miércoles, 29 de agosto de 2012

El hombre (casi) perfecto


En su libro “Leyes de Murphy sólo para mujeres”, Ana von Rebeur (de vasta trayectoria como humorista que ha trabajado en revistas y diarios argentinos, colaborado también como guionista de humor para programas de televisión, escrito -junto a otros autores- una obra teatral, editado un suplemento semanal de turismo y colaborado con varias publicaciones electrónicas de España, Uruguay y Argentina entre muchas otras actividades) despliega todo su ingenio y nos introduce en el -al menos para mí- desconocido mundo de las leyes de Murphy aplicadas a las mujeres. Con una exquisitez que invita a la diversión sana, su lectura se transforma en un aprendizaje a través de preguntas,  planteos y reflexiones sobre situaciones y vínculos cotidianos. Imposible dejar de reconocernos.


Con la intención de crear entusiasmo -en quien lea este compartir- para la lectura del libro antes mencionado, les acerco un interesante test que la autora nos propone (página 86), a fin de saber si un hombre es casi perfecto. Aquí va:


  • Dices “cómo me gustaría tomar un café” ... ¡y él te lo trae!.
  • Te dice que estás bella cuando sabes que estás hecha un desastre.
  • Cocina, limpia y ordena por ti.
  • Va a la reunión con la maestra y lleva a tus hijos al pediatra. Repara la lámpara que tienes rota hace seis meses ... sin que se lo pidas.
  • De tanto en tanto te dice: “estás más linda sin maquillaje”.
  • En tu cumpleaños te lleva a comer afuera ... ¡y te dice que pidas lo que quieras!.
  • Adora planchar y lo hace bien.
  • Le encanta masajearte la espalda y no pide nada a cambio.
  • Resuelve un día sorpresivamente, levantar la ropa apilada en una silla y guardarla.
  • A la salida del trabajo, compra cuatro kilos de milanesa de pollo para el freezer.
  • Te regala un gato de angora o un caniche toy ... ¡y se lo lleva a su madre cuando a ti te comienza a molestar!.

El test finaliza con una ilustración que invitaría a cualquier hombre a ser “totalmente perfecto” ... A continuación reproduzco sólo el diálogo original, agregando una imagen tomada al azar:

 
¿Lavaste los platos y fregaste los pisos?
¡Soy tu esclava sexual!
¡Ordena y obedezco!



Una lectura más que recomendada para quien desee abrirse a nuevos conocimientos sobre la propia naturaleza humana en su expresión femenina. Y como bien dice Ana, al finalizar el prólogo, “... que este libro ... te alegre la vida, te alivie tus pesares y te haga sentir que no eres la única a la que le pasan estas cosas...”. Yo lo he disfrutado mucho.


Bendiciones.



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