En esta oportunidad, quiero compartir con
ustedes, algunos pasajes del libro “El acoso moral en el trabajo” –
Distinguir lo verdadero de lo falso de Marie-France Irigoyen (psiquiatra,
psicoanalista y psicoterapeuta familiar autora del libro titulado “El acoso
moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana” quien también colabora
con numerosas instituciones, participa en talleres de formación y ha formado
parte de un grupo de estudio relativo al tema).
En esta etapa de nuestra evolución en donde
el egocentrismo está a la orden del día, algunos de los aspectos más oscuros
del alma humana, parecen multiplicarse en progresión geométrica. El “acoso
moral”, es uno de ellos. Es así que, con la intención de tomar conciencia de
este accionar al que me he permitido incluir dentro de la categoría de
“trabajo” (considerando al mismo como sinónimo de “esfuerzo”), transcribo -a
continuación- una serie de consideraciones vertidas por la autora más arriba
citada.
“... Hasta hoy, las personas que se han
aventurado a conclusiones en este terreno no han conseguido ponerse de acuerdo
acerca de una definición suficientemente pertinente, pues el fenómeno puede
abordarse de muchas maneras, según la perspectiva de la que uno parta, e
implica además a distintos especialistas (médicos, sociólogos, juristas...) que
utilizan lenguajes y maneras de pensar diferentes ...
... Pocas agresiones como ésta comportan
trastornos psicosomáticos tan graves a corto plazo y consecuencias a largo plazo
tan desestructurantes. De momento, los médicos de familia y los psiquiatras
apenas reconocen la especificidad de este tipo de violencias y los síntomas que
resultan de ellas. Los médicos de empresa, que llevan tiempo observando este
tipo de situaciones, no siempre saben cómo proteger a las víctimas ...
... En cuanto a los juristas, intentan
hallar una definición que connote el mínimo de subjetividad para poder
calificar penalmente estas conductas violentas ...
... Personalmente, prefiero una definición
que tenga en cuenta las consecuencias de este comportamiento sobre las
personas. Así, propuse la siguiente definición a los grupos de trabajo en los
que he participado ...: el acoso moral en el trabajo se define como toda
conducta abusiva (gesto, palabra, comportamiento, actitud...) que atenta, por
su repetición o sistematización, contra la dignidad o la integridad psíquica o
física de una persona, poniendo en peligro su empleo o degradando el ambiente
de trabajo (*). Sea cual sea la definición final, el acoso moral es una
violencia en pequeñas dosis, que no se advierte y que, sin embargo, es muy
destructiva ...
... En su inicio, el fenómeno es parecido al
sentimiento de inseguridad en los barrios, descrito en términos de incivilidad.
Como consecuencia, todas las personas que están en su punto de mira están
profundamente desestabilizadas ...
... El modo específico de agresión varía
según los medios socioculturales y los sectores profesionales. En los sectores
de producción, la violencia es más directa, verbal o física. Cuanto más arriba
subimos en la jerarquía y en la escala sociocultural, más sofisticadas,
perversas y difíciles de advertir son las agresiones ...
... El miedo es el motor esencial que lleva
al acoso moral, dado que, en términos generales, es lo que nos convierte en
seres violentos: atacamos antes de ser atacados. Agredimos al otro para
protegernos de un peligro ...
... Es el miedo a no estar a la altura, el
miedo a no complacer al jefe, a que los colegas no le aprecien a uno, el miedo
al cambio, también es el miedo a una sanción o a cometer un error profesional
que pueda conllevar el despido. Actualmente, dicho miedo es mucho más indirecto
que en el pasado. Cada vez es menos habitual ver a un jefe que exija
abiertamente la sumisión de sus colaboradores, pero, cuando se elogia la
autonomía y el espíritu de iniciativa de los asalariados, lo que se pretende
más bien es culpabilizarles. Se les da a entender que sus dificultades se las
crean ellos mismos y que son los responsables de los quebraderos de cabeza que
puedan tener si no están en conformidad con el sistema. De ese modo, el miedo
contribuye a la uniformización y constituye una forma solapada de poner al
empleado en vereda ...
... En algunas empresas, la estrategia de
gestión del personal descansa completamente sobre el miedo. Los asalariados
están siempre a la defensiva y eso repercute de uno al otro extremo de la
jerarquía. Es muy difícil hablar de ello porque les da vergüenza expresar un
miedo propio de los niños. Los menos sólidos caerán entonces en la tentación de
hacer que sus inferiores jerárquicos paguen por la violencia que les infringen
a ellos ...
... El miedo que uno le tiene al otro
también induce a desconfiar de todo el mundo. Hay que ocultar las propias
debilidades por temor a que el otro les saque partido. Hay que atacar antes de
ser atacado y, de cualquier modo, considerar al otro como un rival peligroso o
un enemigo potencial. Como en estado de legítima defensa, pretendemos
desembarazarnos del otro para salvarnos. Los perversos narcisistas son los que
más miedo les tienen a los demás. Para ellos, todas las personas a las que no
consiguen seducir o someter son potencialmente peligrosas. El miedo nos lleva a
demonizar al otro, le atribuimos sentimientos agresivos porque creemos estar en
una posición inestable y nos sentimos amenazados. Ello nos puede llevar a
acosar a una persona, no tanto por lo que es, sino por lo que imaginamos que es
...
... En ocasiones el miedo engendra la
cobardía: es el caso de los perversos narcisistas en sus conductas
irrespetuosas por miedo a ser acosados a su vez. El miedo puede nacer sin que
existan necesariamente presiones por parte de la jerarquía y suele ser causa de
conductas infantiles : miedo a que le riñan a uno, miedo a que le reprendan por
una conducta reprochable, miedo a que se descubra una malversación. Cuando se
teme que se descubra una falta o una irregularidad , se puede caer en la
tentación de deshacerse de los testigos ...”
(*) el resaltado es de mi autoría
Tal vez sea hora de poner en práctica las
palabras de Jesús: “No tengas miedo, sólo ten FE”. Pero ¿dónde se
compra, se consigue, se encuentra o se halla la FE? ¿Es gratis o cuesta
adquirirla? ¿Es para todos o sólo para unos pocos privilegiados? Por mi
experiencia, puedo decirles que la FE es un bien común a todos los seres
humanos cualquiera sea la creencia o el nombre con el cual se la pueda
identificar. Es un atributo del Universo al alcance de quien quiera se anime a Vivir en plenitud, a vivir al calor de las inspiraciones del Corazón, a
decidirse por Amar, a elegir el camino de la Unidad más allá de lo que nuestro
intelecto pueda conocer o nuestros ojos puedan ver. Es confiar en que la Vida
actúa de acuerdo a un orden perfecto que nos incluye. Es, simplemente, sentir
en lo más profundo de nuestro SER que “en Dios vivimos, nos movemos y
existimos” ...
Bendiciones.