En mi compartir anterior -que he titulado "Mindfulnes: un antídoto para vencer el miedo y la ansiedad"- he intentado acercarlos (para quien aún no la hubiera descubierto) a una práctica denominada precisamente "Mindfulness". Cabe aclarar que hasta ese entonces, a mí me resultaba absolutamente desconocida dicha práctica. Y a medida que iba dando lectura al libro “Mindfulness en la era del miedo y la
ansiedad” – El arte de elegir la paz de Clara Badino (diferentes procesos
de enfermedad la acercaron a las prácticas psicofísicas del yoga y la
meditación; es embajadora de esta práctica en la Argentina donde imparte
entrenamientos -desde hace años- en la Asociación Visión Clara, siendo éste su primer libro) me iba maravillando cada vez más por los extraordinarios beneficios que esta práctica garantizaba.
Avanzada en la lectura del libro y casi a punto de llegar al final del mismo, me he sentido motivada a compartir con todos ustedes, una propuesta que Clara nos hace en las páginas 128 a 132:
Avanzada en la lectura del libro y casi a punto de llegar al final del mismo, me he sentido motivada a compartir con todos ustedes, una propuesta que Clara nos hace en las páginas 128 a 132:
"Transformar cada experiencia
[...] Les propongo ahora algunos ejercicios de práctica informal de Mindfulness, que consisten en hacer lo mismo... pero de modo diferente. ¡No teman!
En este caso, la propuesta no es lentificar sino descubrir que, entre la velocidad sin tregua con la que hacemos tantas acciones cotidianas y la lentitud, hay una medida justa: ni rápido, ni lenta. Relativa, exacta, precisa.
Preparar una ensalada
Intente comprometerse para estar presente en esta acción. La presencia atenta surgirá a través de los cinco sentidos vivos y encendidos, más el sexto: la mente atenta.
Vista: Elija cuidadosamente cuatro colores diferentes para preparar una atractiva <ensalada Mindfulness>. Elija y decida cuál será el primer vegetal o fruta a incluir. Mírelo y véalo desde diferentes ángulos. Acérquelo y aléjelo de los ojos, juegue con la luz, sea natural o artificial. Observe sin etiquetar y con curiosidad si al darle la luz, usted descubre que no es de un solo color uniforme, sino que tiene matices. Explore su forma, su tamaño. Vea si alguna zona le indica que el vegetal estuvo ligado a la planta por medio de un cabo, o debajo de la tierra. Tal vez eligió tres vegetales y una fruta para la ensalada. Tal vez la fruta muestra claramente que cayó por madurez o fue arrancada, como suele ocurrir en este momento donde la mayoría de los cultivos son manipulados por el hombre.
Tacto: Cierre los ojos y dé lugar al sentido del tacto. Explore la textura del vegetal o fruta, sienta su peso, su forma que puede resultar diferente a través de este sentido. Quédese unos momentos explorando el vegetal o la fruta sosteniéndola entre las manos, procurando descubrir realidades más pequeñas que quizás pasaron inadvertidas al sentido de la vista. Descubra presionando suavemetne si el vegetal o la fruta responden a la presión o son de una dureza que hace que se mantenga inamovible.
Olfato: Manteniendo los ojos cerrados, abra un espacio para dar lugar al olfato. El olfato es un sentido que suele gatillar de inmediato rechazo, apego, recuerdos asociados... Simplemente intente darse cuenta de lo que está sucediendo en la mente cuando entra en conexión con los aromas. Para una exploración más refinada, puede taparse suavemente una fosa nasal para que el olor llegue por la opuesta, y luego cambiar. A veces descubrimos con asombro... que el aroma llega de una manera diferente por una fosa nasal que por la otra.
Oído: Otro pasito en la preparación de la ensalada. Quédese unos segundos en quietud: escuche y oiga. No etiquete los sonidos, recíbalos sin nombrarlos... dispóngase a recibirlos todos. ¿Está la mente presente en la experiencia? Si no está, simplemente invítela a volver a la experiencia, a lo que está sucediendo en el momento presente: usted persona, la respiración, el cuerpo, la mente, las emociones, los sentimientos... un infinito momento presente.
Gusto: Invite ahora al último sentido, el gusto. Acerque el vegetal o la fruta y dé un muy pequeño mordisco. Permita que el sabor inunde la cavidad de la boca. Un mundo de sutilezas se pondrá en marcha si usted está presente. Deje el pequeño bocado dentro de la boca hasta que decida comenzar el proceso de masticación, trituración con atención pura, renovada a cada momento. Intente no tragar, ese será el siguiente paso. Descubra cómo las glándulas salivales envuelven el alimento generando más secreción de saliva. Permita que el alimento se vaya ablandando y triturando; ahórrele al resto del aparato digestivo un gasto innecesario de energía. Elija y decida tragar solo cuando se dé cuenta de que el alimento está totalmente triturado.
Renueve la intención de estar presente.
Cuando haya concluído la experiencia, comience a lavarlos cuidadosamente, secándolos atentamente presente y comenzando el proceso de cortarlos.
Descubra con qué facilidad la mente se va del presente... Cada vez que se dé cuenta, vuelva a traer la mente donde está el cuerpo, en la acción del procesado de los alimentos.
Cuando la ensalada esté lista, observe neutralmente la mezcla de colores. Las sutilezas de diferentes aromas entremezclados, pero tal vez también individualizados.
Coloque los aderezos desde el estado de presencia.
Pruebe, descubra si según su percepción le falta algo...
Permita que en este momento los sentidos y la mente Mindfulness lo guíen sin confusión. Confíe en la presencia.
Por fin, ¡a comer la ensalada!
Simple... no fácil, comer con atención pura, darse cuenta cuando se distrae, cuando la mente se va, y volver, siempre volver. Mire y vea, oiga y escuche. Si se atreve, tome el alimento con la mano, al menos una vez.
¿Recuerda cuando dejábamos que los hijos, en la etapa de aprendizaje, comieran vivencialmente? Por momentos usaban las manos, exploraban los alimentos curiosamente. Si el olor que les llegaba les resultaba desagradable, apretaban los labios y nada ni nadie podía hacer que ese alimento amenazante entrara en la boca.
Vuelva a ser ese niño en este momento. Use el tacto, reciba los sonidos del masticar, los sonidos del ambiente.
Haga de este comer un momento único. Transfórmese y transforme la experiencia cotidiana, ordinaria en una experiencia nueva, única, extra-ordinaria. [...]"
Desde mi punto de vista y sin duda alguna, una propuesta sumamente interesante que nos viene como "anillo al dedo" en una época donde la velocidad en todos los órdenes de la vida, se nos presenta como "el estímulo primordial"... un estímulo cargado -en mi opinión- de una "gran sordera y ceguera espiritual".
Los invito a que cada uno de ustedes ponga en práctica la "reconfortante experiencia" de prepararse una "exquisita y apetitosa ensalada Mindfulness" y ... ¡Buon Appetito!.
Desde mi punto de vista y sin duda alguna, una propuesta sumamente interesante que nos viene como "anillo al dedo" en una época donde la velocidad en todos los órdenes de la vida, se nos presenta como "el estímulo primordial"... un estímulo cargado -en mi opinión- de una "gran sordera y ceguera espiritual".
Los invito a que cada uno de ustedes ponga en práctica la "reconfortante experiencia" de prepararse una "exquisita y apetitosa ensalada Mindfulness" y ... ¡Buon Appetito!.
Bendiciones.
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