domingo, 28 de julio de 2013

El "Mal" o cuando Dios usa disfraz ...

Intuyo que somos muchos los Seres Humanos que, una y mil veces, nos preguntamos lo mismo: si Dios es verdaderamente omnipotente (que todo lo puede) y omnisciente (que todo lo sabe) ¿porqué permite el “mal”?. Y creo que a todos nos sucede lo mismo: nos quedamos sin respuesta… Seguramente, Dios tiene poderosísimas razones por las cuales lo permite, lo ha permitido y lo seguirá permitiendo. Es cierto que como Seres Humanos, experimentar el “mal” es una situación que nos provoca dolor, mucho dolor. Pero también es cierto, como bien dice en la contratapa del libro “Por qué Dios permite el mal y cómo superarlo” de Paramahansa Yogananda (1893-1952) que “… Mas allá de las sombras mismas de esta vida se encuentra la maravillosa luz de Dios. […] Cuando comulgues con Dios, ni todas las calamidades del mundo podrán arrebatarte el Gozo y la Paz que se experimentan al estar en comunión con El. …”.

Este libro que acabo de mencionar y cuya lectura recomiendo a todos ustedes, resulta sumamente fácil de leer; cuenta con un lenguaje accesible por su claridad a la hora de transmitir conceptos, reflexiones e interpretaciones y nos acerca una respuesta a este interrogante. Su autor es mundialmente conocido como una de las personalidades espirituales más ilustres de nuestro tiempo.

Así como intrigantes me resultan las preguntas que este yogui se formula en el libro, así de fascinantes me resultan las respuestas que nos da:

(páginas 2 a 3) “… Y si el mal no viene de El, que es el Supremo Creador de todas las cosas, ¿de dónde proviene? ¿Quién creó la codicia? ¿Quién creó el odio? ¿Quién creó los celos y la ira? ¿Quién creó las bacterias nocivas? ¿Quién creó la tentación sexual y la tentación de la gula? No se trata de invenciones humanas. El hombre jamás las habría experimentado si no hubieran sido previamente creadas.

Hay personas que pretenden demostrar que el mal no existe, o que se trata de un factor meramente psicológico, pero no es así. La evidencia del mal se encuentra aquí, en el mundo, y no podemos negarla. Si no existiera el mal ¿por qué habría Jesús orado: <y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal?> El está afirmando claramente que el mal existe.

Lo cierto es que realmente encontramos el mal en el mundo. ¿Y de dónde proviene? De Dios. El mal nos brinda el contraste que nos permite reconocer y experimentar el bien. Dondequiera que se manifieste la creación también existirá el mal. Si escribieras un mensaje con tiza blanca sobre una pizarra blanca, nadie lo vería.

Por lo tanto, sin el oscuro pizarrón del mal, las cosas buenas del mundo no podrían destacarse en absoluto. Por ejemplo, Judas fue el mejor agente publicitario de Jesús. Mediante su malvado acto, Judas hizo a Cristo eternamente famoso. Jesús conocía el papel que debía desempeñar, así como todo lo que le ocurriría, a fin de que pudiera demostrar el amor y la grandeza de Dios; y se necesitaba un villano para representar esta escena. No obstante, para Judas no fue beneficioso elegir ser aquel cuyo malvado acto ensalzó, por contraste, la gloria del triunfo de Cristo sobre el mal.”

Bajo el título ¿Dónde se encuentra la línea divisoria entre el bien y el mal?, leemos:

(páginas 4 a 5) “Es difícil saber dónde se encuentra la línea divisoria entre el bien y el mal. Ciertamente, es terrible que las bacterias maten a dos mil millones de personas cada cien años; ¡pero piensa en el caos que supondría la superpoblación si no existiera la muerte! Y si todo en la Tierra fuera bueno y perfecto, nadie consentiría en abandonarla: nadie querría retornar a Dios. Por lo tanto, en cierto sentido, la desgracia es tu mejor amiga, porque te impulsa a buscar a Dios. Cuando empieces a ver con claridad la imperfección del mundo, comenzarás a buscar la perfección de Dios. Lo cierto es que Dios no utiliza el mal para destruirnos, sino para que en este mundo nos desengañemos de sus juguetes y podamos así buscarle.

Este es el motivo por el que el Señor mismo permite las injusticias y el mal. Pero yo le he reprochado: <Señor, Tú nunca has sufrido; siempre has sido perfecto. ¿Cómo sabes lo que significa el sufrimiento? Sin embargo nos haces pasar por estas pruebas, aunque no tienes derecho a hacerlo. Nosotros no te hemos pedido nacer como mortales y sufrir>. (A Dios no le importa que discuta con El; es muy paciente). Y el Señor responde: <No necesitas seguir sufriendo; les he conferido a todos el libre albedrío para elegir el bien en lugar del mal, y así volver a Mí>.

Así pues, el mal es la prueba que Dios nos pone para confirmar si le elegimos a El o preferimos sus regalos. El nos creó a su imagen y nos dio el poder de liberarnos; pero no utilizamos ese poder.”

Si lo que han leído hasta ahora los ha dejado boquiabiertos, prepárense para deleitarse con lo que sigue: “La película cósmica”

(páginas 6 a 10): “Existe otro punto de vista que deseo explicar con respecto a la dualidad constituida por el bien y el mal. Si un productor cinematográfico realizara películas que tratasen únicamente sobre ángeles, y las exhibiera en las salas de cine todos los días -en las sesiones de mañana, tarde y noche-, pronto se vería obligado a cerrar su negocio. Sus producciones deben tratar temas variados para que atraigan la atención del público. ¡El malo siempre hace parecer mucho más bueno al héroe! Y nos gustan los argumentos llenos de acción. No nos importa ver emocionantes películas sobre peligros y desastres porque sabemos que sólo son películas. Recuerdo que una vez me llevaron a ver una película en la cual moría el héroe; ¡era una verdadera tragedia! Tras acabar la proyección, permanecí en la sala hasta que comenzó la siguiente sesión de la película y vi al héroe nuevamente vivo; me retiré entonces del cine.

Si pudieras ver lo que ocurre detrás de la pantalla de esta vida, no sufrirías. Se trata de un espectáculo cinematográfico cósmico. Esta película que Dios proyecta sobre la pantalla de la Tierra no tiene valor alguno para mí. Miro el haz de la luz de Dios, que proyecta estas escenas en la pantalla de la vida, y veo que las películas de todo el universo provienen de ese haz luminoso.

En otra ocasión, estaba yo sentado en una sala de cine, contemplando el emocionante drama que se desarrollaba en la pantalla. Miré luego hacia la cabina de proyección y vi que el operador de la cabina no mostraba el menor interés en la película, debido a que ya la había visto muchísimas veces. En lugar de mirar la pantalla, aquel hombre estaba leyendo un libro. La máquina proyectora hacía su trabajo: había sonido y el haz de luz llenaba la pantalla con escenas realistas, de modo que el público se encontraba atrapado por el drama. Yo pensé: <Señor, Tú eres como ese hombre que está sentado en la cabina de proyección, pues permaneces absorto en tu propia naturaleza de dicha, amor y sabiduría. Tu máquina de la ley cósmica arroja sobre la pantalla del universo escenas de celos, de amor, de odio y de sabiduría, pero Tú permaneces sin involucrarte en tus espectáculos>. De edad en edad, de civilización en civilización, se repiten las mismas películas antiguas, una y otra vez; sólo cambian los personajes que representan los distintos papeles. Pienso que Dios debe de aburrirse un poco con todo esto, y que debe de estar cansado de tanta repetición. ¡Es un milagro que el Señor no tire del enchufe y detenga el espectáculo!

Cuando aparté la vista del haz de luz que proyectaba las escenas de acción sobre la pantalla, miré al público que se encontraba en la sala y vi que estaban experimentando todas las emociones que los actores representaban en la película. Sufrían con el héroe y reaccionaban ante la maldad del villano. Para los espectadores, se trataba de una experiencia trágica. Para el operador de la cabina de proyección, sólo era una película. Y así ocurre con Dios. El ha creado películas de luces y sombras, al héroe y al villano, el bien y el mal, y nosotros somos el público y los actores. Tenemos problemas sólo porque estamos demasiado identificados con la puesta en escena.

Sin sombras o sin luces, no podría haber película. El mal es la sombra que convierte el haz único de la luz de Dios en películas o formas. Por consiguiente, el mal es la sombra de Dios que hace posible este espectáculo. Las sombras oscuras del mal están entremezcladas con el haz luminoso, blanco y puro, de las virtudes de Dios. El quiere que no te tomes estas películas muy en serio. El director de una película ve los asesinatos y el sufrimiento, la comedia y el drama, como formas de crear un interés en el público. El permanece sin afectarse por la escena, aunque la dirige y la observa. Dios desea que nos comportemos con desapego y que tomemos plena conciencia de que sólo somos actores o espectadores de su drama cósmico.

Aunque Dios lo posee todo, podríamos atrevernos a decir que El tiene un deseo. El desea saber quién no se dejará intimidar por esta película, y quién representará correctamente su papel y volverá a El. No puedes huir de este universo, pero si actúas en esta obra con la mente fija en Dios, serás libre.”



Bendiciones.

viernes, 19 de julio de 2013

El "Cáncer" o cuando las células se olvidan de morir ...


El presente compartir tiene su referente -otra vez- en el “Gran Maestro y Genio” llamado Deepak Chopra. ¡Es toda una “Bendición” contar con este extraordinario Ser Humano”!. Como en cada uno de sus libros anteriores, en “Poder Gracia Libertad” – La fuente de la felicidad permanente, este notable autor (el Doctor Chopra es autor de más de 50 libros traducidos a casi 40 idiomas; es una autoridad internacional en las disciplinas de superación, espiritualidad, medicina cuerpo-mente y desarrollo humano), muestra su gran “Sabiduría” y su talento innato para transmitirnos todos sus conocimientos, con una sencillez y claridad impresionantes.

Bien dice en la contratapa del libro que “... aborda el misterio de nuestra existencia y su significado en nuestra búsqueda eterna de la felicidad. ¿Quién soy?... ¿De dónde vengo?... ¿Adónde iré cuando muera?... Chopra se inspira en la antigua filosofía del Vedanta y en los descubrimientos de la ciencia moderna para ayudarnos a comprender y experimentar nuestra verdadera naturaleza, que es un ámbito de consciencia pura. Cuando comprendemos nuestra verdadera naturaleza, empezamos a vivir desde la fuente de la felicidad duradera, que no es mera felicidad por esta o esa razón, sino auténtica alegría interna. Al saber quiénes somos, ya no interferimos en la inteligencia natural del cosmos. Por el contrario, permitimos que el universo fluya por nosotros con soltura y sin esfuerzo, y nuestras vidas se imbuyen de poder, gracia y libertad.”

En las páginas 63 a 65, podemos leer que “... No soy el cuerpo, ni tampoco la mente. Soy el que tiene el cuerpo y el que tiene la mente. El espíritu, el Ser único, se está convirtiendo en todo ello, y esa esencia es omnisciente, omnipresente y omnipotente. De modo que la siguiente pregunta es: ¿de dónde vine? Y la respuesta a esto es: no vine de ninguna parte, porque siempre he estado aquí. El cuerpo viene y va, pero <yo> estoy siempre aquí. De donde vengo es un lugar que no tiene comienzo en el tiempo y no tiene fin. A donde voy es el mismo lugar. Como hemos visto, no hay ubicaciones específicas en el espacio o el tiempo. ¡En un universo no local no hay ningún sitio al que ir!

Y ¿cuál es el propósito de mi vida? Ser feliz, participar con alegría en la creatividad y evolución del universo. La vida es concebida e imaginada por el espíritu universal, o consciencia, y todos los ámbitos son formas imaginarias del espíritu, ... Al final, todo es el juego de la cosnciencia, ...

... Y ¿qué me sucede cuando muero? La respuesta: no sucede nada, porque no muero. La consciencia pura no puede ser destruida; sólo puede ser expresada. Saber esto nos libera del miedo a la muerte, porque nunca se pierde nada en el universo; sólo se transforma. Si tú y yo estamos hablando por teléfono y alguien corta las líneas telefónicas, ¿qué nos sucede? ¿A dónde vamos? No nos sucede nada y no vamos a ninguna parte. Así también, cuando ocurre la muerte física, no nos sucede nada. Ciertas líneas de comunicación que utilizan un cierto sistema nervioso han sido alteradas temporalmente. Pero seguimos ahí. El alma no va a ninguna parte; es el cuerpo el que se disuelve y vuelve a la tierra.

Entonces, ¿dónde está el alma? Uno de los errores más comunes es creer que el alma reside en el cuerpo. ... El alma no está dentro del cuerpo. El alma se proyecta a sí misma como cuerpo y mente. Encuentra una ubicación en el espacio-tiempo, y se emite o televisa a sí misma a través del cuerpo. Pero de la misma manera que los personajes de una película no están dentro de mi aparato de televisión cuando lo estoy viendo, y Beethoven no está dentro de mi radio cuando la estoy escuchando, mi alma no está dentro de mi cuerpo. Mi alma está meramente localizándose o expresándose a sí misma a través de mi cuerpo. ...”

Y en las páginas 67 a 71, tomamos conocimiento de que “... El universo, aunque es intemporal y eterno, funciona a través de ciclos de descanso y actividad... encendido y apagado. Encendido y apagado significa nacimiento y muerte, y estamos muriendo continuamente para re-crearnos. Los átomos de nuestro cuerpo se encienden y apagan. Las moléculas de nuestras células de la piel se encienden y se apagan, muriendo una vez al mes para que podamos hacer otras nuevas. Si las células de nuestra piel no muriesen una vez al mes tendríamos la piel muy correosa, enfermiza.

Aunque parece que el mundo es continuo, en realidad está encendiéndose y apagándose como un anuncio de neón intermitente. Todo está vibrando, y la vibración implica una señal de encendido y apagado. Por eso se llama vibración. ... Algunas cosas vibran muy rápidamente, y otras un poco más despacio. En una roca, la vibración es muy lenta; en un pensamiento, es muy rápida; y al nivel de los fotones, va a la velocidad de la luz. Pero todo es una vibración de encendido y apagado.

Cuando nos encendemos, nacemos: cuando nos apagamos, morimos. Sin el apagado no habría encendido. En cada apagado, el universo se re-crea a sí mismo. El apagado se denomina también la discontinuidad. ... Nuestra experiencia del mundo es como ver una película. En la pantalla vemos continuidad, pero cuando vamos a la sala de proyección, ¿qué vemos? Nos damos cuenta de que la película es una serie de fotogramas inmóviles con pequeños espacios o huecos entre ellos. Si el carrete de la película se mueve lo suficientemente rápido, nuestros ojos no notan los huecos, el apagado entre cada fotograma; sólo notan el encendido. Vemos una película, y la película se halla totalmente en nuestra imaginación. En realidad, las imágenes están encendiéndose y apagándose intermitentemente y discontinuamente sobre la pantalla. ...

... Crear es traer algo al ser, o a la existencia. Y para crear algo nuevo tenemos que morir a lo que es. Si no morimos a lo que es, no hay creatividad. Algo tiene que morir para que surja algo nuevo, y nuestra alma está continuamente dando saltos cuánticos de creatividad. ¿Qué es un salto cuántico? Es cuando una partícula subatómica va de aquí a allá sin pasar por el espacio entre medias. Está aquí, y luego está allá. ¿Dónde estaba entretanto? En ninguna parte. ¿Cómo llegó de aquí a allá’? No se sabe. Y no sólo llegó de aquí a allá; lo hizo instantáneamente. No tardó nada de tiempo en llegar de aquí a allá. Eso es un salto cuántico ...

... En biología hay un término llamado apoptosis, que significa muerte celular programada. Cuando no hay apoptosis las células se olvidan de morir, y a esa enfermedad se la llama cáncer. Las células cancerígenas han perdido la memoria de la muerte; no saben cómo morir, y en su búsqueda de la inmortalidad matan al cuerpo anfitrión del que dependen para vivir.

La muerte, por tanto, es el billete de entrada a la vida, y la muerte está sucediendo ahora mismo en nuestro cuerpo-mente. ¿Dónde está nuestro cuerpo de cuando teníamos dos años de edad? Está muerto. Nuestro cuerpo de dos años está muerto, nuestros pensamientos de dos años están muertos, nuestras emociones de dos años están muertas, nuestra personalidad de dos años está muerta. Los entregamos todos a cambio de los que tuvimos a los tres años, muriendo como niños de dos años. El nacimiento y la muerte están sucediendo todo el tiempo a todos estos niveles. ...

... La oruga muere para convertirse en crisálida. En el sopor de la crisálida, las energías se incuban y se reconfigura, y nace una mariposa. ¿Es la oruga el mismo ser que la crisálida o que la mariposa? Es la misma inteligencia que se ha convertido en otra cosa. Y en esa cosa cada célula es diferente, cada expresión de la energía en su cuerpo es diferente. Nada ha muerto en realidad; solamente se ha transformado. ....

Quiero invitarlos, antes de concluir, a que presten mucha atención a las palabras que leerán a continuación y que se encuentran en las páginas 73 a 76  porque, les aseguro, son “sumamente reveladoras”: “... La energía electromagnética, que incluye la luz visible, contiene todos los colores del espectro en el mismo rayo de luz. Sin embargo, esa misma radiación electromagnética contiene luz invisible, como los rayos X, las microondas, las ondas radiofónicas y el radar. La luz visible y la invisible forman parte del mismo espectro, que está vibrando simultáneamente en diferentes frecuencias. El espectro entero coexiste simultáneamente y, sin embargo, nosotros sólo experimentamos los que llamamos luz visible. ...

... La esencia de tu ser es una realidad inmutable que crea un patrón de energía que viene y va. Este patrón, que nace y muere, y está continuamente cambiando de nombre y de forma, es la persona con la que te confundes. Puede que pienses que un <yo soy> personal es la causa y la fuente de todo lo que te sucede, pero esto es una patraña, una alucinación creada por una percepción distorsionada. ... La personalidad es tan sólo una ilusión. Lo que parece ser el <yo soy> personal es el <yo soy> universal, el Ser que hay en todos los seres. El <yo soy> real es todo el proceso interminable de la pura potencialidad expresándose a sí misma con diferentes disfraces: soy pura potencialidad. Soy el universo. Soy todo lo que está sucediendo. Si miras hacia fuera y ves las estrellas y las galaxias, eso es lo que está sucediendo, y eso soy yo. Soy la luz, y soy los ojos que la perciben. Soy la música, y soy los oídos que la oyen. Soy el viento, y soy las alas de pájaro que vuelan en él. No hay otro <yo soy> que el Ser único, el universo entero. ...

... Cuando conoces tu verdadera esencia te pones en contacto con esa parte de ti que está más allá del tiempo y el espacio y la fuente de ambos. Ya no te identificas con la conducta cambiante del océano de consciencia en todas sus diferentes formas; te identificas con la esencia inmutable de la consciencia misma. Si sabes que tu esencia es la unidad de un espíritu único entonces todo lo demás se vuelve conocido para ti. ...

... Caes en la cuenta de que tu yo real nunca ha nacido y, por lo tanto, nunca puede morir. Sólo lo que tiene un principio tiene un fin. Lo que nunca comenzó es eterno y siempre existe, y eso eres tú....”

Considero a este libro una lectura "imperdible" que, les aseguro, los mantendrá expectantes desde el principio hasta el fin. Y, por sobre todo, les aportará un cúmulo de conocimientos que los acercará al "núcleo mismo de la Vida"; al centro de toda la Creación": el SER o CONSCIENCIA PURA. Y recuerden que: "Todo es UNO". "Todos somos UNO.



Bendiciones.

miércoles, 17 de julio de 2013

Unir Salario y Objetivo: una “misión” que no es “imposible” …

En un compartir anterior, ya los había anoticiado respecto a la existencia del libro titulado “El monje que vendió su Ferrari”, cuya autoría corresponde al “genio” de Robin Sharma. En esta oportunidad, ha llegado el turno de acercarles algunas reflexiones contenidas en otro de sus libros titulado “Las 8 claves del liderazgo” del monje que vendió su Ferrari. Coincidiendo plenamente con lo expresado en el último párrafo de la contratapa del mismo, su lectura resulta “… sencilla, amena pero sorprendentemente perspicaz. Las 8 claves del liderazgo encierra lecciones de valor universal y las explica para que sean realmente útiles. Ello hace de esta obra una lectura difícil de dejar… y de olvidar”. En mi opinión: una verdadera “obra maestra”. Para quienes aún -poco o nada- conocen acerca de este autor, les comento que se trata de uno de los mayores expertos mundiales en liderazgo, crecimiento personal y formación de altos ejecutivos; siendo también un conferenciante muy solicitado.

A fin de incentivarlos a la lectura de esta magnífica obra, a continuación, compartiré con todos ustedes, algunos textos que -en mi opinión- resultarán de sumo interés para quien haya decidido “hacerse cargo” de su camino de "evolución personal" y de su “auto-conocimiento”.


(página 70) “… había una serie de rituales que practicaban los líderes clarividentes, ocho para ser exacto. Estas ocho disciplinas eran un compendio de toda la sabiduría de liderazgo que se ha venido transmitiendo a lo largo de los tiempos y que practicaban los grandes líderes del mundo entero. No se trata de estrategias encaminadas a poner parches, de una moda que al mes desaparecerá, como viene sucediendo hoy en día en el mundo de los negocios, sino que reflejan las verdades eternas que nos dicen cómo lograr que actúen hombres y mujeres, cómo fomentar la lealtad y el respeto y cómo sacar lo mejor de la gente que uno dirige. …”

(página 71 a 72)   una de las mayores ansias del hombre es la necesidad que todos tenemos de poder modificar las vidas de los demás. La gente siente en su interior que debe formar parte de algo que sea superior a ella. Da igual que hablemos del consejero delegado o del empleado encargado de los envíos, todo ser humano necesita creer que aporta algo. Los grandes líderes entienden tales ansias y hacen saber a sus seguidores que su trabajo diario afecta positivamente al mundo entero. Alimentan también el fuego de la excitación dentro de sus organizaciones mostrando a su gente que el trabajo que hacen los acerca más al objetivo. Dicho en pocas palabras: los líderes dan a sus seguidores una buena razón para levantarse por la mañana.… No hay personas sin motivación, solo empleados sin ella. … No olvides lo que los psicólogos saben desde hace muchos años: los seres humanos huyen del dolor y buscan el placer. Los líderes clarividentes logran que sus empleados asocien el trabajo diario y el objetivo con el placer. Unen el salario con el objetivo. …”

(página 74) “… El trabajo de un líder consiste en definir la realidad a su gente. El líder muestra a su gente una forma mejor, más brillante de ver el mundo. Se enfrenta a los retos y los convierte en oportunidades de crecimiento, de mejora y de éxito. Hace algo más que mostrar a la gente cómo hacer las cosas bien, pues ese es el trabajo del director. El líder iluminado deja bien claro qué hay que hacer, con lo cual sus empleados hacen mejor las cosas que antes. Confirma constantemente que el objetivo que cada uno persigue es bueno, justo y respetable. Entiende que la mejor manera de incentivar un comportamiento innovador y excepcional es un trabajo que tenga sentido. …”

(página 75 a 76) … Hubo una vez un joven estudiante que viajó muchos kilómetros en busca de un famoso maestro espiritual. Cuando por fin lo conoció le dijo que el objetivo principal de su vida era convertirse en el hombre más sabio de la tierra. Por eso necesitaba el mejor maestro. Viendo el entusiasmo del joven, el maestro estuvo de acuerdo en compartir con él sus conocimientos y le permitió que se uniera a él. <¿Cuánto tiempo tardaré en hallar la iluminación?>, preguntó inmediatamente el muchacho. <Al menos cinco años>, respondió el maestro. <Es demasiado>, dijo el muchacho. <No puedo esperar cinco años. ¿Y si estudio el doble que tus otros alumnos?> <Entonces, diez años>, fue la respuesta. <¡Diez años! Y si estudio noche y día con toda mi alma ¿cuánto tardaría en convertirme en el sabio que siempre he soñado ser?> <Quince años>, contestó el maestro. El muchacho estaba muy frustrado. <¿Cómo es posible? Cada vez que te digo que trabajaré más duro para lograr mi objetivo me contestas que tardaré más tiempo> <La respuesta es muy sencilla>, dijo el maestro. <Si pones un ojo en la recompensa solo te queda otro para centrarte en el objetivo>. …”

(página 77) … Como dijo Henry Ford: <Nadie es apático salvo cuando persigue los objetivos de otra persona>. …”

(página 79) “… Entiende que un gran líder precede a unos grandes seguidores. …”

(página 82 a 83) … Los líderes clarividentes se preocupan más por hacer lo correcto que por parecer inteligentes. … El liderazgo no es popularidad, sino honestidad. No es poder, es un objetivo. … Los líderes clarividentes se consideran liberadores más que confinadores del talento humano. Su prioridad fundamental es que su gente desarrolle todo su potencial. Entienden que el trabajo de un líder es transformar el lugar de trabajo en un lugar lleno de genios realizados. También entienden que su empresa debe, por encima de todo, convertirse en sitio y en una oportunidad para el desarrollo y realización personales. Saben que para que sus seguidores se comprometan profundamente con su visión y aporten su capacidad están obligados a ofrecerles un trabajo que constituya un reto para ellos. Deben ofrecerles la oportunidad de mejorar con su trabajo. Yogi Raman me dijo que otra de las ansias humanas es la necesidad de desarrollarse y autorrealizarse. Y los líderes clarividentes satisfacen este deseo liberando la fuerza interior de su gente. 

<Todos los habitantes de este planeta tienen un deseo profundo de crecer y mejorar como personas.> … <Lo triste es que la mayoría de la gente no tiene ni la más remota idea sobre el talento y las posibilidades que dormitan en su interior. William James, el fundador de la psicología moderna, dijo una vez: <La mayoría de las personas viven, física, intelectual o moralmente, dentro de un círculo muy por debajo de sus posibilidades. Podemos recurrir a nuestras reservas vitales, que ni tan siquiera sospechamos>. Y tenía razón. Si la persona media captara apenas la fuerza que alberga en su interior, se quedaría atónita. Y sin embargo, la mayoría de la gente nunca se ha molestado en examinarse, simplemente, para descubrir quiénes son realmente. …”

(página 84) … Genialidad significa tener una capacidad natural excepcional. Todos tenemos nuestros dones y nuestra capacidad especial. El problema radica en que la mayoría de los líderes nunca han brindado a su gente oportunidades que pongan a prueba y liberen esos dones. En vez de enseñarles el aspecto que tiene el éxito y dejar que usen su creatividad y todos sus recursos para alcanzarlo, la inmensa mayoría de los líderes dirigen hasta el más mínimo de los detalles y marcan el camino a seguir en todas las etapas del camino. Tratan a los miembros de su equipo como si fueran niños absolutamente incapaces de pensar por su cuenta. Con el tiempo, este tipo de liderazgo acaba con la imaginación, la energía y el espíritu. Luego, los líderes se lamentan de falta de motivación, productividad y rendimiento. <Los líderes deben liderar hasta donde sea posible y luego desaparecer>, escribía H. G. Wells. <Sus cenizas no deben apagar el fuego que encendieron>. …”

(página 85) “… <El trabajo definitivo del líder clarividente consiste en dignificar y honrar las vidas de sus seguidores dejando que liberen y expresen todo su potencia en el trabajo>. …”


Palabras llenas de “Sabiduría”. Palabras que nos invitan a creer en que es posible vivir el “Trabajo Diario” como una “Liberación” en lugar de considerarlo una pesada carga que nos agobia. Palabras que nos comprometen a “Cambiar la Mirada” y a buscar “Nuevas Perspectivas” de Vida. Se puede. Nada es imposible si nuestro Corazón busca a Dios constantemente y sigue sus Perfectos Designios. Pidamos a El, sea nuestro Guía y Consejero permanente, a través de la Oración y la Meditación diarias. Dios (el Universo o como cada uno lo conciba) siempre responde. Escuchémoslo con Atención y Gratitud.


 Bendiciones.

lunes, 1 de julio de 2013

El Sexo: ¿un "mal" pensamiento?

En esta ocasión comparto con ustedes, parte del texto que puede leerse en el libro titulado “Vales más de lo que piensas” - Los principios de la autoestima del padre Carlos G. Vallés (nació en Logroño -España- el 04.11.1925. Sacerdote jesuita y escritor. Ha ejercido como profesor de matemáticas en la Universidad. Vive en la India desde hace cincuenta años y ha llegado a ser el escritor más popular en lengua guyaratí. Actualmente se dedica a viajar por diversos países llevando un mensaje de libertad interior, renovación espiritual, conciencia social, ecumenismo práctico y alegría evangélica desde la India hasta Latinoamérica). Como asidua lectora de sus obras, quiero recomendarles muy especialmente que lo lean atentamente pues -en mi opinión- no tiene desperdicio alguno. Por mi parte, adhiero a la expresión contenida en la contratapa del libro cuando dice que “… según san Pablo, santo patrono de la autoestima en sus dichos y en sus hechos, todos hemos ya resucitado y <estamos sentados felizmente en el cielo>. ...”.

(página 110 a 117) “… De jóvenes nos enseñaron repetidamente nuestros maestros de espíritu que un solo segundo de un <mal pensamiento> consentido (¿y cómo sabíamos si habíamos consentido?) bastaba para ir al infierno por toda la eternidad. Y había que confesarlo como tal. En caso de duda, se nos instruía que dijéramos: <Creo que no consentí, pero lo manifiesto ante Dios como él lo viera>, para asegurarse. Un director espiritual algo más generoso, el padre Francisco Zubeldía, de grata memoria, nos concedía treinta segundos de prueba gratis del género sin culpa, pero habían de ser cronometrados. Si pasaban de treinta segundos, había que confesar el mal pensamiento. Hubo alguien que -él aseguraba que con plena inocencia- entendió <minutos>, en vez de <segundos>, y disfrutó de la licencia por treinta minutos hasta que descubrió su error. Pero segundos eran segundos, y un mal pensamiento era un mal pensamiento. Por cierto, <mal> pensamiento no era el deseo de darle una bofetada a un compañero o la fantasía de asaltar un banco; <mal> pensamiento era única y exclusivamente el sexo. El mal por antonomasia. El pecado por excelencia. Lo demás no contaba.

Siguiendo con el buen humor, recientemente un periodista le preguntó a un cardenal en una rueda de prensa: <¿Qué enseña la Iglesia sobre las sectas?>. El cardenal comenzó una detallada exposición en su respuesta, y les costó un poco a los periodistas caer en la cuenta de que el cardenal no estaba hablando sobre la Iglesia y las sectas, sino sobre la Iglesia y el sexo. ¿Qué había pasado? La rueda de prensa era en inglés, y la pregunta en inglés había sido, <What does the Church teach about sects?>. La palabra sects (sectas) en inglés suena algo parecido -aunque no del todo- a sex (sexo), y al buen cardenal se le disparó el reflejo y entró en la materia como toro que entra al capote. La materia era el sexo. El periodista no dejó pasar la ocasión de recalcar en su reseña que se trataba de un típico error freudiano que manifiesta el subconsciente a través de un error inocente, y en este caso la obsesión de la Iglesia por el sexo se había traducido en la precipitación de la respuesta inesperada. De la secta al sexo. O, sencillamente, se trataba de que el buen cardenal -que era italiano- no dominaba la pronunciación inglesa. En todo caso, nos vale la anécdota.

¿De dónde nos viene la obsesión por el sexo? El sexo proporciona la materia ideal para generar el complejo de culpa. Por un lado, es algo serio en sí, que involucra mente y cuerpo y tiene consecuencias personales y sociales; por otro, es de incidencia universal, ya que a todos nos afecta a lo largo de toda nuestra vida. De ahí le viene su importancia. Para manipular un complejo de culpa hay que generar primero ese complejo, y para generar ese complejo de culpa hace falta primero una culpa, y esa culpa ha de ser general e importante, para que a todos nos abarque y nos preocupe. Decir mentiras, por ejemplo, es algo que a todos nos ocurre, pero no es suficientemente grave como para preocuparnos. Por otro lado, siguiendo con ejemplos, matar a una persona es grave, pero no todos cometemos asesinatos todos los días. Tales faltas no valen. Ha de ser algo grave y universal al mismo tiempo, y el mejor candidato es el sexo. De ahí le viene su importancia.

Tenemos aquí la materia ideal para generar culpa, de ahí el complejo, y del complejo a la manipulación. El convertirse en instrumento eficaz de la manipulación de conciencias hizo que el sexo adquiriera una importancia desproporcionada en los tratados de moral, en la predicación, en la dirección de conciencias. El eje de la conducta moral en siglos recientes. La piedra de toque del verdadero cristiano. El mandamiento que arrinconaba a todos los demás del decálogo. El sexo. Y un poco también el séptimo, por aquello del no robar como llegó a cantar la copla:

<Si en el sexto no hay perdón
ni en el séptimo rebaja,
ya puede nuestro Señor
llenar el cielo de paja>.

Esa copla señala ya la reacción popular ante la opresión sexual. Puro sentido común. No podía ser la cosa tan grave. No era para tanto. No se iba a quedar el cielo vacío. Había que tomarlo con calma. Incluso con un poco de humor. No podían tener razón los curas. Se había exagerado demasiado. El péndulo había subido hasta su límite por un lado. La burbuja se hinchaba más y más. Algún día tenía que reventar. Y reventó. Llegó la <liberación sexual>. En España se llamó <el destape>. De un extremo a otro. Antes todo era pecado, ahora nada lo era. Efecto boomerang. El tiro por la culata. Se descubrió el truco. El gran movimiento de controlar conciencias a través del sexo a lo largo de los siglos, falló por fin. Y como no estábamos preparados para el fallo, nos dejó sin reacción. Del infierno por un mal pensamiento, a las páginas explícitas de Internet a toque de tecla. Nos aturdió el golpe. Nos hemos contentado con denunciar que esta generación ha perdido el sentido del pecado, mientras nos envolvemos en nuestro enfado. Lo que nos toca es trabajar por restablecer el equilibrio sano y firme de la conciencia creyente en libertad personal y responsabilidad universal.

De todos modos, la crisis del sexo nos ha dejado una secuela lamentable y que nos concierne aquí especialmente: nos ha hecho sentir <impuros>. La pureza. La impureza. Actos impuros. Deseos impuros. Toda una generación ha vivido bajo el oprobio de la <impureza>, y otra generación se debate ahora entre las exageraciones de la época anterior y las licencias de la siguiente. <No puedo mantenerme puro más de una semana>, le oí decir en su tiempo a un compañero de colegio. Otro me confió, <Me han dicho que, si puedo mantenerme puro seis meses seguidos, me admitirán en el noviciado>. Triste lenguaje, <Ser puro> significaba <no masturbarse>. Por cierto, el candidato no entró. No pudo ser <puro>. Ni por seis meses. Seguidos. Duele contar estas cosas, pero nos urge reparar los daños causados. La etiqueta <impuro> es una injusticia intolerable. Una calumnia de mal gusto. Un insulto a la persona. Un ataque contra la autoestima. Llamarse a uno mismo impuro es autoflagelarse, condenarse, rebajarse. Triste herencia, de la que nos conviene desembarazarnos cuanto antes. Al menos la <polución>, que también manchaba nuestros sueños nocturnos, ha pasado a ser pecado ecológico. Contaminación atmosférica. Algo vamos ganando. …

… <Mira que te mira Dios,
mira que te está mirando,
mira que te has de morir,
mira que no sabes cuándo>. ...

... <Cuando el pecado te tienta
y te cerca la maldad,
siente el fuego que atormenta
por toda la eternidad>.

Toda una conspiración de temor para asegurar la servidumbre. No nos honra. Nos ha hecho daño. Aun ahora, cuando esa iconografía ha sido descartada y la Danza de la Muerte se ve sólo en pinturas medievales restauradas, nos queda por los fondos de la mente el miedo a la muerte, al más allá, al juicio, a la eternidad, y ese miedo nos debilita ante la influencia de poderes que siguen queriendo someternos y dominarnos. Y nos sometemos. Por si acaso.

Es verdad que, afortunadamente, ya nos hemos liberado bastante de esa mentalidad lúgubre de penas y castigos, de miseria e indignidad, de muerte e infierno, y nos congratulamos de ello. Pero aún nos quedan restos oscuros por los rincones de la conciencia y por las costumbres de la sociedad que recuerdan miedos tradicionales y mantienen complejos antiguos. Una buena limpieza de fondos nos hará bien a todos. …”

Una “mente brillante” que nos acerca una “sabia reflexión” sobre un tema tan candente como es el sexo. Una “mirada en retrospectiva” que nos permite despejar el camino que tenemos por delante. Un “estupendo relato” que combina “humor y seriedad”. En definitiva, una lectura recomendada para toda persona que se precie de “valer más de lo que piensa” …


Bendiciones.