miércoles, 25 de diciembre de 2013

El Big Bang: un cuento que no es chino...

El cuento que les acerco a continuación, puede leerse en el libro titulado “El Don – Una guía para descubrir cuál es la misión de nuestra vida” y cuya autoría lleva implícito el carisma personal de la autora: Amalia Estévez (egresó como Psicóloga de la Universidad de Buenos Aires, investigó en los nuevos campos de la Psicoterapia, desde sus enfoques tradicionales -freudianos y lacanianos- evolucionando hasta los enfoques transpersonales, que incluyen la integridad del ser humano en toda su rica complejidad; física, emocional, mental, social y espiritual. Se desempeño en radio y televisión; habiendo sido también conferencista y escritora.). Debo reconocer, que esta es la primera vez que tomo contacto con alguna obra suya. Y debo reconocer, también, que he quedado absolutamente extasiada con la inmensa Sabiduría que he podido vislumbrar a través de la lectura de este libro que, ha sido un maravilloso obsequio de cumpleaños -50 cronológicamente hablando aunque algunas personas digan que parecen ser menos- de mi Gran Amiga y Hermana del Alma -además de compañera de trabajo-, Laura. Si la conocieran, se darían cuenta de que no se puede esperar menos de parte suya. Un ser exquisito, noble, auténtico: un Ser Celestial.  Como nada es “casual” sino “causal”, seguramente algo tendrá que ver el hecho de que este libro llegue a mis manos precisamente en esta etapa de mi Vida; etapa que me encuentra compartiendo -con todos ustedes- mis vivencias, creencias, experiencias, reflexiones y todo tipo de sentimientos y emociones propias de un Ser Humano, que se halla en búsqueda de conocer su verdadera Identidad y de encontrar su verdadera Morada.

Creo -entonces- que ya es hora de pasar al mencionado cuento que lleva por título (páginas 57 a 65):

El Big Bang

Había una vez...

Hace mucho, mucho tiempo...
Un Vacío del que brotó misteriosamente un intensísimo punto de luz, y de él se formó un Gran Hombre, perfecto de todas sus perfecciones.
Pero con un pequeño problema. Un gran problema. No tenía conciencia de sí mismo. No sabía quién era.
La tensión que le produjo este desconocimiento de sí se hizo tan insoportable y tan intensa, que el Gran Hombre estalló.
Y se convirtió en millones y millones de hombrecitos y de mujercitas, todos hechos a su imagen y semejanza, que cargaban con la ignorancia inicial. Como cada uno de ellos venía de una parte distinta del Gran Hombre, cada uno tenía implícita en su propia naturaleza la potencialidad de hacer algo muy bien, en forma excelente: aquella función que había cumplido como una célula del Cuerpo Mayor cuando todavía éste estaba entero.
Pero así como el Gran Hombre había sido ignorante de sí mismo, los pequeños hombrecitos y mujercitas también eran ignorantes de sí, y no sabían que sabían lo que sabían.
Así que, una vez separado, y sin conciencia de nada, y como lo ignoraba todo, nació en ellos una fuerte sed de aprender. Ellos no sabían que lo que en realidad querían era recordar. Recordar quiénes eran.
Pero como eran recién nacidos, toda su atención estaba volcada hacia el afuera, encandilada en el mundo de enorme diversidad que se había formado allí por la explosión inicial. ¡Y era un mundo tan rico! ¡Y tan fascinante! Entonces pusieron con entusiasmo todos sus sentidos en captar ese afuera que los atrapaba con sus encantos y sus maravillas.
Y se transformaron en SERES DESLUMBRADOS por el mundo y sus sorpresas y sus prodigios.
Algunos hombres y algunas mujeres daban un paso adelante en el camino del conocimiento, y empezaban a intuir lejanamente que había una función que habían sabido realizar pero no sabían cuándo ni dónde. De aquel remoto pasado del Hombre Grande todopoderoso -pero no sabio- traían extraños poderes naturales, que no sabían ni lejanamente de dónde les venían. Los hombrecitos y las mujercitas usaban esos poderes con soltura e inconsciencia, con el salvajismo de sus mentes recién inauguradas, y usaban esos prodigios para el bien de su manada a veces, y otras veces para aniquilar a sus rivales y para dominar a la naturaleza. Pero aunque paladeaban el triunfo, no estaban ni satisfechos ni contentos, porque lo que sabían era tan efímero que se les escapaba enseguida de las manos. Entonces quisieron empezar a aprender de su función, y se transformaron en SERES APRENDICES.
Y desarrollaban su energía, sus emociones, su sexualidad y su mente más concreta, poniéndolas al servicio del aprendizaje de ese Don que traían adentro, y que a medida que se desenvolvía los llenaba de alegría y de esperanza.
Y hombres y mujeres aprendieron.
Desarrollaron otro pensamiento más alto, fueron dejando sus vínculos infantiles y se separaron de sus familias primarias y de sus culpas y de sus mandatos y buscaron nuevos amores y nuevas familias que inauguraron, mientras iban obteniendo más y más saber sobre aquello que llevaban dentro y querían hacer, su propio Don. Tanto y tan bien se fueron convirtiendo en maestros cada uno en lo suyo, y se transformaron en SERES MAESTROS. Iban satisfechos y orgullosos, vertiendo su conocimiento bien ganado por el ancho mundo, creciendo en autoestima y en saludable egoísmo, satisfechos y prosperando gozosamente en lo suyo.
Y camina que caminando todos ellos por el camino de la vida que se les abría tan generosamente, su mente racional se transformó en un espléndida herramienta que ya no estaba unida a los objetos para comprenderlos, sino que ahora operaba sobre las relaciones haciendo vinculaciones cada vez más abstractas y ampliando su radio de acción enormemente sobre el mundo. Esto les daba una poderosa autonomía y una amplitud que crecía más y más. Y como todo aquello que crece sobremanera de afuera, sin un parejo desarrollo interior, su Don se les empezó a subir a la cabeza como una botella de un buen vino. Y solo eran los primeros tragos de ese vino espirituoso que es el poder... El buen poder que había sido ganado por hacer bien aquello que habían aprendido a hacer bien, pero que sin un discernimiento claro que los orientara, empezaba a nublarles la mente a muchos de ellos.
Muy pocos hombres y mujeres recordaban aún alguna remota unidad primera como aquel lejanísimo Gran Hombre, ni tampoco recordaban ya la comunidad primitiva de la que habían formado parte, cuando apenas eran una horda solidaria e inconsciente. Ahora se sentían separados unos de los otros, y bien separados. Empezaban a poner todo en cuestionamiento, tanto sus creencias y sus principios, como los de los demás. Aprendían la poderosa herramienta del descreer. Y empezaban a descreer de todo aquello que estuviera más allá de sí mismos, y ese más allá incluía cada vez más cosas, ideas y personas. Todo se fue haciendo más y más relativo para ellos, y nació el SER ESCÉPTICO. Que, sin embargo, creía en sí mismo, pero solo y únicamente en sí mismo. La autoestima se le fue haciendo agrio orgullo, y el orgullo caminaba imparablemente hacia la soberbia.
Hasta que el hombre y la mujer se emborracharon perdidamente de su propio vino, el poder que les daba su Don eximio macerado con su propio orgullo y con su propia soberbia. Se llenaron de egolatría y se construyeron un pedestal ilusorio al que se subieron, y de allí hicieron girar (solo en su imaginación) al mundo a su alrededor.
Creyéndose el centro alrededor de lo que todo giraba, confundieron el ejercicio espléndido de su función, con el derecho a poner a todo y a todos a su servicio, disponiendo de ellos a su antojo.
El poder se hizo entonces abuso de poder, y nació el SER EMBRIAGADO DE PODER, para quien el mundo con sus maravillas y los miserables mortales que estaban (solo en su imaginación) por debajo de sus alturas, debían responder a su mandato.
Y su mandato se desbordaba en cada vez más crueles atropellos. Creó una deslumbrante tecnología con la que podrían haber mejorado su vida todos los seres humanos, y la transformó en un brutal instrumento de dominación. Transformó su casa grande en una naturaleza sufriente, taló los bosques cambiando torpemente el clima, envenenó los mares con basuras inútiles, asoló la flora y la fauna de su hermosos planeta verde, lastimó el cielo con agujeros que amenazaban la vida de todos y polucionó los aires, las aguas y la tierra hasta los confines. Los otros hombres y mujeres que aún no habían alcanzado ese poder, cayeron bajo sus manejos inhumanos: los privó del trabajo, el único elemento humano indispensable para vivir y sostener a sus familias y desarrollarse y descubrir el Don para el que habían nacido. Entonces los sumió en la miseria material y moral, y los abandonó como elementos indeseables, estorbos para el omnipotente ejercicio del poder de los Embriagados de Poder.
Hasta que los mismos hombre y mujeres Embriagados cayeron bajo el peso de su mal Don. De su precioso Don tan laboriosamente obtenido y tan ciegamente usado. Y como eran muchos los Embriagados que caían, muchos eran los males que los asolaban.
Los que acaban de pasar por esta etapa obnubilada, aprendían a recoger su propia amarga siembra. EL SER CAIDO era ahora pisoteado por otros más poderosos que sobre él esgrimían el dominio de su tecnología inhumana, y lo hundían en la miseria, hombreaban sin clemencia a sus hijos, le robaban la dignidad del trabajo y el derecho al sustento mínimo, contaminaban su aguas, cambiaban su clima y emponzoñaban sus cosechas con impunidad (con la impunidad del que se sabe el más fuerte). Los seres caídos aprendían duramente en su propia carne y mente lastimadas, y en su propio espíritu caído en la desesperanza, que no era bueno sembrar aquello que en la propia vida se convierte en desgracia. Hundida en el dolor su carne y en la oscuridad su mente, aprendían duramente. Pero, de buen o mal grado, aprendían.
Reptando desde el pozo de su caída -triste abismo generado por sí mismos, pero de fundamentales enseñanzas sobre si y sobre su propia naturaleza-, pasaron el hombre y la mujer a estar embargados por el miedo que el recuerdo del dolor les traía. EL SER TEMROSO había descubierto hacía mucho cuál era su Don, pero ahora tenía miedo de usarlo, por temor a hacerlo nuevamente en forma indiscriminada, y volver a recibir las atroces consecuencias que ya conocía. En esta etapa que parecía tan amarga, el ser temeroso aprendía a liberarse, no ya de las antiguas culpas que sus padres les habían impuesto con sus mandatos castrantes y limitadores en la adolescencia de su evolución, sino de sus propias legítimas culpas por haber dañado a los demás y al mundo en el que vivían. Estos tristes recuerdos obraban ahora como una señal de alarma cuando aún les brotaba la tendencia a repetir aquello que los había llevado a la cima y al abismo. Y por miedo, por culpa o por arrepentimiento, empezaron a no repetirlos.
Pero el Don que traían dentro cada hombre y cada mujer pugnaba incansablemente por manifestarse. Porque era nada menos que aquella función que habían ocupado en el Hombre Grande, y porque dependía de que cada uno lo hiciera para que el Hombre Grande pudiera, alguna vez, reintegrarse.
Como aún estaban llenos de miedo, ponían afuera esa lección que alguna vez terminarían aprendiendo, y acusaban a los demás de hacer aquello que habían hecho ellos mismos con resultados nefastos. Nacía EL SER ACUSADOR, con un gran dedo índice acusando a todos los demás que hacían tropelías, y dilatando el momento de incorporar nuevamente a sí mismo aquello que tanto le irritaba en los demás, para reconocerlo como propio, y desde sí mismo, dolerse de eso y poder cambiarlo.
Lo intentaba, pero al principio de esta nueva etapa no podía hacerlo. EL SER PARALIZADO se dedicaba a hacer cualquier cosa que no fuera su función, todavía detenido por el miedo. Pero luego, a medida que aceptaba en sí, en el seno de su mente y de su alma aquello que tan dolientemente había rechazado, (por el dolor que le producía ver sus partes oscuras, su propia sombra), empezó a aprender a reintegrarse, a aceptarse como era, y por lo tanto, a poder cambiar en sí todo aquello que realmente sentía verdadera necesidad de cambiar para volver a conectarse con su Don. ¡Aquello para lo que ahora, recordaba, había nacido!
Lentamente y al ir reincorporando en sí lo rechazado, el hombre y la mujer se ponen a hacer por fin lo que tanto añoran y que alguna vez fue su placer y su alegría, pero que ahora, aún con dolor y con miedo, realizan como si fuera un deber penoso. EL SER AMARGO no goza aún de su Don, aún le teme, pero ya no se atreve a rechazarlo, porque se da cuenta de que sin él su vida no tendría sentido. Y entonces aprende a hacerlo con tenacidad, con los dientes apretados, con resistencia y coraje, enfrentando las vicisitudes que vengan, y sin cesar en su intento, aunque no aún amándolo, aunque no aún regocijándose de su Don.
¡Y de repente, plenamente, recuerda! ¡Removidas todas las trabas por el ejercicio limpio de su función, aunque lo hubiera hecho tanto tiempo forzado, recuerda por fin quién es! ¡Y lo que tiene que hacer, y lo que puede hacer, y lo que quiere hacer! ¡Recuerda que él y su Don son uno, y nace entonces EL SER ALEGRE, que se regocija de su naturaleza y de su función! ¡Y ahora la retoma con pureza, con cuidado, con deleite, y nuevamente brilla el sol para él, el hombre y la mujer que se han recordado a sí mismos! Ahora llevan adentro de sí su propia luz, y su Don es la lámpara constante que los conduce por la vida. Y allí va el ser alegre lleno de conocimiento del mundo, sabiendo de las distorsiones dolorosas y ya no cayendo en ella, ampliando a cada paso su propia autoconciencia. Empieza a tener atisbos del Hombre Grande al acercarse a los demás, y al intuir que entre todos forman algo mayor que el ser solamente individuos. Se va acercando a su propio centro, e intuye que hay un centro mayor que lo llama, que lo busca, que lo espera. Pero no sabe dónde, ni cuándo, ni cómo.
Estas preguntas van creciendo en él ahora. Ahora ya quiere saber, y más, y mucho más, que todo lo que ha sabido antes. Nace ahora EL SER REFLEXIVO, que se hace altas preguntas que antes no se había formulado jamás. Qué es la vida. Y qué es la muerte. Cuál es el sentido de la vida. Y de dónde viene él. Dónde está. Hacia dónde va. Cuál es el misterio que lo rodea. Y para qué sirve ese Don que tan eximiamente realiza. Y si forma parte de algo mayor. Y si es así, de qué.
Todas esas preguntas, formuladas con creciente urgencia y desesperación de saber, de saberse, hacen que luego de intensas indagaciones y prácticas y búsquedas y desolaciones y desencuentros y encuentros luminosos y comprensiones cada vez más altas, en algún momento culminante de su evolución, nazca EL SER ILUMINADO.
Que sabe por fin y cabalmente quién es, y va sabiendo quiénes son los demás, y se va reintegrando al Gran Hombre con los demás pioneros re-integrados, que han pasado una y otra vez por sucesivas ampliaciones de conciencia, sucesivas iluminaciones, y van guiando a los más pequeños en la superior tarea de la integración con su propio Don, y con el Todo Mayor del que forman parte.
Un Todo Mayor que va creciendo en la medida en que cada ser crece, que va cobrando mayor conciencia en la medida en que cada ser se va haciendo consciente, que se va iluminando en la medida en que todos y cada uno de los pequeños seres, que son sus pequeñas partes, se van iluminando.
Y que se regocija a medida que cada uno, acercándose a su Don, su propio centro, se va acercando a El.
Y cuando todos los pequeños seres descubren su Don, lo realizan con maestría, impecabilidad y buena voluntad, y se van uniendo por la fuerza del Amor, que jamás dejó de pugnar por unirlos en el camino de la vuelta a casa…
Entonces, el Hombre Grande, por fin, se reintegra.
Y SE ILUMINA.
¡Y cuando el Hombre Grande se ilumina…!

Creo, sobran las palabras. Amalia y Laura: ¡Gracias por existir!.


Bendiciones.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Cartas y Talismanes ...

En esta oportunidad, quiero compartir con todos ustedes, un texto que pueden encontrar en el libro titulado “Las cartas secretas del Monje que vendió su Ferrari”, cuya autoría lleva el sello inconfundible de Robin Sharma (profesor de derecho con una distinguida carrera como abogado en Estados Unidos; autoridad mundial en autoliderazgo, también autor de “MegaLiving!”, “The Gandhi Factor”, “Descubre tu destino con el monje que vendió su Ferrari” -entre otras publicaciones-; conferenciante y director de seminarios y -hoy en día- uno de los autores más leído en el mundo). Robin, significa -para mi- una personalidad que se ha convertido en un referente válido. A través de la lectura de sus obras se descubre, frente a nuestros sentidos, toda una “Filosofía de Vida” que aporta una “bocanada de aire fresco” en los actuales tiempos de crisis. La Humanidad está llamada a dar un paso decisivo en su evolución. Para ello es menester que cada uno de los individuos que la conforman, también se encaminen hacia una transformación personal; evolución que se traducirá en un incremento en el nivel de Consciencia. Debemos aceptar esto como una llamada de atención que requiere “urgente respuesta” de nuestra parte.

Para que podamos ir transitando este camino que -a veces- se presenta ante nuestras percepciones como escarpado y tortuoso, unos cuantos Maestros nos alientan a perseverar pacientemente hasta lograr alcanzar la meta. A tal fin, Robin (en las páginas 283 a 287 y bajo el título de “Las cartas que acompañan a los talismanes”) nos dice que:

El poder de la autenticidad
El regalo más importante que podemos hacernos a nosotros mismos es el compromiso de vivir nuestra auténtica vida. Ser sinceros con nosotros mismos. No obstante, no es una tarea fácil. Debemos romper con aquello con lo que la sociedad intenta seducirnos y vivir la vida según nuestros principios, con nuestros propios valores y en consonancia con nuestros sueños primigenios. Debemos despertar a ese yo oculto; explorar los anhelos más profundos, más invisibles, las habilidades y debilidades que nos hacen ser quienes somos. Debemos entender dónde hemos estado y adónde vamos. Cada decisión que tomemos, cada paso que demos, debe estar investido de ese compromiso de vivir la vida siendo sinceros y coherentes con nuestro yo auténtico y solo con ese yo. Y, a medida que avancemos, tendremos la certeza de experimentar una fortuna que irá más allá de cualquier riqueza jamás imaginada.

 Acoge tus miedos
Lo que nos retiene en la vida es la arquitectura invisible del miedo. Nos hace permanecer en nuestras zonas de bienestar, que son, en realidad, los lugares menos seguros en los que vivir. De hecho, el mayor riesgo en la vida es el de no correr riesgos Sin embargo, cada vez que hacemos aquello que tememos, recuperamos la fuerza que nos ha robado el miedo, porque nuestra fuerza reside del otro lado de nuestros temores. No puede haber concesiones. Cada vez que asumimos el malestar que generan el crecimiento y la evolución, nos volvemos más libres. Cuantos más miedos afrontemos, más poder recuperaremos. De esta forma, nos volvemos no solo valientes, sino poderosos, y logramos vivir la vida de nuestros sueños.

Vive con amabilidad
Es importante recordar que, al igual que nuestras palabras son la expresión verbal de nuestros pensamientos, nuestras acciones son la manifestación de nuestras creencias. Ninguna acción, sin importar lo pequeña que sea, es insignificante. La forma en que tratamos a una sola persona define cómo tratamos a todo el mundo, incluidos nosotros mismos. Si no respetamos a los demás, no nos respetamos a nosotros mismos. Si somos desconfiados con los demás, somos desconfiados con nosotros mismos. Si somos crueles con los demás, seremos crueles con nosotros mismos. Si no podemos apreciar a quienes nos rodean, no nos apreciaremos a nosotros mismos. Con cada una de las personas que nos relacionamos, con todo lo que hacemos, debemos ser más amables de lo que se espera que seamos, más generosos de lo que se prevé, más positivos de lo que nosotros mismos creemos posible. Cada instante experimentado frente a otro ser humano es una oportunidad de expresar nuestros más elevados valores y de influir en alguien con nuestra humanidad. Podemos lograr que el mundo sea mejor, persona a persona.

Realiza pequeños progresos diarios
La manera en que hacemos las pequeñas cosas determina la manera en que hacemos todo. Si realizamos las tareas menores de modo correcto, también tendremos éxito en los esfuerzos más importantes. La maestría se convierte así en nuestra forma de ser. Pero más importante que esto es que cada pequeño esfuerzo sirve para realizar los siguientes, para que así, ladrillo a ladrillo, podamos construir verdaderas maravillas. Esto genera una gran confianza en uno mismo y se hacen realidad los sueños extraordinarios. Los verdaderos sabios reconocen que los pequeños progresos diarios siempre derivan en resultados excepcionales a largo plazo.

Vive lo mejor que puedas y trabaja de igual forma
No hay trabajos insignificantes en este mundo. Toda tarea es una oportunidad para expresar el talento personal, para crear una obra de arte y ser conscientes del genio que podemos llegar a ser. Debemos trabajar tal como pintaba Picasso: con devoción, pasión, energía y excelencia. Así, nuestra productividad no solo se convertirá en fuente de inspiración para los demás, sino que tendrá impacto, pues cambiará las vidas de quienes nos rodean. Uno de los mayores secretos para vivir la vida de forma hermosa es llevar a cabo trabajos importantes. Y hacerlo de un modo tan magistral que los demás no puedan dejar de fijarse en uno.

Escoge bien tus influencias
No vivimos el día a día solos ni al margen del mundo que nos rodea. Por ello debemos estar siempre atentos con las personas y las cosas a las que damos cabida en nuestra vida. Es señal de sabiduría el decidir pasar tiempo en aquellos lugares que nos inspiran y nos llenan de energía, y relacionarse con esas personas que elevan nuestro espíritu y nos animan. Tanto en nuestro trabajo como en nuestra vida personal, esos amigos y conocidos más positivos nos ayudarán a ser la mejor versión de nosotros mismos y a llevar una vida más trascendental.

Los placeres más simples de nuestra vida son nuestras mayores alegrías
La mayoría de las personas no descubren qué es más importante en la vida hasta que son demasiado mayores para actuar en consecuencia. Pasan gran parte de sus mejores años persiguiendo objetivos que al final importan poco. Aunque la sociedad nos invita a llenar nuestras vidas de objetos materiales, la mejor parte de nosotros sabe que los placeres más simples son los que nos enriquecen y nos llenan. No importa que nuestra situación sea difícil o acomodada, todos poseemos una gran riqueza de sencillas bendiciones a nuestro alrededor, a la espera de que la valoremos. Si lo hacemos, nuestra felicidad aumenta. Nuestra gratitud se propaga. Y cada día se convierte en un asombroso regalo.

El propósito de la vida es amar
Lo bien que vivas depende de cómo ames. El corazón es más sabio que la razón. Hónralo. Confía en él. Síguelo.

Lucha por algo superior a ti mismo
No hay personas vivas que estén de más en este mundo. Cada uno de nosotros está aquí por un motivo, por un propósito especial, para cumplir una misión. Sí, construye una vida hermosa para ti y para quienes amas. Sí, sé feliz y pásalo muy bien. Y sí, ten éxito. Siempre siguiendo tus principios y no tanto los que te sugiere la sociedad. Pero, sobre todas las cosas, sé importante. Haz que tu vida trascienda, sé útil. Y sé de utilidad al máximo número de personas. Es la forma en que cada uno de nosotros puede pasar del reino de lo común a las alturas de lo extraordinario. Y caminar entre las mejores personas que han existido jamás.”

¡Chapeau! para un genial Robin que cautiva con cada palabra escrita. ¡Chapeau! para un Robin que exalta permanentemente la esencia de nuestro verdadero “SER”. ¡Chapeau! para un Robin que nos ilumina el Alma. ¡Gracias por existir!.


Bendiciones.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

La esclavitud del Amor ...

Bajo la denominación de “Esclavos del amor: <Todo lo que hago, lo hago por ti>, el siempre magistral Walter Riso (cursó estudios universitarios de psicología, se especializó en terapia cognitiva y obtuvo una maestría en bioética; alterna el ejercicio de la cátedra universitaria con la publicación de textos científicos y de divulgación de diversos medios) aborda una situación que -supongo- provoca desvelo en la mayoría de los seres humanos. En su libro “Enamorados o esclavizados” – Manifiesto de liberación afectiva, sigue compartiendo con todos nosotros, parte de su rica y vasta experiencia profesional y -diría yo- personal. Una vez más, es un verdadero placer poder acercarles algunas de sus invalorables reflexiones. Desde hace un par de años (cuando tomé conocimiento de su existencia) sigo atentamente cada una de sus publicaciones. En mi opinión, Walter resulta ser un gran Maestro. Dotado de una impresionante Sabiduría de Vida, es absolutamente claro y preciso a la hora de transmitir sus experiencias y/o conocimientos. Nunca me canso de recomendar la lectura de cualquiera de sus libros, sabiendo que ningún lector quedará defraudado.

En las páginas 136 a 140, nos dice que:

“... Si hay dependencia, adiós individualidad. Saltarás al compás del otro, de sus necesidades, caprichos o sugerencias, a costa de ti mismo o sin la menor autodeterminación: <Sólo importas tú>. Entregarse sin recato ni principios implica situar el control de la propia vida afuera y esclavizarse. ¿Qué otra cosa podría significar la tan sonada frase <Tus deseos son órdenes para mí>? Los individuos que piensan de esta manera ponen todas sus facultades y recursos mentales al servicio de la persona amada y viven atentos a cada una de sus señales y requerimientos, como si se tratara de una obligación ineludible. Una paciente me comentaba que, cada vez que el marido llegaba de trabajar, ella, con solo verlo (en realidad lo <escaneaba>), ya sabía cómo había sido su día de trabajo, qué problemas tenía y cuál era su estado de ánimo. Como la mejor de las geishas, corría a su encuentro tratando de calmar sus ansiedades y darle gusto. Cuando le pregunté si él hacía lo mismo con ella, esquivó el tema. Yo insistí: <Supongo que usted también se cansa y se estresa. Hacerse cargo de la casa y de los niños no es cosa fácil... ¿El la contempla, está pendiente, la ayuda?> Me dijo que no era el estilo de él y me confesó que en realidad sí le gustaría tener de vez en cuando un <geisho>. Pero ella estaba ya acostumbrada a su propia frustración: <Todo lo que hago es por ti, aunque la mayoría de las cosas que tú hagas no sean por mí>.

Dar sin esperar nada a cambio acaba con cualquier relación de pareja humana y terrenal. Tarde o temprano te afectará dar y no recibir, a no ser que el otro esté enfermo o tenga una limitación incapacitante. Sin reciprocidad no hay vínculo que aguante o se mantenga en el terreno de lo saludable. <Todo lo que hago lo hago por ti, y nunca por mí>, no importa el tono en que lo digas, es falta de amor propio.

Un adolescente le juraba a su novia:
-Haré lo que me pidas, con tal que sigamos juntos.
Ella, ni lerda ni perezosa, se limitó a verificar la propuesta:
 -¿Lo que te pida? -preguntó incrédula.
Vaya a saber qué habrá pasado por su mente, porque no volvieron a la cita. Mucha desesperación y muy poca autoestima de parte del joven: <Haré lo que me pidas...> o, lo que es lo mismo: <Haz lo que quieras de mí>. Puro apego y necesidad imperiosa del otro sin medir consecuencias. Eso no es amor, sino subordinación emocional. La gente dirá: <¡Cuánto la ama>> Y yo digo: <¡Qué poco que se ama a sí mismo!>.

Actuar exageradamente en función del otro y <ver sólo por sus ojos> tiene, al menos, dos consecuencias negativas para la salud mental: (a) dejar de tenerse en cuenta a uno mismo y ubicarse en un segundo plano en la relación y (b) hacer que la pareja se acostumbre a recibir más que a dar. Como dije antes, cuando se rompe la reciprocidad, aparecen los dictadores y los tiranos. Es difícil estar con alguien que se comporta como esclavo y no sentirse <amo>. ¡Es tan cómodo que la persona amada viva en función de uno!

Recuerdo el caso de una pareja en la que el señor se quejaba porque, según él, la mujer ya no lo quería como antes. La principal queja del hombre era que su esposa ya no le cortaba las uñas de los pies ni se los lavaba. Por su parte, la señora se negaba porque, según ella, él <ya no era tan cariñoso y amable como antes> y, por lo tanto, en un acto de repudio, había decidido castigarlo. Le pregunté a la mujer por qué le lavaba los pies todos los días, y me respondió que no le gustaba verlo con los pies sucios y las uñas largas, pero también porque lo quería mucho y ésa era una manera de demostrarle su amor. Aceptemos que existen diferentes formas de manifestar el afecto y que todas son, en principio, válidas: cada pareja define su contubernio amoroso. Pero el problema en este caso era que el hombre había convertido el <arreglo de los pies> en un derecho personal, cuando en realidad no era más que un privilegio, un regalo que le hacía su mujer. Esa era la razón por la cual estaba más indignado que triste. En su mente, su esposa había violado un derecho personal de manera descarada y tenía que repararlo. Traté de hacerlo entrar en razón, pero fue imposible. Finalmente, el problema logró <solucionarse> cuando el intercambio de reforzadores logró equilibrarse: él seguiría siendo el centro de la vida de su señora, repleta de ventajas, a cambio de ser algo más cariñoso con ella. En lo esencial, la relación siguió desequilibrada, pero ella se conformaba con muy poco. Ella volvió a lavarle los pies y él bajó sus niveles de antipatía.

Es sumamente complicado ser libre si sólo se vive para complacer al otro. Lo que nunca debes perder es tu punto de control interno, es decir, la capacidad de hacerte cargo de ti mismo y dirigir tu propia conducta. Estar atento a ti mismo: quererte, cuidarte, autorreforzarte. Sin autodirección serás como un barco a la deriva. La solución está en desarrollar un pensamiento más constructivo, que sea de ida y vuelta: <Me ocupo de ti y también de mi>, <Pienso en ti y también pienso en mí>, <Te ayudo y también me ayudo>. Tu vida no debe girar alrededor de tu pareja como si fueras un satélite atrapado por la órbita. <Todo lo que hago, lo hago por ti> esconde una falta de autorrespeto. Amar no es sacrificarse y anularse, es dar y recibir gozoso, de parte y parte, equilibradamente.

Quédate con la siguiente autoafirmación. Que te sirva de referencia o, si lo consideras prudente, coméntasela a tu pareja (aunque te recomiendo darle antes un tranquilizante):

No existo por y para ti, a cualquier costo y de cualquier manera. Mi amor por tu persona, mi entrega, mi solidaridad, tienen límites. No son incondicionales. El día que no me quieras, que violes mis principios o que afectes mi autorrealización, habremos pasado la línea roja. El día que yo deba desaparecer o empequeñecerme para que tú brilles, desde ese momento, no estaré más en tu vida. Te quiero, pero también me quiero. Esa es la consigna, ésa es la premisa, para que tú, si quieres seguir conmigo, también la asumas y estemos juntos en paz y armonía....”


¿Quedó claro?. Para mí, está más que claro ... ¡simple y sencillamente clarísimo!.


Bendiciones.

viernes, 13 de diciembre de 2013

El Sonido de la Vida Humana ...


Magnífica obra titulada “El cuerpo sutil” – Una enciclopedia sobre la Anatomía Energética cuya autoría pertenece a Cyndi Dale (es mundialmente reconocida como una autoridad en la anatomía de la energía sutil. Es autora de varios libros de curación energética. A través de su empresa, Life Systems Services, proporciona evaluaciones intuitivas y sanación a cientos de clientes cada año, tratando siempre de estimular y de inspirar a los demás para que logren su verdadero propósito). Me parece oportuno comentarles que se trata de la primera vez que tomo contacto con esta autora.  Mi encuentro con dicha enciclopedia fue, como todo en mi vida, una “perfecta causalidad”. Entré a una librería a fin de comprar algunos regalos de Navidad para obsequiar a seres queridos y –de pronto- me llamó la atención su portada. Ni lerda ni perezosa, tomé un ejemplar y sin preguntar el precio, indiqué al empleado -que presuroso se aprestaba a indicarme su valor- que estaba decidida a comprarla sin importarme su costo. Un acierto rotundo. Sólo comenzar a leer algunos capítulos, elegidos al azar, confirmé que mi intuición nuevamente me había llevado a la adquisición de “un trabajo extraordinario” (como bien dice al pie de la portada).

A fin de incentivarlos a su lectura, comparto con ustedes el texto que puede leerse en las páginas 171 a 172:

“... ¿Todo comienza con el sonido?

Al igual que Hans Jenny, muchos chamanes del pasado creían que el sonido era el origen de todas las cosas. Sabían generar las imágenes de la realidad a partir del sonido, incluso para conseguir una curación genética. Esto lo hacían muchos chamanes del Amazonas, quienes creaban imágenes tridimensionales a partir del sonido.

El sonido se ha considerado un elemento tan primordial que una de sus escalas, llamada el solfeggio, se mantuvo en secreto durante cientos de años. El solfeggio es una escala de seis notas y también se denomina <la escala creacional>. La música hindú tradicional llama a esta escala el Saptak, o los Siete Pasos, y relaciona cada nota con un chakra. Estas seis frecuencias y sus efectos relacionados son las siguientes:

Do   396Hz  Liberación de la culpa y el temor
Re   417Hz  Enmendar situaciones y facilitar los cambios
Mi  528Hz  Transformación y milagros (reparación del ADN)
Fa   639Hz  Conexión/relaciones
Sol  741Hz  Despertar de la intuición
La   852Hz  Retorno al orden espiritual

La nota mi ha sido utilizada por los biólogos moleculares para reparar los defectos genéticos.

Algunos investigadores creen que el sonido regula el desarrollo del cuerpo. Como enseñan los doctores Michael Isaacson y Scott Klimek en su curso de curación por medio del sonido que imparten en el Normandale College de Minneapolis, el doctor Alfred Tomatis cree que la primera tarea del oído en el útero es establecer el desarrollo del resto del cuerpo. Al parecer, el sonido alimenta a los impulsos eléctricos que cargan el neocórtex. Los sonidos de alta frecuencia proporcionan energía al cerebro, creando lo que Tomatis llama <sonidos cargadores>.

Los sonidos de baja frecuencia merman la energía y los sonidos de alta frecuencia la atraen. Durante toda nuestra vida, el sonido regula el envío y la recepción de energía, hasta el punto de poder crear problemas. Las personas que presentan un trastorno de hiperactividad con déficit de atención escuchan excesivamente con su cuerpo, procesando el sonido a través de la conducción ósea en lugar de hacerlo con los oídos.

Algunos científicos dan un paso más allá y sugieren que el sonido no solo influye en el cuerpo, sino también en el ADN, estimulándolo para crear señales de información que se extienden a lo largo de todo el cuerpo. El doctor Leonard Horowitz, licenciado en Harvard, ha llegado a demostrar que el ADN emite y recibe fonones y fotones, las ondas electromagnéticas de sonido y luz. Además, tres investigadores Premios Nobel de Medicina han asegurado que la función principal del ADN no es sintetizar proteínas, sino emitir señales bioacústicas y bioeléctricas.

Aunque algunas investigaciones, como la del doctor Popp, demuestran que el ADN es un emisor de biofotones, otras sugieren que el sonido es capaz de originar luz. En una publicación titulada <A Holographic Concept of Reality>(*), que fue presentada en el libro de Stanley Krippner, Psychoenergetic Systems(^), un equipo de investigadores dirigido por Richard Miller demostró que las ondas coherentes superpuestas en las células interactúan y forman patrones primeramente a través del sonido y, en segundo lugar, a través de la luz.

Esta idea encaja con la investigación llevada a cabo por los científicos rusos Peter Garaiev y Vladimir Poponin, de cuyo trabajo con energías en torsión hemos hablado en el Capítulo 25. Demostraron que los cromosomas funcionan como biocomputadoras holográficas, utilizando la propia radiación electromagnética del ADN para generar e interpretar ondas de sonido y de luz en espiral que ascienden y descienden por una escalera de ADN.

Garaiev y su grupo utilizaron frecuencias de lenguaje como palabras (que son sonidos) para reparar los cromosomas dañados por los rayos X. De ese modo, Garaiev llegó a la conclusión de que la vida es electromagnética, en lugar de ser química, y que el ADN se puede activar por medio de expresiones lingüísticas –o sonidos- actuando como si fuera una antena. A su vez, esta activación modifica los campos bioenergéticos humanos, que transmiten ondas de radio y de luz a las estructuras del cuerpo. ...”

(*) según entiendo en español titulada “Un Concepto Holográfico de la Realidad”.
(^) según entiendo en español titulado “Sistemas Psicoenergéticos”.
 
¡Cuánta maravilla hay en este texto!. ¡Imagínense la que pueden encontrar en el resto de las 532 páginas que componen esta “absolutamente espectacular obra” (ya que sólo he compartido con todos ustedes el texto de dos de ellas –cuyo número he mencionado anteriormente-)!. Imperdible. Antes de finalizar, quiero invitarlos a que se acerquen a esta enciclopedia que -yo diría- es de “auténtica y verdadera Sabiduría”. 


Bendiciones.

martes, 10 de diciembre de 2013

Amar también es un aprendizaje ...


Estando próximos a celebrar las festividades de Navidad y Año Nuevo, me parece propicio compartir -con todos ustedes- un texto que puede leerse en las páginas 123 a 124 del libro titulado “Ondas del Espíritu” – Formas prácticas de enfrentar los desafíos de la vida, y cuya autoría pertenece a Eileen Caddy (junto con su esposo Peter y con Dorothy Maclean fue fundadora de la Fundación Findhorn, comunidad espiritual del norte de Escocia. Publicó numerosos libros que sirven de guías inspiradoras). Puedo asegurarles que ningún lector quedará defraudado luego de acercarse a la lectura de alguna de sus obras. Eileen combina a la perfección, un estilo sencillo y -a la vez- ameno cuando se trata de trasmitir toda su vasta experiencia en materia espiritual. Dotada de una Sabiduría impresionante, nos invita a transitar los caminos de la Paz, el Amor y la Esperanza; no sólo a nivel personal sino también como integrantes de la Humanidad.

“...Preguntas sobre la forma de aprender a amar

Las siguientes preguntas tienen como propósito ayudarte a comprender mejor cuál es tu actual relación con las virtudes del amor. Date tiempo para hacer el ejercicio sin apresurarte. Ten a mano un anotador y un lápiz o bolígrafo para escribir las respuestas. Tras la relajación inicial, incorpora a la mente una pregunta por vez. Permítete tomar contacto internamente con la pregunta y luego, en actitud mesurada y tranquila, escribe la respuesta en el anotador. Antes de pasar a la pregunta siguiente vuelve a la calma y deja un breve espacio en blanco.

Busca una posición cómoda, relaja el cuerpo y cierra los ojos... Inhala y exhala profundamente varias veces, sintiendo cómo el aire fresco llena tu ser y trae consigo paz... Siente esta paz inundando todo tu ser... tu cuerpo... tu mente... tus emociones...

Ahora comienza...

1)  No puedo dar lo que no tengo.
¿Tengo amor en mi corazón?
¿ Soy una persona que dé amor?
¿Busco y veo lo mejor en cada uno?
Si tengo estas cualidades y vivo de esta manera, es porque soy capaz de dar amor.

2) No puedo enseñar lo que no comprendo. Para enseñar a amar debo saber qué quiero decir cuando hablo de amor. 
 ¿Conozco el significado del amor?
 ¿Sé qué se siente cuando se ama?
 ¿Puedo ver, más allá de la superficie exterior, la chispa divina en cada alma?
 Si soy capaz de conocer y de hacer estas cosas, estoy comenzando a comprender lo  que es el amor.

3) No puedo valorar lo que no reconozco. Para reconocer el amor primero tengo que ser receptivo a él.
¿Soy receptivo al amor?
¿Reconozco el amor cuando lo veo y lo siento?
¿Valoro el amor y lo que éste implica para mí?
¿Valoro lo que puedo darles a los demás con mi amor?

4) No puedo incorporar algo a lo que no me entrego. Para entregarme al amor debo ser vulnerable a él.
¿Estoy abierto al amor y soy vulnerable a él?
¿Temo ser herido por el amor, o ser rechazado?
¿Construyo a mi alrededor un cerco lleno de púas para protegerme del amor?

5) No puedo tener dudas sobre aquello en lo que quiero confiar. Para confiar en el amor debo estar convencido de su poder.
¿Estoy convencido de que el amor es la energía más poderosa del universo?
¿Estoy convencido de que Dios es amor?
¿Amo a Dios, la Divinidad que hay en mí?

6) No puedo vivir aquello a lo cual no le dedico mi ser. Para dedicar mi ser al amor debo crecer permanentemente inmerso en él.
¿Le dedico mi ser al amor?
¿Considero que la lección más importante en la vida es aprender a amar?
Si no le dedico mi ser al amor, ¿por qué pasa esto? ¿Qué puedo hacer para modificarlo?


Al repasar tus respuestas, repara en tu reacción ante cada una de ellas. ¿Te ponen contento? A partir de lo que te enseña este ejercicio, ¿hay algún aspecto de ti mismo que quisieras modificar? ¿De qué modo podrías hacerlo? ¿Te gustaría establecer contigo mismo algún compromiso?...”

Espero que al finalizar esta lectura, se encuentren más que motivados a responder a todas estas preguntas y -quizás- a formularse algunas que no estén incluidas en esta lista. Estoy absolutamente segura de que al Universo entero beneficia todo mejoramiento que podamos realizar a nivel individual; sobretodo si se trata del desarrollo de nuestra más genuina y auténtica capacidad de “amar y ser amados”...


Bendiciones.

domingo, 1 de diciembre de 2013

Paz Mundial



Una vez más, vuelvo a tomar como referencia algunas de las reflexiones que son producto de la vasta experiencia espiritual de Eileen Caddy (junto con su esposo Peter y con Dorothy Maclean fue fundadora de la Fundación Findhorn, comunidad espiritual del norte de Escocia. Publicó numerosos libros que sirven de guías inspiradoras). Como toda buena Maestra, Eileen nos trasmite sus conocimientos con una claridad y sencillez que permite, a cualquier lector, lograr una inmediata conexión con su Ser interior. Dotada de una gran Sabiduría, a través de sus escritos, nos invita a transitar por los caminos de la Vida con Fe y Esperanza; sustentándonos permanentemente en el Amor a Dios, hacia uno mismo y hacia el prójimo.

En esta oportunidad, y a poco de comenzar a leer el libro de su autoría titulado “Ondas del Espíritu” – Formas prácticas de enfrentar los desafíos de la vida, me siento motivada a compartir -con todos ustedes- el texto que encontrarán en las páginas 54 a 57:

“… Paz Mundial

Qué fácil es, para cada uno de nosotros, decir: <Por supuesto que deseo la paz mundial, pero no es mucho lo que yo puedo hacer para alcanzarla. Después de todo, no soy más que un individuo… ¿qué puede hacer uno solo para lograr algo tan vasto? Lo dejaré en manos del gobierno, de los políticos y de los que participan en las manifestaciones a favor de la paz. Alguna otra persona podrá hacer algo al respecto. Si yo lo pretendiera, sería como lanzar un grito en el desierto.>

Al pensar de este modo, terminamos ocultándonos en nuestras pequeñas caparazones como el caracol y permitiendo que la conciencia sobre la situación mundial pase a un segundo plano, ya que como individuos nos creemos incapaces de hacer nada.

¿Qué puede hacer cada uno? Preguntémonos más bien cuál es nuestra responsabilidad con respecto a la paz mundial. Lo que hagamos, nuestra manera de vivir y de pensar, pueden colaborar o interferir en la paz del mundo.

Podemos hablar sobre el tema, pero eso no traerá la paz. Podemos escribir o distribuir folletos alusivos, pero eso no creará paz. Lo que tenemos que hacer es encontrar en nosotros mismos una profunda paz y armonía. Eso sí que ayudará. Podemos convertirnos en parte de la respuesta en vez de ser parte de la confusión y el caos. Esta es una época de creación, de construcción, de entrelazamiento, y también esto empieza dentro de cada cual. Podemos comenzar ahora mismo. No es menester que esperemos a nadie más.

¿Por qué no volcarnos hacia adentro y ver en qué punto podríamos empezar? A menudo es muy simple. ¿Qué está sucediendo en tu familia, en tu hogar, con tu vecino? ¿Qué me dices de la discusión que tuviste con tu amigo la semana pasada? Ahí se quiebra la paz, exactamente ahí, en nuestro vivir cotidiano. Hasta que alcancemos la paz y la armonía dentro de nosotros y aprendamos a amarnos, ¿cómo podemos suponer que lograremos llevar paz al mundo? Lo que origina paz es el amor, la comprensión y la tolerancia.

¡Existe tanta negatividad a nuestro alrededor! Basta leer un periódico o escuchar la radio para ser bombardeados por pensamientos destructivos y negativos. Lo que tú hagas con ellos depende de ti. Tu reacción frente a ellos tiene vital importancia. Puedes absorberlos y permitir que pesen en ti lo bastante para sumarte a la negatividad, o puedes elevarte sobre ellos y contribuir a transmutarlos y transformarlos. Puedes ser parte de la enfermedad o parte de la cura: depende de ti. Cuanto antes te percates mejor será. La negatividad es como una nube oscura capaz de envolverte si tu luz interior no es lo suficientemente fuerte como para disiparla. Que tu luz brille en todo instante para que las tinieblas se dispersen enseguida. Cuanto mayor sea el número de los que hagamos esto y valoremos su importancia, más pronto desaparecerán toda la negatividad y las tinieblas. Así pues, que haya luz y más luz en cada uno.

La paz es Energía Divina manifestada y aporta seguridad, confianza, claridad mental y bendiciones. La paz es positiva, es la manifestación de Dios.

Todos anhelamos la paz y sin embargo obramos en forma contraria a nuestro anhelo. En vez de empezar por arriba tenemos que empezar por los cimientos. <Lo que pensamos, somos>. Lo que una nación piensa, eso es. Si su concepción es agresiva, sin duda generará guerras. Podrá discutirse mucho sobre la paz pero con eso no se la alcanzará. La alcanzaremos cuando aprendamos a amarnos y a vivir para cada uno de nuestros semejantes, en vez de vivir para nosotros mismos. A partir de esa base sólida como una roca, podremos llevar paz al mundo.

A fin de comprender el verdadero significado de la paz, de encontrar esa paz que sobrepasa toda comprensión, apártate de las meras apariencias. Cierra los ojos y aquiétate. Aquieta tus sentidos y respira profundamente. Sin una mente y un corazón apacibles, vivimos como en un sueño. Practica la paz iniciando la jornada con un marco mental apacible. Deja que ideas apacibles fluyan por tu mente al despertar e incorpóralas a tu vida diaria.

Sólo podremos crear paz mediante un cambio de conciencia. La paz no se consigue dando conferencias o criticando a los gobiernos. No son los demás los que deben cambiar, sino nosotros mismos los que tenemos que transformarnos. <¡Que la renovación de tu mente te transforme!> Hay una forma de lograrlo, y es merced a una incesante plegaria interior. Soy una gran convencida del valor de la plegaria. Este es el trabajo interior que todos precisamos hacer, no de vez en cuando, sino continuamente. El nos traerá la paz.

Piensa en la unidad, la de todas las cosas y la que subyace en todas las situaciones, la unidad en la diversidad. No puede haber unidad si ésta no está recorrida por un hilo de amor, porque lo que une es el amor. Dos individuos pueden transitar por caminos totalmente distintos y vivir una vida completamente diferente, pero si el amor fluye entre ellos llegarán a ser uno. Entre los individuos, los grupos, las comunidades o el mundo entero puede imperar esta maravillosa paz y unidad si fluye el amor. En algún lado tiene que empezar; entonces… ¿por qué no hacer que empiece en nuestro corazón? No nos es posible obligarnos a amar a alguien, pero si mantenemos abierto el corazón y permitimos que el amor fluya en y por nosotros, cada vez nos mostraremos menos enjuiciadores de los demás. A la larga, sabremos qué significa realmente amar a alguien, no importa lo que sea, no importa cuál sea el color de su piel, su credo o su religión.

Lo que une es el amor. Es la llave que abre todas las puertas, el bálsamo que cura todas las heridas, la luz que ilumina cualquier oscuridad. Si nos amamos los unos a los otros, ya no criticamos el modo de vida de los demás, su comportamiento, rituales y creencias. Si estamos en paz con nosotros mismos, ya no necesitamos dedicar tiempo a tratar de cambiar a los otros. Simplemente aprendemos a Ser, y al Ser creamos un sentimiento de unidad con todo lo vivo. La paz reina entonces suprema. Sabemos que somos de hecho uno ante los ojos de Dios, pues Dios es amor. Recordemos que somos y creamos lo que pensamos. En verdad, somos co-creadores con Dios. …”


Sin duda alguna, estas palabras constituyen un jubiloso canto a la Vida. ¿Quién podrá resistirse a la invitación que Eileen nos hace a los fines de transformarnos en “sembradores de la Paz”?. Aunque parezca una utopía, la Paz mundial es posible. De todos nosotros depende. La entera Humanidad clama por ella. Escuchemos con el Corazón, la voz que surge de lo más profundo de nuestro Ser y que nos urge a un cambio rotundo en nuestra forma de concebir el mundo; un mundo donde la división es sólo una ilusión. Un mundo donde la Unidad aguarda su turno para salir a escena. Soplan vientos de cambio, sepamos aprovecharlos… Recordemos que: TODO ES UNO. TODOS SOMOS UNO.



Bendiciones.

martes, 26 de noviembre de 2013

La Fe y su naturaleza ...


Hace unas semanas, recibí de regalo un libro que me cautivó desde el primer momento que lo tuve entre mis manos. Su título me resultó por demás sugestivo: La Voz de la Fe – El Secreto para una vida Muy exitosa. Su autoría corresponde al Obispo Macedo. Debo reconocer que desconocía -por completo- la existencia de este autor. Ni bien comenzar a leer el libro, me di cuenta de que la profundidad con la cual trata el tema de la Fe, lleva al lector a la necesidad de adentrarse cada vez más en los conocimientos que trasmite.

Me pareció oportuno, compartir con todos ustedes, algunos conceptos fundamentales; como por ejemplo los que pueden leerse en las páginas 61 a 62:

“… LAS DIFERENCIAS DE LA FE

Todos los humanos nacen con fe natural, independientemente de la religión que profesen, la fe natural es inherente a todos los seres humanos. Sin ella, es imposible vivir. Para pararse las personas necesitan creer que sus pies soportarán el peso del cuerpo; el trabajador cree que a fin del mes recibirá su salario; el paciente necesita creer en la capacidad de su médico para ser ayudado; el agricultor necesita creer para sembrar. Y así sucesivamente.

Ninguna profesión, ningún trabajo es ejecutado sin fe natural. Absolutamente todo en este mundo es hecho mediante la fe natural.

Pedro, usando la fe natural, lanzó las redes en el mar durante toda la noche y no consiguió nada. Lo que significa que la fe natural no siempre produce el efecto deseado, porque está sujeta a las circunstancias. Sin embargo esto no sucede con la fe sobrenatural pues ella no está sujeta a nada excepto la confianza en la Palabra de Dios. Ella es sobrenatural porque depende de la revelación divina.

Pedro respondió: <Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; más en tu palabra echaré la red> (Lucas 5:5).

Ahora, como pescador experimentado Pedro tenía conciencia de que no había peces allí, pero, en obediencia a la palabra de Jesús (acto de fe sobrenatural) él lanzó la red. Habiendo hecho esto recogió tantos peces que necesitó de la ayuda de otros pescadores para no perder ninguno.

Pedro usó tanto la fe natural como la sobrenatural. La primera falló, pero la segunda funcionó mejor de lo previsto.

Ese es el tipo de fe que trae beneficios prácticos en este mundo y sobre todo en el venidero. Pero es necesario tomar cuidado para no confundir la fe sobrenatural con la emotiva. La fe sobrenatural tiene que ver con la razón y la fe emotiva con los sentimientos.

La fe sobrenatural nos impulsa a creer que Dios cumplirá todo lo que prometió independientemente de los sentimientos o circunstancias. …”

Sumamente interesante y -en mi opinión- claramente explicitada la diferencia entre la Fe natural y la Fe sobrenatural; resultando totalmente cierto -desde mi punto de vista- que ambas co-existen formando una unidad.

Siguiendo con esta incursión por los caminos de la Fe, en las páginas 66 a 68, nos anoticiamos respecto a la existencia de:

“… DOS TIPOS DE PERSONAS

Hay dos tipos de personas en el mundo: las que creen y las que no creen en Dios. Y son tipificadas por la relación entre Abel y Caín; Isaac e Ismael; Jacob y Esaú. La fe y la duda siempre anduvieron y estarán en conflicto. Por causa de eso no hay una mínima chance de paz en la Tierra. La fe es el poder de Dios para la Salvación de los que creen, mientras que la duda es el poder del mal para la destrucción de los que no creen.

Mientras que las personas de la fe viven en la Luz y son Luz, las que viven en la duda permanecen en las tinieblas y son tinieblas. ¿Cómo equilibrar esta convivencia? ¿Cómo puede haber paz entre seres humanos que radicalmente son opuestos entre sí? ¡Imposible! Esta es la razón porque el Señor Jesús dijo no haber venido para traer paz a la tierra: <No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa> (Mateo 10:34-36).

En las palabras del Señor, la creencia y la incredulidad transforman en enemigos hasta a los seres más queridos de una misma familia. Pero, si los miembros de una familia se convierten en enemigos debido a la creencia de unos contra la incredulidad de otros, ¿se imagina en la relación extra familiar?

Reúna a los que creen con los que no creen y la diferencia de opiniones aparecerá enseguida, pues no hay forma de armonizarla. Los que creen tienen la dirección divina, viven en la fe del Creador, pero, los que no creen, en general, son movidos por pasiones, porque son movidas por la esencia de la duda, que es la vacilación, la inseguridad. Ellos viven bajo la presión de la duda.

Los que son de la fe comprenden a los que son de la duda. Al final, quien es de la fe también ya estuvo del otro lado. Por eso, jamás concuerdan entre sí. Los incrédulos ven a los que son de la fe como fanáticos porque ellos creen en lo invisible. Por eso, mientras haya humanidad, habrá conflictos. …”

Para concluir, los invito a leer muy atentamente el texto que podemos encontrar en las páginas 70 a 72, cuando nos habla acerca de:

“… LA VOZ DE LA FE

Mientras que la fe es la voz viva de Dios en el interior humano, la duda también es una voz viva que viene del diablo. Obviamente, quien se somete a la voz de la fe y la pone en práctica sigue la Luz. Es como enseña el Señor Jesús: <Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida> (Juan 8:12).

Pero quien lo rechaza o se niega a prestar atención a Su Palabra, ciertamente se mantendrá en las tinieblas. Y quien anda en las tinieblas no tiene conciencia de hacia dónde se dirige. Tal persona vive en la duda y se mantiene desorientada en el camino a seguir.

Muchas personas han gastado ríos de dinero en tratamientos psicológicos porque no saben lo que quieren. Son personas indecisas, llenas de miedo, desconfiadas, tristes y vacías. Todo eso ocurre en función de la ausencia de la fe.

Pocos saben que de la misma forma que el cuerpo depende de nutrientes, y el alma de amor, también el espíritu humano depende de alimento, que viene por medio de la voz de Dios. Esto es, la Palabra que procede de la boca del Altísimo. La mejor literatura que tenemos, jamás saciará la sed del espíritu humano.

Jesús resistió el ofrecimiento del diablo diciendo: <No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios> (Mateo 4:4).

Los que tienen el espíritu bien nutrido por la Palabra dejan de lado sus dudas y vencen sus miedos. ¿Por qué esas personas actúan así? Porque dentro de ellas está el poder de la Luz, el poder de los pensamientos divinos. ¿Usando el poder de los pensamientos divinos, quién podrá resistirse a tales personas? ¿Quién podrá meterse en el camino de los que piensan como Dios?

Esa es la voz de la fe que impulsa a la persona a mirar hacia delante y avanzar firme y determinada. Es el instinto de la creencia en uno mismo y, sobre todo en Dios. Es la fe en acción.

La voz de la fe completa a la persona, haciendo que crea también en sí misma. Por eso esa persona se vuelve vencedora en la vida. Si ella confiesa que cree en Dios, pero no cree en su propio potencial de realización, entonces su fe no es inteligente, y mucho menos es la voz de Dios. Si, al contrario, ella no cree en Dios, pero cree en sí misma, entonces esa persona tiene más oportunidad de vencer en la vida a diferencia de aquellos que creen en Dios y no creen en sí mismos. Ejemplo de eso son las personas ricas: la mayoría de ellas creen en sí mismas y no tienen nada que ver con la fe en Dios.

Su falta de compromiso con la voz de la fe las hace inescrupulosas en relación a las conquistas económicas. Pero la pasión por el dinero las hace hambrientas e insaciables hasta la muerte. Y lo peor: muerte sin esperanza de Salvación.

Pero la voz de la fe habilita la conquista del éxito material y, sobre todo, espiritual, que es la vida eterna. ¿Para qué sirve ganar todo el dinero del mundo y perder el alma? La voz de la fe inteligente da juicio y coraje para conquistar las bendiciones divinas sin poner la Salvación en peligro. Nada es inmediato, sino que alcanzamos nuestros objetivos paulatinamente, a base de perseverancia y paciencia. Todo de acuerdo con la voluntad de Dios.…”


Un libro que nos invita a reflexionar y a revisar nuestra Fe. Una lectura que nos motiva a seguir confiando en Dios y a seguir poniendo nuestras vidas en sus manos. Palabras que nos alientan en el camino de regreso a nuestro verdadero hogar: el Paraíso que nunca hemos perdido y que sólo resulta visible a los ojos de la Fe.


Bendiciones.