En esta oportunidad voy a compartir con
todos ustedes, algunos fragmentos extraídos del libro titulado “La salud
como tarea espiritual”- Actitudes para encontrar un nuevo gusto por la vida,
cuya autoría pertenece -en forma conjunta- al padre Anselm Grün
(benedictino, maestro espiritual y psicólogo, es autor de numerosos libros en
los cuales resalta su agudeza psicológica y su amplio conocimiento experiencial
de la vida de oración) y al padre Meinrad Dufner (también monje benedictino).
Una vez más Anselm deleita, al lector, con sus precisas reflexiones y su
vastísima experiencia de vida. Conocedor del género humano como pocos, se ha
convertido en continuo maestro de sus congéneres; a la vez que nos invita a
vivir una auténtica transformación a nivel personal, que nos lleve a gozar de
una vida plena y fecunda.
(página 11) “... La medicina convencional
ha tocado techo. Con gran lujo y aparato técnico combate las enfermedades a
medida que van apareciendo pero, descubre al mismo tiempo que no por ello goza
el hombre de mejor salud. La medicina científica ha conseguido poner freno
eficaz al empuje de muchas enfermedades de tiempos pretéritos, especialmente de
tipo infeccioso, pero hacen su aparición otras nuevas, indudablemente en dependencia
y relacionadas con nuestro género de vida y nuestra comprensión de la medicina.
... La sociedad apenas puede seguir financiando la salud pública. Los políticos
se esfuerzan por contener los costes sin ser capaces de llegar al verdadero
núcleo del problema ni a situarse convenientemente frente al concepto de
consumo en el ámbito de la salud. ... Es más cómodo culpar y hacer responsables
a los médicos y científicos del estado de la sanidad pública que
responsabilizarse cada uno y preocuparse de llevar un sano régimen de vida.
Cada año se pierden en falsos remedios sumas fabulosas aportadas por la
sociedad porque ese dinero se gasta en propaganda de un equivocado estilo de
vida: mucha comida y poco ejercicio, abuso de la nicotina y del alcohol, de las
tabletas y estupefacientes, excesivas exigencias de la vida en la ilusión de
creer que la salud se consigue por medios técnicos y que, por lo tanto, todo el
mundo tiene derecho a ella. ... Algunos pioneros de la medicina globalizada
recurren a viejos modelos empleados por los antiguos. Porque, en general, nunca
se limitó la medicina a curar las enfermedades sin prestar atención al mismo
tiempo a las indicaciones de llevar una vida sana. En la antigüedad el
principal campo de la medicina era la dietética, ciencia de una vida sana. El
arte de esta vida incluía elementos naturales como, por ejemplo, el recto uso
de la luz y el aire, de la comida y la bebida, del ejercicio, del descanso, de
la ordenación del sueño y la vigilia, de las secreciones, y también de los
afectos, los sentimientos y las pasiones del alma. En su estadio primitivo era
la medicina también asunto religioso. Los médicos juraban fidelidad a
Esculapio, dios de la salud. ...”
(página
15) “... La medicina psicosomática insiste cada vez más en la idea de que las
alteraciones somáticas no se producen fortuitamente, así porque sí, ni son
meros fenómenos exteriores, sino que reflejan en el exterior corporal fenómenos
o situaciones interiores del sujeto sobre deseos y necesidades inconscientes,
represiones, marginaciones. El cuerpo exterioriza muchas veces deseos reales
que el alma desearía exteriorizar pero no se atreve a aceptarlos y los
desplaza. Es por lo tanto muy importante estar atentos al lenguaje exterior del
cuerpo para conocerse mejor. ...”
(páginas
16 a 27) “... La enfermedad es un símbolo por el que se expresa el alma. ... El
cuerpo está indicando al sujeto, por el lenguaje simbólico de la enfermedad, la
situación real, en qué sectores vive en desacuerdo con sus pensamientos,
sentimientos y representaciones de una vida plenamente realizada. ... Hay que preguntar a la enfermedad qué
pretende decirnos. La enfermedad es un trastorno somático que apunta a
trastornos psíquicos en el interior.
... Una enfermedad puede ayudar notablemente a descubrir nuestros puntos
negativos, las propias sombras. Muchas veces es una enfermedad expresión viva
de nuestras carencias, nos descubre qué hemos excluido de nuestra vida. En la
enfermedad lo excluido y lo anteriormente reprimido se hace presencia y voz para
indicar qué elementos necesitan ser integrados en la vida consciente. ... La
enfermedad debe ser considerada, por lo tanto, también en su aspecto positivo
por cuanto sugiere a veces la solución más favorable de un problema en un
momento dado y ahorra al afectado lo peor en esas circunstancias. ... Esta
función positiva de la enfermedad sólo puede ser efectiva si se vive de manera
reflexiva, con atención a la enfermedad y a la interpretación de su lenguaje.
Uno dice: <estoy hasta las narices> y quiere significar que se siente
desbordado. ... Si yo caigo enfermo y presto atención al mensaje de la
enfermedad llegaré a comprender mejor mi situación actual y eso me permitirá
vivir una vida más auténtica. ...”
“...
Prestar atención a las voces de la enfermedad significaría reconciliarse con
las propias sombras, con todo lo negativo que cada uno tiene en sí mismo,
aceptar las limitaciones no aceptadas anteriormente y vivir con ellas de manera
discreta. Comportarse en las necesidades y limitaciones de tal manera que
también los demás las entiendan y acepten. La enfermedad vendría a ser una
llamada de urgencia a aceptar las propias sombras y a convivir con las propias
necesidades. Es al mismo tiempo un reto para iniciar un nuevo estilo de
convivencia en el cual cada uno deja al otro espacios abiertos para expresión
de sus necesidades, apetencias y deseos. ...”
“...
En el comportamiento frente a los síntomas de una enfermedad necesitamos
siempre una pizca de buen humor, porque el humor nos libera de la tentación de
la vana ilusión de querer liberarnos de la enfermedad necesariamente y a
cualquier precio, y de la peor ilusión de creer que para llevar una vida
auténtica y plena es necesario gozar de perfecta salud. El amor nos hace más
humanos. ...”
Bendiciones.
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