En
esta oportunidad, quiero acercarlos a otra “Obra Maestra” de ese gran “Maestro”
de nuestro tiempo, llamado Deepak Chopra (autor de numerosos libros traducidos
a más de 35 idiomas, incluye varios “best seller” en su haber y está
considerado por la Revista Time
como uno de los 100 héroes e íconos más importantes del siglo, acreditándolo
como “el poeta-profeta de la medicina alternativa”). Luego esta breve reseña
acerca de su persona (es un Ser Humano de una magnitud tan grande que sólo unas
pocas palabras son suficientes para definirlo), les comento que estoy
finalizando la lectura del libro -por supuesto de su autoría- titulado ¿De
qué se ríe Dios? – El sendero hacia el gozo y el optimismo espiritual. Muy
acostumbrada a maravillarme con cada una de sus obras -por fortuna para mí-
sigo haciéndolo con cada libro suyo que leo, como si fuera la primera vez.
Talento. Genialidad. Sencillez. Encanto. Sabiduría ... y tanto más que, justamente por este motivo, me parece
apropiado abreviar cualquier comentario de mi parte para ir directamente al
compartir.
A
modo de resumen, me parece -entonces- muy oportuno citar un párrafo que puede
leerse en la contratapa del libro: “...Rico en humor y en conceptos
prácticos, ¿De qué se ríe Dios? nos demuestra que siempre hay razones para ser agradecidos, que cada
posibilidad entraña una promesa de abundancia y que los obstáculos sólo son
oportunidades disfrazadas. Al final, en realidad no necesitamos una razón para
ser felices, el poder de la felicidad yace en nuestro interior y sólo espera
ser liberado.”
(página
32)
“...
Un ateo nada en el océano cuando ve la aleta de un enorme tiburón blanco. En su
desesperación, el hombre grita: <¡Dios, sálvame!>
De
pronto, todo se congela, los cielos se abren y una voz dice: <¿Por qué
debería salvarte? Tú no crees en mí>.
El
ateo tiene una idea: <Tal vez puedas hacer que el tiburón crea en ti>.
<Muy
bien.>
Los
cielos se cierran de nuevo y de pronto el tiburón se dirige hacia el ateo. De
manera abrupta, el tiburón se detiene, junta las aletas y comienza a rezar. El
ateo se sorprende.
<Funcionó.
Este tiburón cree en Dios.>
Justo
en ese momento, el hombre escucha que el tiburón murmura: <Oh, Dios, haznos
dignos de los alimentos que vamos a recibir>. ...
(páginas
141 a 172)
“...
El sendero hacia el gozo: diez principios de optimismo espiritual
- La respuesta más saludable a la vida es la risa
- Siempre existe una razón para sentirte agradecido
- Tú perteneces al esquema del universo. No hay nada que temer. Estás a salvo.
- Tu alma valora todos los aspectos de tu vida
- Existe un plan y tu alma sabe cuál es
- El éxtasis es la energía del espíritu. Cuando la vida fluye, el éxtasis es natural
- Existe una solución creativa para cada problema. Cada posibilidad entraña una promesa de abundancia.
- Los obstáculos son oportunidades disfrazadas
- La evolución es la guía en el camino a través del deseo
- Libertad significa dejar ir ...
[...]
La mayoría de nosotros contamos con bastante conocimiento personal del mundo
material pero muy poco conocimiento personal de Dios. Dios tiene que darnos muchas
pruebas.
[...] En otras palabras, hacerte consciente de Dios no es cualquier
cosa. Puede tomar una vida entera, si eres lo bastante afortunado.
[...]
La manera de escapar de una vida sometida a un Dios que un día brinda placer y
dolor al siguiente es darnos cuenta de que Dios no es una persona. Sólo decimos
que Dios es <El> porque nuestra mente s resiste a pensar en Dios como una
abstracción total. La verdad es que, al ser total, Dios tiene que ser
abstracto. Tú no puedes envolver el Todo con tu mente. Por el contrario,
envolvemos con nuestra mente las cosas que notamos y en las cuales elegimos
creer.
[...]
El mundo externo afirma ser real, pero también es una imagen creada en
conciencia y proyectada hacia fuera. Una vez que te hagas consciente de que tú
eres el proyector de la realidad, ya nunca más serás dominado por los
acontecimientos externos. Podrás corregir el error que yace en la raíz misma de
la victimización: la creencia de que la película te controla en lugar de lo
contrario.
[...]
Tú y yo somos hijos de una era en la cual el simple hecho de estar vivos parece
significar, sin duda alguna, que corremos el máximo riesgo. Como resultado, nos
convertimos en presas de la ansiedad acerca de quiénes somos y adónde
pertenecemos.
[...] El hecho de que la vida no esté libre de riesgos por
completo no cambia el hecho de que es guiada por decisiones tomadas en el nivel
del alma. La voz del temor intenta convencerte de que eres una víctima desvalida
de la casualidad. Lo opuesto es lo verdadero. En el nivel más profundo, el
nivel del alma, tú eres el autor de todo lo que te sucede.
[...]
Todos sabemos que la vida tiene sus altas y sus bajas y que nuestro sentido de
valor personal se eleva o desciende de igual manera. Napoleón fue un titán
cuando logró la victoria en los campos de batalla pero se redujo a ser sólo un
tonto después de Waterloo. En un mundo de cambios, nosotros, personas guiadas
por el ego, parecemos ser simples marionetas ante cada capricho de las
circunstancias. Sin embargo, desde el punto de vista del alma, el cambio ocurre
en contraposición al escenario del no cambio; el funcionamiento de la
existencia es eterno, inamovible, estable e incluyente con todo.
[...]
Todos formamos parte del plan divino y, dado que Dios está dentro de ti, tú
tienes el derecho absoluto de elegir tu participación en dicho plan. ¿Cómo
funciona ese plan en términos prácticos? Una característica central es el tema
de la percepción. Cuando eras un bebé, te percibías a ti mismo de manera muy
limitada. Lo que no podías solucionar o comprender pasaba a ser responsabilidad
de tu padre o de tu madre. Ellos te alimentaron hasta que pudiste hacerlo solo,
te dieron un refugio hasta que pudiste dártelo a ti mismo, etcétera. A medida
que te volviste más capaz, cambió tu sentido de dónde estabas parado en
relación con el mundo. En otras palabras, cada paso hacia la autosuficiencia
cambió tu percepción. El plan divino es igual. Al principio, el poder personal
es muy limitado. El ego asume que debe proveer y lo hace a través de tomar lo
que quiere y rechazar lo que no quiere. En este nivel, la percepción se limita
al individuo y la amplitud de la visión es reducida. Lo que beneficie al
<yo, mi y mío> es todo lo que importa. Al ego no le interesa cómo se
interconecta el ser con todo lo demás. Resulta irónico que es justo en este
nivel, donde le damos a las fuerzas externas la autoridad de dictar los
sucesos, que el ego se siente más poderoso.
[...]
En un nivel burdo, si una persona desea una manzana debe trabajar para ganar el
dinero necesario para poder comprarla. En un nivel más sutil, si esa persona
desea una manzana, sucede que alguien llega al mismo lugar con una manzana
disponible. En el nivel más sutil, si la persona desea una manzana, la manzana
aparece. El ego, y el mundo en general, sólo cree en el nivel burdo de la
energía, pero todos experimentamos energías sutiles de tanto en tanto: los
deseos se vuelven realidad, los anhelos se manifiestan y hay fuerzas invisibles
que parecen entrar en juego.
[...]
La sociedad moderna se orienta hacia la solución de problemas. No faltan
personas con iniciativa que se dedican a encontrar nuevas maneras de hacer las
cosas y no escasea la creencia en que el progreso no puede detenerse. Sin
embargo, gran parte de esta confianza es una distracción. Al enfocarnos en la
siguiente tecnología, la siguiente maravilla de la ingeniería, el siguiente
descubrimiento médico, perdemos de vista problemas más profundos que no ofrecen
soluciones. Buda señaló el problema del sufrimiento; Jesús, el problema del
pecado y de la falta de amor; Gandhi, la ausencia de paz en un mundo de
violencia. ¿Qué tipo de nueva tecnología me impedirá atacar a mi enemigo? ¿Qué
tipo de descubrimiento médico me permitirá amar a mi prójimo como a mí mismo?
Puedes mirar a tu alrededor y darte cuenta de lo inútiles que han sido las
soluciones externas. Crimen, hambruna, guerra, epidemias y pobreza aún nos
azotan; si embargo, la sociedad intenta resolver esos problemas con dinero una
y otra vez, como si una solución fallida fuera a tener éxito con sólo pensar en
ella. En el sendero espiritual descubres que todos los problemas tienen su
origen en la conciencia; por tanto, la solución es un cambio de conciencia. Si
fueras feliz en el nivel del alma, en total acuerdo con Dios, ¿cómo sería? En
pocas palabras, sería sin esfuerzo. Para ser feliz en el nivel del alma
requieres de tres cosas: Actuar sin esfuerzo – Sentir
gozo en lo que haces – Que tus acciones den resultados.
Estos tres requerimientos deben trabajar juntos si quieres experimentar la
felicidad que quiere Dios. Esto se demuestra en el mundo natural, donde cada
criatura actúa de manera espontánea y, no obstante, cada acción sustenta todo
el sistema ecológico. Sin embargo, en mayor medida, los seres humanos residimos
en un paisaje mental. Nuestra visión de nosotros mismos gobierna sobre lo que
hacemos; el ambiente físico ocupa el segundo lugar, si acaso, y esperamos que
se adapte a nuestra demandas.
[...]
Tal vez pienses que son necesarios esfuerzos heroicos para resolver los
problemas que enfrentamos. En términos espirituales, lo contrario es lo cierto.
La visión del alma no se relaciona con la lucha y la falta de resultados; es
decir, no se enfoca en el fracaso. Sólo necesitas medir tus acciones con base
en las tres condiciones sencillas que ya mencioné: ¿Actúo
con facilidad y sin luchar? - ¿Disfruto de lo que hago? - ¿Se presentan los
resultados de acuerdo con las acciones?
Tu respuesta afirmativa significa que en el nivel espiritual has tomado el
camino correcto; tu respuesta negativa significa que no es así.
[...]
Cada paso hacia la conciencia de Dios beneficia a la humanidad en su totalidad.
[...] En cierta ocasión le preguntaron a un famoso compositor de Broadway cómo
creaba su maravillosa música. Se sabía que solía estacionar su auto en la
orilla del camino, en medio de la saturada corriente de tránsito, para componer
una canción exitosa. ¿Cuál era su secreto? <Esperar, dejarse llevar y
obedecer>, respondió. Exacto.
[...]
El mundo visible, en todos sus detalles, es un símbolo de Dios. Puedes mirar el
cielo un cálido día de junio, permanecer atento a un partido de fútbol por
televisión o contemplar el sueño de tu hijo en su cuna. Lo que sea que te
cautive también intenta despertarte. Un amigo mío lo expresa de manera cruda:
<Si no sabes hacia dónde vas, no importa donde comiences>. Un impulso de
amor, si lo sigues adonde te lleve, se hará más rico e intenso y al final se
revelará como divino. Un impulso de gratitud hará lo mismo, al igual que la
compasión, la gentileza, la caridad, la fe, la devoción, el aprecio, el arte y
la ciencia. Dondequiera que la mente humana quiera expandirse, Dios esperará al
final de la línea.
[...]
Tus energías estancadas te obligan a ser una persona que ya no existe: el niño
enojado carente de amor, el niño asustado que no se siente seguro. El pasado es
una guía falsa hacia el futuro y, sin embargo, la mayoría de nosotros
dependemos de él. Si profundizas lo suficiente, podrás liberarte del tiempo
mismo. De esa liberación depende la libertad por excelencia. Toda la historia
humana descansa en ti. Tuyo es el sufrimiento del mundo y sus penas, su temor y
su ira. Algunos individuos podrían sentirse desesperanzados al escuchar esta
verdad pero, ¿por qué no sentir gozo? Pensar que al liberarte a ti mismo
liberas al mundo. ¿Existe un logro más notable? En alguna ocasión leí que
Jesús, Buda y todos los santos y sabios existen por una razón: <para
precipitar la realidad sobre la Tierra>. En ese momento vi a la humanidad
como una pirámide gigante, con cada persona firme en su lugar único e
individual. Dios desciende a la Tierra como fresca lluvia de primavera y su
gracia se recibe de manera distinta en cada nivel. Unos sienten que es amor, y
otros, salvación. En un nivel se siente como seguridad y calidez; en otro, como
llegar a casa. No estoy seguro del sitio al cual pertenezco en la pirámide
porque he elegido ser un escalador. Me obligo a mantenerme en ascenso,
inspirado por vistazos ocasionales del nivel de conciencia que debo alcanzar.
Algún día llegaré a la cima. En esa altura esotérica dudo encontrarme una
imagen de Buda o de Cristo o de quienquiera que haya sido bendito con llegar
antes que yo. Ellos se habrán desvanecido en el éter. Sobre mí estará sólo la vasta
extensión del Todo, la infinita plenitud del gozo de Dios. Sin embargo, mi
impulso no será mirar hacia arriba, y no porque tema mirar cara a cara a lo
divino. En lugar de eso, quiero mirar hacia abajo porque tú vendrás detrás de
mí, sólo unos cuantos pasos atrás. Por fin nos contemplaremos uno al otro bajo
la luz de Dios. En ese momento de reconocimiento, lo que sólo puedo describir
como amor se elevará como una aurora infinita.”
Creo que llegados a este punto, queda poco y nada por agregar. Deepak ya nos lo ha dicho todo. Considero que mi humilde aporte consiste hoy en acercarlos al conocimiento de esta magnígifica obra cuya lectura recomiendo. Es mi anhelo más profundo, que este libro pueda llegar -algún día- a ser leído por cada integrante de esta gran familia llamada "Humanidad". ¡Que así sea!.
Bendiciones.
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