En esta ocasión, quiero compartir con
ustedes algunas reflexiones acerca de un tema tan afín a los seres humanos como es la manipulación, el control y la negación. En el libro titulado “El
libro de los secretos” (el cual me encuentro leyendo) del genial Deepak Chopra
(el Doctor Chopra es autor de más de 50 libros
traducidos a casi 40 idiomas; es una autoridad internacional en las disciplinas
de superación, espiritualidad, medicina cuerpo-mente y desarrollo humano), este
Maestro de Maestros, nos presenta una serie de herramientas con las cuales
contamos y nos alecciona sobre la forma de utilizarlas, a los fines de
transitar el camino del auto-conocimiento; camino que todo “Ser Humano” está
invitado a recorrer si quiere llegar a vivir una VIDA PLENA (así con
mayúsculas).
(páginas 104 a 107) “... No obstante,
así es como la mayoría de las personas intenta domar a la mente. Reciben un
mensaje que no les gusta y su reacción es una de estas tres:
Manipulación
Control
Negación
Si los analizas cuidadosamente, resulta
claro que estos tres comportamientos se presentan después del hecho: consideran
el desorden de la mente como causa de angustia, no como síntoma. Estas
supuestas soluciones tienen terribles efectos negativos.
La manipulación (*) consiste en obtener lo que quieres ignorando o dañando los
deseos de los demás. Los manipuladores utilizan el encanto personal, la
persuasión, la coacción, las artimañas y la falsa información. La idea
subyacente es: “Debo engañar a las personas para obtener lo que quiero”. Cuando
están realmente inmersos en sus maniobras, los manipuladores incluso llegan a
imaginar que están haciendo un favor a sus víctimas. Después de todo, ¿a quién
no le gustaría ayudar a una persona tan divertida? Puedes descubrirte cayendo
en este comportamiento cuando no escuchas a otras personas, ignoras lo que
quieren y crees que tus deseos no tienen un costo para los demás. También hay
señales externas. La presencia de un manipulador trae tensión, estrés, quejas y
conflicto ante una situación. Algunas personas practican manipulaciones
pasivas: montan escenarios del tipo “pobre de mi” para provocar lástima en los
demás. O pueden buscar culpables haciéndoles pensar que lo que quieren está
mal. La manipulación termina cuando dejas de asumir que tus deseos son lo más
importante. Entonces puedes reconectarte con los demás y confiar en que sus
deseos pueden coincidir con los tuyos. Cuando no hay manipulación, las personas
sienten que lo que desean cuenta. Confían en que estás de su lado; no eres
visto como actor o vendedor. Nadie se siente engañado.
El
control (*) consiste
en imponer tu manera de hacer las cosas a situaciones y personas. El control es
la gran máscara de la inseguridad. Quienes utilizan este comportamiento sienten
un miedo mortal a dejar a los demás ser como son, así que el controlador
constantemente hace exigencias que mantienen a los demás fuera de equilibrio.
La idea subyacente es: “Si siguen prestándome atención, no se irán”. Cuando te
descubres urdiendo excusas para tu comportamiento y culpando a los demás, o
cuando sientes que nadie te agradece o reconoce lo suficiente, la culpa no es
de ellos: estás exhibiendo una necesidad de controlar. Las señales externas de
este comportamiento provienen de quienes tratas de controlar: se sienten tensos
y recelosos, se quejan de no ser escuchados, te llaman perfeccionista o jefe
intransigente. El control empieza a capitular cuando aceptas que tu punto de
vista no es necesariamente el correcto. Puedes detectar tu necesidad de
controlar si adviertes cuando te quejas, culpas, insistes en que sólo tú tienes
la razón y esgrimes una excusa tras otra para demostrar que estás libre de
culpa. Una vez que dejas de controlarlas, las personas que te rodean empiezan a
respirar con libertad, se relajan y se ríen, se sienten libres de ser quienes
son sin esperar tu aprobación.
La
negación (*) es
rehuir el problema en lugar de enfrentarlo. Los psicólogos consideran a la
negación el más infantil de los tres comportamientos, porque está íntimamente
relacionado con la vulnerabilidad. La persona se siente incapaz de resolver
problemas, como un niño. El temor está vinculado con la negación, al igual que
una necesidad infantil de amor ante la inseguridad. La idea subyacente es: “No
debo considerar lo que, por descontado, no puedo cambiar”. Puedes descubrirte
practicando la negación cuando experimentas falta de concentración, fallos de
memoria, postergación, renuencia a confrontar a quienes te dañan, fantasía,
falsas esperanzas y confusión. La principal señal externa es que los demás no
confían en ti o no te buscan cuando se requiere una solución. Al
desconcentrarte, la negación te defiende con la ceguera. ¿Cómo se te podría
acusar de fallar en algo que ni siquiera ves? La negación se supera enfrentando
las verdades dolorosas. El primer paso es expresar cómo te sientes. Para la
persona que presenta una profunda negación, los sentimientos que la hagan
pensar que está insegura son, en general, los que debe enfrentar. La negación
comienza a ceder cuando te sientes concentrado, alerta y dispuesto a participar
a pesar de tus temores.
Cada
uno de estos comportamientos intenta demostrar un imposible: la manipulación
que puedes forzar a cualquiera a hacer lo que quieres; el control que nadie
puede rechazarte a menos que tú lo dispongas; la negación que las cosas malas
desaparecerán si no las ves. Lo cierto es que las demás personas pueden negarse
a hacer lo que quieres, abandonarte sin una buena razón, y provocar problemas,
los veas o no. Es imposible predecir durante cuánto tiempo seguiremos
intentando demostrar lo contrario, pero sólo cuando admitimos la verdad, el
comportamiento termina por completo. ...”
(*)
el resaltado es de mi autoría.
“Humanidad”
es símbolo de “Unidad”. Tomar “consciencia” de quienes somos verdaderamente
abre todas las puertas, allana todos los caminos, atrae la abundancia; en
definitiva: nos permite vivir el Paraíso en la Tierra ...
Bendiciones.