viernes, 28 de marzo de 2014

Futura Mamá, futuro Papá: presten mucha ¡Atención! ...


En esta ocasión, comparto con todos ustedes, algunos pasajes de un libro que -estimo- puede llegar a resultarles “absolutamente impactante”. Su título es “La vida secreta del niño antes de nacer” y cuya autoría corresponde al Dr. Thomas Verny y a John Kelly (Thomas Verny es psiquiatra, escritor y profesor en diversas universidades estadounidenses; tiene publicadas varias obras sobre psicología prenatal y está considerado la máxima autoridad sobre los efectos del entorno del niño antes y después del nacimiento; ha también impartido talleres y seminarios sobre el tema en los cinco continentes).

Principalmente recomendado para los “futuros padres”, entiendo que es una lectura que debería ser “obligatoria” para cualquier “ser humano adulto” que manifieste el saludable interés de llegar a descubrir su “verdadero origen”. Como bien puede leerse en la contratapa: “... En esta obra, Thomas Verny planteó por primera vez la idea, demostrada con datos empíricos, de que el vínculo entre la madre y el bebé que va a nacer no sólo conecta sus universos físicos sino también los emocionales y mentales. Adoptando determinadas prácticas y actitudes -crear un entorno gratificante, escuchar ciertas melodías- contribuimos al bienestar, alegría, inteligencia, capacidad de atención del futuro niño y sobre todo a su equilibrio emocional. La vida secreta del niño antes de nacer marcó un antes y un después en la percepción de la gestación. Rigurosa, amena, cálida, una obra para aprender y disfrutar al máximo el fascinante misterio de la gestación. <Este libro trata de muchas cosas: del origen de la consciencia, del crecimiento y desarrollo del nonato y del recién nacido... pero, por encima de todo, trata de cómo nos convertimos en quienes somos. Y está basado en el descubrimiento de que el futuro bebé es un ser que siente, recuerda y es consciente; lo que le sucede -lo que nos sucede a todos en los nueve meses transcurridos entre la concepción y el nacimiento- moldea su personalidad, sus motivaciones y sus ambiciones.>”

Es hora, entonces, de enterarnos que:

(páginas 9 a 11)

“... La idea de este libro surgió en el invierno de 1975, durante un fin de semana que pasé en la casa de campo de unos amigos. Helen, mi anfitriona, estaba embarazada de siete meses y resplandecía. Por las tardes, con frecuencia la encontraba sentada a solas delante de la chimenea, cantándole suavemente una bellísima nana a su hijo no nacido.

Esta conmovedora escena dejó una profunda impresión en mí, de modo que, después del nacimiento de su hijo, al contarme Helen que esa nana ejercía un efecto mágico en él, mi curiosidad se despertó. Al parecer, por mucho que llorara el bebé, éste se serenaba cuando Helen entonaba esa canción. Me pregunté si su experiencia sería única o si los actos de una mujer, tal vez incluso sus pensamientos y sentimientos, influían en el hijo no nacido. [...]

Asimismo, me dediqué a estudiar bibliografía científica pertinente, en busca de la información que me ayudara a comprender la mente del niño intrauterino y del recién nacido, pues a esas alturas estaba convencido de que, sin lugar a dudas, poseía una mente. [...]

Ahora sabemos que el niño intrauterino es un ser humano consciente que reacciona y que a partir del sexto mes (tal vez incluso antes) lleva una activa vida emocional. Además de este hallazgo sorprendente, hemos realizado los siguientes descubrimientos:

  • El feto puede ver, oír, experimentar, degustar y, de manera primitiva, incluso aprender in utero (es decir, en el útero, antes de nacer). Lo más importante es que puede sentir... no con la complejidad de un adulto, si bien, de todos modos, siente.
  • Consecuencia de este descubrimiento es el hecho de que lo que un niño siente y percibe comienza a moldear sus actitudes y las expectativas que tiene con respecto a sí mismo. Si finalmente se ve a sí mismo y, por ende, actúa como una persona feliz o triste, agresiva o dócil, segura o cargada de ansiedad, depende parcialmente de los mensajes que recibe acerca de sí mismo mientras está en el útero.
  • La principal fuente de dichos mensajes formadores es la madre del niño. Esto no significa que toda preocupación, duda o ansiedad fugaces que una mujer experimenta repercutan sobre su hijo. Lo importante son los patrones de sentimiento profundos y constantes. La ansiedad crónica o una intensa ambivalencia con respecto a la maternidad pueden dejar una profunda marca en la personalidad de un niño no nacido. Por otra parte, emociones intensificadoras de la vida, como la alegría, el regocijo y la expectación, pueden contribuir significativamente al desarrollo emocional de un niño sano.
  • Las nuevas investigaciones también comienzan a dedicarse mucho más a los sentimientos del padre. Hasta hace poco, no se tenían en cuenta sus emociones. Nuestros últimos estudios indican que esta posición es peligrosamente errónea. Demuestran que lo que un hombre siente hacia su esposa y el niño no nacido es uno de los factores más importantes para determinar el éxito de un embarazo.[...]

Algunos estudios se ocupan, necesariamente, del impacto de las emociones maternas negativas... gran parte de nuestros nuevos conocimientos se han obtenido estudiando el impacto de dichas emociones. Como ocurre tan a menudo en el campo de la medicina, aprendemos cómo y por qué las cosas salen bien comprendiendo antes cómo y por qué fallan. ...”

(páginas 29 a 35)

“... LOS NUEVOS CONOCIMIENTOS

Como otorrinolaringólogo e investigador de fama internacional y autor de varios libros y ponencias muy bien considerados, el Dr. Alfred Tomatis conocía tan bien como cualquier otra persona el valor de los datos científicos. También sabía que, a veces, una anécdota puede esclarecer una cuestión más eficaz y sencillamente que una docena de estudios. Por ese motivo, cuando quería ilustrar el poder formador de las experiencias prenatales, solía narrar la historia de Odile, una niña autista (que se aparta de la realidad) a la que trató hace años.

Al igual que la mayoría de los pequeños que padecen su enfermedad, Odile era prácticamente muda. La primera vez que el Dr. Tomatis la examinó en su consulta, la niña no hablaba ni parecía oír cuando le dirigían la palabra. Al principio, Odile se aferró tercamente a su silencio. De manera gradual, el tratamiento del Dr. Tomatis la volvió menos callada. Al cabo de un mes, la niña prestaba atención y hablaba. Como es lógico, sus padres se sintieron satisfechos ante estos progresos, si bien, simultáneamente, se mostraron algo perplejos: se dieron cuenta de que la comprensión de su hija mejoraba notablemente cuando hablaban en inglés en lugar de hacerlo en francés. Lo que más los desconcertaba era ignorar dónde había adquirido Odile esos conocimientos. Ninguno de los dos hablaba mucho inglés en casa y, hasta que fue sometida a la asistencia del Dr. Tomatis, Odile -de cuatro años- había sido casi totalmente insensible a la palabra hablada, al margen del idioma en que se pronunciase. Suponiendo incluso lo improbable -que se las había ingeniado para aprenderlo oyendo fragmentos de las conversaciones entre sus padres-, ¿por qué ninguno de sus hermanos y hermanas mayores (y normales) había hecho lo mismo?

Al principio, este hecho desconcertó al Dr. Tomatis, hasta que, un día, la madre de Odile mencionó casualmente que durante la mayor parte del embarazo había trabajado en una empresa de exportación-importación de París en la que sólo se hablaba inglés.

La comprensión de que hasta los rudimentos de un idioma pueden establecerse en el útero nos ha permitido trazar un círculo completo. Hace setenta años, esta idea habría sido descartada por imposible, mientras que hace cuatrocientos habría sido aceptada como una realidad. Nuestros antepasados eran claramente conscientes de que las experiencias de la madre se grababan en su hijo no nacido. [...]

En muchos textos antiguos, desde los diarios de Hipócrates hasta la Biblia, se pueden encontrar datos sobre estas influencias prenatales. En un expresivo pasaje de san Lucas (Lucas, 1:44), Elisabet afirma: <Porque así que sonó la voz de tu salutación en mis oídos, exultó, de gozo el niño en mi seno.>

Sin embargo, el primer hombre que asimiló la idea en todas sus dimensiones no fue un santo ni un médico, sino el gran artista, inventor y genio italiano Leonardo da Vinci. Los Cuadernos de Leonardo dicen más sobre las influencias prenatales que muchos de los textos médicos más modernos. En un pasaje especialmente penetrante, escribió: <La misma alma gobierna los dos cuerpos... las cosas deseadas por la madre a menudo quedan grabadas en el niño que la madre lleva en su seno en el momento del deseo... una voluntad, un supremo deseo, un temor o un dolor mental que la madre siente tiene más poder sobre el niño que sobre ella, dado que frecuentemente la criatura pierde su vida por este motivo.>

Los demás necesitamos cuatro siglos y la ayuda de otro genio para alcanzar a Leonardo. En el siglo XVIII, el hombre inició sus prolongados y atormentados amores con la máquina y las consecuencias se sintieron en todas partes, incluida la medicina. Los doctores estudiaban el cuerpo humano casi del mismo modo que los niños de nuestros días analizan los juegos de construcción. La enfermedad consistía, simplemente, en averiguar qué ocurría y dónde y por qué lo que tenía que funcionar no iba bien. Lo importante era lo que podía ser instantáneamente visto, tocado y comprobado.

Todo esto era loable... hasta cierto punto. Liberó a la medicina de las supersticiones que la habían obstaculizado durante los dos milenios anteriores y la situó en una posición más rigurosa y científica. Sin embargo, en el proceso, los médicos se tornaron casi irracionalmente desconfiados de las cosas que no podían sopesarse, medirse u observarse al microscopio. Sentimientos y emociones eran demasiado indefinidos, esquivos e impertinentes para este novedoso y racional mundo de la medicina de precisión.[...]

En los años cuarenta y cincuenta, investigadores entre los que se incluyen Igor Caruso y Sepp Schindler, de la Universidad de Salzburgo, Austria; Lester Sontag y Peter Fodor, de Estados Unidos; Friedrich Kruse, de Alemania; Dennis Stott, de la Universidad de Glasgow; D.W.Winnicott, de la Universidad de Londres y Gustav Hans Graber, de Suiza, estaban convencidos de que las emociones maternales influían precisamente de ese modo en el feto. Pero no podían demostrarlo experimentalmente. [...]

De todos modos, a mediados de los sesenta, la tecnología médica finalmente los alcanzó. Puesto que muchos de esos pioneros llegaron a una venerable y activa ancianidad, tuvieron la satisfacción de ver gran parte de sus hipótesis confirmadas por una nueva generación de investigadores. [...]

Por ejemplo, los estudios demuestran que, en la quinta semana, el feto ya desarrolla un repertorio sorprendentemente complejo de actos reflejos. En la octava semana no sólo mueve fácilmente la cabeza, los brazos y el tronco, sino que, además, con estos movimientos ya ha labrado un primitivo lenguaje corporal: expresa sus gustos y aversiones con sacudidas y patadas bien colocadas. Lo que le desagrada especialmente es que lo manipulen. Basta presionar, hurgar o pellizcar el vientre de la embarazada para que el feto de dos meses y medio se aleje de prisa (hecho observado mediante diversas técnicas).[...]

Investigaciones recientes también demuestran que, a partir de la semana veinticuatro, el niño intrauterino en todo momento oye. Además, tiene muchas cosas que oír. El abdomen y el útero de la embarazada son lugares muy ruidosos. Los retumbos estomacales de su madre son los sonidos más potentes que oye. La voz de ella, la de su padre y otros sonidos ocasionales son más amortiguados, pero igualmente le resultan audibles. Sin embargo, el sonido que domina su mundo es el rítmico tac del latido cardíaco de la madre. Mientras mantiene su ritmo regular, el niño intrauterino sabe que todo está bien; se siente seguro y esa sensación de seguridad persiste en él.

El recuerdo inconsciente del latido cardíaco de la madre en el útero parece ser la causa por la cual el bebé se calma si alguien lo sostiene contra su pecho o se adormece con el tic-tac constante de un reloj y el motivo por el cual los adultos que trabajan en una oficina ajetreada rara vez se distraen con el zumbido uniforme de un aire acondicionado. El Dr. Albert Liley también creía que éste es el motivo de que, cuando se pide a un grupo de personas que pongan un metrónomo según un ritmo que las satisfaga, la mayoría opte por uno que va de los cincuenta a los noventa golpes por minuto... aproximadamente equivalente a los latidos del corazón humano. ...”

Como habrán podido observar, esta obra no tiene desperdicio. Es absolutamente “maravillosa”. Plena de sentido, resulta de fácil lectura. Nos invita a conectarnos con “nuestra esencia”, con “nuestra verdadera identidad”. Nos capacita para “comprendernos”, para “sentirnos más profundamente”, para aprender a “honrar la VIDA”; en definitiva: “para AMARNOS incondicionalmente”.


Bendiciones.


martes, 25 de marzo de 2014

El miedo y sus distintas máscaras ...


Hace unos días, he recibido como regalo de cumpleaños -a decir verdad con un poco de retraso- un libro titulado “Confianza Total” – Para vivir mejor, cuya autoría corresponde a Verónica de Andrés y Florencia Andrés (conferencistas internacionales, expertas en coaching, motivación, aprendizaje efectivo e inteligencia emocional; autoras del bestseller mundial “Confianza total”; Verónica cuenta con una maestría en Educación con distinción de la Oxford B. University y Florencia con una maestría en Coaching Organizacional de la Universidad del Salvador). Debo reconocer que jamás había leído obra alguna que fuera de su autoría  pero que -una vez- había regalado este libro a una persona que se hallaba en una situación de vida muy delicada, en mi intención de acercarle una herramienta que pudiera serle de ayuda para superar ese momento tan complicado. Por aquél entonces me dije que, algún día, lo compraría para leerlo. Lo había elegido inspirada por el título y había sentido inmediatamente, que era una excelente referencia para cualquier ser humano que se encontrara dispuesto a plantearse desafíos que lo llevaran a poder “vivir una vida mejor”. Hoy compruebo que mi elección fue sumamente acertada.

Algunos de los interrogantes que se plantean en la contratapa, seguramente nos resultarán familiares a muchos de nosotros: “¿Se puede aprender a vivir mejor? ¿De qué manera podemos renovar nuestros vínculos, desarrollar nuestro desempeño laboral y profesional, expandir nuestro horizonte de expectativas, cambiar nuestra mirada, disfrutar más, agradecer de verdad y aprender a ser felices? ¿Es posible aumentar nuestra autoestima y reforzar la confianza en nosotros mismos para dejar a un lado esos miedos que nos paralizan y nos perturban tanto? ¿En qué medida somos responsables de nuestra felicidad o de nuestra desdicha?  Por suerte, alguien tiene respuestas para darnos: En Confianza total -que aporta información sobre coaching, inteligencia emocional, liderazgo, motivación y neurociencia- el lector encontrará respuestas a éstos y a muchos otros interrogantes....”

Para que ustedes mismos puedan comprobarlo, a continuación, encontrarán parte del texto que puede leerse en las páginas 48 a 53:

“... ¿QUÉ NOS PASA CUANDO TENEMOS MIEDO?

El miedo es una de las emociones básicas que desencadena un mecanismo de supervivencia para que podamos responder a situaciones adversas rápidamente. Cuando sentimos miedo, se producen cambios fisiológicos de inmediato. Se cierran todos los circuitos neuronales que no sean esenciales a la supervivencia, la parte pensante del cerebro reduce su actividad y comienzan a funcionar las respuestas autónomas que no dependen de nuestra voluntad: se dilatan nuestras pupilas para que podamos ver más; la sangre fluye con mucha rapidez hacia los músculos grandes para que podamos huir o luchar; el corazón se acelera y bombea sangre a toda velocidad para llevar las hormonas a las células, especialmente la adrenalina y la noradrenalina y cortisol, que son las llamadas hormonas del estrés.

Este mecanismo de supervivencia es importante ya que nos ayuda a responder si estamos frente a un peligro real. El problema es que muchas veces nuestros miedos son imaginarios, y están asociados a recuerdos emocionales traumáticos. Sin embargo, aunque sean ilusorios, igual se produce la descarga hormonal que, a la larga, puede dañar nuestra salud: por ejemplo, el exceso de cortisol en el sistema reduce nuestra inmunología y hasta puede afectar nuestra memoria; el exceso de adrenalina puede dejarnos toda una noche en vela, ya que las hormonas del estrés tardan horas en reabsorberse. Estas descargas pueden producirse simplemente por una preocupación relacionada con el futuro.

El doctor Robert Sapolsky, neurólogo de la Universidad de Stanford, experto en el tema del estrés, explica que a los seres humanos basta con imaginar que vamos a vivir una mala experiencia para realmente pasarla mal, pues la descarga de hormonas del estrés en el cuerpo es la misma, tanto si vemos un león real o si sólo lo imaginamos. Al ser entrevistado por Eduardo Punset, el destacado escritor y periodista científico, creador del programa Redes, Sapolsky expresó sobre este tema: <Para un mamífero cualquiera, el estrés significa que algo está muy centrado en devorarte en los siguientes dos minutos, o que uno está muy decidido a comerse a otro en los próximos dos minutos, y en este lapso el cuerpo hace exactamente lo que debe hacer: utilizar toda la energía almacenada para activar los músculos apropiados, aumentar la tensión arterial para que la energía fluya más de prisa, y desactivar todo tipo de proyectos a largo plazo. Si te persigue un león, escoges otro día para ovular, retrasas la pubertad, ni se te ocurre crecer, ya digerirás más tarde, pospones la fabricación de anticuerpos para la noche, si todavía estás vivo... Se trata de eliminar todo lo que no es esencial. Y, claro, el problema es que nosotros, como primates muy sofisticados que somos, podemos iniciar exactamente el mismo proceso de respuesta al estrés a raíz de un estado psicológico, de un recuerdo, una experiencia, una emoción, pensando en algo que puede ocurrir dentro de treinta años o que tal vez no ocurra nunca, pero iniciamos la misma respuesta al estrés. El meollo de la cuestión es que desencadenar este proceso durante tres minutos para salvar la vida es perfecto, pero si lo haces de forma sistemática, por razones psicológicas, aumenta las posibilidades de enfermar>.

ESTRATEGIAS PARA SUPERAR EL MIEDO

¿Cómo podemos acercarnos a lo que queremos en lugar de utilizar nuestro valioso tiempo en quedar capturados en aquello que tememos? Cuando a Miguel Angel le preguntaban cómo hacía para esculpir sus obras de una manera tan magnífica, él decía que primero visualizaba en la roca la imagen de lo que quería lograr, y luego sacaba lo que sobraba.

Muchas veces el miedo aparece cuando tenemos que atravesar una crisis o se nos presenta un desafío. Sin ser conscientes de ello, nuestra mente comienza a proyectar las imágenes temidas en lugar de las deseadas. En ese instante se inicia un autoboicot involuntario, a nivel inconsciente, con proyecciones negativas que socavan nuestra confianza y hacen que la prueba a superar sea mucho más dura.

Es verdad que ante lo nuevo podemos asustarnos y volvernos temerosos, pero también es cierto que existen estrategias para hacerle frente a este tipo de emoción.

1.     El poder de la visualización; imaginar lo que quieres en lugar de lo que temes

Para contrarrestar el miedo, podemos usar una estrategia poderosa, llamada visualización. ¿Qué es la visualización? Es una técnica que consiste en entrenar nuestra mente para ver en detalle imágenes con las escenas exactas de aquello que queremos lograr, practicando con la mente los pasos, los movimientos, las acciones necesarias para alcanzar un objetivo. Los atletas olímpicos fueron los primeros en utilizar esta técnica que, como tantos otros descubrimientos, sucedió por casualidad.

Jean Claude Killy, varias veces campeón olímpico, fue un esquiador muy famoso en la década del sesenta. En una oportunidad se lastimó una pierna justo antes de una carrera muy importante que le impidió practicar en la pista. Sin embargo, llegó el día de la carrera y, sin entrenamiento físico previo, Killy ganó. Cuando le preguntaron cómo lo había logrado, él respondió que, como no le quedaba otra opción, lo único que hizo fue visualizar con detalle cada centímetro de la bajada. De esa manera ensayó cada uno de los movimientos en su mente, una y otra vez... ¡y ganó la competencia!

Si bien la visualización suele asociarse al deporte, en realidad se usa en todos los ámbitos y puede traer resultados extraordinarios no sólo para deportistas, artistas o inventores. Visualizar la situación deseada en lugar de la temida es un excelente ejercicio para hacer antes de tener una conversación difícil con alguien; previo a una negociación; antes de una reunión, de un examen, de una competencia... Antes de cualquier situación que plantee algún tipo de desafío. [...]

Marylin King, otra atleta olímpica a quien conocí personalmente en Finlandia, cuenta la historia de Liu Chi Kung, un famoso pianista que pasó siete años en la cárcel durante la revolución cultural china, sin posibilidad alguna de tocar el piano. Al ser liberado, se presentó a la competencia Tchaikovsky y, para sorpresa de todos, fue uno de los ganadores. Cuando le preguntaron cómo había logrado ganar si no había tocado el piano en los últimos siete años, Liu respondió que durante todo el tiempo que estuvo, cada uno de los días, practicó en su mente todos los temas que alguna vez había tocado en su piano.

La energía de la imaginación

Para nuestra mente no existen diferencias sustanciales entre algo real y algo imaginado vívidamente, por eso la visualización correctamente realizada -con detalles, incluyendo emociones- es tan efectiva. Hoy sabemos que la visualización tiene además su fundamentación neurológica, en el llamado SARA (Sistema Activador Reticular Ascendente).

¿Qué es el SARA? En la base de nuestro cerebro, específicamente en el tronco cerebral, existe una formación neuronal de fibras que asciende hasta las capas superiores del cerebro llamada <sistema activador reticular ascendente>. El SARA tiene múltiples funciones; entre ellas, controla nuestra habilidad de permanecer despiertos o dormir, y la habilidad de prestar atención. Como no podemos prestar atención a todo lo que nos rodea, pues la multiplicidad de estímulos sería excesiva, el SARA actúa como un filtro que sólo permite que ingresen aquellos estímulos que, de alguna manera, nos resultan pertinentes. Por ejemplo, si estamos en una estación de tren donde hay millones de sonidos, no vamos a percibirlos todos, no escucharemos las miles de conversaciones a nuestro alrededor; pero si de pronto nombran la salida del tren que va a nuestro destino, en ese momento sí escucharemos esa señal con atención.

Esto permite entender que lo que estamos buscando, anticipando o imaginando es lo que el SARA permite que llegue a nuestra percepción a través de nuestros sentidos. Si mi mente está centrada en comprar un coche nuevo, es muy posible que, cuando salga a la calle, de pronto aparezcan en mi campo visual muchos coches de la marca que estoy buscando. Si nuestra mente está cargada de las imágenes del resultado deseado, es muy posible que lo alcancemos, pues aparecerán a nuestro alrededor muchas posibilidades que no serían percibidas de otra forma. Es que todo lo que uno ha estado fantaseando se vuelve más fácil de ser realizado....”

Evidentemente, Verónica y Florencia conocen al dedillo lo que significa tener “Confianza Total”. Mi más sincero agradecimiento a ellas, por haber volcado en las páginas de este libro toda su vasta experiencia en la materia, a los fines de transmitirnos todos sus conocimientos al respecto. Opino que “poner en práctica -en nuestra vida diaria- lo que podamos aprender en el intento de desarrollar y/o incrementar nuestra Confianza, a través de los ejercicios que se nos proponen en el libro”, significa brindar un merecido tributo a la labor de sus autoras.

Espero que este compartir haya sido de vuestro agrado, aún cuando haya abordado un tema que nos asusta; un tema que nos da mucho “miedo” ...


Bendiciones.

viernes, 14 de marzo de 2014

Pasión y Curación ...



Hace unos días he recibido como regalo el libro de Caroline Myss titulado “Desafiar la gravedad” – Cómo vivir sin temor. Asidua lectora de sus magníficas obras, esta ha vuelto a maravillarme. Absolutamente convencida de que Caroline es una “Gran Maestra” de nuestro tiempo, su “Genio Divino” la convierte en un “Manantial de Sabiduría”. Hace fácil de entender lo que -a simple vista- resulta incomprensible para nuestros sentidos.

Para quienes no la conocen les comento que Caroline Myss lleva veinte años investigando en el campo de la medicina energética y la conciencia humana. Desde 1982 trabaja como médica intuitiva, evaluando la salud del sistema anatómico energético de las personas. Está especializada en ayudar a la gente a comprender las razones emocionales, psicológicas y psíquicas por las que su cuerpo ha desarrollado determinada enfermedad. Da conferencias por todo el mundo Sus obras Anatomía del espíritu, La medicina de la energía, El contrato sagrado, El poder invisible en acción y Las siete moradas han figurado en las listas de libros más vendidos del New York times.

Es por ello que hoy me deleito compartiendo, con todos ustedes, el texto que leerán a continuación y que se encuentra en las páginas 141 a 154:

“ [...] Como médica intuitiva, me di cuenta de que nuestro apego a los recuerdos, los temores, las supersticiones procedentes de nuestra herencia religiosa o étnica, o cualquier cosa que drena nuestra energía nos ancla en el <tiempo>. Es decir, tales apegos nos obligan a cargar con más peso psíquico en nuestro sistema energético, nuestra mente y nuestro cuerpo emocional, porque tenemos que alimentar estos viejos y negativos hábitos de conciencia con energía a medida que van pasando los años. Piensa en ello en términos de vivir con un <presupuesto energético> del que pagas asignaciones de energía. Como las deudas, que acumulan intereses si no las saldamos, en algún momento la acumulación de hábitos negativos del pasado empezará a consumir la mayoría de tu asignación diaria de energía, dejándote con menos y menos poder con el que afrontar las demandas de tu vida cotidiana: tu salud, tu creatividad, tus relaciones y los sutiles movimientos de las leyes naturales. No te quedará suficiente energía para participar en, digamos, las exigentes dinámicas de creación de oportunidades para ti mismo o de curación de una enfermedad. En pocas palabras, tu historia negativa crea peso psíquico, y cuanto más peso psíquico acarrees, más tendrás que <esperar> para curarte de algo o, es más, para que algo en tu vida cambie.

Comprometerás la capacidad de tu alma para sanar como vehículo eterno, porque la densidad psíquica o temporal de tu ego literalmente prolonga la duración física de cualquier experiencia, incluidos el sufrimiento, la duración de una enfermedad o el tiempo que tardas en llevar a cabo una transición vital. Aferrarse a las heridas del pasado y a lo negativo de la vida de uno no es simplemente un problema emocional o psicológico; nos drena la energía que necesitamos para reconstruir el presente de un modo saludable y funcional.

Las personas se aferran al pasado, durante el proceso de curación por muchas razones. Algunos simplemente se niegan a renunciar a su conciencia sufriente porque sin dolor no tienen otra identidad, no tienen otra manera de imaginar quiénes son en la vida. Otros no son capaces de imaginar una curación rápida; es decir, su imagen del proceso curativo es que necesariamente <lleva su tiempo> y, consecuentemente, han previsto su curación a lo largo de un período de años de procesar las heridas lenta y metódicamente. Tales individuos no conciben <ser curados> de su dolor interior en un visto y no visto... aunque eso sea precisamente lo que ellos insisten que persiguen con su trabajo interno.

Desde una perspectiva completamente distinta, más mística, quienes se sienten intimidados por el proceso curativo, y por ello se agarran al pasado como un modo de ralentizar su curación, se enfrentan al desafío mayor de llegar a una encrucijada de transformación personal. Me he dado cuenta con el tiempo de que, independientemente de lo bien que creamos entender lo que debemos hacer para curarnos -incluido perdonar, practicar ejercicio y seguir una dieta sana-, siempre hay otra capa en nosotros que combate el proceso de curación. Una vez más, luchamos contra una parte de nosotros que desafía la gravedad yendo <más allá de la razón>, pero que reside a la sombra de la razón. Suelo referirme a la parte de nosotros que pone en peligro nuestra curación como el arquetipo del Saboteador pero, hasta que miré a través del cristal de la noche oscura, no comprendí plenamente qué impulsa al Saboteador. Es la batalla entre el ego y el alma que se origina cuando estamos en una situación con el potencial para una transformación profunda de nuestra vida.

A veces nos encontramos inmersos en esa batalla por una enfermedad o una crisis vital, y a veces un profundo sufrimiento interior arremete contra nosotros sin que sepamos de dónde procede. Independientemente de qué nos haya llevado hasta ese punto, ya sea una crisis o la decisión de recorrer la senda espiritual, este punto interior es, asimismo, la marca entre lo temporal y lo eterno de nuestra psique. Es el lugar de la psique en que la ley mística y la ley física se fusionan, permitiendo al sanador canalizar una corriente de gracia lo bastante poderosa para iniciar una curación <intemporal>, pero aun así en el reino del tiempo físico.

En estas encrucijadas nos enfrentamos a nuestras pasiones oscuras con intención de desmantelar el poder destructivo que cada una en particular tiene en nuestra vida. Las pasiones oscuras son las corrientes ocultas subyacentes que dirigen nuestros actos y nuestra conducta. Ellas alimentan los temores de la psique y nos incapacitan para hacer frente al poder de la verdad. Encontrarnos cara a cara con las pasiones ocultas nos permite comprender lo ilusorio de nuestras experiencias, escenario esencial para una fuente incesante de dramas. Experimentando la esencia de nuestro yo íntimo de un modo tan visceral, estamos en posición de comprender que somos verdaderamente los responsables del poder creativo que el alma contiene. En este momento, nos vemos obligados a abandonar la ilusión de que son los demás los responsables de las dificultades o de las penurias de nuestra vida. Entonces te ves obligado a renunciar al privilegio de culpar a otro o sentir que tú te mereces. En tu centro interior de poder, te enfrentas a la realidad cósmica de que o bien eres responsable de toda tu vida o no lo eres. ¿Quién si no es el responsable? Si no lo eres tú, ¿quién lo es? Y, si lo eres tú, entonces ha llegado la hora de evaluar lo bien que has usado este poder, la fuerza de tu alma, en actos creativos.

Al igual que existen siete oscuras pasiones, hay siete dones o joyas del alma. Las pasiones oscuras hacen que nos cueste acceder a estas joyas o siquiera reconocerlas, mucho más usarlas plenamente. A menudo la gente me dice que teme tener éxito o que teme su propio poder. Yo diría en cambio que lo que temen es el poder de sus joyas ocultas, porque son sus verdaderos dones los que auténticamente desbloquean su más elevado potencial divino. La gente teme el modo en que cambiará su vida si realmente se permite entender al <enemigo>, sacudiendo las paredes del corazón para dejar espacio a aquellos por quienes nunca creímos que sentiríamos compasión y mucho menos amor. Con estos sentimientos, más hondos, empezamos a ver la verdad más profunda de que somos una sola humanidad. Al comprenderlo se producen cambios interiores acerca de quiénes somos y cómo queremos ser y qué queremos hacer en este mundo de <una sola humanidad>.

Vagamos pro la vida buscando ese algo especial, esa <cosa> que se supone que debemos hacer o descubrir, cuando todo el tiempo lo que realmente sentimos es el impulso que surge del potencial de esos tesoros. Pero permanecen ocultos en el fondo, dominados por el poder de las pasiones oscuras. Juan de la Cruz evidentemente no menciona los siete chakras cuando se refiere a los siete pecados capitales, ni tampoco lo hace Teresa cuando describe las siete moradas de su castillo interior. Sin embargo, no puedo evitar ver un paralelismo entre los chakras -los siete centros energéticos que penetran los cuerpos físico y etérico en la tradición yogui de la India- y los siete pecados capitales u oscuras pasiones, así como con los siete dones del espíritu. Así que en mi comentario sobre cada una de las pasiones oscuras he incluido los chakras. En el quinto capítulo, en el que hablo de los dones del espíritu, encontrarás una explicación más detallada acerca del modo, en que estos centros energéticos conectan con nuestra vida espiritual.

La primera pasión: el orgullo


El orgullo, en su forma solapada, suele llamarse arrogancia. De todos los miedos que tienen una influencia controladora del comportamiento humano, ninguno es tan poderoso como el temor a ser humillado, que es, por supuesto, una cuestión de orgullo. Casi siempre, cuando la gente me habla de sus problemas para perdonar, lo que no puede perdonar es que alguien la haya humillado. [...] El orgullo es nuestra más vulnerable terminación nerviosa, porque apunta directamente a nuestro sentido del propósito y de la identidad, a tener un lugar y un papel en la vida. [...] Tememos la vergüenza y la humillación tan profundamente que avergonzamos o humillamos a otros simplemente para proteger nuestro orgullo. Evitamos intentar cualquier cosa audaz, incluso si de nuestro esfuerzo puede derivarse un progreso enorme, por temor a que nos humillen. Lo irónico es que esta renuencia a alcanzar cualquier cosa que quede fuera de nuestra <zona de confort> puede hacernos sentir vergüenza de acabar siendo <unos segundones>. Por todo su poder innato, entonces, nos cuesta aprender a manejar el orgullo, que se vuelve letal cuando está herido.

Aprendemos de la tribu a estar orgullosos de nosotros mismos, pero es también la tribu la que nos causa nuestras primeras cicatrices de humillación en la más tierna infancia. En consecuencia, el orgullo, tanto en el aspecto positivo como en el negativo, está estrechamente ligado con el primer chakra, al que yo llamo <chakra tribal>. [...] En las antiguas culturas de determinadas zonas de Europa, Asia y Oriente Medio, muchas venganzas étnicas llevan tanto tiempo en curso que los implicados no siempre recuerdan cuál fue la ofensa inicial. Como individuos, destruiremos a nuestra propia familia por orgullo. Pocos son los que controlan esta oscura pasión y, cuando la arrogancia controla a una persona, es como si ésta estuviera poseída. [...]


La segunda pasión: la codicia


Ambicionar lo que otros poseen es una manera de describir la esencia de la codicia. Es una oscura pasión que se apodera de ti de manera implacable, con la fuerza de un tsunami. Es una pasión oscura que todos tenemos que afrontar y, hábil transformista como es, adopta muchas formas.

Algunas personas codician dinero, pero hay quien codicia poder, fama, autoridad, atención... la lista es interminable. La codicia es una forma de locura. Nunca tiene bastante porque carece de lógica. La codicia es el ejemplo perfecto de cara oscura de la razón; pregúntale a un multimillonario: <¿Cuánto es suficiente?>

El segundo chakra es el que más tiene que ver con la codicia, porque es el centro de poder del sistema energético humano que gobierna el dinero. El dolor de riñones, la ciática y los cánceres que se desarrollan en la región del segundo chakra (riñones y genitales) suelen estar directa o indirectamente relacionados con los asuntos financieros. [...]

La tercera pasión: la lujuria (sexualidad y <derecho a>)


Juan de la Cruz identificaba el pecado de la lujuria con la sensualidad, con connotaciones sexuales, y el <sentirse con derecho a>. Puesto que fue escrito por un monje hace quinientos años, he reinterpretado la oscura pasión de la lujuria para reflejar los desafíos del ego. El hecho se sentirse con <derecho a> te lleva a creer que la vida gira a tu alrededor. [...[ Sentirse con <derecho a> te lleva a tener expectativas poco realistas acerca de los demás y a estar siempre decepcionado, por no decir amargado. En su forma más extrema, el <sentirse con derecho a> equivale a usar a los demás o servirse de cualquier cosa que se le antoje a uno para alcanzar los propios fines, ya estén relacionados con el placer o con el poder. [...} La lujuria es la pasión oscura del tercer chakra, que constituye el centro de la autoestima y del poder personal y se encuentra en el plexo solar. Numerosas disfunciones físicas y emocionales se deben al estrés relacionado con la falta de autoestima, como los desórdenes alimentarios, los problemas gástricos y de colon, la diabetes y los problemas pancreáticos. La autoestima es la piedra angular del poder personal, sin la que caminamos descalzos por los caminos de este mundo todos los días de nuestra vida. [...]

La cuarta pasión: la ira


La ira es una rabia extrema, una pasión destructiva, cruel, impía. La ira es una pasión oscura capaz de destruir vidas o de destruirte: puedes estar poseído por la ira como por la codicia. Las dos pasiones son capaces de controlar tu mente racional y convertirla en un arma de destrucción masiva. A todos nos corre la rabia por las venas; la ira es más profunda que la rabia, sin embargo, porque es rabia con derecho a destruir. La rabia puede estallar en un momento, ventilarse verbalmente y luego pasarse. En una relación sentimental, los miembros de la pareja dicen que no pueden permanecer mucho tiempo enfadados. Pero la ira habla con una voz que considera moralmente superior, convence a tu mente -tu razón- de que tienes la razón y que, por tanto, cualquier acción está justificada. Tu razón se niega a ceder y aviva el fuego de la rabia constantemente, porque hace falta una gran cantidad de combustible para mantener la llama de la superioridad moral. La ira acaba por consumirte en su propia ira.

El cuarto chakra es el centro del corazón, y un corazón iracundo es un corazón trágico y peligroso, uno que se vuelve implacable. Un corazón iracundo transforma el amor en tormento, castigando a quienes creemos que no nos aman lo suficiente o del modo adecuado. Pero no hay manera correcta de amar a un corazón iracundo, así que el amor siempre es fútil cuando se mezcla con la ira. Al final la ira expulsa el amor, una y otra vez. [...]

La quinta pasión: la gula


Juan de la Cruz les describía la gula espiritual a sus monjes como la tendencia a los extremos espirituales: por ejemplo al ayuno extremo o a la extrema piedad. Para el propósito que nos ocupa, la oscura pasión de la glotonería consiste en un consumo desproporcionado de comida, drogas, alcohol, ideas negativas, ideas ajenas, bienes materiales o cualquier cosa ajena a uno que se apodera de su voluntad. Consumir desaforadamente, por el simple placer de consumir, te hace inconsciente de tus propias acciones o tu propio poder de decisión. [...] El abuso resulta evidente para todos los demás, así como la incapacidad de esa persona para frenarlo.

El quinto chakra, que es el poder de la voluntad y está en la garganta, corresponde a la oscura pasión de la gula. Controlar la propia voluntad y mantenerla contra la influencia controladora de otra gente, de miedos externos, de todas las ilusiones que hacen presa en nosotros, eso significa <volverse consciente>. Dominar la voluntad significa que eres lo suficientemente consciente de tus decisiones; que eres lo suficientemente consciente como para no poner en peligro el poder de tu mente, tu integridad, tu cuerpo y tu alma para no temer por tu seguridad en este mundo. La pasión de la gula implica la ausencia de control sobre tu voluntad, lo opuesto de lo cual es ser consciente. El cuerpo, la mente, las emociones y tu vida entera sufren cuando entregas tu poder de voluntad a las drogas, a la comida, a la influencia de otros, a la necesidad de aprobación o a cualquier fuente externa. Tomar las riendas de tu propia voluntad, de tus propias elecciones, encarna el desafío de tomar conciencia. [...]

La sexta pasión: la envidia


La oscura pasión de la envidia no ha cambiado durante los siglos transcurridos desde que san Juan de la Cruz escribió sobre ella, ni siquiera desde antes de que él lo hiciera. La envidia puede destruir la mente, poseerla como una fiebre. La envidia hace pensar a las personas que les han estafado las oportunidades o que deberían tener lo que otra persona tiene. La gente puede volverse prácticamente loca cuando la envidia se apodera de su razón. De repente, no son capaces de ver ni de pensar en otra cosa que en la persona o la situación que constituye el núcleo de su obsesión, se vuelve una imagen retorcida y tóxica que ven constantemente. No puedes razonar con la envidia porque es una enfermedad arraigada en la ilusión de que te han estafado o de que alguien posee algo que tendría que haber sido tuyo. Esta oscura pasión hace que todo lo bueno en nuestra vida pierda valor. La orden inherente de que cada uno de nosotros tiene que amar y valorar su vida es violada por la toxina de la envidia, que nos hace ver únicamente callejones sin salida.

El sexto chakra es el de la mente, entendida como intelecto e intuición, un centro de poder que la oscura pasión de la envidia contamina. La envidia bloquea tu capacidad para ver las oportunidades; te impide apreciar todo lo que tienes de maravilloso. [...}

La séptima pasión: la pereza


La pereza es la tendencia a posponer las cosas, a dejarlas para más tarde. El perezoso es un mamífero tropical que se cuelga cabeza debajo de las ramas y se alimenta con indolencia de los frutos y la vegetación. Este animal es la viva imagen de la holgazanería.

Muchas personas viven mentalmente, imaginan todo lo que sus vidas podrían o deberían ser, pero no consiguen que su cuerpo coopere realizando las acciones necesarias para que sus ambiciones se materialicen. Levantarse de la cama, ir al gimnasio, devolver llamadas telefónicas y mensajes, desarrollar hábitos de trabajo con disciplina es todo lo que se interpone entre nosotros y hacer esos sueños realidad. Mucha gente me ha contado que <sabe> que está predestinada a hacer algo grande, pero -eh- no sabe qué. Yo sí. Lo que pasa es que están esperando a que alguien haga realidad por ellos sus sueños, alguien que no tenga miedo de trabajar duro y asumir la responsabilidad que implica tomar decisiones. Algunas personas prefieren vivir <mentalmente> porque resulta fácil y seguro y no pasa nada en realidad.

Como uno de los pecados capitales, la pereza implica inactividad en la práctica de la virtud. Que sea la pasión oscura del séptimo chakra se me antoja extraordinariamente adecuado. El séptimo chakra está en la coronilla, el <loto de los mil pétalos>, del que se dice que explota como una fuente de luz en el momento de la iluminación. Pero la mente espiritual perezosa mantiene la conciencia de Dios a través de los libros y las ideas más que mediante la acción espiritual; la mente perezosa no se esfuerza por ir más allá de la razón y entrar en las aguas profundas del alma, sino que se rinde al primer indicio de incomodidad o desasosiego. Sabe lo que es correcto, pero no lo hace. [...]”

¡Chapeau! Caroline, simple y sencillamente ¡Chapeau!. 

Una recomendación antes de finalizar: acceder a la bibliografía de esta autora.

Bendiciones.