lunes, 4 de junio de 2012

Hablemos de garete y conchabar ...

Prescindiendo de cualquier rima que se nos pueda llegar a ocurrir en este momento, me imagino que puede resultar sumamente interesante sumergirnos en los desconocidos significados que los vocablos -en análisis- nos invitan a descubrir, sobretodo para aquellas personas -entre las cuales me incluyo- que poco o nada saben de estas palabras.

Cuántas veces habremos escuchado decir que algo o alguien está al garete”, sin tener una idea precisa de lo que semejante expresión ha querido significar.

Pues bien, indagando en las ilustrativas páginas del diccionario he podido sumar un conocimiento más en esta materia. Resulta ser que a la palabra “garete” se la vincula con el francés (être égaré) y se le atribuye el significado de “andar extraviado”.

Desde el punto de vista coloquial, se usa como sinónimo de “fracasar o malograrse”. Por extensión, se entiende “ir a la deriva, sin dirección o propósito fijo”. Y en el ámbito marítimo se denomina así a “una embarcación sin gobierno, que es llevada por el viento o la corriente”.

Bien podríamos decir entonces de una persona -por ejemplo- que se encuentra  “al garete”, entendiéndose -por tanto- que “no tiene un proyecto de vida, que no sabe qué caminos transitar, que está a merced de los vaivenes del ánimo”. En este aspecto, opino que hay “un sin-sentido” que opera desde la sombra y que -con frecuencia- impulsa al ser humano a poner el timón de su “barca” (llamémoslo “destino”, “camino”, “vida”, etc.) en manos de otra u otras personas. Muchas veces, la tentación de emular a otros a quienes idolatramos, nos lleva a desviarnos del camino que nos conduce a nuestra plenitud, a nuestra realización, a nuestra auténtica naturaleza. Por elección propia o por imposición ajena, algunas personas son arrastradas por la corriente de las adicciones y terminan atrapadas en un sinfín de conductas que los llevan a “fracasar y a malograrse”. Se convierten en “personas con fecha de vencimiento”: la vida los vive en lugar de ellos vivir la vida.

Dice el refrán que “Dios los cría, ellos se juntan y el viento los amontona”. También podríamos decir que “Dios los crea, ellos se conchaban y el respetuoso viento los amontona”. Me pregunto si alguno de ustedes tiene idea del significado del término “conchabar” (derivación del latín conclave). Para aquellos que ya están familiarizados con este vocablo, mis más sinceras felicitaciones por el enorme caudal de conocimientos que demuestran con respecto a la lengua castellana; para aquellos que no lo están, acto seguido los pongo al corriente al decirles que según el diccionario, “conchabar” responde a la idea de “unir, juntar, asociar”. Bien se puede decir, entonces, de dos o más personas que se han reunido entre sí para conseguir algún fin, que se encuentran “conchabadas”. Hace un tiempo, leyendo en una revista de actualidad el reportaje que le habían hecho a una actriz muy conocida, me sorprendió la expresión utilizada: “…nos conchabamos para…”. Como tenía muy en claro que la palabra seguramente había sido bien empleada, la curiosidad me llevó a indagar acerca de su significado. Y me llevó también a emplearla en varias oportunidades, lo cual me permitió cosechar una amplia gama de expresiones faciales de desconcierto (algunas más desopilantes que otras) y a instruir a unos cuantos congéneres acerca de lo que dicho vocablo viene a significar. De hecho, entre quien en este preciso momento esté leyendo estas líneas y yo, existirá una cierta “conchabanza” (unión) a través de su lectura.

Sólo me resta, entonces, invitarlos a probar suerte con esta palabra en el uso diario y a divertirse con las anécdotas y experiencias que -con el tiempo- irán cosechando, más allá del propósito que cada uno pueda estar otorgando a su vida...



Bendiciones.

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