades, formando parte de la
educación como cualquier otra materia y/o disciplina, motivo de estudio y
capacitación.
Y ante
cualquier duda, acuda a ...
Guerrero, S.A.
Sócrates, Prop.
Especialidades
Paradoja, Humor y Cambio
¡Urgencias solamente!
Bendiciones.
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