Según
aparece en algunos registros muy antiguos, el significado original de la
palabra “pecado” sería “errar, no dar en el blanco, equivocarse”.
Desde este punto de vista, los “pecados capitales” podrían interpretarse
como “las mayores equivocaciones, los más grandes yerros” que puede
llegar a cometer el ser humano. La tradición nos dice que son siete.
Recordemos, entonces, cuáles son dichos “pecados capitales”:
- “Lujuria”: se la identifica con pensamientos o deseos obsesivos o excesivos de orden sexual.
- “Gula”: se la vincula con el consumo excesivo de comida y bebida aunque en la antigüedad se la utilizaba para indicar toda clase de excesos.
- “Avaricia”: el término remite a una especie de lujuria o gula pero aplicada a la adquisición y acumulación de riquezas.
- “Pereza”: se la define como la “tristeza de ánimo” que nos aleja de la posibilidad de disfrutar de los dones espirituales y/o divinos.
- “Ira”: se la describe como un sentimiento de enojo, privo de orden y control.
- “Envidia”: si bien se la relaciona con la avaricia, en este caso estamos frente al deseo de algo que otra persona tiene y que interpretamos nos hace falta.
- “Soberbia”: u orgullo, ha sido definida como el deseo por ser más importante o atractivo que otros congéneres; de ello resulta ser el más grave de todos los pecados capitales y -por ende- fuente de los demás.
A
la luz de esta enunciación, me planteo la posibilidad de jugar con la
imaginación y adentrarme en los desconcertantes aspectos del alma humana, a fin
de re-crear nuestras equivocaciones, desaciertos, errores o “pecados
capitales”, proponiendo un nuevo enfoque para estas debilidades humanas. Si
dicen que la moneda tiene dos caras, entonces ¿por qué no aplicar este
pensamiento a nuestros fallos y comenzar a trabajar con los “aciertos capitales”?.
Desde
este lugar, me animo a elaborar una
nueva interpretación para las distintas facetas que presenta el alma humana
pero, esta vez, enfocada en la “unidad” o “compleción”:
- “Lujuria-Decoro”: capacidad del alma humana para disfrutar de la sexualidad, a través de la integración de la dualidad materia-espíritu. Por ejemplo: “hacer el amor en lugar de tener sexo”.
- “Gula-Templanza”: capacidad del alma humana para disfrutar de todo, sin apegarse, sabiendo que el Universo nos provee de todo aquello que necesitamos para ser felices. Por ejemplo: “degustar un buen vino, saborear una buena comida en lugar de emborracharme y empacharme”.
- “Avaricia-Generosidad”: capacidad del alma humana para disfrutar de todos los bienes, sean materiales o espirituales, considerándonos como aquello que somos: administradores temporales. Por ejemplo: “cualquier bien que tenga, lo cuido y lo valoro pero evito identificarme con él”.
- “Pereza-Diligencia”: capacidad del alma humana para disfrutar de toda actividad, en todo tiempo y lugar, principalmente de aquella que me permite encontrarme con mi esencia, mi semejanza con la divinidad. Por ejemplo: “admirar el amanecer, gozar con el canto de un pájaro, reír frente a la travesura de un niño”.
- “Ira-Serenidad”: capacidad del alma humana para reconocer cuando estamos recorriendo un camino equivocado y es preciso que corrijamos la marcha y revisemos el trayecto. Por ejemplo -como dijo San Agustín-: “si gritas, gritarás con Amor ... Ama y haz lo que quieras ...”.
- “Envidia-Conformidad”: capacidad del alma humana para disfrutar de todo lo que tenemos, al tiempo que compartimos la Vida con los demás. Por ejemplo: “si compro un regalo para agasajar a quien cumple años, lo elijo desde el corazón, con la misma disposición como si fuera para mi”.
- “Soberbia-Humildad”: capacidad del alma humana para disfrutar de la Vida en toda su plenitud, reconociendo que somos los co-creadores de todo aquello que vivimos. Por ejemplo: “si toco el piano como los dioses, será porque los dioses lo están tocando conmigo”.
Bendiciones.