viernes, 28 de septiembre de 2012

El "acoso moral" también es un trabajo ...

En esta oportunidad, quiero compartir con ustedes, algunos pasajes del libro “El acoso moral en el trabajo” – Distinguir lo verdadero de lo falso de Marie-France Irigoyen (psiquiatra, psicoanalista y psicoterapeuta familiar autora del libro titulado “El acoso moral. El maltrato psicológico en la vida cotidiana” quien también colabora con numerosas instituciones, participa en talleres de formación y ha formado parte de un grupo de estudio relativo al tema).

En esta etapa de nuestra evolución en donde el egocentrismo está a la orden del día, algunos de los aspectos más oscuros del alma humana, parecen multiplicarse en progresión geométrica. El “acoso moral”, es uno de ellos. Es así que, con la intención de tomar conciencia de este accionar al que me he permitido incluir dentro de la categoría de “trabajo” (considerando al mismo como sinónimo de “esfuerzo”), transcribo -a continuación- una serie de consideraciones vertidas por la autora más arriba citada.

“... Hasta hoy, las personas que se han aventurado a conclusiones en este terreno no han conseguido ponerse de acuerdo acerca de una definición suficientemente pertinente, pues el fenómeno puede abordarse de muchas maneras, según la perspectiva de la que uno parta, e implica además a distintos especialistas (médicos, sociólogos, juristas...) que utilizan lenguajes y maneras de pensar diferentes ...

... Pocas agresiones como ésta comportan trastornos psicosomáticos tan graves a corto plazo y consecuencias a largo plazo tan desestructurantes. De momento, los médicos de familia y los psiquiatras apenas reconocen la especificidad de este tipo de violencias y los síntomas que resultan de ellas. Los médicos de empresa, que llevan tiempo observando este tipo de situaciones, no siempre saben cómo proteger a las víctimas ...

... En cuanto a los juristas, intentan hallar una definición que connote el mínimo de subjetividad para poder calificar penalmente estas conductas violentas ...

... Personalmente, prefiero una definición que tenga en cuenta las consecuencias de este comportamiento sobre las personas. Así, propuse la siguiente definición a los grupos de trabajo en los que he participado ...: el acoso moral en el trabajo se define como toda conducta abusiva (gesto, palabra, comportamiento, actitud...) que atenta, por su repetición o sistematización, contra la dignidad o la integridad psíquica o física de una persona, poniendo en peligro su empleo o degradando el ambiente de trabajo (*). Sea cual sea la definición final, el acoso moral es una violencia en pequeñas dosis, que no se advierte y que, sin embargo, es muy destructiva ...

... En su inicio, el fenómeno es parecido al sentimiento de inseguridad en los barrios, descrito en términos de incivilidad. Como consecuencia, todas las personas que están en su punto de mira están profundamente desestabilizadas ...

... El modo específico de agresión varía según los medios socioculturales y los sectores profesionales. En los sectores de producción, la violencia es más directa, verbal o física. Cuanto más arriba subimos en la jerarquía y en la escala sociocultural, más sofisticadas, perversas y difíciles de advertir son las agresiones ...

... El miedo es el motor esencial que lleva al acoso moral, dado que, en términos generales, es lo que nos convierte en seres violentos: atacamos antes de ser atacados. Agredimos al otro para protegernos de un peligro ...

... Es el miedo a no estar a la altura, el miedo a no complacer al jefe, a que los colegas no le aprecien a uno, el miedo al cambio, también es el miedo a una sanción o a cometer un error profesional que pueda conllevar el despido. Actualmente, dicho miedo es mucho más indirecto que en el pasado. Cada vez es menos habitual ver a un jefe que exija abiertamente la sumisión de sus colaboradores, pero, cuando se elogia la autonomía y el espíritu de iniciativa de los asalariados, lo que se pretende más bien es culpabilizarles. Se les da a entender que sus dificultades se las crean ellos mismos y que son los responsables de los quebraderos de cabeza que puedan tener si no están en conformidad con el sistema. De ese modo, el miedo contribuye a la uniformización y constituye una forma solapada de poner al empleado en vereda ...

... En algunas empresas, la estrategia de gestión del personal descansa completamente sobre el miedo. Los asalariados están siempre a la defensiva y eso repercute de uno al otro extremo de la jerarquía. Es muy difícil hablar de ello porque les da vergüenza expresar un miedo propio de los niños. Los menos sólidos caerán entonces en la tentación de hacer que sus inferiores jerárquicos paguen por la violencia que les infringen a ellos ...

... El miedo que uno le tiene al otro también induce a desconfiar de todo el mundo. Hay que ocultar las propias debilidades por temor a que el otro les saque partido. Hay que atacar antes de ser atacado y, de cualquier modo, considerar al otro como un rival peligroso o un enemigo potencial. Como en estado de legítima defensa, pretendemos desembarazarnos del otro para salvarnos. Los perversos narcisistas son los que más miedo les tienen a los demás. Para ellos, todas las personas a las que no consiguen seducir o someter son potencialmente peligrosas. El miedo nos lleva a demonizar al otro, le atribuimos sentimientos agresivos porque creemos estar en una posición inestable y nos sentimos amenazados. Ello nos puede llevar a acosar a una persona, no tanto por lo que es, sino por lo que imaginamos que es ...

... En ocasiones el miedo engendra la cobardía: es el caso de los perversos narcisistas en sus conductas irrespetuosas por miedo a ser acosados a su vez. El miedo puede nacer sin que existan necesariamente presiones por parte de la jerarquía y suele ser causa de conductas infantiles : miedo a que le riñan a uno, miedo a que le reprendan por una conducta reprochable, miedo a que se descubra una malversación. Cuando se teme que se descubra una falta o una irregularidad , se puede caer en la tentación de deshacerse de los testigos ...”

(*) el resaltado es de mi autoría

Tal vez sea hora de poner en práctica las palabras de Jesús: “No tengas miedo, sólo ten FE”. Pero ¿dónde se compra, se consigue, se encuentra o se halla la FE? ¿Es gratis o cuesta adquirirla? ¿Es para todos o sólo para unos pocos privilegiados? Por mi experiencia, puedo decirles que la FE es un bien común a todos los seres humanos cualquiera sea la creencia o el nombre con el cual se la pueda identificar. Es un atributo del Universo al alcance de quien quiera se anime a Vivir en plenitud, a vivir al calor de las inspiraciones del Corazón, a decidirse por Amar, a elegir el camino de la Unidad más allá de lo que nuestro intelecto pueda conocer o nuestros ojos puedan ver. Es confiar en que la Vida actúa de acuerdo a un orden perfecto que nos incluye. Es, simplemente, sentir en lo más profundo de nuestro SER que “en Dios vivimos, nos movemos y existimos” ...


  
Bendiciones.

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