miércoles, 23 de diciembre de 2015

Arbol transgeneracional e inconsciente: una "poderosa unión" que yace oculta...

Este compartir tiene la intención de acercarlos a un conocimiento -desde mi punto de vista- sumamente importante ya que se trata, nada más ni nada menos, que de "reconocer y despejar los obstáculos que nos impiden vivir una Vida Plena". De la mano de Enric Corbera (licenciado en psicología, biodescodificador, naturópata, máster en Hipnosis Ericksoniana y Programación Neurolingüística; de formación humanista, es experto en Psicología Espiritual) y Rosa Rubio Palomo (licenciada en Farmacia, es Técnica Superior en Acupuntura y en Medicina Tradicional China; posee estudios de Homeopatía y es Máster en Estudios Biológico-Naturistas especializado en Acupuntura y Fitoterapia Tradicional China) esto es posible.  Hace años ya que tengo la inmensa fortuna de acceder a la bibliografía de Enric y, confieso que, sigo maravillándome con cada nueva obra suya como si fuera la primera vez. 

Sin duda alguna, creo que este libro es una herramienta muy útil en tiempos donde las patologías son tan variadas como numerosas. Vivimos en una era donde "la enfermedad" parece ser una constante sombra de la cual el "Ser Humano" vive escapando sin poder lograrlo. Tal vez, la solución consiste en dejar de huir de "la enfermedad" para ir en pos de "la salud", sencillamente, tomando consciencia de que en nuestro interior se encuentra la "llave maestra que nos libra de todo mal-estar". El bien-estar se revelará -entonces- como nuestro "estado natural: seremos auténticamente humanos".

La temática que aborda este compartir se encuentra ampliamente desarrollada en el libro titulado "Visión cuántica del transgeneracional" - Libro de casos BioNeuroEmoción.

Como bien dice en la contratapa: "... nos presentan una nueva visión del árbol genealógico en la que incorporan algunos principios clave de la física cuántica que simplifica la lectura. [...] Esta disciplina demuestra una y otra vez que todo está unido a través del campo o la matríz, tal y como postulaba Max Planck, padre de la física cuántica. [...] Es un principio simple: la información del inconsciente colectivo de un árbol se encuentra en cada uno de sus miembros..."

Para ello, y sin más preámbulos, los remito al capítulo 6, páginas 53 a 59 :


"EL INCONSCIENTE, ESE GRAN DESCONOCIDO

Cuando se nombra al inconsciente, normalmente todo el mundo arruga la nariz. Es el gran desconocido, vendría a ser como un mar ignoto: en él se encuentran todos los arquetipos, los recuerdos ancestrales, los deseos ocultos, los pecados y secretos que gobiernan nuestras vidas.
Al inconsciente se lo suele concebir como una serie de compartimentos superpuestos, como las capas de una cebolla. Uno envuelve al otro, y así sucesivamente.

Lo que sí es cierto es que el inconsciente rige nuestras vidas, nuestras elecciones y decisiones, nos guía al escoger pareja, una casa, una vocación. No razona, es muy visceral, al menos en algunos de sus programas. Controla todo lo que nos sucede, sobre todo los acontecimientos impactantes e inesperados en los que la carga emocional domina la situación, y se graba en él. El cerebro reptiliano, que es el principal soporte del inconsciente biológico, tiene por misión fundamental salvarnos la vida, es totalmente visceral y reacciona con la máxima rapidez; pero, sobre todo, tiene una función vital, que es grabar todo lo que los sentidos perciben en cada situación estresante a fin de evitar que en otra situación parecida repitamos el mismo error. Para dar mayor luz a lo que estoy explicando, podemos considerar el caso de un niño pequeño que con su dedito toca una lámpara encendida; le quedará grabado para siempre que no tiene que volver a hacerlo si no se quiere quemar. Asimismo, lleva programas heredados de nuestros ancestros que nos vuelven más sensibles a situaciones cotidianas, y ello hace que vivamos experiencias muy exageradas, cuando, en realidad, no tendrían por qué ser así. La emoción es el principal vehículo de anclaje o grabación del acontecimiento, sin ella el inconsciente no reacciona.

El inconsciente nos hace repetir una y otra vez situaciones, sean estas felices o enfermizas. Muchas veces, lo hace de una forma compulsiva y, sobre todo, irracional.

Obviamente, a la consulta de un especialista en BNE vienen personas con problemas enfermizos, y nunca nadie que quiera desprogramar o desaprender conductas felices.

Podría decir, sin miedo a equivocarme, que el pasado se repite en nuestras vidas, se halla oculto en el inconsciente, un pasado que llamamos futuro. Hace falta un acto de conciencia, diría que supremo, para poder cambiar el propio futuro. Se trata de cambiar la propia emoción en un momento importante: el presente, cambiar la relevancia que se le da. Comprender que se trata de un suceso impregnado de emoción, y que es esencial cambiarla para modificar el pasado y, por ende, el futuro. Con ello quiero decir que, desde una posición cuántica, cada momento es un momento de elección, y en esta elección determinamos el instante siguiente, que más tarde llamaré futuro. Si respondo a un estímulo y me dejo invadir por la emoción resultante, el programa seguirá manifestándose e inevitablemente viviré los acontecimientos. Por eso, el acto de conciencia en cada instante es una oportunidad de regir tu vida y evitar que la rijan los programas inconscientes.

Voy a poner un ejemplo que acabo de vivir hace unas horas. Un conocido mío se ha roto un hueso de la mano, concretamente en el dedo pequeño. Mi experiencia en BNE me indica que se trata de un secreto y, por lo tanto, empiezo a indagar en esa dirección. Le pregunto dónde sucedió, qué estaba pasando, con quién estaba, de qué se hablaba. Las respuestas son rápidas: su novia le preguntó si la había engañado alguna vez. Todo esto venía a cuento porque habían visto al padre de él con otra mujer. No importa el resto de la historia que me cuenta; lo fundamental es que, ante una situación emocionalmente impactante, el inconsciente, que reclama alimento, alimento emocional, activa la emoción de programas que yacen ocultos en el inconsciente de la persona, programas que, a su vez, se mantienen conectados con el inconsciente familiar o inconsciente transgeneracional, como en este caso.

Si estuviéramos alerta a cualquier impacto emocional, si nos disociásemos lo suficiente de este, reduciríamos la emoción que nos reclama el inconsciente; podríamos poner otra y cambiar la relación causa/efecto1 por otra relación causa/efecto2. Esto haría que los acontecimietnos futuros fueran otros. Lo importante es saber que el inconsciente se alimenta de nuestra atención; pero cuidado: de atención emocional, y esta puede ser cambiada con un acto consciente si se entrena suficientemente a la mente para hacerla observadora. Es imprescindible desarrollar este <estado de alerta> si queremos desvincularnos de relaciones adictivas, de repeticiones, que nos hacen vivir una y otra vez las mismas situaciones, los mismos problemas, con actores diferentes.

Nuestro trabajo en el estudio del árbol generacional, o transgeneracional, es buscar estos programas tóxicos que inundan la vida emocional y que nos hacen sentir impotentes y esclavos de algún destino o cruz.

Cuando el consultante toma conciencia de que sus relaciones tienen que ver con un programa heredado de un antecesor, puede respirar aliviado y desaprender ese programa con un acto pleno de conciencia, libre de emoción y, sobre todo, libre de juicio. Así, el inconsciente ya no recibe la atención necesaria para volver a activarse y repetir.

El inconsciente necesita atención incesante y consciente. Se expresa continuamente en nuestras vidas en situaciones repetitivas que nos hacen buscar soluciones externas, cuando la solución está en los programas aprendidos y heredados de los ancestros, que crean un fantasma de información y lo transmiten a sus descendientes con la esperanza de ser liberados por un acto consciente de ellos.

El fantasma emocional resuena en el presente del consultante en emociones que llamamos secundarias o sociales. Nuestro trabajo consiste en buscar la emoción oculta, desvelarla y transformarla para que no cree más resonancia y el consultante pueda experimentar otras emociones libremente, en lugar de emociones encadenadas a un suceso ocurrido en el pasado del árbol transgeneracional.

Estas emociones van atadas a una serie de síntomas físicos que también tienen que ver con estos programas, y cuando se desaprende todo ello, el síntoma es liberado y puede ser tratado con cualquier terapia médica. La terapia funciona, y funciona rápidamente, porque ya no hay nada que la emoción sujete al inconsciente. Decimos entonces que la persona vuelve a nacer o renace; ya puede redirigir su vida.  

La sutileza del inconsciente

El inconsciente lo graba absolutamente todo, hasta el más mínimo detalle. No nos podemos imaginar hasta qué punto es sensible y lo almacena todo. Una emoción reprimida de una madre gestante puede provocar en el hijo tendencias que no podremos explicar racionalmente. [...]

Recuerdo un caso extraordinario que explica hasta qué punto estamos encadenados a historias de nuestros padres y abuelos.

Vino a consultarme una señorita con un problema de relación de pareja. Al empezar a analizar el árbol, encontré algo extraordinario: su pareja y ella tenían los mismos bisabuelos. Estos tuvieron una hija y un hijo; la madre murió cuando estos eran jóvenes y la hija cuidó de su hermano con un amor maternal. Cada uno de los hermanos se casó y tuvo hijos, y uno de estos tuvo un hijo y otro tuvo una hija, que, al conocerse, se enamoraron locamente. Al ver el árbol, ellos comprendieron que manifestaban el amor imposible de dos hermanos, de los cuales eran los biznietos. 

Al desaprender este programa inconsciente, sintieron la libertad de seguir juntos o separarse, sin imposiciones. Ya no había ningún programa que desestabilizara sus relaciones interpersonales.

Si se trata a los padres y se los libera de sus programas, sus hijos pequeños quedan libres de futuros problemas de relación o de enfermedades.

El inconsciente siempre avisa

Si los acontecimientos futuros son la reverberación de aprendizajes pasados, seguro que, de alguna forma, recibimos mensajes del inconsciente antes de que suceda el desastre. [...]

Esta manera de manifestarse el inconsciente nos dirige a algo muy importante y particular: la necesidad de mantenernos alerta y de tomar conciencia de que los procesos psicológicos se manifiestan tarde o temprano en la biología.

Esta propuesta puede parecer reduccionista, pero nada más lejos de la realidad. Pensemos por un instante que usted gobierna el inconsciente y tiene toda la información, información que es crucial transmitir al piloto de su vida (el consciente), que es el que toma las decisiones. Lo que este piloto ignora es que él hace lo que usted le señala mediante indicaciones sutiles, haciéndole vivir circunstancias, situaciones y relaciones que responden a programas y aprendizajes que solo usted conoce.

Usted es el dueño del inconsciente, guardián de todos los secretos, cuya misión principal es preservar la vida. Como tal, debe transmitir su mensaje al consciente. Pero ¿cómo hacerlo? La respuesta es a través de aquello a lo que el consciente presta atención, es decir; del cuerpo. Entonces, usted enviará su mensaje a distintas partes del cuerpo para que el consciente perciba que lo que pasa quizá no sea fruto de la casualidad y empiece a hacerse preguntas.

Desde esta perspectiva, la psicología busca la interpretación del lenguaje del cuerpo; no se separa de la biología, sino que se une a ella en un intento común de comprender los males del sujeto, sus rutinas y repeticiones.

La BNE es como la <piedra Rosetta> que desentraña los jeroglíficos de la mente y su expresión en el cuerpo y en las conductas, conectando los diferentes aspectos de la ciencia: la física, la química, la biología y la psicología.     

Las repeticiones

Nuestro trabajo diario, cuando el consultante nos consulta, consiste en buscar los excesos, entendidos como los aspectos repetitivos de su vida. Las reiteraciones se pueden manifestar de múltiples maneras: en las relaciones, en el trabajo, accidentes, con la pareja, con la descendencia (por ejemplo, personas con muchos hijos, pero todos del mismo sexo, o la imposibilidad de quedarse embarazada sin tener ningún problema fisiológico, o el abuso sexual repetitivo).

Las repeticiones o excesos, como yo los llamo, son indicadores de que hay algo oculto en el inconsciente muy relacionado con programas y aprendizajes que vienen de los ancestros. El inconsciente familiar los guarda para poder expresarlos en el miembro más adecuado, con el fin de que este los haga conscientes y libere al clan familiar tanto en los ascendientes como en los descendientes.

No toda repetición esconde un gran trauma familiar; muchas veces, son pequeños traumas, sin mucho impacto emocional, que marcan una conducta y hacen repetir hechos pasados de la propia vida. ..."


En mi opinión, una "visión absolutamente novedosa" que aporta una "mirada evolucionada" ante los conflictos que emergen desde lo más profundo de nuestra psique. Una "alternativa muy sugestiva" que se revela como la "bocanada de aire fresco" que todo "Ser Humano" está esperando...




Bendiciones.
 

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