miércoles, 27 de septiembre de 2017

Tentaciones y Bendiciones...

En esta oportunidad, quiero compartir con todos ustedes, unas reflexiones que podrán encontrar en el libro titulado "Trascender los niveles de conciencia" - La escalera hacia la iluminación cuya autoría corresponde al Dr. David R. Hawkins (psiquiatra, escritor, se destacó por sus investigaciones sobre la conciencia, además de ser un prestigioso conferenciante espiritual y místico). 

Creo oportuno, teniendo en cuenta que el Ser Humano -en mi opinión- se encuentra transitando una época de profundas y decisivas transformaciones, hacer hincapié en toda lectura que nos acerque, cada vez más, a develar los conocimientos que yacen dormidos en lo más recóndito de nuestra esencia, a la espera de un despertar definitivo que nos conduzca -de una vez por todas- a lograr la plenitud en todos los aspectos de nuestra vida.

Por ello, me parece apropiado recomendarles la lectura de este más que interesante libro y, a su vez, incentivarlos para que puedan (páginas 321 a 327)...

"ATRAVESAR LAS PUERTAS

Directrices generales

Lo que energiza el progreso espiritual es la intención de reforzar la dedicación y el compromiso, así como el alineamiento con los principios y las prácticas espirituales. Esto permite enfocar el esfuerzo y mostrar determinación y paciencia, que requieren buena voluntad general hacia uno mismo y hacia el esfuerzo espiritual. Lo anterior puede generalizarse en una actitud devocional que trasciende cualquier definición lineal específica. Estos objetivos dan prioridad automáticamente al valor y al significado, que consecuentemente tienden a proveer la energía necesaria para el esfuerzo espiritual.
Si bien es habitual reservar algo de tiempo para dedicarlo específicamente a una práctica espiritual, como la meditación formal, generalmente resulta más práctico incorporar los principios espirituales a la vida cotidiana y al estilo de vida, porque estos períodos especiales pueden perderse en medio de las tensiones de la vida cotidiana y acabar siendo abandonados. En cambio, un estilo de vida contemplativo no suele perderse tan fácilmente como los períodos especiales de tiempo, que exigen un entorno especial y aquietado. Los períodos de práctica en aislamiento también tienden a quedarse compartimentalizados y separados de la vida cotidiana; son algo que uno <hace>, en lugar de integrarse en la personalidad como lo que uno <es>.

A nviel práctico, lo que funciona bien es seleccionar el principio espiritual y después hacer que él rija nuestra vida, aplicándolo consistentemente y sin cesar, <pase lo que pase>. Es muy valioso seleccionar una premisa básica que dirija nuestra vida, como la decisión de ser bondadoso y mostrar buena voluntad hacia la totalidad de la vida en todas sus expresiones. En consecuencia, uno está dispuesto a perdonar las observaciones y los constructos mentales aparentemente negativos. El compromiso de vivr de acuerdo con los principios espirituales básicos queda fuertemente reforzado por la oración, la súplica y la decisión de servir a Dios en lugar de al ego. También es beneficioso pedir a Dios directamente que seamos capaces de ver las cosas de manera diferente, y solicitar guía, información y dirección.

Los patrones

El compromiso espiritual, el alineamiento y la dedicación inician un proceso no lineal en el que ahora los fenómenos y las situaciones, tanto dentro como fuera, son atraídos por nuestros campos de energía internos, que también incluyen tendencias y componentes kármicos. A partir de aquí, la vida se despliega en distintas capas y con presentaciones distintas de las que se hubieran vivido de no haber realizado tal compromiso. La intención espiritual influye en las percepciones, en los recuerdos y en la interpretación de los valores, que difieren de los impulsos y objetivos egoístas a los que antes se daba prioridad. Ahora es el Espíritu el que programa las prioridades de acuerdo con su valor espiritual intrínseco y con el servicio a la evolución espiritual. La evolución de la conciencia es progresiva y constituye todo un <programa de aprendizaje> iniciado por una resolución que evoca el poder de la voluntad espiritual. A partir de ahí toda experiencia se vuelve valiosa para el despliegue y el desarrollo de la conciencia. Por lo tanto y en contraste con las anteriores preferencias del ego, ahora los <errores> o los <éxitos> tienen igual valor.
Como es bien sabido, la dedicación a los valores espirituales y al proceso de purificación tiende a sacar a la luz sus aparentes <opuestos>, mediante los cuales se presentan dualidades kármicas que requieren que discernamos los posicionamientos de los que surgen. Uno de los primeros dilemas que emergerá de manera casi segura es la dualidad bueno/malo: un campo de investigación muy fructífero. Mediante la observación, uno ve que la dicotomía bueno/malo solo es un reflejo de una contextualización general basada en suposiciones no examinadas. Con profunda humildad, uno pronto se da cuenta de que, sin ayuda, la mente no está autorizada ni equipada, y es incapaz de juzgar con discernimiento. Es posible llegar a este descubrimiento simplemente empezando a preguntarse para quién es bueno, para quién es malo, cuándo y bajo qué circunstancias. Esto lleva a examinar la contextualización general que uno hace del significado y el sentido de la vida humana como experiencia de aprendizaje transicional.

Incluso una mirada rápida y superficial a la experiencia humana revela que es, en primer lugar, mortal, temporal y transitoria, y la mente, sin ayuda, ni siquiera es capaz de señalar de dónde ha surgido ni hacia dónde va. Por sí misma, debido a su estructura interna, la mente también es incapaz de distinguir entre la verdad y la falsedad. ¿Mediante qué autoridad sería capaz de discernir entre el <bien> y el <mal>? Esto nos lleva a descubrir que <pensar> no es un método muy fiable de llegar a la verdad ni de avanzar en la espiritualidad, y que la mente, por sí misma, solo tiende a generar más pensamientos, en lugar de entregarlos a una comprensión más abarcante y no lineal que resolvería la cuestión completamente. La comprensión espiritual no suele producirse siguiendo un proceso mental lógico, sino que es un aura de comprensión y entendimiento más difusa e intuitiva, que incluye el contexto general y no solo el contenido lineal.

La selección de un principio espiritual básico según el cual vivir se convierte operativamente en un conjunto de actitudes que cambian la percepción. Se trata de un estilo mediante el cual uno se posiciona y se relaciona con la vida, más que de una serie de creencias lineales. Las actitudes tienden a generalizarse como discernimiento, más que como percepción definible. Este discernimiento espiritual suele ser abierto e invita a una expansión de la comprensión. Por tanto, uno toma conciencia de que, en lugar de decir: <Yo pienso esto y lo otro>; tiende a decir: <Parece ser que...>, <Suena como...>; <Tiene el aspecto de...>, o <Da la sensación de...>. Son tendencias provisionales y relacionadas con los sentidos que permiten procesar información, más que definiciones limitantes y declaraciones que afirman: <El está equivodado porque...>. Mediante este cambio de enfoque, la experimentación se vuelve menos lineal, menos definida y menos verbalizada. En consecuencia, uno <capta> de qué va una situación tal como <capta> la totalidad de un precioso atardecer sin tener que realizar un proceso mental que diga. <¿No es precioso?>, o que describa sus colores, contornos, nubes, etc.

Mediante esta orientación, el procesamiento de la información se hace más contextual y general, en lugar de particular, por lo que hay menos lenguaje y diálogo mental. Esto evoluciona para dar la capacidad de <darse cuenta> y de <saber> sin necesidad de pensar. La cualidad experimental subjetiva de tener a un gato ronroneando o a un perro moviendo la cola no requiere procesos mentales en absoluto. Más bien, uno <capta> de qué va la totalidad de la situación debido a esta progresiva capacidad de discernir la esencia, en lugar de usar la percepción mentalizada. Mediante este proceso, finalmente queda muy claro que todas las cosas <simplemente son como cono son>, y eso que son es su <significado>. Esto revela una aceptación que no requiere comentario, contenido, ni manifestar una posición dualista por medio del lenguaje, como dar una opinión. Este estilo es similar al tradicional <Wu Wei> del camino del Tao, por el que uno fluye con la vida sin esfuerzo, abandonando la voluntad y el juicio en manos de Dios. La no resistencia conduce al no apego más que al desapego, que puede ser una forma de evitación.

No oponer resistencia no significa ignorar o negar, sino ser testigo, observar y ser consciente, lo cual, como estilo experimental, nos lleva de ser el actor imaginario en la película de la vida a ser el testigo/observador que no está involucrado emocionalmente y, sin embargo, es capaz de participar. Esta actitud reduce la tentación de invertir en posicionamientos y resultados. Por lo tanto, la voluntad personal se rinde y la Voluntad Divina toma su lugar, y en ella la Creación es continua, evolutiva y está al servicio del despliegue de la conciencia (awareness).

En este proceso de transformación, discernimos que la cualidad subyacente que activa la experimentación es la conciencia (awareness) misma. No hay <alguien> siendo el testigo, experimentando u observando. Más bien, se trata de una cualidad innata que opera sin esfuerzo y sin ser drenada por la intención de modificar el proceso. La totalidad de la vida simplemente se convierte en algo <dado> y la conciencia (awareness) de la esencia subjetiva reduce la sensación de un <yo> personal a la presencia innata del Ser, que abarca y está más allá del contenido pensado. Esta conciencia (awareness), el enfoque se dirige hacia dentro, hacia la fuente de Luz, en lugar de hacia los detalles de lo que está iluminado. Unicamente por medio de esta luz podemos ser conscientes del contenido de la mente, puesto que, de otro modo, ¿cómo podría saber uno qué está experimentando o en qué está pensando?

Distracciones y atracciones

La energía animal del ego produce un enfoque que dirige y emocionaliza la energía psíquica. Seguidamente, el contenido mental emocionalizado atrae la atención y se autopropaga. El resultado de este proceso son atracciones, aversiones y derivaciones que finalmente llevan a quedarse atrapado en comportamientos rutinarios; estos, al cargarse de energía e interés, ganan importancia, convirtiéndose finalmente en las distintas conductas, sentimientos y pensamientos dominantes. Así, se acaban generando campos de conciencia que se alinean y vinculan con los campos atractores impersonales y generales de la conciencia (consciousness) humana. Mediante la selección de opciones, el individuo <sintoniza>, como lo hace un aparato de radio o televisión, con las frecuencias correspondientes. De este modo, temer u odiar sintoniza con frecuencias completamente diferentes de las del perdón o la aceptación. Cada nivel de conciencia (consciousness) inlfluye en la percepción en las actitudes asociadas, y en los posicionamientos concomitantes.

La adicción a las inclinaciones del ego es como una intoxicación en la que se deriva placer de la recompensa emocional de la negatividad. Así, los posicionamientos negativos tienden a ser hábitos auto-perpetuados, parecidos a la adicción y basados en suposiciones y en la seductora atracción de grafiticar los instintos animales básicos. Mediante la repetición, acaban ganando dominancia y control, lo cual es, de partida, el propósito innato del ego narcisista.

En el trabajo espiritual se les denomina <tentaciones>, y después se supone que hace falta un sacrificio para renunciar a ellas, porque uno está renunciando al placer de la recompensa emocional que conlleva <tener razón>, <vengarse>, sentir lástima por uno mismo, etc. Este sistema de recompensas autorreforzado produce un condicionamiento pavloviano que después se vuelve autónomo. Seguidamente, interferir con estas gratificaciones subrepticias produce una desagradable sensación de frustración y privación. Así, se observa comúnmente que la mente emocional del ego se aferra a la negatividad y a la atadura que lo esclaviza, y se resiste con fuerza a dejarlas ir y a pasar a niveles más elevados de funcionamiento y a emplear otros mecanismos. Como ejemplo, el pozo del resentimiento/del culpar/de sentir lástima de uno mismo y de sentirse víctima suele ser una trampa compleja que rápidamente busca validación mediante la aprobación social y la pseudoimportancia de los posicionamientos inflados.

No deja de ser común que las personas se pasen toda una vida alimentando un agravio con justificaciones elaboradas, engaños y falsificando restrospectivamente los recuerdos. [...] La persona lo defiende con energía, haciéndolo obstinadamente inmune a cualquier cuestionamiento, y en absoluto está dispuesta a soltarlo o entregarlo. Como consecuencia, el perdón, la aceptación, la razón y el amor se consideran antitéticos a los propósitos internos secretos del ego.

No deja de ser habitual que las personas destruyan su vida entera en defensa de falacias carentes de integridad con respecto a sí mismas, a los demás y al mundo que alimentan cuidadosamente. El autoengaño es un defecto innato del ego/mente emocional, el cual, sin la luz de la verdad espiritual, se autorrefuerza, produciendo consecuencias destructivas que impiden la verdadera felicidad. La víctima es incapaz de discernir el placer (derivado de la negatividad) de la verdadera felicidad, que en realidad estos sujetos desconocen. Este complejo patológico se defiende con tanta fuerza que las personas eligen morir en lugar de renunciar a él, e incluso de cuestionar sus premisas derrotistas. A veces, este circuito queda interrumpido fortuitamente por una crisis, que lleva a confrontarlo y que acaba siendo una bendición disfrazada."


Bendiciones.
 

 

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