domingo, 25 de octubre de 2015

Mindfulness: un antídoto para vencer el miedo y la ansiedad...



Quiero iniciar este compartir contándoles que actualmente me encuentro realizando un curso intensivo de “Neurociencias cognitivas”. Atraída por la temática que aborda, ni lerda ni perezosa, me inscribí en él. Y debo confesar que -hasta el presente- ha superado todas mis expectativas. Así fue que en una de las clases, el neurocirujano a cargo del dictado del mismo, mencionó una práctica muy recomendable (en mi opinión para todo ser humano que aprecie su bienestar psico-físico) denominada “Mindfulness”. Entonces y en vista de los interesantísimos conocimientos que el curso me está brindando, decidí apersonarme por la librería donde -generalmente- adquiero la mayoría de los libros que hoy forman parte de mi biblioteca. Y una vez allí, me topé con una obra titulada “Mindfulness en la era del miedo y la ansiedad” – El arte de elegir la paz de Clara Badino (diferentes procesos de enfermedad la acercaron a las prácticas psicofísicas del yoga y la meditación; es embajadora de esta práctica en la Argentina donde imparte entrenamientos -desde hace años- en la Asociación Visión Clara), siendo éste su primer libro.

Esta obra -desde mi punto de vista- es magnifica. Con lenguaje sencillo, claro y que resulta por demás ameno y comprensible para cualquier persona, nos explica de qué se trata esta práctica,  cómo realizarla y cuáles son los beneficios que reporta. Particularmente, sólo con leer el título fue suficiente para tener un atisbo de esa paz que supone este novedoso método que ya tiene unos cuantos años de vigencia.

Me parece oportuno, antes de continuar desarrollando el tema objeto de este compartir, comentarles una anécdota al respecto: habiendo puesto al tanto de esta última adquisición en materia de lectura a una gran amiga y compañera del Alma, llamada Laura, y ante su interés, me ofrecí a prestarle el libro para que pueda hecharle un vistazo. Obviamente, quedó muy complacida con su lectura, lo cual me motivó a comprar otro ejemplar del libro y … a regalárselo; lo mismo que me había sucedido con otro (cuya autoría corresponde a Walter Riso y se titula “Maravillosamente Imperfecto Escandalosamente Feliz”) unos días antes.

En las páginas 11 a 14, Clara nos explica:

“Qué es Mindfulness y porqué lo necesitamos

Le propongo un experimento. A medida que lee estas líneas pregúntese -como quien no quiere la cosa- qué está haciendo su mente. ¿Está tranquila y concentrada? ¿Curiosa por saber qué tendrá para enseñarle este libro? ¿Inquieta y apurada, ansiando llegar rápido al punto para poder seguir con la próxima asignatura? Acaso esté deseando algo: un café, un descanso, una siesta, un poco de compañía. O por ahí está molesta con algo que ocurrió, algo que alguien dijo, y aunque ya casi no lo recuerda, es posible que una nube negra ensombrezca en este momento sus pensamientos.

Y su cuerpo, ¿cómo está? ¿Tenso, rígido, alerta? ¿Relajado y distendido? ¿Cuán cómoda es la posición que eligió para la lectura? ¿La eligió?

Ultimo, pero no menos importante, ¿cómo está respirando? Ante este interrogante, quizás se pregunte si hay más de una forma de respirar. Y la respuesta será: tantas como personas en el mundo, y como momentos en que se haga la pregunta. Entonces, observe: ¿es pausada y tranquila? ¿Es rápida, entrecortada? ¿Profunda? ¿Superficial? ¿Pareja en tiempos de inhalación o exhalación? ¿Proclive a retener el aire entre una y otra?

Este reconocimiento interno de vivencias, este detenerse, observar sin juicios, estar donde uno está pura y simplemente ser, es el corazón palpitante de la sencilla pero revolucionaria práctica llamada Mindfulness, y es la propuesta de este libro.

Sencilla, porque no pide de nosotros nada complicado ni sofisticado. No requiere de un equipamiento especial, un lugar particular para realizarla ni una condición física determinada. Y revolucionaria, porque puede transformar nada menos que la forma de percibir el mundo y vivir la vida.

Sin embargo, voy a ser clara y sincera: sencilla no significa fácil.

¿Por qué? Veamos.

La cultura en la que vivimos es generosa en estímulos, conocimientos y oportunidades. Pero lo es tanto en tiempo para absorber esos estímulos, procesar esa información y aprovechar esas oportunidades. Más bien, tendemos a vivir inmersos en un maremoto de presiones y apuros, saltando de una actividad a otra, barajando dos o tres a la vez, con una conciencia muy limitada de lo que estamos sintiendo, pensando y necesitando, ajenos al único momento real, el momento presente.

Como una pequeña muestra, comparto con ustedes los sorprendentes resultados de una investigación reciente de la Universidad de Virginia, que revelan los límites a los que estamos dispuestos a llegar par evitar permanecer un momento de estado de quietud: dos tercios de los hombres y un cuarto de las mujeres que participaron en el estudio sintieron tanto ansiedad y nerviosismo ante la propuesta de pasarse 15 minutos solos con los pensamientos, que optaron por administrarse una descarga eléctrica que poco antes habían dicho que pagarían por evitar.

Este estado de desconexión no es gratuito. Bajo su reinado, la ansiedad y el miedo se han convertido en epidemia, y cada día cobran nuevas formas: hiperquinesis, síndrome de déficit de atención, trastornos, obsesivo-compulsivos, adicciones de toda clase: al alcohol, al cigarrillo, a los psicofármacos, al trabajo, al consumo, al sexo, a las pantallas, a la adrenalina misma. ¡Estímulos, estímulos, estímulos!

Pero aun si pudiéramos procurarnos una vida simple en un paraje apartado de la sociedad, sin presión alguna, veríamos que la mente se las ingenia de todos modos para crear temores, dudas, penas, preocupaciones. El malestar puede surgir en cualquier momento, ya que es parte de la experiencia humana. Y la mente se ha ido condicionando para reaccionar a ella, generando un círculo vicioso de sufrimientos, insatisfacción, desregulación y manejo desacertado de las emociones, que impacta en forma directa sobre nuestra salud.

Por eso decimos que Mindfulness atención pura no es una práctica fácil, aunque sí simple. Porque nos invita nada menos que a desaprender condicionamientos sociales y culturales tan antiguos como el hombre. Y nos ofrece algo simple de experimentar: más rechazamos la incomodidad, más aumenta. A mayor resistencia, mayor tensión.

Acerquémonos a la propuesta.

Mindfulness es un estado de consciencia caracterizado por la atención pura libre de distracción, y es estar presentes en el presente con una actitud de indagación neutral, curiosidad, recepción, paciencia, compasión y apertura. Este estado de integración e integridad nos permite observar nuestros estados internos -pensamientos, emociones, sentimientos, sensaciones- y todo lo que ocurre a nuestro alrededor, como si lo percibiéramos por vez primera.

En realidad, esta capacidad está presente en nuestras vidas: la consciencia es quizás nuestro más valioso acervo como seres humanos. Pero no solemos experimentarla más que por instantes, a niveles muy superficiales, antes de sumirnos nuevamente en un sinfín de elucubraciones, recuerdos o fantasías que nos alejan de esa percepción pura, de ese estado de cognición claro que nos permite ver la realidad tal cual es.

Mindfulness tiene el poder de transformarnos, operando por momentos como un ancla que nos trae de vuelta a nosotros mismos, y a la vivencia de cada momento. Nos trae una y otra vez a la posibilidad real de transitar receptiva y afectuosamente los procesos, observar neutralmente los sucesos y dar respuestas, inhibiendo la reacción ligada a la distracción y al automatismo.

La práctica de Mindfulness no persigue ningún objetivo, lo que propone realmente es reconocernos como personas con personalidad: quiénes somos en esencia, más allá del nombre, edad, sexo, profesión; quiénes fuimos cuando llegamos al mundo.

Pero aun sin perseguir objetivos -o quizás por ello-, quien practica esta disciplina con compromiso y compasión descubrirá sus beneficios: cambios a corto, mediano y largo plazo que irán enraizando en lo profundo. Ya veremos en qué consisten estos cambios en subsiguientes capítulos.

A modo de adelanto, digamos que veremos modificada nuestra percepción de las cosas, especialmente de todo aquello que nos resulta amenazante y estresante. Y que, al tomar nota de tantos detalles que pasaban inadvertidos, tomaremos consciencia de que la vida nos fue dada para vivirla en su totalidad. Así, habitaremos cada minuto, sentiremos cada segundo. Podría decirse que viviremos más, no por alargar nuestra vida en años, sino por transitarla tanto más interesantemente.

¡Los invito a compartir esta gran aventura!...”


Y en las páginas 21 a 23, Clara nos informa acerca de:

Lo que comprueba la ciencia

[…] El objetivo de este capítulo es más modesto y puntual: señalar la gran riqueza y amplitud de beneficios que ha demostrado generar la práctica, en diversos estudios de laboratorio. Los veremos segmentados por planos, aunque, por supuesto, son interdependientes.

Beneficios en el plano emocional:

  • Descenso en los niveles de la ansiedad, el miedo, la preocupación y la impulsividad.
  • Reducción en los niveles de estrés, percepción de soledad y depresión.
  • Aumento en la autoestima y la autoaceptación.
  • Mejora de la resiliencia ante situaciones de enfermedad y dolor.
  • Incremento del optimismo, la relajación y la lucidez.
  • Mejora en la calidad de vínculos e interacciones sociales, especialmente en la cualidad de la empatía.
  • Disminución de síntomas ansiosos como comer o fumar compulsivamente.

En el plano físico:

  • Baja de la presión sanguínea.
  • Baja en la incidencia de desórdenes inflamatorios, colon irritable y asma.
  • Mejora en la sintomatología de cuadros de diabetes.
  • Menor severidad en las manifestaciones de la psoriasis.
  • Mejora en el índice respiratorio y la variabilidad cardíaca.
  • Reducción de síndromes premenstruales y menopáusicos.
  • Mejora en la inmunidad y los niveles de energía.
  • Alivio de dolencias en pacientes con fibromialgia, artritis y HIV.
  • En pacientes de cáncer, algunos estudios demuestran bajas en la morbilidad y en la recurrencia.

En el plano mental:

  • Mejora en las habilidades cognitivas y en la creatividad.
  • Incremento en la memoria y agudización de la concentración.
  • Optimización del proceso de toma de decisiones y la resolución de problemas.
  • Mejor manejo de las distracciones y disminución de los síntomas en desórdenes como el ADD y el ADHD.
  • Mayor eficiencia en el procesamiento de información.
  • Más autonomía y maestría.

Entre los efectos constatados específicamente en el cerebro, se incluye una mayor activación de la corteza prefrontal izquierda, un área relacionada con el manejo adaptativo de las situaciones amenazantes o de alta demanda interna y externa y una mayor inmunidad (aumento de anticuerpos).

Este cambio de activación cerebral provee una nueva base neurológica para la resiliencia. En los capítulos siguientes exploraremos y profundizaremos cómo la práctica de la atención pura va desarrollando la capacidad de concentración y la de observar neutralmente sucesos y procesos, aumentando la tolerancia a la incomodidad y el poder de adaptación, como un camino de evolución personal. Esto es, en esencia, lo que la práctica de Mindfulness propone para descubrir y cultivar la paz. …”


Como habrán podido observar, los beneficios que plantea el método descrito en este libro resultan ser absolutamente recomendables para lograr una “Vida Plena”.  Sin duda alguna, nos encontramos frente a un libro que merece ser leído y a una práctica que merece ser adoptada.




 Bendiciones.

viernes, 23 de octubre de 2015

Cómo mantener la aprobación de los demás y ... ¡ser esclavo del qué dirán!

En esta ocasión quiero compartir con todos ustedes, unas reflexiones sumamente sabias -desde mi punto de vista- que acabo de leer en el libro titulado "Maravillosamente Imperfecto Escandalosamente Feliz" - Diez premisas liberadoras que transformarán tu vida de manera radical y cuya autoría lleva el sello indiscutible de Walter Riso (cursó estudios de psicología y se especializó en terapia congnitiva; ha publicado diversos textos tales como "Pensar bien, sentirse bien", "Ama y no sufras", "El camino de los sabios" entre otros de gran divulgación). 
  
Es para mi un gran placer disfrutar de la lectura de cada una de sus obras. En ellas encuentro una fuente de conocimientos que me llevan a ahondar, cada vez más, en los misterios del "Ser" que anidan en mi interior. Sin duda alguna, es una elección que me conduce a vivenciar la plenitud de la "Vida" en sus distintas manifestaciones. 

Es muy grato para mí, poder compartir -a través de este espacio- el texto que podrán encontrar en las páginas 243 a 247.  ¡Espero que lo disfruten!.

"... La gente que sufre de necesidad de aprobación hace un gran despliegue de comportamientos sumisos y de evitación para no incomodar ni perder <imagen> ante los demás. Muchas veces estas <estrategias> son francamente humillantes o no se compadecen con la dignidad personal. Veamos algunas de estas malas tácticas.

  • Evitar incomodar o molestar a las personas de quienes dependemos. Acoplarse a ellas y hacer y decir, exactamente, las cosas que el otro espera de uno.
  • Una de las consecuencias del punto anterior es que, por mantener el beneplácito de los otros, dejamos de ser nosotros mismos. Perdemos autenticidad y pensamos demasiado antes de actuar por miedo al rechazo. Incluso las preferencias personales suelen hacerse a un lado, para ausmir las de los demás como propias y lograr así una especie de <sintonía> interpersonal.
  • Mantener la aprobación inadecuadamente también incluye decir <si> cuando se quiere decir <no>. Se asume un papel no asertivo y claramente sumiso para agradar a las otras personas, sometiéndose a su voluntad. No contradecir, no oponerse, acatar y cumplir órdenes, forma parte del repertorio de los que por miedo han perdido autoestima. Esta estrategia de <entregarse al poder> tiene un efecto paradójico, pues la sumisión después de un tiempo produce fastidio en los observadores. Así que humillarse termina por generar lo mismo que se pretende evitar: el alejamiento de la gente.
  • Una de las conductas típicas de las personas con necesidad de aprobación es no solo no molestar, sino la adulación indiscriminada. Ensalzar el ego ajeno y cosechar puntos a su favor. Por lo general, son muy hábiles en detectar la <debilidad> del interlocutor y <endulzar sus oídos> para que se sienta bien. En el fondo, un <trueque> muy especial rige todas las relaciones de la gente con miedo al rechazo social: <Yo te doy lo que quieras, con tal que me apruebes incondicionalmente>.
  • Otra forma de llamar la atención positivamente es impresionar a la gente con alguna habilidad o sacar a relucir el respectivo currículum vitae. Exaltar las propias virtudes, si se tienen, o <ventajas>, como dinero, propiedades, roce social, prestigio y cosas por el estilo. Todo se pone sobre la mesa y se lo señala abiertamente. La necesidad de aprobación, cuando existe, no conoce límites.

Una premisa recomendable, que ya sugerí antes, es como sigue: si no eres bien recibido, vete . Cuando estés seguro de que no te quieren o determinadas personas son tóxicas para ti, pues no te quedes a comprobar y verificar <qué tanto te odian o detestan>. Si no te quieren o te desaprueban, siempre habrá un resquicio por donde asome el fastidio: el odio es prácticamente imposible de ocultar y te darás cuenta. La malquerencia es indiscreta por naturaleza, y aunque debemos reconocer que las personas hipersensibles al rechazo social ven muchas veces cosas que solo existen en su imaginación, algunas veces no les falta razón.

Después de cuatro horas de tortura, el apache y los 
otros hombres le echaron un balde de agua al reo
para despertarlo y le dijeron: <Manda a decir el coronel 
que te va a dar una chance de salvar tu vida. 
Si adivinas quién de nosotros tiene un ojo de vidrio, 
te dejaremos de torturar>. Después de pasear su mirada
sobre los rostros de sus verdugos el reo señaló
a uno de ellos: <¡El suyo, su ojo derecho es de vidrio!>. Y los
torturadores asombrados dijeron: <¡Te salvaste! Pero
¿cómo has podido adivinarlo? Todos antes fallaron,
porque el ojo es americano, es decir, perfecto>. El reo
respondió, sintiendo que le venía otra vez el desmayo: 
<Muy sencillo, fue el único ojo que no me miró con odio>.
Desde luego, lo siguieron torturando.

No necesitas que tu contrincante de turno, con seguridad más civilizado que los del relato, tenga un ojo de vidrio. Cuando la certeza del desamor te sacuda en lo más profundo de tu ser, tendrás que elegir entre la sumisión o la dignidad. Puedes sacar, como vimos, el arsenal para complacer a los demás o seguir con tu paso firme. Tú eliges: si te hundes en la maraña de la aprobación o prefieres ser independiente. [...]

Solo para que lo tengas en cuenta: Gandhi, Jesús, Sócrates, Freud, Francisco de Asís, Giordano Bruno, entre otros pensadores e innovadores de todos los tiempos, fueron catalogados como locos o ridículos por el poder dominante; fueron rechazados de plano. No quiero compararte con ellos (salvemos las distancias), lo que sostengo es que en su momento fueron mal vistos y ese criterio no prevaleció. La opinión de los demás no es una verdad absoluta e irrebatible. No hay nada más subversivo para las mentes estrechas que ver a alguien independiente, psicológicamente libre y con una pizca de locura simpática. ..."




 Bendiciones.
 

domingo, 18 de octubre de 2015

Los Inadaptados: ¿ellos o nosotros? ...

Enterada de una nueva publicación del Dr. Deepak Chopra (es médico y se especializó en medicina interna y endocrinología; se desempeña además como investigador científico y es autor de más de 65 libros) me propuse adquirirla a la mayor brevedad. Nada más leer el título del libro, "Dios" - Una historia de revelaciones, intuí que me encontraba -una vez más- frente a una exquisita obra. Y efectivamente, puedo decirles que así es; no sólo por su autor sino también por la temática que aborda.

Desde mi punto de vista, Deepak es un "Gran Maestro" de nuestro tiempo y, particularmente, creo que en el prólogo del libro deja muy en claro su visión de la Vida cuando dice que: "La cercanía con Dios es una constante, no sólo en la historia humana sino también en la naturaleza humana. Si estamos en contacto con nuestra alma, la conexión es permanente, aun si nuestra conciencia flaquea. Pensarnos en Dios cambia, quizá porque nuestra propia percepción espiritual aumenta o disminuye. Mientras tanto, los mensajes siguen llegando y Dios sigue mostrándose con distintos rostros. A veces la noción de lo divino queda oculta cuando las fuerzas seculares toman la batuta e intentan dirigir la orquesta por sí solas. Sin embargo, la fuerza de la espiritualidad nunca se rinde por completo. Dios representa nuestra necesidad de conocernos a nosotros mismos, así que, a medida que la conciencia evoluciona, también evoluciona Dios. Es un viaje que no terminará jamás. En este momento, en algún lugar del mundo, alguien acaba de despertar a la mitad de la noche al escuchar un mensaje que parece extraño, como si proviniera de otra realidad. De hecho, todas las noches debe haber visitas de este tipo, y quienes dan un paso al frente para anunciar lo que han oído forman un grupo variopinto de locos, artistas, avatares, rebeldes y santos. Siempre he deseado ser parte de tan variopinto grupo, por lo que en las siguientes páginas intento imaginar que pertenezco a él. ¿Acaso no deseamos todos, en cierto modo, unirnos a los inadaptados? Sus historias nos desgarran el corazón y elevan nuestra alma. Las lecciones que han aprendido han llevado a la raza humana por caminos desconocidos. Hay cosas peores en la vida que saltar la barda de contidianidad y seguirlos."

En el capítulo 7, bajo la denominación de GIORDANO BRUNO - Todo es luz (páginas 195 a 218) Deepak recrea una parte de la historia de la humanidad, con el talento que lo caracteriza y con la genialidad propia de su nivel de evolución de conciencia. 

Es por ello que quiero compartir hoy, con todos ustedes, una de las revelaciones que, en mi opinión, nos invita a una profunda revisión interna; nos invita a adentrarnos en lo más recóndito de nuestro "Ser" y a encontrar la "Verdad" que anida en cada uno de nosotros.

"... Revelando la visión

Con la vida y la muerte de Giordano Bruno dos mundos chocan entre sí, y las repercusiones siguen entre nosotros. La fe y la ciencia empezaron siendo enemigas, pues los hechos amenazaban con derrocar la fe. Esta amenaza era evidente para las autoridades eclesiásticas, quienes arremetían contra los descubrimientos científicos como si fueran herejías. Un hecho no puede ser herético a menos que lo fuerces a serlo. Uno puede concebir una Iglesia que acepte la ciencia como una nueva forma de glorificar la creación divina, y la Iglesia podría haber permitido que Dios fuera el Creador racional que trabajaba usando las leyes naturales. Esta no era la Iglesia a la que Bruno intentaba adaptarse, ya fuera mimetizándose como monje, enseñando como profesor o incitando como científico. 

Uno de los problemas de todas sus tácticas era que Bruno tenía muchas ideas desquiciadas; de hecho, su aprendiz aristócrata de Venecia lo traicionó y lo denunció a la Inquisición, pues Bruno se negó a enseñarle las artes sobrenaturales. Bruno se consideraba a sí mismo un experto en estas artes, e incluso jugaba con <matemáticas mágicas>. Se debe hurgar entre un revoltijo de fantasía y especulación para encontrar la espiritualidad revolucionaria de Bruno, pero, una vez que se logra, sus apreciaciones siguen impresionando.

El veía lo que otros místicos habían descubierto: que la naturaleza es un campo de luz que emana de la divinidad. Pero lo que lo hace profético es que él no dependía de la fe, sino puramente de la mente para ver lo que veía, y por eso representa la mente humana como parte de la mente de Dios. Hoy en día seguimos peleando por determinar si la espiritualidad es consistente con la razón. Ser científico no te convierte automáticamente en ateo, pero sí te conduce a un camino pantanoso donde la fe puede hundirse como sobre arenas movedizas.

El día que Bruno fue quemado en la hoguera, el 17 de febrero de 1600, era una mañana clara desbordante de vendedores de flores en medio de un mercado romano. Uno casi puede imaginar a las amas de casa en mandil comprando rosas de invierno. El caso de Bruno se había vuelto infame, por lo que la reacción del público debe haber sido una combinación de abucheos y lágrimas. Fue el telón final de un drama largo, cruel y lento que había durado siete años. Bruno era un pensador lo suficientemente importante como para sobrevivir tanto, y su abjuración habría sido muy significativa para el papa y para el Santo Oficio.

El juicio en la corte que sostuvo que Bruno había negado la divinidad de Cristo no estaba errado. Bruno había coqueteado con la herejía arriana, la cual cuestionaba si Cristo era igual a Dios. Pero es improbable que ésta haya sido más que una fase pasajera en el viaje mental de Bruno, el cual fue caprichoso, temerario, inspirador, ridículo, noble y extraño, dependiendo desde dónde se le mire. Es recordado hoy en día como un mártir de la libertad intelectual, en especial por los científicos, quienes lo agrupan junto a Kepler y a Galileo, valientes seguidores de la nueva astronomía que comenzó cuando Copérnico declaró que la Tierra giraba alrededor del Sol.

Ahora bien, Bruno no era científico. Durante su vida, fue mejor conocido por su sistema de técnicas mnemónicas que interesaron incluso a reyes y a reinas, como Isabel I de Inglaterra. En tanto persona pública, no era capaz de complacer a quienes estaban en el poder y lograba alienar a todas las cortes a las que se vinculaba, por lo que hubo ocasiones en que incluso fue expulsado del país en el que estaba. Era un inconformista, y quienes lo recordaban decían que era introvertido e inclinado hacia la melancolía.

Al final, después de tan horripilante muerte, el relato lastimoso de Giordano Bruno se convirtió en un símbolo, aunque ambiguo. Yo me sentí atraído hacia su lado místico. Inspirada por los nuevos descubrimientos que se hacían sobre las estrellas y planetas, la mente de Bruno dio brincos sorprendentes. Estaba convencido de que había mundos infinitos, de que había vida en esos mundos y quizá también ángeles. En lugar de haber quedado fija el séptimo día de la creación divina, la naturaleza estaba en movimiento constante. De hecho, el cosmos probablemente se estaba expandiendo a una velocidad fantástica, lo que significaba que la creación era un proceso continuo. Dar esos saltos le permitió a Bruno sonar sorprendentemente como uno de nuestros contemporáneos, como cuando escribe: <En todas partes hay cambio relativo e incesante de posición a lo largo del universo, y el observador es siempre el centro de las cosas>. Ese es Bruno con su camiseta de científico, pero en sus tiempos no había suficiente ciencia para sustentar un brinco tan temerario. Su verdadero viaje fue hacia lo trascendente, hacia el campo de la luz que en su mente se fundía con Dios, la naturaleza y el cielo estrellado: <La luz divina está siempre en el hombre, y se presenta a los sentidos y a la comprensión, pero el hombre la rechaza>.

A medida que el futuro se fue desenvolviendo, los dominios de la ciencia se fueron definiendo. La astronomía se separó de la astrología y la evolución reemplazó al Génesis, así que es natural que Bruno no pueda ser mártir en ambos campos, a no ser que... en esa expresión final pudiera estarse gestando otra revolución. Como  personas modernas, heredamos la revolución científica. La conquista de la superstición es parte y parcela de esa revolución, como también lo es la separación del razonamiento y de la irracionalidad. Es escalofriante leer que más brujas fueron quemadas en Inglaterra después de la muerte de Shakespeare en 1616 que antes; esa persecución descabellada no sólo ocurría en Salem, Massachusetts.

Durante cuatro siglos nos hemos alejado del campo de luz de Bruno para regresar al principio. La unidad de la luz es el fotón, y la física reconoce que todas las interacciones responsables de la materia y la energía en el cosmos involucran al fotón. Dicho de otro modo, los humanos existimos en el campo de la luz, y nuestros cuerpos provienen, literalmente, del polvo estelar. Yendo aún más lejos, algunos físicos previsores se preguntan si el universo tiene mente; según ellos, actúa como si fuera un ser vivo a medida que evoluciona y se desarrolla en forma más compleja. El cerebro humano, hasta donde sabemos, es la cosa más compleja de la existencia. ¿De verdad fue producto del azar el transcurso de trece mil millones de años? A un científico se le ocurrió que creer en la aleatoriedad como la única fuerza creativa en la naturaleza era como decir que un huracán cruzó un tiradero de basura y construyó con ella un avión.

Lamento que las dos palabras clave, inteligente y diseño, fueran apropiadas por fundamentalistas religiosos con el propósito de defender el relato creacionista hallado en el Génesis. No hay duda de que el Génesis en realidad es un mito sobre la creación, y es muy hermoso. Existe para decirnos algo sobre nosotros mismos a nivel mítico; por lo tanto, no deber ser rechazado. Pero es más fascinante una visión liberada de la inteligencia y el diseño, la cual podría derivar en un cosmos vuelto a nacer.

Bruno fue testigo de la última vez que eso ocurrió. En el renacimiento del universo gracias a Copérnico, Bruno tuvo la visión de posibilidades más extendida y declaró cosas que podrían estar tomadas directamente de Shankara y de la antigua tradición védica de India: <Entiendo el Ser en todo y sobre todo, puesto que no hay nada sin participación en el Ser>. 

Es nuestra pérdida que el Ser haya dejado de ser un misterio, como lo fue para Bruno y para todos los místicos. <Ser> parece dado por sentado, vacío. <Soy> simplemente implica presencia actual. Sin embargo, el Ser adquiere de pronto su misterio de nuevo cuando nos sumergimos en la física moderna y descubrimos que el universo entero emergió del vacío. Este tema surge con frecuencia conforme abordamos a los visionarios de este libro, pero aun así debe destacarse que el vacío que precedió al universo es un hecho. Todo lo que parece sólido y familiar en realidad es producto del misterio.

El notable neurólogo inglés sir John Eccles expresó su postura con claridad austera: <Quiero que se den cuenta de que en el mundo natural no existe color ni sonido. No existe nada de ese tipo; ni texturas, ni patrones, ni belleza, ni aroma>. Cualquier cualidad de la naturaleza es todo menos reconfortante; pertenece a una ilusión de la realidad de la que nos rodeamos. Cuando dos amantes se toman de la mano, parece como si dos objetos cálidos y maleables se envolvieran, pero es pura ilusión. Todas las sensaciones se crean en nuestra propia conciencia a partir de propiedades invisibles, como el electromagnetismo. De hecho, los átomos, que son los ladrillos del universo, no tienen propiedades físicas en lo absoluto; por lo tanto, nada que esté hecho de átomos puede ser físico.

Bruno era una rara combinación de místico y racionalista, lo cual le permitió enfrentar desde el inicio la ilusión de la realidad. Había sido expulsado de la orden dominica, pero se mantuvo firme en su creencia en Dios y asumía que, cuando hablaba de la naturaleza, estaba hablando de Dios al mismo tiempo: <No hay ser sin esencia. Por lo tanto, nada puede estar libre de la Presencia Divina... La naturaleza no es más que Dios en las cosas>.

¿Esta última oración es verdad en términos literales? Al buscar a <Dios en las cosas>, dejamos de usar las gafas de la cristiandad, sin embargo no hay duda de que la búsqueda sigue siendo la misma. ¿Qué gafas necesitamos? Hay muchas respuestas flotando en torno de la comunidad científica y espiritual; algunos optimistas creen que ambas se fundirán tan pronto reconozcan que van en busca del mismo unicornio: una visión de Dios y de la naturaleza que borre todas las fronteras y contenga la respuesta definitiva a los acertijos de la naturaleza.

Si eso ocurre, la historia de Bruno encontrará su justificación, no como relato de un mártir que necesita compasión, sino de un profeta que merece ser reconocido. Para redimirlo por completo, debemos aceptar otro de sus dichos visionarios: <Es manifiesto... que cada alma y espíritu tiene una cierta continuidad con el espíritu del universo>. Bruno observó esta verdad con una claridad valerosa que no podemos más que envidiar. Con el tiempo, a Dios se le permitió convertirse en un Creador racional. La Iglesia lamentó su fase de persecución, y hoy en día es permisible predicar que los hechos glorifican las maravillosas obras de Dios. Sin embargo, aunque evolucionó para hacer las paces con la gravedad y la termodinámica, Dios sigue frunciendo el ceño ante las células madre y los primeros días de vida en el vientre materno, o eso sostiene la Iglesia. La tregua entre fe y hechos sigue siendo fluctuante. ..."

 
Al igual que Deepak, confieso que yo también "siempre he deseado ser parte de tan variopinto grupo"; es decir, el de "los inadaptados" porque "sus historias nos desgarran el corazón y elevan nuestra alma". Y también creo que "hay cosas peores en la vida que saltar la barda de contidianidad y seguirlos"... cosas peores como "existinguirnos o embrutecernos simplemente por el hecho de negarnos a evolucionar". 


Bendiciones.






sábado, 17 de octubre de 2015

Original versus Copia: inspiración o imitación ¡that is the question!...... ...

Era una hermosa noche de primavera. Estaba esperando que pasaran a buscarme para compartir una velada que prometía ser encantadora. Mientras tanto, había ingresado en una librería para adquirir un libro. Una vez hecho el pago correspondiente, me había encaminado hacia la salida cuando -de repente- algo me hizo volver sobre mis pasos para comentarle a la empleada que me había atendido, que me interesaba hechar un último vistazo a las novedades que se exhibían en el fondo del local. No era mi intención efectuar otra compra; pero el  título de un libro por demás sugestivo me atrapó completamente: "Maravillosamente Imperfecto, Escandalosamente Feliz". ¡Cuán grande fue mi sorpresa al darme cuenta de que se trataba de la obra de un autor sumamente admirado por mí! Nada más y nada menos que Walter Riso. Para quienes no lo conocen, les comento que cursó estudios univesitarios de psicología, se especializó en terapia congnitiva y cuenta con una maestría en bioética; es autor de publicaciones que incluyen textos científicos. ¡Toda una garantía de calidad y excelencia! Y desde mi punto de vista "un Gran Maestro" de nuestro tiempo. Está de más decir que, ni lerda ni perezosa, adquirí un ejemplar del mismo.

¡Estaba tan contenta con esta adquisición que hice gala de ella en la cena!. Y ¿adivinen que sucedió?... terminé regalando el libro a un caballero que, mientras lo abría al azar y leía una frase, presurosamente comentó: "¡este libro es para mí!"... ¿Casualidad o causalidad?... Feliz de saber que estaba en buenas manos, me propuse adquirir otro ejemplar a la brevedad. Y así lo hice. Y ¿adivinen que sucedió?... Ni bien comentar el título con una amiga del Alma ¡quedó encantada!... y terminé regalándole el libro... Nuevamente feliz de saber que también estaba en buenas manos, ese mismo día, compré dos más: uno para mi y otro para regalar a el/la próximo/a destinatario/a... 
Me parece buena idea, a modo de resumen sobre la temática que aborda este libro, hacerme eco de las palabras de la contratapa: "Muchas personas son víctimas de lo que Walter Riso denomina mandatos irracionales perfeccionistas o <antivalores exitosos>. Estos mandatos pretenden que seamos <hombres y mujeres que han alcanzado el top ten>, es decir, seres excepcionales en algún área, no importa el costo emocional que eso implique. Preceptos publicitados y transmitidos que se convierten en una forma de autoexigencia o en la búsqueda de una <perfección psicológica> agotadora e irracional. Un sufrimiento inútil que se instala y echa raíces en nuestra mente, con la anuencia y premeditación de una cultura obsesionada por los <ganadores> y <los fuera de serie>. El objetivo del presente libro es rebelarse contra esos mandatos y promover una autoaceptación incondicional y sin excusas. Su consigna -aunque los amantes de la excelencia entren en crisis- es categórica: puedes se escandalosamente feliz en medio de tu maravillosa imperfección."
 

El texto que hoy quiero compartir con todos ustedes (pueden encontrarlo en las páginas 58 a 73), es el siguiente:

"... La comparación que inspira vs. la comparación que plagia

Aceptemos que ciertas comparaciones pueden ser herramientas motivadoras, pero deben ser inspiradoras y no simplemente fuentes de imitación. Aunque reproducir la conducta de un modelo adulto es uno de los principales métodos de aprendizaje en la niñez, la imitación obsesiva en los que ya no son niños, tiende a corromper el verdadero <yo>. En estos casos, la conducta no se produce desde adentro, ni se desprende de los propios talentos o de las convicciones más profundas, es una mera copia y un comportamiento sin sustento.

Cuando hablo de la <buena comparación>, no me refiero a <copiar>, sino a que adaptes las conductas y pensamientos del modelo a tu realidad única e intransferible. No se trata de plagiar, sino de transitar por la senda que te suscitan, según tu modo y parecer. Que el referente inspirador sea un horizonte que entusiasma y no un proceso que te convierte en un clon o en un triste identikit. Clonarse es reconocer que uno ya no tiene identidad propia, que se ha vendido a alguien <especial>. Debes elegir entre ser una reproducción o ser un original, entre ser alumno de un maestro, lo cual es bueno, o ser su fan.

[...] Apóyate en las musas que te genera la gente que admiras y, a partir de ahí, reinvéntate sin ser la sombra de nadie.

Isaac Newton, en una carta dirigida a Robert Hooke, afirmaba lo siguiente: <Si he visto más lejos, es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes>. Y esos gigantes habían sido, entre otros, Galileo Galilei, Johannes Kepler y Nicolás Copérnico. No reprodujo ni calcó lo que hicieron esos colosos de la ciencia, a quienes admiraba sin duda: se fundamentó en los descubrimientos de ellos, para hacer los suyos.

Esculpir tu propia estatua

Nuestra sociedad es una máquina de crear gente insegura, porque el <yo verdadero> casi siempre tiene que competir con un <yo prestado>. [...]  El crecimiento personal puede verse como una estética de la existencia: recrearte a ti mismo como una obra única, en la que eres arte y parte. En mi librio El camino de los sabios, cito a Plotino, un filósofo romano del siglo III d.C., quien aconsejaba un método para hallar la belleza o la virtud interior:

Regresa a ti mismo y mira: si aún no te ves bello, haz como el escultor de una estatua que debe llegar a ser hermosa: quita, raspa, pule y limpia, hasta que hagas aparecer un bello rostro en la estatua. También retira todo lo superfluo, endereza todo lo que sea tortuoso, limpia todo lo que esté oscuro, abrillántala y no ceses de esculpir tu propia estatua hasta que aparezca en ti el divino esplendor de la virtud. Hasta que veas la sabiduría en pie sobre su sagrado pedestal. ¿Has llegado a esto? ¿Has visto esto? (pág.27).

Quizás no estemos acostumbrados a mirar la cosa de este modo. La idea que tenemos es que el aprendizaje implica <agregar> algún tipo de conocimiento, más que eliminar y/o depurar el que ya poseemos y no sirve. La pregunta clave es: ¿Qué le sobra a mi mente y qué debería echar a la papelera de reciclaje? Cuando eliminamos un miedo, prescindimos de un mal hábito, extirpamos una adicción, sin darnos cuenta, en términos de Plotino, estamos esculpiéndonos a nosotros mismos. Desaprender, para aprender. [...] Duplicar a otra persona es perderse en un espacio psicológico que no nos pertenece, tratando de hallar alguna similitud que calme la ansiedad de no ser tan <imperfectos>. No es lo mismo ser un muy buen pintor que falsifique La Gioconda a ser Leonardo Da Vinci, al menos en lo que a originalidad se trata. Si vas a esculpir tu estatua, hazlo a partir de tu propio mármol.

Apropiarse de uno mismo 

[...] Es un hecho: la comparación excesiva y ambiciosa te aleja de tu ser auténtico. [...] Raspa tu mente, tu historia, escucha tu voz interior. Pregúntate qué cosas de las que haces te apasionan de verdad. ¿Qué te nace? ¿Cuáles son los atributos o cualidades que posees y casi siempre te han acompañado? Cuando toques la tecla apropiada, te asombrarás, porque todo fluirá sin tanto esfuerzo: no habrá inseguridad, sino evidencia. Te celebrarás a ti mismo y sentirás un profundo deseo de agradecer lo que eres. Descubrirás que no hay nada mejor ni nada más intenso que ser fiel a uno mismo. [...]

Algunos antídotos para evitar la comparación injusta e inncesaria 

Existen al menos cuatro factores que te harán menos vulnerable a los efectos devastadores de la comparación excesiva y/o injusta. Cuatro esquemas o maneras de ser que disminuyen la tendencia a <copiar a los mejores>: (a) la seguridad en uno mismo, (b) reconocer el valor personal, (c) ser auténtico y (d) defender la propia naturaleza.

LA SEGURIDAD EN UNO MISMO

La cultura de la perfección sostiene que eres valioso si eres el mejor en algo, así sea clavar clavos o rascarte la barriga. El problema surge cuando comienzas a darte cuenta de que te alejas de ese estándar ideal y tu <yo verdadero> no concuerda con tu <yo soñado>. Cuanto mayor sea la distancia entre lo que percibes que eres y lo que te gustaría o ansías ser, más serán tus sentimientos de inseguridad. Con un agravante: esta discrepancia no te servirá de motivación; por el contrario, te hundirá cada vez más en una percepción insufrible de incapacidad. Tu mantra será: <No soy capaz>.

Me pregunto qué pasaría si cambiáramos de objetivo e intentáramos ser felices, escandalosamente felices, lejos de los grandes modelos y de los individuos considerados <superiores>. ¿Y si hiciéramos añicos los ideales prestados? No hablo de ser mediocre, sino de avanzar con un crecimiento razonable y propio: <Voy para adelante con lo que en realidad tengo y soy, con mi lado bueno y el malo. No niego ni oculto mis "imperfecciones", porque sería negarme a mí mismo>. Dejemos de mirar a los destacados, hagamos un time out a los mediáticos y festejemos lo que somos, no importa el puesto que ocupemos en la lista de los más vendidos o condecorados. Insisto: la seguridad personal se logra cuando tu <yo idealizado> coincide con tu <yo real>. Ese es el secreto: estar sincronizado, interiormente, en lo básico.

RECONOCER EL VALOR PERSONAL

¿Cuánto vales? ¿Tienes precio? ¿Te venderías al mejor postor? Una persona segura de sí misma no solo se acepta como es, también tiene claro que su valía individual está más allá de cualquier precio. No se considera mercancía y se niega a ser cosificado. Así que siéntete orgulloso u orgullosa de lo que eres, sin miedo, sin excusas, sin disculpas. Que tus <imperfecciones> no mermen tu valor intrínseco. Ubícate más allá de las apariencias y del temor que a veces te invade por no ser como te indican los preceptos sociales. [...] Reconocer el valor personal es conocer las propias fortalezas y los talentos que posees y ponerlos a trabajar sin comparaciones absurdas y sin esperar el visto bueno de nadie. Cuando quieres a una persona de verdad no estás comparándolo con alguien para saber si lo amas. [...] Como leí alguna vez: <No amas a alguien porque es valioso, lo ves valioso porque lo amas>. Cambia en la frase anterior la palabra <alguien> por <ti mismo> y tendrás una proposición que exaltará tu amor propio saludablemente. 

SER AUTENTICO

Ser auténtico es pensar y actuar de acuerdo con lo que verdaderamente eres, de manera honesta y sin disfraces. Es mostrarte de manera completa, obrar conforme al propio ser y según lo sientas y pienses. Una persona auténtica es genuina y por lo tanto confiable, y es fiel a su propia identidad en cada acto de su vida, sencillamente porque le nace. La persona auténtica no responde a modas o patrones externos establecidos, sino a la concordancia interior.

Cuando eres auténtico las cosas fluyen sin tanto esfuerzo porque no hay nada que ocultar. Al no ser una copia, lo original se manifiesta libremente. Una vez más: no tienes que ser un premio Nobel o que te colmen de reconocimientos, solo basta ser tú mismo con el mayor ímpetu posible. Recuerda que al ser como eres, sin pretextos y de frente, además de tus atributos positivos saldrán a flote también tus defectos naturales, pequeños o grandes, que alimentarán la crítica de los chismosos. Ser auténtico es ser bellamente imperfecto e íntegro hasta la médula, digan lo que digan.

La gente que se traiciona a sí misma queriendo adoptar una personalidad o una condición que no le corresponde, tarde o temprano mostrará problemas de identidad. [...]

DEFENDER LA PROPIA NATURALEZA

Cada quien tiene una naturaleza que comparte con su especie, pero también tiene una que le es propia y se personaliza en su verdadero ser. Cuando la descubres, querrás mantenerte allí, porque ese estado será de tranquilidad y equilibrio interior. No se negocia la identidad, se cuida y se potencia. [...]

Posees una esencia que te define, unas características que te son propias. Esos atributos y ese carácter son tu identidad. Es verdad que no es inmutable y que puedes moldearte a ti mismo, pero existe un núcleo duro que te define en tanto humano, o mejor, dos núcleos, que estarán acompañándote siempre: tu capacidad de amar y tu capacidad de pensar sobre lo que piensas. Tu humanidad radica en ellas. Tómalas como un regalo y hazlas tuyas: desarróllalas, explótalas, estrújalas hasta sacarle el mayor aprendizaje posible y, sobre todo, disfruta la dicha de tenerlas. Esa es tu naturaleza, defiéndela. [...]" 
 

Sin duda alguna, puedo afirmar que, me encuentro esculpiendo la estatua de Mi Vida sentada sobre los hombros de gigantes de la talla de: Walter Riso, Deepak Chopra, Caroline Myss, Carlos Vallés, Anthony De Mello, Papa Francisco y tantos otros/as "Maestros/as de Vida" de quienes estoy aprendiendo a ser "Escandalosamente Imperfecta y Maravillosamente Feliz"... A todos ellos: ¡Gracias por existir!.
 


Bendiciones.