martes, 6 de noviembre de 2012

A la Salud de Esculapio ...

En esta oportunidad voy a compartir con todos ustedes, algunos fragmentos extraídos del libro titulado “La salud como tarea espiritual”- Actitudes para encontrar un nuevo gusto por la vida, cuya autoría pertenece -en forma conjunta- al padre Anselm Grün (benedictino, maestro espiritual y psicólogo, es autor de numerosos libros en los cuales resalta su agudeza psicológica y su amplio conocimiento experiencial de la vida de oración) y al padre Meinrad Dufner (también monje benedictino). Una vez más Anselm deleita, al lector, con sus precisas reflexiones y su vastísima experiencia de vida. Conocedor del género humano como pocos, se ha convertido en continuo maestro de sus congéneres; a la vez que nos invita a vivir una auténtica transformación a nivel personal, que nos lleve a gozar de una vida plena y fecunda.

(página 11) “... La medicina convencional ha tocado techo. Con gran lujo y aparato técnico combate las enfermedades a medida que van apareciendo pero, descubre al mismo tiempo que no por ello goza el hombre de mejor salud. La medicina científica ha conseguido poner freno eficaz al empuje de muchas enfermedades de tiempos pretéritos, especialmente de tipo infeccioso, pero hacen su aparición otras nuevas, indudablemente en dependencia y relacionadas con nuestro género de vida y nuestra comprensión de la medicina. ... La sociedad apenas puede seguir financiando la salud pública. Los políticos se esfuerzan por contener los costes sin ser capaces de llegar al verdadero núcleo del problema ni a situarse convenientemente frente al concepto de consumo en el ámbito de la salud. ... Es más cómodo culpar y hacer responsables a los médicos y científicos del estado de la sanidad pública que responsabilizarse cada uno y preocuparse de llevar un sano régimen de vida. Cada año se pierden en falsos remedios sumas fabulosas aportadas por la sociedad porque ese dinero se gasta en propaganda de un equivocado estilo de vida: mucha comida y poco ejercicio, abuso de la nicotina y del alcohol, de las tabletas y estupefacientes, excesivas exigencias de la vida en la ilusión de creer que la salud se consigue por medios técnicos y que, por lo tanto, todo el mundo tiene derecho a ella. ... Algunos pioneros de la medicina globalizada recurren a viejos modelos empleados por los antiguos. Porque, en general, nunca se limitó la medicina a curar las enfermedades sin prestar atención al mismo tiempo a las indicaciones de llevar una vida sana. En la antigüedad el principal campo de la medicina era la dietética, ciencia de una vida sana. El arte de esta vida incluía elementos naturales como, por ejemplo, el recto uso de la luz y el aire, de la comida y la bebida, del ejercicio, del descanso, de la ordenación del sueño y la vigilia, de las secreciones, y también de los afectos, los sentimientos y las pasiones del alma. En su estadio primitivo era la medicina también asunto religioso. Los médicos juraban fidelidad a Esculapio, dios de la salud. ...”

(página 15) “... La medicina psicosomática insiste cada vez más en la idea de que las alteraciones somáticas no se producen fortuitamente, así porque sí, ni son meros fenómenos exteriores, sino que reflejan en el exterior corporal fenómenos o situaciones interiores del sujeto sobre deseos y necesidades inconscientes, represiones, marginaciones. El cuerpo exterioriza muchas veces deseos reales que el alma desearía exteriorizar pero no se atreve a aceptarlos y los desplaza. Es por lo tanto muy importante estar atentos al lenguaje exterior del cuerpo para conocerse mejor. ...”

(páginas 16 a 27) “... La enfermedad es un símbolo por el que se expresa el alma. ... El cuerpo está indicando al sujeto, por el lenguaje simbólico de la enfermedad, la situación real, en qué sectores vive en desacuerdo con sus pensamientos, sentimientos y representaciones de una vida plenamente realizada.  ... Hay que preguntar a la enfermedad qué pretende decirnos. La enfermedad es un trastorno somático que apunta a trastornos psíquicos en el interior.  ... Una enfermedad puede ayudar notablemente a descubrir nuestros puntos negativos, las propias sombras. Muchas veces es una enfermedad expresión viva de nuestras carencias, nos descubre qué hemos excluido de nuestra vida. En la enfermedad lo excluido y lo anteriormente reprimido se hace presencia y voz para indicar qué elementos necesitan ser integrados en la vida consciente. ... La enfermedad debe ser considerada, por lo tanto, también en su aspecto positivo por cuanto sugiere a veces la solución más favorable de un problema en un momento dado y ahorra al afectado lo peor en esas circunstancias. ... Esta función positiva de la enfermedad sólo puede ser efectiva si se vive de manera reflexiva, con atención a la enfermedad y a la interpretación de su lenguaje. Uno dice: <estoy hasta las narices> y quiere significar que se siente desbordado. ... Si yo caigo enfermo y presto atención al mensaje de la enfermedad llegaré a comprender mejor mi situación actual y eso me permitirá vivir una vida más auténtica. ...”
“... Prestar atención a las voces de la enfermedad significaría reconciliarse con las propias sombras, con todo lo negativo que cada uno tiene en sí mismo, aceptar las limitaciones no aceptadas anteriormente y vivir con ellas de manera discreta. Comportarse en las necesidades y limitaciones de tal manera que también los demás las entiendan y acepten. La enfermedad vendría a ser una llamada de urgencia a aceptar las propias sombras y a convivir con las propias necesidades. Es al mismo tiempo un reto para iniciar un nuevo estilo de convivencia en el cual cada uno deja al otro espacios abiertos para expresión de sus necesidades, apetencias y deseos. ...”
“... En el comportamiento frente a los síntomas de una enfermedad necesitamos siempre una pizca de buen humor, porque el humor nos libera de la tentación de la vana ilusión de querer liberarnos de la enfermedad necesariamente y a cualquier precio, y de la peor ilusión de creer que para llevar una vida auténtica y plena es necesario gozar de perfecta salud. El amor nos hace más humanos. ...”

 
Bendiciones.

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