viernes, 29 de agosto de 2014

Mi Querido Viejo ...


En tu andar cotidiano
hoy de paso cansino
aún, oculto, en los años
percibo al Soplo Divino.

Nadie sabe la hora,
ni conoce bien el día
en que el cuerpo que moras,
ya no albergue más Vida.

Dolor en el Alma
para quien siga vivo;
uno ya se adelanta,
otro aún es cautivo.

Las palabras nos sobran
si el entorno enmudece,
sólo quedan las obras
cuando el cielo oscurece.

Juventud y belleza
un divino tesoro,
van gestando grandeza
en su cuna de oro.

Ya no son esos años
los que marcan tu tiempo,
más allá de los daños
es tu cuerpo, aún, tu templo.

Soy tu apoyo viviente
en tus días de otoño,
ayer fuiste simiente
cuando yo era un retoño.

Mientras fui chiquilina
muchas veces me distraje;
de tu férrea disciplina
aprendí a tener coraje.

Me convertí en adulta,
fui quitándome las culpas,
hice miles de preguntas,
fueron menos las disculpas.

Te juzgué y fui juzgada,
hasta que caí en la cuenta
de la trampa disfrazada,
bajo el traje de una afrenta
el orgullo se escondía,
la batalla me ganaba
¡cuán herida me sentía!
al Corazón, poco escuchaba.

La distancia arreciaba,
las rencillas nos vencían;
la Vida así desperdiciaba
¡toda el Alma me dolía!.

Fue Dios el que intervino
con su mano poderosa,
allanando los caminos,
y mis plegarias, fervorosas.

Los momentos compartidos
agradezco hoy a la Vida,
los que aún no hemos vivido
los ansío cada día.

Cuando debas partir
será un día de Gloria,
es al nacer y al morir
que se forja nuestra historia;
más allá de tu partida
continúa mi camino,
peregrina de esta Vida,
labradora de un destino.


Bendiciones.

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