miércoles, 28 de noviembre de 2012

Manipulación Control Negación ...

En esta ocasión, quiero compartir con ustedes algunas reflexiones acerca de un tema tan afín a los seres humanos como es la manipulación, el control y la negación. En el libro titulado “El libro de los secretos” (el cual me encuentro leyendo) del genial Deepak Chopra (el Doctor Chopra es autor de más de 50 libros traducidos a casi 40 idiomas; es una autoridad internacional en las disciplinas de superación, espiritualidad, medicina cuerpo-mente y desarrollo humano), este Maestro de Maestros, nos presenta una serie de herramientas con las cuales contamos y nos alecciona sobre la forma de utilizarlas, a los fines de transitar el camino del auto-conocimiento; camino que todo “Ser Humano” está invitado a recorrer si quiere llegar a vivir una VIDA PLENA (así con mayúsculas).

(páginas 104 a 107) “... No obstante, así es como la mayoría de las personas intenta domar a la mente. Reciben un mensaje que no les gusta y su reacción es una de estas tres:
Manipulación
Control
Negación
Si los analizas cuidadosamente, resulta claro que estos tres comportamientos se presentan después del hecho: consideran el desorden de la mente como causa de angustia, no como síntoma. Estas supuestas soluciones tienen terribles efectos negativos.
La manipulación (*) consiste en obtener lo que quieres ignorando o dañando los deseos de los demás. Los manipuladores utilizan el encanto personal, la persuasión, la coacción, las artimañas y la falsa información. La idea subyacente es: “Debo engañar a las personas para obtener lo que quiero”. Cuando están realmente inmersos en sus maniobras, los manipuladores incluso llegan a imaginar que están haciendo un favor a sus víctimas. Después de todo, ¿a quién no le gustaría ayudar a una persona tan divertida? Puedes descubrirte cayendo en este comportamiento cuando no escuchas a otras personas, ignoras lo que quieren y crees que tus deseos no tienen un costo para los demás. También hay señales externas. La presencia de un manipulador trae tensión, estrés, quejas y conflicto ante una situación. Algunas personas practican manipulaciones pasivas: montan escenarios del tipo “pobre de mi” para provocar lástima en los demás. O pueden buscar culpables haciéndoles pensar que lo que quieren está mal. La manipulación termina cuando dejas de asumir que tus deseos son lo más importante. Entonces puedes reconectarte con los demás y confiar en que sus deseos pueden coincidir con los tuyos. Cuando no hay manipulación, las personas sienten que lo que desean cuenta. Confían en que estás de su lado; no eres visto como actor o vendedor. Nadie se siente engañado.
El control (*) consiste en imponer tu manera de hacer las cosas a situaciones y personas. El control es la gran máscara de la inseguridad. Quienes utilizan este comportamiento sienten un miedo mortal a dejar a los demás ser como son, así que el controlador constantemente hace exigencias que mantienen a los demás fuera de equilibrio. La idea subyacente es: “Si siguen prestándome atención, no se irán”. Cuando te descubres urdiendo excusas para tu comportamiento y culpando a los demás, o cuando sientes que nadie te agradece o reconoce lo suficiente, la culpa no es de ellos: estás exhibiendo una necesidad de controlar. Las señales externas de este comportamiento provienen de quienes tratas de controlar: se sienten tensos y recelosos, se quejan de no ser escuchados, te llaman perfeccionista o jefe intransigente. El control empieza a capitular cuando aceptas que tu punto de vista no es necesariamente el correcto. Puedes detectar tu necesidad de controlar si adviertes cuando te quejas, culpas, insistes en que sólo tú tienes la razón y esgrimes una excusa tras otra para demostrar que estás libre de culpa. Una vez que dejas de controlarlas, las personas que te rodean empiezan a respirar con libertad, se relajan y se ríen, se sienten libres de ser quienes son sin esperar tu aprobación.
La negación (*) es rehuir el problema en lugar de enfrentarlo. Los psicólogos consideran a la negación el más infantil de los tres comportamientos, porque está íntimamente relacionado con la vulnerabilidad. La persona se siente incapaz de resolver problemas, como un niño. El temor está vinculado con la negación, al igual que una necesidad infantil de amor ante la inseguridad. La idea subyacente es: “No debo considerar lo que, por descontado, no puedo cambiar”. Puedes descubrirte practicando la negación cuando experimentas falta de concentración, fallos de memoria, postergación, renuencia a confrontar a quienes te dañan, fantasía, falsas esperanzas y confusión. La principal señal externa es que los demás no confían en ti o no te buscan cuando se requiere una solución. Al desconcentrarte, la negación te defiende con la ceguera. ¿Cómo se te podría acusar de fallar en algo que ni siquiera ves? La negación se supera enfrentando las verdades dolorosas. El primer paso es expresar cómo te sientes. Para la persona que presenta una profunda negación, los sentimientos que la hagan pensar que está insegura son, en general, los que debe enfrentar. La negación comienza a ceder cuando te sientes concentrado, alerta y dispuesto a participar a pesar de tus temores.
Cada uno de estos comportamientos intenta demostrar un imposible: la manipulación que puedes forzar a cualquiera a hacer lo que quieres; el control que nadie puede rechazarte a menos que tú lo dispongas; la negación que las cosas malas desaparecerán si no las ves. Lo cierto es que las demás personas pueden negarse a hacer lo que quieres, abandonarte sin una buena razón, y provocar problemas, los veas o no. Es imposible predecir durante cuánto tiempo seguiremos intentando demostrar lo contrario, pero sólo cuando admitimos la verdad, el comportamiento termina por completo. ...”

(*) el resaltado es de mi autoría.

“Humanidad” es símbolo de “Unidad”. Tomar “consciencia” de quienes somos verdaderamente abre todas las puertas, allana todos los caminos, atrae la abundancia; en definitiva: nos permite vivir el Paraíso en la Tierra ...


 Bendiciones.

martes, 27 de noviembre de 2012

Palo y a la bolsa ...

Hace unos años, cursando mis estudios del idioma italiano,  gracias al aporte de quien por aquél entonces era nuestra profesora, he podido acceder al conocimiento de una parte de la Historia que, a mi entender, resulta sumamente interesante y que, traducción mediante, hoy les acerco a través de este nuevo compartir.
Mi intención, esta vez, es la de fomentar una sonrisa tímida, una carcajada espontánea o una risa sincera que depare un momento de relax, un momento de distensión. Más allá de las connotaciones socio-culturales de una época que, en mi opinión, denota una gran dureza de corazón con pocas alternativas de sosiego mental, físico y espiritual, observo cuán despiadadas formas de castigo puede elucubrar la mente humana en su afán por impartir justicia.
He titulado este compartir “Palo y a la bolsa” pensando que muchas veces se escucha esta frase. A decir verdad no se bien cuál es su verdadero significado o el origen de esta expresión; pero se me ocurrió que tal vez podría estar vinculada con el uso de una “verga” dura (“verga” en italiano significa vara) toda vez que al reo en cuestión, se lo golpeaba -luego de haber sido introducido en una “bolsa” conjuntamente con una serie de animales- con varas (“verghe” en italiano -se pronuncia vergue-) de color rojo sangre cuya dureza garantizaba la efectividad de la golpiza propinada; varas que eran extraídas de una planta que no gozaba precisamente de una buena reputación (y cuyo nombre científico es “cornus sanguínea”). En tal caso, entiendo que la expresión debería ser “A la bolsa y palo” o “A la bolsa y con la verga dura”. Tal vez, en aquélla época no se usaba el “palo” como en la actualidad y por ello recurrían a la “cornus” (cariñosamente hablando) para acometer ferozmente contra el “horrendo pecador”. En fin, como sea, una costumbre de antaño que -desde mi punto de vista- deja mucho que desear ...

“El suplicio más terrible del derecho romano antiguo era el castigo reservado a quienes asesinaban a sus progenitores. El procedimiento, muy complicado e insólitamente preciso, preveía que el condenado a muerte calzase un par de suecos de madera, tuviese la cabeza cubierta de una capucha confeccionada con piel de lobo y fuese fustigado con varas especiales de color rojo sangre; después de los azotes, el parricida era encerrado en una bolsa de cuero junto a cuatro animales. Los animales eran un perro, un gallo, una serpiente y una mona; la bolsa era tirada al mar o en el curso de agua más próximo. La tradición asigna la implementación de este singular suplicio (llamado “poena cullei”, la “pena de la bolsa”) a Tarquino el Soberbio, que lo aplicó por primera vez con el magistrado romano Marco Atinio, culpable de haber divulgado los secretos de los ritos civiles sagrados. Después de esa primera ejecución, la bolsa fue utilizada para castigar a los acusados de parricidio.
Los elementos del castigo del parricida tienen todos un significado simbólico, que no es siempre fácil de individualizar. Los animales tenían seguramente una función simbólica: contrariamente a lo que habitualmente se piensa (y no obstante alguna rara excepción, como el caso del fiel perro Argo que luego de veinte años reconoció a su patrón Ulises), el perro para los Griegos y para los Romanos no era un simple animal simpático y fiel, sino una bestia inmunda y vil; en la literatura científica de los antiguos, las crías de las víboras tenían la característica de devorar a la madre inmediatamente después de su nacimiento (y esto aludía claramente a la culpa del parricida); el gallo, siempre de acuerdo a los antiguos, asesinaba a las serpientes, y su presencia reproducía, en el interior de la bolsa, la violación de la convivencia civil que el parricida había quebrantado en la ciudad; la mona era considerada una caricatura del hombre, de su rostro bestial.
También el ritual de la ejecución tenía un claro significado: la capucha de piel de lobo indicaba la exclusión del parricida de la sociedad humana y civil; los suecos de madera, separación entre los pies del reo y el suelo, impedían -a quien se había manchado con ese delito horrible- contaminar la tierra; las varas (“verghe” -en italiano y en plural- y “verga” -también en italiano pero en singular-) color rojo sangre pertenecían a una planta, la “cornus sanguínea” que era considerada un árbol “infelix”, “de mal augurio”; la bolsa de cuero protegía el aire, el agua y la tierra del contacto con el inmundo parricida.
El motivo de semejante castigo no era difícil de adivinar. La sociedad romana estaba sustentada en el predominio absoluto del “paterfamilias” (patriarcado), que ejercía un control total sobre sus hijos y sobre todos los miembros de la familia; los antiguos Romanos sostenían incluso que, de todos los hombres, sólo el padre tenía un “genius”, una divinidad protectora de su propia persona. Para una ciudad caracterizada por el culto al padre, no podía existir delito más horrible que el asesinato de un progenitor.”

A veces pareciera que no estamos tan distantes de la aplicación de semejantes suplicios en tiempos en los que las nuevas tecnologías, los avances de la ciencia y la globalización se presentan como los dioses de la fortuna y la felicidad, pero que resultan aún insuficientes a la hora de transitar el sendero que le permita al Ser Humano gozar de una Vida Plena. La Paz sigue siendo, todavía, una utopía que la Humanidad anhela en lo más profundo de su Corazón. Después de tantos siglos, los crímenes se siguen sucediendo y hasta -me atrevo a decir- se han convertido en moneda corriente. El camino del Amor y del Perdón aún espera ser recorrido. Sólo así, podremos recuperar -aquí en la Tierra- el Paraíso perdido ...



Bendiciones.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

El secreto de la Felicidad ...

Hace muchísimos años vivía en la India un sabio, de quien se decía que guardaba en un cofre encantado un gran secreto que lo hacía ser un triunfador en todos los aspectos de su vida y que, por eso, se consideraba el hombre más feliz del mundo.

Muchos reyes, envidiosos, le ofrecían poder y dinero, y hasta intentaron robarlo para obtener el cofre, pero todo era en vano. Mientras más lo intentaban, más infelices eran, pues la envidia no los dejaba vivir. Así pasaban los años y el sabio era cada día más feliz.

Un día, llegó ante el un niño y le dijo:
-Señor, al igual que tú, también quiero ser inmensamente feliz. ¿Porqué no me enseñas qué debo hacer para conseguirlo?
El sabio, al ver la sencillez y la pureza del niño, le dijo:
-A ti te enseñaré el secreto para ser feliz. Ven conmigo y presta mucha atención. En realidad, son dos cofres donde guardo el secreto para ser feliz, y éstos son mi mente y mi corazón, y el gran secreto no es otro que una serie de pasos que debes seguir a lo largo de la vida.

>El primer paso es saber que existe la presencia de Dios en todas las cosas de la vida; por lo tanto, debes amarlo y darle gracias por todas las cosas que tienes.
>El segundo paso es que debes quererte a ti mismo y todos los días, al levantarte y al acostarte, debes afirmar: “Yo soy importante, yo valgo, soy capaz, soy inteligente, soy cariñoso, espero mucho de mí, no hay obstáculo que no pueda vencer”. Este paso se llama autoestima alta.
>El tercer paso es que debes poner en práctica todo lo que dices que eres; es decir, si piensas que eres inteligente, actúa inteligentemente;  si piensas que eres capaz, haz lo que te propones; si piensas que eres cariñoso, expresa tu cariño; si piensas que no hay obstáculos que no puedas vencer, entonces proponte metas en tu vida y lucha por ellas hasta lograrlas. Este paso se llama motivación.
>El cuarto paso es que no debes envidiar a nadie por lo que tiene o por lo que es; ellos alcanzaron su meta, logra tú las tuyas.
>El quinto paso es que no debes albergar en tu corazón rencor hacia nadie; ese sentimiento no te dejará ser feliz ; deja que las leyes de Dios hagan justicia,  y tú perdona y olvida.
>El sexto paso es que no debes tomar las cosas que no te pertenecen; recuerda que, de acuerdo a las leyes de la naturaleza, mañana te quitarán algo de más valor.
>El séptimo paso es que no debes maltratar a nadie; todos los seres del mundo tenemos derecho a que se nos respete y se nos quiera.
>Y, por último, levántate siempre con una sonrisa en los labios; observa a tu alrededor y descubre en todas las cosas el lado bueno y bonito; piensa en lo afortunado que eres al tener todo lo que tienes; ayuda a los demás, sin pensar que vas a recibir nada a cambio; mira a las personas y descubre en ellas sus cualidades y dales también a ellos el secreto para ser triunfador. De esta manera, pueden ser felices.

>Aplica estos pasos y verás qué fácil es ser feliz.

                                                                             
Este hermoso relato fue extraído del libro “Cuentos con Alma” cuya autoría corresponde a Rosario Gómez, quien ha recopilado una serie de cuentos y los ha publicado bajo la denominación de “Cuentos con Alma” y “Más Cuentos con Alma”- Por un mundo mejor. Habiendo tenido la posibilidad de leerlos, puedo afirmar que son verdaderas caricias para el Alma; auténticos “puentes de luz” que -como dice en la contratapa del libro- “... inspiran, enseñan y divierten ... Son historias de AMOR. ...”. Para quien desee sentirse sumamente conmovido en lo más profundo de su Corazón, con lecturas que son un verdadero deleite para el Espíritu, recomiendo no dejar pasar esta oportunidad. Aseguro que ningún lector quedará defraudado.


 
Bendiciones.




martes, 13 de noviembre de 2012

El Ahora o la Eternidad ...


Me parece más que oportuno acercarles a ustedes, en esta ocasión, algunos fragmentos extraídos del libro del genial Eckhart Tolle (nació en Alemania, se graduó en la Universidad de Londres, fue investigador de la Universidad de Cambridge. Producto de una profunda transformación espiritual, cambió el rumbo de su vida. Actualmente es consejero y maestro espiritual), llamado El poder del Ahora. En él, Eckhart nos trasmite todas sus vivencias; compartiendo con toda la Humanidad, aquello que -en mi opinión- es una exacta definición del sentido de la VIDA (así con mayúsculas) y que ha sabido magistralmente internalizar a través de una profunda experiencia de transformación personal.

(página 82-83) “... Habitualmente, el futuro es una réplica del pasado. Son posibles algunos cambios superficiales, pero la transformación real es rara y depende de si usted puede volverse suficientemente presente como para disolver el pasado entrando al poder del Ahora. Lo que usted percibe como futuro es una parte intrínseca de su estado de conciencia ahora. Si su mente lleva una carga pesada de pasado, experimentará más de lo mismo. El pasado se perpetúa a sí mismo por medio de la falta de presencia. La calidad de su conciencia en este momento es lo que agudiza el futuro, que por supuesto sólo puede experimentarse como el Ahora. Usted puede ganar diez millones de dólares, pero ese cambio no tiene más que una profundidad superficial. Simplemente continúa actuando según los mismos patrones condicionados en contextos más lujosos. Los humanos han aprendido a dividir el átomo. En lugar de matar a diez o veinte personas con una maza de madera, una persona puede matar ahora a un millón simplemente apretando un botón. ¿Es como un cambio real?. Si la calidad de su conciencia en este momento es lo que determina el futuro, entonces ¿qué determina la calidad de su conciencia? Su grado de presencia. El único lugar donde puede ocurrir un verdadero cambio y donde puede ser disuelto el pasado es en el Ahora....”

(página 85-86) “... Encuentre <la puerta estrecha que conduce a la vida>. Se llama el Ahora. Reduzca su vida a este momento. Su situación vital puede estar llena de problemas -la mayoría de ellas lo están- pero descubra si tiene algún problema en este momento. No mañana o dentro de diez minutos, sino ahora. ¿Tiene algún problema ahora? Cuando está lleno de problemas, no hay espacio para que entre algo nuevo, no hay espacio para las soluciones. Así que siempre que pueda, abra algo de espacio, para que pueda descubrir al vida que hay oculta en su situación vital. Use sus sentidos plenamente. Esté donde está. Mire a su alrededor. Mire solamente, no interprete. Vea la luz, las formas, los colores, las texturas. Escuche los sonidos; no los juzgue. Escuche el silencio que hay bajo los sonidos. Toque algo -cualquier cosa- y sienta y reconozca su Ser. Observe el ritmo de su respiración, sienta el aire que fluye hacia adentro y hacia fuera, sienta la energía de la vida dentro de su cuerpo. Deje que todo sea dentro y fuera. Permita la condición de ser de todas las cosas. Avance profundamente hacia el Ahora. Usted está dejando atrás el mundo mortal de la abstracción mental, del tiempo. Usted está librándose de la muerte loca que le drena la energía vital y que está envenenando y destruyendo lentamente la Tierra. Usted está despertando del sueño del tiempo al presente. ..."

(página 88-89) “... Mucho de lo que la gente dice, piensa o hace está motivado en realidad por el miedo, que por supuesto siempre está ligado con enfocarse en el futuro y no estar en contacto con el Ahora. Puesto que en el Ahora no hay problemas; tampoco hay miedo. Si surgiera una situación que usted debe solucionar ahora, su acción será clara e incisiva si surge de la conciencia del momento presente. También es más probable que sea efectiva. No será una reacción que surge del condicionamiento pasado de su mente, sino una respuesta intuitiva a la situación. En otros casos, si la mente ligada al tiempo hubiera reaccionado, usted encontraría más efectivo no hacer nada, simplemente permanecer concentrado en el Ahora. ...”


Antes de finalizar este nuevo compartir, quiero invitarlos -esta vez- a que hagamos el intento de darle un nuevo significado a cada acción, a cada hábito con los que vamos entretejiendo el “día a día” en nuestro tránsito por este bendito planeta llamado Tierra. Ahora es “tiempo” de cambio. Ahora es “tiempo” de transformación. Ahora es “tiempo” de evolución constante. “Ahora” es sinónimo de Eternidad ... Y como dice, Eckhart: “Tu estás aquí para permitir que el divino propósito del universo se despliegue. ¡Esa es tu importancia!”.



 Bendiciones.


martes, 6 de noviembre de 2012

A la Salud de Esculapio ...

En esta oportunidad voy a compartir con todos ustedes, algunos fragmentos extraídos del libro titulado “La salud como tarea espiritual”- Actitudes para encontrar un nuevo gusto por la vida, cuya autoría pertenece -en forma conjunta- al padre Anselm Grün (benedictino, maestro espiritual y psicólogo, es autor de numerosos libros en los cuales resalta su agudeza psicológica y su amplio conocimiento experiencial de la vida de oración) y al padre Meinrad Dufner (también monje benedictino). Una vez más Anselm deleita, al lector, con sus precisas reflexiones y su vastísima experiencia de vida. Conocedor del género humano como pocos, se ha convertido en continuo maestro de sus congéneres; a la vez que nos invita a vivir una auténtica transformación a nivel personal, que nos lleve a gozar de una vida plena y fecunda.

(página 11) “... La medicina convencional ha tocado techo. Con gran lujo y aparato técnico combate las enfermedades a medida que van apareciendo pero, descubre al mismo tiempo que no por ello goza el hombre de mejor salud. La medicina científica ha conseguido poner freno eficaz al empuje de muchas enfermedades de tiempos pretéritos, especialmente de tipo infeccioso, pero hacen su aparición otras nuevas, indudablemente en dependencia y relacionadas con nuestro género de vida y nuestra comprensión de la medicina. ... La sociedad apenas puede seguir financiando la salud pública. Los políticos se esfuerzan por contener los costes sin ser capaces de llegar al verdadero núcleo del problema ni a situarse convenientemente frente al concepto de consumo en el ámbito de la salud. ... Es más cómodo culpar y hacer responsables a los médicos y científicos del estado de la sanidad pública que responsabilizarse cada uno y preocuparse de llevar un sano régimen de vida. Cada año se pierden en falsos remedios sumas fabulosas aportadas por la sociedad porque ese dinero se gasta en propaganda de un equivocado estilo de vida: mucha comida y poco ejercicio, abuso de la nicotina y del alcohol, de las tabletas y estupefacientes, excesivas exigencias de la vida en la ilusión de creer que la salud se consigue por medios técnicos y que, por lo tanto, todo el mundo tiene derecho a ella. ... Algunos pioneros de la medicina globalizada recurren a viejos modelos empleados por los antiguos. Porque, en general, nunca se limitó la medicina a curar las enfermedades sin prestar atención al mismo tiempo a las indicaciones de llevar una vida sana. En la antigüedad el principal campo de la medicina era la dietética, ciencia de una vida sana. El arte de esta vida incluía elementos naturales como, por ejemplo, el recto uso de la luz y el aire, de la comida y la bebida, del ejercicio, del descanso, de la ordenación del sueño y la vigilia, de las secreciones, y también de los afectos, los sentimientos y las pasiones del alma. En su estadio primitivo era la medicina también asunto religioso. Los médicos juraban fidelidad a Esculapio, dios de la salud. ...”

(página 15) “... La medicina psicosomática insiste cada vez más en la idea de que las alteraciones somáticas no se producen fortuitamente, así porque sí, ni son meros fenómenos exteriores, sino que reflejan en el exterior corporal fenómenos o situaciones interiores del sujeto sobre deseos y necesidades inconscientes, represiones, marginaciones. El cuerpo exterioriza muchas veces deseos reales que el alma desearía exteriorizar pero no se atreve a aceptarlos y los desplaza. Es por lo tanto muy importante estar atentos al lenguaje exterior del cuerpo para conocerse mejor. ...”

(páginas 16 a 27) “... La enfermedad es un símbolo por el que se expresa el alma. ... El cuerpo está indicando al sujeto, por el lenguaje simbólico de la enfermedad, la situación real, en qué sectores vive en desacuerdo con sus pensamientos, sentimientos y representaciones de una vida plenamente realizada.  ... Hay que preguntar a la enfermedad qué pretende decirnos. La enfermedad es un trastorno somático que apunta a trastornos psíquicos en el interior.  ... Una enfermedad puede ayudar notablemente a descubrir nuestros puntos negativos, las propias sombras. Muchas veces es una enfermedad expresión viva de nuestras carencias, nos descubre qué hemos excluido de nuestra vida. En la enfermedad lo excluido y lo anteriormente reprimido se hace presencia y voz para indicar qué elementos necesitan ser integrados en la vida consciente. ... La enfermedad debe ser considerada, por lo tanto, también en su aspecto positivo por cuanto sugiere a veces la solución más favorable de un problema en un momento dado y ahorra al afectado lo peor en esas circunstancias. ... Esta función positiva de la enfermedad sólo puede ser efectiva si se vive de manera reflexiva, con atención a la enfermedad y a la interpretación de su lenguaje. Uno dice: <estoy hasta las narices> y quiere significar que se siente desbordado. ... Si yo caigo enfermo y presto atención al mensaje de la enfermedad llegaré a comprender mejor mi situación actual y eso me permitirá vivir una vida más auténtica. ...”
“... Prestar atención a las voces de la enfermedad significaría reconciliarse con las propias sombras, con todo lo negativo que cada uno tiene en sí mismo, aceptar las limitaciones no aceptadas anteriormente y vivir con ellas de manera discreta. Comportarse en las necesidades y limitaciones de tal manera que también los demás las entiendan y acepten. La enfermedad vendría a ser una llamada de urgencia a aceptar las propias sombras y a convivir con las propias necesidades. Es al mismo tiempo un reto para iniciar un nuevo estilo de convivencia en el cual cada uno deja al otro espacios abiertos para expresión de sus necesidades, apetencias y deseos. ...”
“... En el comportamiento frente a los síntomas de una enfermedad necesitamos siempre una pizca de buen humor, porque el humor nos libera de la tentación de la vana ilusión de querer liberarnos de la enfermedad necesariamente y a cualquier precio, y de la peor ilusión de creer que para llevar una vida auténtica y plena es necesario gozar de perfecta salud. El amor nos hace más humanos. ...”

 
Bendiciones.