martes, 9 de septiembre de 2014

Un Faro Muy Especial ...


Hace un tiempo,  leí un relato que me pareció por demás ilustrativo del peligro que entraña dejarse llevar por la soberbia. En un intento por recordar -lo más fielmente posible- la estructura del mismo y de transmitir su espíritu, voy a reproducirlo a continuación:

“Era noche cerrada y por altavoz, se escuchaba desde lejos: <se solicita al capitán del barco que desvíe su curso>. Dicho capitán, ofuscado por la pretensión de realizar una maniobra que él no había ordenado, replicó diciendo: <¡en ejercicio de la autoridad que me ha sido conferida y en mi condición de capitán del barco, le ordeno que sea usted quien se haga a un lado!>. En dirección contraria, se volvió a escuchar por altavoz: <se solicita respetuosamente al capitán del barco que desvíe su curso>. El capitán, para entonces fuera de sí, replicó muy duramente pero -esta vez- agregando una serie de insultos e improperios muy poco dignos -por decirlo de alguna manera- de su rango. Fue entonces que, por última vez, se escuchó decir por altavoz: <se informa al señor capitán del barco, con el  mayor de los respetos que la autoridad que le ha sido conferida me merece,  que la solicitud para que desvíe el curso del barco obedece a una poderosa razón: estamos en un faro>.”

¡Qué importante es tener la humildad suficiente para poder escuchar una advertencia hecha a tiempo! ¡Qué peligroso se torna cuando la soberbia nubla el entendimiento y nuestra mente conecta con la humillación! ¡Cuántas veces creemos que nuestro prestigio es rebajado frente a una voz que nos invita a revisar el curso de nuestro viaje, en pos de nuestro beneficio!

Me pareció muy interesante reflexionar sobre el particular. A todos nos puede suceder; de hecho, creo a todos nos ha sucedido alguna vez en nuestra vida. Si analizamos el curso de los acontecimientos a gran escala, podremos observar que nuestro bendito planeta Tierra se halla amenazado por algo mucho más grande que desastres naturales: se halla amenazado por el accionar de los “Seres Humanos”. Somos absolutos responsables de aquello que nos acontece. Personalmente, creo que estamos muy lejos de poder darnos el lujo de seguir transitando los caminos de la violencia, el miedo, la soberbia, la indiferencia;  en definitiva, el camino del des-Amor.

Día tras día, las noticias que llegan a nuestros oídos -de todas partes de mundo- dan cuenta de una insatisfacción creciente que lleva a toda clase de desmanes, actos de abuso, destrucción, perversión. La enajenación y la alienación están al tope del ranking de las acciones humanas. Y yo me pregunto: ¿no será que la “des-Humanización” nos ha llevado a semejante comportamiento? Un aforismo que leí en un libro de José Narosky dice que: “Las fieras no pueden comprender la ferocidad del hombre”. Bien por José. Coincido.

Quizás, haya llegado el momento de cuestionarnos seriamente el sentido de nuestra vida. ¿Estamos respondiendo a nuestra “Verdadera Esencia”? Mario Benedetti nos ha dejado una excelente reflexión: “Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano es intentar sacar de la cabeza aquello que no sale del corazón”. Bien por Mario. Coincido nuevamente.

Tal vez, sea tiempo de re-inventarse a uno mismo. Tal vez, sea tiempo de llamarnos a una profunda re-visión en todo sentido. Tal vez, sea tiempo de soltar las amarras que nos atan, nos esclavizan y nos impiden ser “Verdaderamente Libres”.

Hoy quiero invitarlos a que se animen a cuestionarse; a que se animen a sentirse; a que se animen a re-conocerse; a que se animen a superarse. Yo creo que es una meta posible. Si cada uno de nosotros empieza a transformarse personalmente, todo lo demás seguirá nuestros pasos. Tengamos siempre presente que “TODO ES UNO”, “TODOS SOMOS UNO” ...




Bendiciones.

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