En esta ocasión, quiero compartir con todos ustedes, un texto extraído del libro titulado "Inteligencia del Alma" - 144 avenidas neuronales hacia el Yo profundo. Su autoría corresponde a José María Doria (Licenciado en Derecho y máster en Alta Dirección de Empresas y en Psicología. Fundador de la Escuela de Terapia Transpersonal y formador activo de futuros terapeutas. Organiza viajes a Nepal, Tibet e India, y su labor de investigación le ha llevado a conviivir con los indios huicholes, en México, y con los lamas del monasterio Kopun, en Nepal. Es autor de numerosas obras, tanto de libros como de obras audiovisuales).
Como verán, por ser -desde mi punto de vista- un "Gran Maestro" de nuestro tiempo, la lectura de este libro, nos garantiza que accederemos a un "auténtico y verdadero manantial de Sabiduría".
El azar me ha llevado a elegir un texto que van a poder leer en las páginas 265 y 266.
Como bien dice en la contratapa: "... Inteligencia del Alma se yergue como una síntesis de sabiduría que inspira al lector de manera no casual sobre la mejor actitud para recorrer <<el día de hoy>> y dar sentido a su vida. Es una obra que alberga lúcidos pensamientos de muchos de los sabios que han acompañado al hombre a lo largo de toda su historia, y los pone al alcance del lector con el fin de aportar claridad para caminar en este convulso mundo y para saber salir de la actual consufión de creencias y valores contradictorios. Nos hallamos ante una obra creada para explorar el yo profundo y descubrir el arte de ser. ..."
Es hora entonces, de pasar a dar lectura al mencionado texto:
"... SANACION
120 El dolor es inevitable pero el sufrimiento se puede superar - Néor
El río de la vida fluye entre las orillas del dolor y del placer. El dolor forma parte de la vida y sirve de contrapunto al placer. Y de la misma forma que la respiración y el propio latido del corazón están sometidos a ritmos de alternancia, de igual manera el dolor y el placer oscilan en los ritmos del vivir. Mientras la actual condición humana no realice el salto evolutivo, viviremos el juego de opuestos que teje la vida en su ritmo y polaridad.
Investigaciones recientes con mamíferos del doctor Olds, en París, revelan que existe un lugar en el cerebro que su descubridor denominó como <Infierno Cerebral>, cuya estimulación activa el dolor más angustioso que se pueda experimentar. Sin embargo, cerca del mismo, existe otra área especializada cuya estimulación desencadena un gran placer y éxtasis, que dicho doctor denominó <Paraíso Cerebral>. Afortunadamente, la naturaleza ha sido generosa: el espacio físico del Paraíso ocupa siete veces más espaacio que el Infierno. Hemos sido dotados de una capacidad para gozar siete veces mayor que para sufrir.
Pero aunque el dolor tenga una finalidad funcional, si no se acepta, y además se trabaja eficazmente para resolverlo, es experimentado como una cruz que puede tentar a la persona a sentirse víctima. El victimismo es un virus que estanca el alma y convierte cualquier brizna de dolor y frustración en verdadero sufrimiento. Se trata de una actitud de resistencia y parálisis que no enfrenta ni indaga. El sufrimiento es no sólo dolor no aceptado, sino también resignación que no resuelve y bloquea. Cuando no aceptamos el dolor, nos estamos resistiendo a comprender el mensaje que éste nos revela.
Si, por ejemplo nos duele la rodilla, examinémosla. Más tarde, y gracias a la llamada que el dolor nos ha hecho, nos habremos enterado de la existencia de una herida y, por ella, también habremos aplicado soluciones inmediatas. El dolor cuida de nuestro cuerpo, avisándonos de aquellos puntos que merecen atención y supervivencia. De igual manera, cuando el dolor se disfraza de confusión y angustia, en realidad es nuestro mundo emocional el que nos llama. Cuando esto sucede, algo profundo quiere avanzar en nostoros y proporcionar hondura a una vida, a menudo de mirada pequeña y plana. A través de la ansiedad y del desencanto, nuestro Ser esencial se hace presente señalándonos la necesidad de cultivar el alma y expandir la consciencia.
Como dijo Einstein: <<Ningún problema puede ser resuelto en el mismo nivel de conciencia que lo creó>>. A diferencia del dolor, el sufrimiento es una actitud mental. Un nivel de conciencia e interpretación de las cosas que nos bloquea. Para salir del sufrimiento, conviene darse cuenta de la intencionalidad sutil que el proceso nos trae y proceder a un trabajo interno que posibilite el crecimiento hacia un nivel superior de consciencia. Todo comienza por aceptar nuestro dolor e indagar las salidas más cabales y duraderas. Más tarde, uno acepta que el dolor ayuda a comprender las leyes de la vida y los principios que conforman nuestra maduración interna.
Cuando el dolor pasa, nos deja el corazón más sensible. Sentimos compasión hacia las personas que lo llevan en su cara. Gozamos de una mayor empatía y hasta somos más aptos par animar a los que todavía viven atrapados en sus propias desgracias. El dolor nos presiona para buscar salidas que, a menudo, nos llevan de la mano hasta la profundidad del alma. En realidad, el dolor nos torna más sencillos, más humildes, con el corazón más abierto y sin corazas. ..."
Bendiciones.
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