Promediando
la lectura del libro “Desafiar la gravedad”, cuya autoría corresponde a
Caroline Myss (lleva veinte años investigando en el campo de la medicina
energética y la conciencia humana. Está especializada en ayudar a la gente a
comprender las razones emocionales, psicológicas y psíquicas por las que su
cuerpo ha desarrollado determinada enfermedad), me pareció muy acertada la idea
de compartir una historia que -desde mi punto de vista- es sumamente conmovedora
y -a la vez- aleccionadora. Una historia real que le ha sucedido a un ser
humano, a un hombre de “carne y hueso”. Una experiencia enriquecedora,
motivadora y que nos invita a profundas reflexiones.
Como
bien dice el título que precede al texto (páginas 109 a 113), es:
“... La historia de Paul: una transformación hacia la salud interior y la riqueza
Paul era el típico chico de los años
sesenta, alguien a quien le gustaba decir: <No me acuerdo de los sesenta,
pero he oído que me lo pasé muy bien.> Irónicamente, Paul salió de aquello,
se sacudió el residuo de las drogas y se convirtió en un hombre de negocios de
éxito. <La tecnología informática es mi segunda naturaleza -decía-. Estaba
en el lugar adecuado en el momento preciso, una vez y otra.> Paul convirtió
su capital informático en capital inmobiliario y acabó siendo muy rico. <La
vida era perfecta, pero como todas las historias perfectas, me preguntaba:
“¿Cuándo se acabará la fiesta?” Y entonces me salió un tumor en el pecho. Ni
siquiera sabía que pudiera salir un tumor ahí.>
El
tratamiento de Paul incluía cirugía, quimioterapia y un período de recuperación
considerablemente largo. Las pruebas indicaban que se había producido
metástasis y, aunque los médicos esperaban que la quimio fuera capaz de
conseguir que el cáncer remitiera, no había desde luego ninguna garantía de que
fuera a hacerlo. Durante la convalecencia Paul empezó a evaluar su vida. Hasta
entonces, todo le había salido según lo planeado o incluso mejor. Se había
rodeado de los magos informáticos más brillantes, porque podía permitirse
pagarlos y le encantaba su excentricidad. Todas y cada una de sus inversiones
daban dinero, ya fuesen en inmuebles, ideas o personal administrativo. En lo
único en lo que las cosas no le iban como una seda a Paul era en sus relaciones
íntimas. Después de tres matrimonios fracasados, se encontró recuperándose de un
cáncer en una casa vacía. A pesar de todo su éxito como mago de la informática
y hombre de negocios, Paul era un fracaso completo en lo referente a los asuntos
del corazón.
No respetaba en absoluto las
emociones ni los sentimientos, para ser honesto. Me irritaban y siempre me
hacían sentir manipulado. Rememorando cómo había sido en los años sesenta,
tenía vagos recuerdo de estar hablando siempre de mis sentimientos y poco más.
Pero corté aquello en cuanto decidí que ya era hora de sentar cabeza, porque
los sentimientos no producen beneficios sino que impiden tenerlos. Mi credo era
que los sentimientos nublan el juicio y, si alguien se emocionaba, como todas
mis ex esposas tenían que hacer para que les prestara atención, lo rechazaba
tachándolo de histérico. Las sacaba de quicio. Ahora lo entiendo, pero también
entiendo que trataba de mantener mi posición de figura de poder impenetrable.
No soportaba que me consideraran vulnerable. Las mujeres son vulnerables, los
niños son vulnerables, los empleados son vulnerables, pero yo no.
A
veces hace falta el comentario acertado de boca de la persona adecuada en el
momento preciso para que dé comienzo un profundo cambio. En el caso de Paul,
fue Sam, un obseso de la informática, quien le hizo ese comentario. Le visitó
una noche y le preguntó que cómo iban las cosas. <Bastante bien>, le dijo
Paul, a lo que Sam respondió: <Eh, ¿porqué crees que te ha salido un tumor
en el pecho? ¿Crees que es porque te sobra demasiado espacio ahí? Quiero decir
que... eres como el Hombre de Lata de El
mago de Oz,
¿verdad?>
Paul empezó a oír mentalmente la canción If
I Only Had a Heart [Si por los menos tuviera
un corazón]
una y otra vez, no podía sacársela de la cabeza. Se preguntaba si así era como
lo veía la gente, como un hombre sin corazón, un autómata. Cuanto más
reflexionaba acerca de ello, más cuenta se daba del pavor que le producían sus
emociones y acercarse a los demás. Su definición de poder se fundamentaba en
ser una <computadora humana>. Al cabo de pocos días, Paul comunicó a su
equipo que necesitaba pasar algún tiempo solo. Descolgó el teléfono y se dedicó
a reflexionar sobre una pregunta: <¿Cómo me siento respecto a mi vida?> Se
dio cuenta de que se sentía solo, vacío y de que le daba pavor morir solo. Me
dijo:
Nunca
olvidaré ese momento. Miraba el mar por la ventana, pensando en el hecho de que
era posible que no me quedara mucho de vida. Miré la casa -mi gran casa
provista de todas las comodidades imaginables- y pensé: <Nada de todo esto
puede ayudarme ahora.> De repente me sentí como si me estuvieran dando una
segunda oportunidad para convertirme en una clase de persona diferente, para
volverme humano de nuevo... o quizá por primera vez. No sé explicarlo de otro
modo. Empecé a llorar de pena. Los recuerdos de todos los sentimientos
dolorosos de mis matrimonios me invadieron como un ataque de náuseas. Vi las
caras de mis ex esposas, todas ellas intentando salvar nuestro matrimonio. Me
di cuenta de cuánto me querían, aunque de por qué lo hacían... ¡no tenía ni
idea!
La
culpa que sentí casi me ahoga. No podía dejar de llorar, lamentándome por la
facilidad con la que había cometido abusos entonces y el modo en que había
racionalizado mi comportamiento. Me había permitido hacer todo lo que me daba
la gana, porque yo era quien ganaba mucho dinero y pagaba las facturas. Podía
decirles: <Si no te gusta lo que hay, lárgate.> Y, por supuesto, lo
hacían. Y luego yo me decía que me daba igual, porque alguien con dinero
siempre puede encontrar otra compañera. Pero no puedes volver a encontrar
siempre el amor, ni a alguien que esté a tu lado cuando el cáncer te invade.
Durante ese período de silencio, Paul ideó un nuevo plan de vida. Decidió contratar
a otro presidente para la compañía. Así tendría tiempo para preguntarse: <¿Hacia dónde voy de aquí en adelante?> Entre otras cosas, Paul se volvió
más accesible y más respetuoso con su personal. También se volvió más
respetuoso con la vida en general, pasando a verla no como algo que estaba a su
servicio sino como algo a lo que sería grato servir para recuperar la salud.
Paul se dedicó más a descubrir su vida interior de lo que se había dedicado a
la tecnología y la diagnosis informáticas.
En la actualidad está más sano que nunca, y
sus relaciones también son saludables. Paul considera el mundo un lugar al que
aportar y no del que tomar, un lugar para vivir la belleza y lo asombroso, no
sólo un lugar de posibles ventas. No podría haber imaginado nada de eso antes
de enfermar; habría estado fuera del alcance de su capacidad de análisis
racional. Paul sigue siendo un hombre de éxito en lo material, porque ha
descubierto que para llevar una vida llena de sentido no hace falta hacer voto
de pobreza, pero hacer cosas por los demás es ahora una parte tan importante de
su vida profesional como lo era antes ganar dinero: Me dijo:
Detesto
decir esto, pero no me parezco sólo al Hombre de Hojalata, también me parezco a
Scrooge. Tengo la sensación de que me enseñaron mi posible futuro y me dieron la
oportunidad de sanar, pero para eso tenía que convertirme en una persona
generosa y cariñosa. Ahora pienso en ello constantemente, porque si ésas eran
condiciones para que sanara, ¿qué dice eso acerca de la esencia del universo?
¿Es el universo -es Dios- esencialmente amor? Para mí, la respuesta es que sí,
y ésa es la mayor verdad <más allá de la razón> que extraigo de mi
experiencia personal. ...”
Esta
es sólo una de las magníficas historias que contiene el libro. Además de toda
una serie de enseñanzas que nos acerca Caroline, esta obra nos invita a
“recuperar la Perfecta Salud”. Recomiendo su lectura, al igual que la de
cualquier otro libro de esta “Gran Maestra” de nuestro tiempo. Una verdadera
garantía de “Sabiduría”. Cada página de sus escritos nos “trasmite Vida y Vida
en abundancia”.
Bendiciones.