En tu andar cotidiano
hoy de paso cansino
aún, oculto, en los años
percibo al Soplo Divino.
Nadie
sabe la hora,
ni
conoce bien el día
en
que el cuerpo que moras,
ya
no albergue más Vida.
Dolor
en el Alma
para
quien siga vivo;
uno ya
se adelanta,
otro
aún es cautivo.
Las palabras nos sobran
si el entorno enmudece,
sólo quedan las obras
cuando el cielo oscurece.
Juventud
y belleza
un
divino tesoro,
van
gestando grandeza
en
su cuna de oro.
Ya no
son esos años
los
que marcan tu tiempo,
más
allá de los daños
es tu
cuerpo, aún, tu templo.
Soy tu apoyo viviente
en tus días de otoño,
ayer fuiste simiente
cuando yo era un retoño.
Mientras fui chiquilina
muchas
veces me distraje;
de
tu férrea disciplina
aprendí
a tener coraje.
Me
convertí en adulta,
fui
quitándome las culpas,
hice
miles de preguntas,
fueron
menos las disculpas.
Te juzgué y fui juzgada,
hasta que caí en la cuenta
de la trampa disfrazada,
bajo el traje de una afrenta
el orgullo se escondía,
la batalla me ganaba
¡cuán herida me sentía!
al Corazón, poco escuchaba.
La
distancia arreciaba,
las
rencillas nos vencían;
la
Vida así desperdiciaba
¡toda
el Alma me dolía!.
Fue
Dios el que intervino
con su
mano poderosa,
allanando
los caminos,
y mis
plegarias, fervorosas.
Los momentos compartidos
agradezco hoy a la Vida,
los que aún no hemos vivido
los ansío cada día.
Cuando
debas partir
será
un día de Gloria,
es
al nacer y al morir
que
se forja nuestra historia;
más
allá de tu partida
continúa
mi camino,
peregrina
de esta Vida,
labradora
de un destino.
Bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario