Continuando con mis incursiones en aras
de lograr un mejor conocimiento del gran cúmulo de vocablos con que cuenta la
lengua castellana, en esta oportunidad, he decido explayarme respecto a dos
términos que me resultan por demás
fascinantes, a saber: “ósculo” y “peculio”.
Muchos de ustedes -tal vez- tengan ya una gran familiaridad
con la utilización de ambos o de alguno de ellos, otros -quizás- simplemente
hayan oído acerca de su existencia y habrá quienes -probablemente- ni siquiera
sospechen que forman parte del vocabulario castellano. A quienes ya estén al
corriente del significado de los términos objeto del presente compartir, les
hago llegar mis más sinceras felicitaciones. Para quienes estén interesados en
sumar dos vocablos más, a fin de acrecentar el caudal de palabras que utilizan
para expresarse a diario, a continuación encontrarán -a mi criterio- un aporte
interesante. Y para aquellos que ningún interés pueda generarles el hecho de
indagar en el significado de estos vocablos, me permito invitarlos a comprobar
que “este saber resulta gratis, mejora notablemente la propia estima y atrae
buenas vibraciones”.
La Real Academia Española ha definido el
término “ósculo” (del latín oscŭlum) como un “beso de respeto o afecto”.
Bien podemos decir entonces que, cuando saludamos -por ejemplo- a un amigo/a
con un beso en la mejilla, estamos abocados a la maravillosa experiencia de
darle un “ósculo”, es decir, una verdadera muestra de respeto o afecto hacia él/ella.
¡Piensen en la cantidad de “ósculos” que damos en nuestra vida!. ¡Y la cantidad
de ellos que también nos dan!. Porque no sólo cuentan los “ósculos” que damos
en la mejilla (o que nos dan), también cuentan los que damos en la mano (gesto
reverencial, por ejemplo, al saludar a una importante autoridad eclesial) o los
que damos en la frente (gesto amoroso, por ejemplo, de una madre hacia su
hijo). Hay serios indicios de que un “ósculo” (utilizado aquí como sinónimo de
beso) trae saludables beneficios toda vez que -dicen- puede quemar de dos a
tres calorías por minuto, contribuye a equilibrar los niveles de estrés, da una
sensación de bien-estar, incrementa los niveles de autoestima, tonifica los
músculos faciales, ayuda a mejorar los niveles de colesterol y actúa sobre
diversas funciones metabólicas. ¡Qué me cuentan!. Bien vale -entonces- la
invitación a “besarse más”. ¿Podríamos decir: a “oscularse más”?. A tal efecto,
se me ocurre ir ensayando una posible conjugación para un supuesto verbo
denominado “oscular”, a saber:
Yo “osculo”
Tu “osculas”
El “oscula”
Tu “osculas”
El “oscula”
Nosotros “osculamos”
Vosotros “osculáis”
Ellos “osculan”
Vosotros “osculáis”
Ellos “osculan”
Suena raro, resulta
divertido y nos invita a jugar con la imaginación ...
Dejando ahora de lado el
“ósculo” y todas sus implicancias, acto seguido, me voy a referir a otro
vocablo castellano, por demás, interesante: el “peculio” (del latín peculium). En su acepción más usual, se lo puede definir como el
“dinero que particularmente posee cada uno”. Podría también entenderse como un sinónimo de
patrimonio al ser el dinero ahorrado poco a poco. Pero el hecho es que, ya sea
mucho o ya sea poco, seguramente todos contamos con nuestro “peculio”. Para
quien considere que “cuenta con uno escaso”, probablemente no sea un hecho
halagador andar comentándolo con otros congéneres. Pero para quien considere
que “cuenta con uno abundante”, quizás resulte sumamente gratificante hacer de
él, un objeto de ostentación. Al respecto, bien podrían formularse algunas
preguntas: ¿Te sientes feliz con el “peculio” que posees al presente?. ¿Tienes
intenciones de incrementarlo?. ¿Estás conforme con su cuantía, con su monto?.
¿Te identificas con él o te sientes un administrador del que te ha tocado en
suerte?. Sea como sea, lo valioso -a mi criterio- es estar agradecido con el
que cada uno cuente y recordar que “el peculio no hace a la felicidad”, “hace
a la felicidad lo que hagamos con él”. Cuando compartimos desde el corazón, nos expandimos.
Cuando compartimos desde el corazón, fluimos al ritmo de la naturaleza. Cuando compartimos desde el corazón, le
abrimos la puerta a la abundancia. Mientras te tomas un tiempo para contestar a
estas preguntas y reflexionar sobre tus respuestas, me permito ir ensayando una
posible conjugación para el caso de que -algún día- exista un supuesto verbo
denominado “peculiar” -utilizado como sinónimo de ahorrar-, a saber:
Yo “peculio”
Tu “peculias”
El “peculia”
Tu “peculias”
El “peculia”
Nosotros “peculiamos”
Vosotros “peculiais”
Ellos “peculian”
Vosotros “peculiais”
Ellos “peculian”
Sigue sonando raro, sigue
resultando divertido y nos sigue invitando a jugar con la imaginación ...
Deseo que tus días se vean
colmados de amorosos “ósculos” y un generoso “peculio” que te permitan estar en
sintonía permanente con la plenitud de la VIDA ...
Bendiciones.
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