Podría
la Luna
ocultar
su mirada,
lanzarse
a la fuga
una
noche estrellada.
El
Sol se pondría
en
el día a buscarla:
mil
vueltas daría
sin
poder encontrarla.
Las
Nubes celosas
negarían
su ayuda;
las
Estrellas, ociosas,
callarían,
sin duda.
El
Cielo, fiel guardián
de
los astros más preciosos,
sonreiría
cual sultán
en
su trono más glorioso.
El
Agua en su camino
elegiría
reflejarla,
amparándose
en el sino
con
deseos de encontrarla.
El
Viento veloz
saldría
a buscarla,
alzando
su voz,
resonando,
al llamarla.
El
fuego en su ambición
desmedida
de encontrarla,
llegaría
a su extinción
en
su afán por abrazarla.
El
Día acudiría
con
su Luz potente y blanca;
muy
a gusto brillaría
sin
perder Fe y Esperanza.
De
tal modo llegaría
una
Noche a encontrarla:
con
gran algarabía
jugueteando
con el Alba.
Claro
de Luna
que
vives en calma,
meciendo
en tu cuna
al
Amor de mi Alma.
Por
siempre que vivan
la
Luna y el Sol,
y
el Amor que cautiva
a
cualquier Corazón.
Bendiciones.
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