viernes, 25 de octubre de 2013

Heridas y Heridos ...


Creo que uno de los grandes interrogantes que el Ser Humano viene a responder en su tránsito por este bendito planeta Tierra, tiene vinculación directa con las “relaciones personales”. Y creo, también, que en la primera “relación personal” que es preciso indagar, es en la que gestamos con “nosotros mismos”. Me pregunto: ¿puede una persona “vincularse felizmente” con otra si no se “ama a sí misma” (distinto de lo que se denomina “amor propio” y responde a una distorsionada concepción del amor por parte del ego). Yo creo que ello no es posible. Sólo -desde mi punto de vista- podemos dar de lo que tenemos. Y si no poseemos “auténtico amor” por nosotros mismos, difícilmente lo podamos experimentar hacia otra persona. El hecho es que, cuando hacemos nuestro feliz arribo a este mundo, nos enseñan a creer que somos malos, sucios, imperfectos y unas cuantas cosas más que van empañando la mirada, enfriando el corazón y nos alejan de nuestra verdadera fuente de energía: el “AMOR”; pues estamos hechos a imagen y semejanza de Dios (el Universo o como cada uno quiera llamarlo).

Hay una persona que tiene bien claro este tema y que se ha convertido en una auténtica Maestra del Espíritu o -como diría Erich Fromm- del Arte de Amar. Se llama Marianne Williamson (verdadera celebridad en Estados Unidos, donde expone sus ideas sobre espiritualidad y enseña los principios básicos de Un curso de milagros. Es fundadora de organizaciones sin ánimo de lucro que proporcionan servicios no médicos a personas con enfermedades graves). De uno de sus libros -titulado “Volver al amor”-, extraje el texto que pueden leer a continuación (páginas 158 a 162):

“... Sanemos nuestras heridas

<La curación es la manera de superar la separación.>

Rara vez escogemos conscientemente las barreras que oponemos al amor. Son el resultado de nuestros esfuerzos por proteger los lugares donde tenemos herido el corazón. Alguna vez, en alguna parte, tuvimos la sensación de que un corazón abierto era causa de dolor o de humillación. Amamos con la apertura de un niño, y a alguien no le importó, o se rió, o incluso nos castigó por hacerlo. En un fugaz momento, quizás una fracción de segundo, tomamos la decisión de protegernos ante la posibilidad de volver a sentir jamás ese dolor. No queríamos permitirnos ser tan vulnerables nunca más. Nos erigimos defensas emocionales. Intentamos construir una fortaleza que protegiera nuestro corazón de cualquier ataque. El único problema es que, de acuerdo con el Curso (*), creamos aquello de lo cual nos defendemos.

Hubo una época en mi vida en la que sentía que debía dejar de abrir tanto mi corazón a la gente que no respondía como yo deseaba que me respondieran. Me enojaba con las personas que sentía que me habían herido, pero en vez de entrar en contacto con esa rabia y ofrecérsela a Dios, la negaba. Casi todos los estudiantes del Curso caen en esta trampa. Si no se lleva el enojo a la conciencia, no tiene adónde ir. Entonces se convierte en un ataque contra uno mismo o en un ataque inconsciente e inapropiado contra los demás.

Al no reconocer la plena extensión de mi rabia, y pensando que la lección que tenía que aprender era simplemente que no debía revelar tan abiertamente mis sentimientos, iniciaba relaciones con dos factores en mi contra: estaba cerrada -léase <era fría>- e iba armada de ocultos cuchillos emocionales provenientes de mi enojo inconsciente. Y entre este último y la frialdad podía cortarle las alas al más santo de los hombres, con lo cual, naturalmente, mi rabia y mi desconfianza iban en aumento.

Una vez que estuve hablando con una terapeuta muy sabia, le hice un comentario más o menos de este estilo:
-A muchas mujeres de mi edad nos resulta muy difícil encontrar hombres disponibles realmente capaces de amar y de comprometerse.
Su respuesta me sonó como un repicar de campanas:
-Cuando una mujer dice algo así, generalmente en el fondo tiene una actitud de desprecio por los hombres.
Desprecio por los hombres. Desprecio por los hombres. Las palabras me resonaron en el cráneo. No sé si ese era el problema de todas las mujeres que le habían dicho algo así, pero en mi caso había dado en el clavo. Con frecuencia pensaba en algo que decía el Curso: creemos que estamos enojados por lo que nos ha hecho nuestro hermano, pero en realidad lo estamos por lo que nosotros le hemos hecho a él. Yo sabía vagamente que aquello era verdad, ¡pero tuve que escarbar mucho para ver qué era lo que les hacía a aquellos hombres que me estaban haciendo a mí todas esas cosas horribles! El Curso habla de las <tenebrosas figuras> que arrastramos de nuestro pasado, y nos dice que tendemos a no ver a nadie tal como es. Reprochamos a los demás cosas que otras personas nos hicieron en el pasado. Si mi pareja me decía: <Cariño, no puedo volver el domingo por la noche como había planeado. Debo seguir trabajando en este proyecto y quizá no vuelva hasta el martes>, era como si me hubiera dicho que se me había muerto el gato y el perro se me estaba muriendo. El problema no era que él volviera a casa unos días más tarde, sino cómo me hacía sentir interiormente oírle decir eso. No puedo describir la sombría desesperación que me atravesaba el corazón. Ya no estaba relacionándome con mi pareja, ni con aquella circunstancia. Estaba recordando todas las veces que me había sentido como si yo no importara, no fuera atractiva, papá no quisiera tomarme en brazos o algún otro hombre no quisiera seguir teniendo relaciones conmigo.

Desde la perspectiva del Curso, esta situación reaparecía entonces para que yo pudiera sentir de nuevo lo mismo y darme cuenta de que no tenía nada que ver con el presente. Pedí un milagro: <Estoy dispuesta a ver esto de otra manera. Estoy dispuesta a recordar quién soy>. La respuesta de Dios a mi dolor no iba a ser -contrariamente a lo que mi ego decía que era la única manera de librarme de ese sufrimiento- un hombre que me repitiera sesenta veces al día <Eres fabulosa, eres maravillosa, te amo, te necesito>, y después me demostrara lo deseable que era quizá dos veces al día y preferiblemente tres. La posibilidad de sanar no podía venir en última instancia de hombres que no tolerarían -porque en realidad nadie puede tolerarlas- mis carencias, ni la culpa que yo intentaba despertar en ellos para conseguir que quedaran satisfechas mis necesidades, o lo que yo creía que eran mis necesidades. Mi verdadera necesidad, por supuesto, era darme cuenta de que no necesitaba que un hombre llenara mis insaciables necesidades emocionales, que no eran reales, sino apenas un reflejo del hecho de que me consideraba inferior. La salvación sólo llegaría si renunciaba a la idea de que no valía lo suficiente. Al defenderme de que me abandonara, seguía creando, una y otra vez, las condiciones adecuadas para que ocurriera precisamente eso.

¿Por qué no pueden comprometerse los hombres? Yo sólo puedo responder por mi experiencia, pero en esos casos, y en los de muchas mujeres que he conocido, los hombres no se comprometieron porque yo y esas mujeres nos acorazamos contra el compromiso. Nuestra coraza es nuestra oscuridad: la oscuridad del corazón, la oscuridad del dolor, la oscuridad del momento en que hacemos ese comentario perverso o esa demanda injusta.

Nuestras defensas reflejan nuestras heridas, que nadie excepto nosotros mismos puede sanar. Los demás pueden darnos amor, inocentemente y sinceramente, pero si ya estamos convencidos de que no se puede confiar en la gente, si esa es la decisión que ya hemos tomado, entonces nuestra mente interpretará el comportamiento de cualquier persona como una prueba de que la conclusión a que hemos llegado es correcta. El Curso nos dice que decidimos lo que queremos ver antes de verlo. Si queremos centrarnos en la falta de respeto de alguien por nuestros sentimientos, sin duda la encontraremos, dado el hecho de que no hay demasiados maestros iluminados disponibles. Pero un montón de gente está haciendo esfuerzos mayores de lo que les reconocemos y trabajando contra algunas desventajas formidables cuando nuestro ego nos ha convencido de que los hombres o las mujeres son imbéciles, o de que no les gustamos, o de que siempre se van y nos dejan, o de que simplemente no hay en el mundo nadie que sirva para nada. ...”

(*) se refiere al libro Un curso de milagros.

Alguien dijo alguna vez que “todo lo que en nosotros existe tiene un sentido”. Sentido de existir. Existir da sentido. Algo que resulta más que un juego de palabras. “Nosotros”. “Existencia”. “Sentido”. ¿No somos “nosotros”, acaso, quienes tenemos que descubrir el “sentido” de nuestra “existencia”?. ¿Qué “sentido” le estamos dando?. Interrogantes que nos motivan a buscar, a indagar, a profundizar -en nuestro interior- en busca de respuestas. Un camino de regreso a nuestro verdadero hogar. Un aventurarse en pos de lo milagroso que vive escondido en el Alma de cada Ser Humano ...


Bendiciones.

jueves, 24 de octubre de 2013

Memorias y Encrucijadas ...


Esta vez quiero compartir con todos ustedes, algunos conceptos por demás novedosos y muy interesantes -al menos para mí- de un autor al que he tenido acceso hace muy poco tiempo. Se trata, nada más y nada menos, de P. D. Ouspensky. Nacido en Moscú en 1878, fallece en Londres en 1947; trabajó durante tres años con G. I. Gurdjieff -desde 1915 a 1918- bajo las difíciles condiciones de la guerra y la revolución. En el libro titulado “La Consciencia” – una búsqueda de la Verdad podemos leer -páginas 30 a 33- que:

"... La memoria es una cosa extraña. Cada cual tiene su propia combinación de capacidades de memoria. Hay quien recuerda más algunas cosas; otros recuerdan otras cosas mejor. No se puede decir que unos sean mejores que otros. La memoria puede desaparecer; hay también grados muy diferentes de la misma. Algo puede ser olvidado y luego ser hecho surgir de nuevo por métodos especiales, o bien puede desaparecer definitivamente.

<¿Por qué unos tienen más facilidad para los juegos de pelota que otros?>

Hay diferentes tipos de centros móviles con diferentes tipos de memoria. No hay un solo hombre que sea igual a otro. Uno puede hacer mejor una cosa; otro, hará otra. Hay miles de impresiones, de modo que las combinaciones son siempre diferentes. He hablado varias veces sobre los diferentes tipos de hombre: número uno, número dos, número tres, y así sucesivamente. Uno recuerda mejor un tipo de impresiones; otro al contrario.

<¿Consiste la vida en memorias de momento en momento?>

No, eso es demasiado complicado. Usted sabe que hay diferentes tipos de memoria. Y la memoria es pasiva; uno no la usa. Puede decirse que la vida es un proceso.

<¿Qué se puede hacer para aumentar la propia memoria?>

Si usted se recuerda más a sí mismo, su memoria será mejor.

<Hasta que me integré en el sistema, yo tenía una memoria muy clara de algo que había ocurrido hacía tiempo. Ahora, si me pongo a recordarlo, resulta ser la memoria de una memoria. ¿Es esto debido a que ahora estoy un poco más despierto?>

Seguramente estaba conectado con una fuerte identificación. Si ahora usted mira hacia ello sin identificación, se torna más débil y puede desaparecer.

<¿Es la autoconciencia una completa no-identificación?>

Identificación y autoconciencia son dos diferentes caras de la misma cosa.

<¿Resulta de alguna utilidad práctica pensar en los sucesos pasados de la propia vida cuando uno intenta recordarse a uno mismo? Quiero decir, en orden a fijarlos para cualquier futuro retorno.>

No, no resulta práctico. Primero es necesario que esté seguro de que el retorno existe. Segundo, es necesario que esté seguro de recordarse a usted mismo. Si usted se lo plantea a sí mismo tal como lo hizo en su pregunta, se convertirá en imaginación, nada más. Pero si lo primero de todo intenta recordarse simplemente, sin añadir nada, y luego -cuando pueda- intenta también recordar sobre su vida pasada e intenta encontrar encrucijadas, entonces, en combinación, sí que resultarán útiles. Sólo que no piense que puede hacerlo; usted no puede todavía.

<¿Qué son las encrucijadas?>

Las encrucijadas son aquellos momentos en los que uno puede <hacer>. Se presenta una ocasión en la que uno puede ayudar o no en este trabajo. Si la oportunidad viene y se deja pasar, la próxima puede tardar un año, o incluso más. Hay períodos en condiciones ordinarias en las que nada sucede, y luego se presentan las encrucijadas. Toda la vida se compone de calles y encrucijadas.

El retorno puede ser útil si uno empieza a recordar y si empieza a cambiar y a no seguir el mismo círculo cada vez, sino que empieza a hacer lo que quiere y lo que piensa que es mejor. Pero una persona no sabe nada sobre el retorno, o incluso si sabe pero no hace nada, entonces nada se saca en limpio de ello. Así, son generalmente las mismas cosas repetidas y repetidas.

<¿Tengo razón en suponer que es la esencia del hombre la que retorna?>

Completamente. Sabemos muy poco sobre el retorno. Algún día podríamos intentar reunir todo lo que se puede considerar como sólido en todo lo que se ha dicho sobre el retorno, y ver entonces lo que podemos pensar sobre ella. Pero es sólo teoría.

El retorno sucede en la eternidad; no es la vida misma. Esta vida termina y el tiempo termina. Hay una teoría, y este sistema la admite, de que el tiempo puede ser prolongado. Yo no tengo evidencia. Piense en cuántos intentos se han hecho, por parte de espiritistas y de otros, para averiguar cosas sobre el tiempo. Pero no hay evidencia.

El modo más fácil de estudiar el retorno es estudiar a los niños. Si tuviéramos suficiente material podríamos contestar a muchas preguntas. ¿Por qué, por ejemplo, aparecen tendencias inesperadas en los niños, completamente opuestas a sus circunstancias ambientales y bien nuevas para la gente que les rodea? Esto sucede a veces de diferentes modos. Y puede tratarse de tendencias muy fuertes que cambian la vida y van en direcciones inesperadas, sin que haya nada en la herencia que pueda explicarlas.

Como he dicho a menudo, la idea de la herencia no funciona para el hombre. Es una idea fantástica. Funciona para los perros y los caballos, pero no para el hombre.

<¿Tiene que ver con todo esto la idea de los tipos?>

Sí, pero no sabemos nada sobre los tipos. Al menos no lo suficiente como para poder hablar sobre ellos. Esta es la razón por la que en la mayoría de los casos sucede que los padres no entienden a los hijos, y viceversa. En realidad, no pueden llegar nunca a entenderse correcta o suficientemente porque son personas muy distintas, extraños entre sí, que simplemente ha sucedido que se encuentran por accidente en cierta estación y que luego parten de nuevo en diferentes direcciones.

El estudio del retorno debe empezar con el estudio de las mentes de los niños; particularmente antes de que empiecen a hablar. Si los niños pudieran acordarse de esta época recordarían cosas muy interesantes. Pero, desgraciadamente, una vez que empiezan a hablar se convierten en verdaderos niños y olvidan después de los seis meses o del año. Es muy poco corriente que la gente se acuerde de lo que pensaba antes de ese punto, en una edad tan temprana. Si pudieran hacerlo, se recordarían a sí mismos tal como son en estado adulto. No eran niños en absoluto, sino que después se convirtieron en niños. Si pudieran recordar su primera mentalidad, se encontrarían con que tenían la misma de un adulto. Esto es lo interesante.

<¿Sabe usted por qué un niño debe recordar su mente adulta y no su mente infantil previa?>

Tenemos muy poco material para juzgar. Hablo sólo del modo en que puede ser estudiado. Supongamos que intentamos recordar cómo eran nuestras mentes a una edad muy temprana, procurando que la imaginación no se inmiscuya. Supongamos que intentáramos averiguar si eran de un tipo o de otro. Cualquier cosa que halláramos serviría como material. En la literatura se encuentra muy poco porque la gente no sabe cómo estudiar el retorno, pero, dentro de mi propia experiencia, me he  encontrado con cosas muy interesantes. He conocido a gente que tenía recuerdos de los primeros años de sus vidas y todos tenían la misma impresión de que su mentalidad no era una mentalidad de niño. El modo en que consideraban a la gente, el modo en que la reconocían..., no era una psicología infantil. Tenían mentes completamente formadas con reacciones bien de personas mayores como no se puede imaginar que se hubieran podido formar en seis meses de vida inconsciente. Tales mentes tenían que haber existido antes si sus memorias eran de verdad correctas. Pero, como digo, es muy difícil encontrar material, y la mayoría de la gente no recuerda en absoluto. ....”

Absolutamente asombroso. Una nueva concepción -desde mi punto de vista- en la forma de entender y, por ende, de definir al “Ser Humano”. Una perspectiva diferente que nos brinda un enfoque totalmente renovado. Una lectura entretenida y profunda, plena de significado. Saber descubrirlo, es el desafío ... ¡Anímense!.
 

Bendiciones.

Cambia, todo cambia ... la Mentalidad también ...


A medida que voy avanzando en la lectura del libro “Volver al amor” cuya autoría  corresponde a Marianne Williamson (auténtica celebridad en Estados Unidos, donde expone sus ideas sobre espiritualidad y enseña los principios básicos de Un curso de milagros. Es fundadora de organizaciones sin ánimo de lucro que proporcionan servicios no médicos a personas con enfermedades graves) mayor es mi entusiasmo por los conceptos, experiencias y reflexiones que contiene. Y mayor, también, es la inspiración que me invita a seguir compartiendo -con todos ustedes- algunos textos, como el que puede leerse en las páginas 162 a 169.
  
"... Cambiar la mentalidad

<El cambio fundamental ocurrirá cuando el pensador cambie la mentalidad.>

El objetivo fundamental de la práctica espiritual es la recuperación plena, y sólo de una cosa es preciso recuperarse: del sentimiento fracturado de uno mismo. Nadie puede convencerte de que eres una persona válida si tú no te lo crees. Si los demás actúan como si lo fueras, tú no les creerás, o bien llegarás a depender hasta tal punto de que te lo aseguren continuamente que lo único que conseguirás mediante esa dependencia será que cambien de opinión. De cualquiera de las dos maneras, tú te quedas convencido de que no eres una persona váldia. ... 

... Mediante tu deseo de ver la perfección en los demás te despiertas a tu propia perfección, aunque a veces esto no es fácil. Cuando siento que la vieja y conocida oscuridad empieza a descender sobre mí, cuando por ejemplo un hombre hace un comentario que racionalmente reconozco que es bastante inocente, pero que me hace sentir abandonada, dejada de lado o rechazada, ya he pasado por bastantes situaciones así en mi vida como para saber que el mal no está en lo que él acaba de decir. El no es el enemigo. El enemigo es este sentimiento que en el pasado me ha llevado a atacarlo o a defenderme hasta el punto de hacer que él sienta exactamente lo que yo siento que él siente, aunque en realidad él no lo estuviese sintiendo. Pero puedo optar por ver la situación de diferente manera. Esta es mi muralla. Es el punto donde debemos ser muy conscientes y llamar a Dios pidiendo un milagro: <Dios amado, ayúdame, por favor. Es esto. Aquí mismo. Ahí es donde la espada me entra en el corazón. ...>

El momento en que el dolor es más intenso es una oportunidad maravillosa. El ego preferiría que jamás mirásemos directamente al dolor. Cuando estamos en crisis, hay una buena probabilidad de que nos descuidemos y pidamos ayuda al Cielo. Al ego le gustaría que nunca estuviéramos en crisis. El prefiere que por el fondo de nuestra vida corra un calmado río de desdicha, no tan malo como para hacernos pensar si no serán nuestras propias opciones lo que provoca el dolor. Sólo cuando el dolor está aquí, tenemos la oportunidad de <derrotar a Satán y expulsarlo para siempre>.

-Marianne –me dijo una vez un hombre-, tú sabes que puedes trabajar en este asunto con tu terapeuta, con Un Curso de milagros, con tu editor, con el que da las charlas sobre relaciones humanas y con todas tus amigas, pero nadie te dará la magnífica oportunidad que tienes de trabajar en ello conmigo.

Lo que quería decir, por supuesto, era que con los demás podría describir el dolor, pero con él podría sentirlo. Y en aquel momento, si yo no elegía la opción pueril y narcisista de eludir la responsabilidad y abandonarlo, sino que me quedaba a afrontar el miedo y superarlo, se cumpliría la finalidad de la relación. Cuando llevamos nuestra oscuridad a la luz y la perdonamos, entonces podemos seguir adelante.

Sanamos por medio del descubrimiento y la plegaria. La conciencia sola no nos sana. Si el análisis pudiera, por sí solo, sanar nuestras heridas, ya estaríamos todos sanos. Nuestras neurosis están profundamente incrustadas en nuestro psiquismo, como un tumor que envuelve a un órgano vital.

El proceso de cambio milagroso es doble:

  1. Veo mi error o pauta negativa.
  2. Pido a Dios que me libere de ello.
El primer principio sin el segundo es impotente. Como dicen en Alcohólicos Anónimos, <tus buenas ideas son las que te han traído aquí>. Tú eres el problema, pero no la solución.

El segundo principio tampoco es suficiente para cambiarnos. El Espíritu Santo no puede tomar de nosotros lo que no queremos entregarle. El no trabaja sin nuestro consentimiento. No puede quitarnos los fallos de carácter si nosotros no queremos, porque eso sería violar nuestro libre albedrío. Nosotros escogimos esas pautas, y por más equivocados que estuviéramos cuando lo hicimos, El no nos obligará a renunciar a ellas.

Al pedir a Dios que te sane, te comprometes a dejarte sanar. Esto significa que optas por cambiar, y la resistencia del ego al cambio es intensa: quiere que pensemos que somos demasiado <viejos> para cambiar. Decir que estás enojado porque eres alcohólico, por ejemplo, quizá describa tu enojo, pero no lo justifica. La única ventaja de saber que estás enojado es que puedes elegir estar de otra manera. Puedes pasarte años en terapia, pero hasta que no decidas actuar de un modo distinto, no harás más que dar vueltas en círculo. Por supuesto que te sientes raro mostrándote dulce cuando has sido áspero durante toda tu vida, pero eso no es excusa para no intentarlo.

Un curso de milagros afirma que la manera más eficaz de enseñarle a un niño no es diciéndole <No hagas eso>, sino <Haz Esto>. No llegamos a al luz mediante un interminable análisis de la oscuridad. Llegamos a la luz eligiendo la luz. Luz significa comprensión, y sólo comprendiendo sanamos.

Si el propósito de una relación es que la gente sane, y la sanación sólo puede producirse cuando mostramos nuestras heridas, entonces el ego nos enfrenta a un callejón sin salida: <Si no me muestro tal como soy, no habrá crecimiento, y sin crecimiento llegará en última instancia el aburrimiento, que es la muerte de la relación; pero si me muestro con sinceridad, entonces quizá pareceré poco atractiva y mi pareja me dejará>.

El narcisismo del ego nos mantiene esperando que aparezca la persona perfecta. El Espíritu Santo sabe que la búsqueda de la perfección en los demás no es más que una cortina de humo que oculta nuestra necesidad de cultivar la perfección en nosotros mismos. Y si hubiera una persona perfecta ahí afuera -que no la hay-, ¿le gustarías tú? Cuando renunciamos a la obsesión pueril de escudriñar el planeta en busca de la persona perfecta, podemos empezar a cultivar la habilidad de tener relaciones compasivas. Dejamos de juzgar a los demás para relacionarnos con ellos. Antes que nada, reconocemos que no nos relacionamos para concentrarnos en lo bien o lo mal que los demás aprenden sus lecciones, sino para aprender las nuestras.

El ego se defiende del amor, no del miedo. El dolor que se siente en las relaciones puede ser perversamente cómodo, porque ya lo conocemos. Nos hemos acostumbrado a él. Una vez oí una cinta grabada por el maestro espiritual Ram Dass en la que decía que había leído un artículo sobre un bebé maltratado a quien habían separado de su madre. Mientras la asistencia social intentaba llevárselo, el niño pugnaba por seguir en los brazos de su madre. Aunque ella lo golpeaba, era la única persona que él conocía. Estaba acostumbrado a ella y quería permanecer en territorio familiar.

Esta historia ejemplifica nuestra relación con nuestro propio ego. El ego es nuestro dolor, pero es lo único que conocemos, y nos resistimos a abandonarlo. Con frecuencia, el esfuerzo necesario para dejar atrás las pautas dolorosas es más incómodo que mantenerse dentro de ellas. Y el crecimiento personal también duele, porque nos hace sentir avergonzados y humillados al enfrentarnos a nuestra propia oscuridad. Pero el objetivo del crecimiento personal es el viaje de salida de las oscuras pautas emocionales que nos causan dolor, para encaminarnos a las que nos proporcionan paz. El libro Psychoterapy: Purpose, Process and Practice [Psicoterapia: propósito, proceso y práctica] afirma que en última instancia la religión y la psicoterapia se convierten en lo mismo. Ambas representan la relación entre pensamiento y experiencia, y el Espíritu Santo se vale de ellas para celebrar una de las potencialidades humanas más gloriosas: nuestra capacidad de cambiar. ...

... Como un actor que lee las líneas de un guión, yo puedo escoger una respuesta nueva ante la vida, una lectura nueva. Hay gente que a estas alturas clamaría: <¡Negación!>. Pero lo que estamos negando es el impostor que llevamos dentro. El hecho de que tengamos un sentimiento sincero no significa que sinceramente seamos <eso>. Yo no soy mi rabia. ¿Tengo que reconocerla? Sí, pero sólo para ir más allá. Una vez que he visto mi rabia, estoy en condiciones, como dicen en Alcohólicos Anónimos, de <actuar como si> fuera capaz de hacerlo de diferente manera. Porque lo soy. Nuestro ego se ha inventado un personaje de ficción al que ahora consideramos como nuestra personalidad. Pero la personalidad es algo que estamos creando continuamente, y si lo decidimos, podemos re-crearla constantemente. ...

... Nuestro verdadero ser de puro amor es indestructible. ... Aunque haya experiencias, como los traumas de la niñez, que pueden desviarnos de nuestra verdadera naturaleza, el Espíritu Santo nos guarda la verdad en depósito hasta que decidamos volver. ...”

Una apasionante lectura -desde mi punto de vista- que nos enriquece la Vida. Una invitación a “despertarnos” al AMOR (así con mayúsculas). Una caricia para el Alma que clama ser escuchada. Un “oasis” en medio de tanto egocentrismo. La Humanidad está ávida de “Paz”. Una “Paz” que sólo es posible si cada uno de nosotros apuesta a un “profundo cambio de mentalidad” en favor de la evolución personal. Recordemos que: TODO ES UNO. TODOS SOMOS UNO.



 
Bendiciones.



martes, 22 de octubre de 2013

La Noche Oscura del Alma ...


A poco de comenzar a leer el libro titulado “Ondas del Espíritu” - Formas prácticas de enfrentar los desafíos de la vida, cuya autoría corresponde a Eileen Caddy (junto con su esposo Peter y con Dorothy Maclean fue fundadora de la Fundación Findhorn, comunidad espiritual del norte de Escocia. Publicó numerosos libros que sirven de guías inspiradoras), una vez más me siento motivada a compartir con todos ustedes, parte de la experiencia y sabiduría de esta Gran Mujer que, como bien dice en la contratapa del libro “... Habiendo transitado desde el concepto de un Dios externo hacia la experiencia profunda de unión con El, Eileen comparte en este libro su sabiduría sobre la Esencia Divina, presente en todos nosotros y en todas las cosas. En su habitual lenguaje directo y sencillo, ella ofrece consejos y asistencia sobre muchos aspectos de la vida ... Ondas del Espíritu incluye varias meditaciones y ejercicios, para ayudar a los lectores a trabajar interiormente en sus vidas. Como lo ha demostrado la propia vida de Eileen, el trabajo interior influye profundamente en las circunstancias externas. Este libro nos muestra cómo dar pasos simples pero seguros hacia un mayor contacto con la Fuente Divina y expresar esa esencia en nuestra vida cotidiana. Sin duda alguna, una Gran Maestra del Espíritu.

Como integrante de la Iglesia Católica, muchas veces sentí una profunda curiosidad por saber exactamente qué era esa tan famosa -y a la vez tan temida- “Noche Oscura del Alma” de la que dan cuenta -entre otros- San Juan de la Cruz, San Francisco de Asís, San Pío de Pietralcina, el Papa Juan XXIII, Madre Teresa de Calcuta y Santa Teresa de Jesús. En una de sus cartas, la Madre Teresa dice: <¡Hay tanta contradicción en mi alma: un profundo anhelo de Dios, tan hondo que hace daño; un sufrimiento continuo, y con ello el sentimiento de no ser querida por Dios, rechazada, vacía, sin fe, sin amor, sin celo... El cielo no significa nada para mí, me parece un lugar vacío!>. Este sufrimiento lacerante, provocado por el vacío de Dios, es el signo de un fenómeno positivo. Es una presencia-ausencia por la que Dios está presente pero no es experimentado. El que la Madre Teresa pudiera pasar horas ante el Santísimo, como dicen los testigos que la vieron, casi extasiada y lo hiciera en estas condiciones, demuestra que es un verdadero martirio, porque para quien no experimenta a Dios y siente ese vacío, estar durante horas quieta ante el Santísimo significa estar entre llamas. No hay que escandalizarse por estos escritos de la Madre Teresa, pues esto hace más grande su figura, no la empequeñece, pues los ateos “normales”, “comunes”, no se afligen por la ausencia de Dios; por el contrario, para la Madre Teresa era la prueba más terrible que podía vivir.

Al respecto, Eileen nos cuenta su experiencia en las páginas 12 a 13 y nos dice que:

"... Me encontré atravesando lo que se denomina la Noche Oscura del Alma, en la que mi fe fue sometida a una prueba suprema. ¿Cómo era mi relación con Dios? ¿Podría soportar todas las pruebas sin bajar los brazos desesperada y echarme a correr? Fue éste un período extremadamente difícil.  

He pasado por varias Noches Oscuras del Alma. En algún momento pensé bastaba con que una persona lo sufriera una vez y luego siguiera adelante, pero al parecer no es así. Recuerdo haberle escrito a un amigo que formaba parte de la Iglesia y preguntarle cuántas veces era preciso hacerlo. Me contestó sugiriéndome que contemplara la situación general y tratase de ver el cuadro completo de lo que pasaba por uno de estos períodos de prueba, lo hacía mucho más rápido que las veces anteriores. Lo que antes me había llevado meses o años, ahora me llevaba semanas o días. No necesitaba revolcarme en las tinieblas durante mucho tiempo.
 
En verdad, en esos negros momentos no ocurría que yo me detuviese y, observando la situación, dijera: <Estoy pasando por una Noche Oscura del Alma>. No. Simplemente era como si hubiese sido despojada de todo, como si Dios me hubiese abandonado y yo hubiese quedado desvalida, librada a mí misma.

¿Cómo lograba avanzar en esas circunstancias? Mediante la plegaria y la meditación. En esos oscuros momentos era muy difícil ver el bosque y no los árboles, y sin esas dos herramientas no habría podido salir a flote.

Unidad, Totalidad

Después de haber sido sometida a pruebas hasta que pensé que no daba más, llegué a un punto en que lo que más ansiaba era ser una persona íntegra. Ya no me satisfacía depender de otro o ser sólo una mitad: quería ser sostenida por mi propia luz y no ser la sombra de nadie. Quería reconocer las energías masculinas/femeninas presentes en mi propio ser. Esto no significa que quisiese ser autosuficiente, sino que deseaba ser <suficiente en Dios>. Al cabo comprendí en lo profundo que <no hay separación, y Yo y mi Padre somos Uno>. Ya no existía Dios y la guía. YO SOY la guía. Dios está en mi interior. Somos Uno. ...”

Antes de concluir este compartir, quiero acercarles una plegaria -a mi criterio- maravillosa, que se encuentra en la página 7 de llibro:

Plegaria Matinal

Cuando nos encontremos hoy con otras personas,
miremos a cada una de ellas con ojos de amor,
escuchémosla con oídos de amor, hablémosle
con voz de amor y toquémosla con manos de amor.

Concédenos la gracia que nos permita abrazar
a todas las personas con comprensión, paciencia y
tolerancia. A través de los cambios que les impusieron
el tiempo y las circunstancias de su vida, veamos al Cristo
en cada rostro y oigamos al Cristo en cada voz.

Sepamos cuándo tenemos que hablar y cuándo debemos
permanecer callados. Sepamos expresar libremente nuestra
herencia divina de la manera más auténtica posible,
y brindemos a otros la misma libertad. Que nuestra fe sea
vigorosa en cualquier situación, y si ella parece flaquear,
sosténla con tu espíritu lleno de gracia y amor.

Que nuestros pensamientos creen la maravilla de
tu mundo, nuestras palabras sean la demostración
de nuestro amor hacia ti y nuestras acciones honren
y glorifiquen tu Nombre. Te agradecemos, Dios, por todos
los seres maravillosos que pueblan nuestro mundo y con
los que compartimos la espléndida experiencia de la vida.
Ojalá seamos dignos de ese amor y sólo reflejemos
para ellos tu luz, tu amor y tu sabiduría.

Así sea. ¡Gracias a Dios!


Bendiciones.


domingo, 20 de octubre de 2013

Hechizo: ¿de Amor? ...



En esta oportunidad voy a compartir con todos ustedes, algunos conceptos relacionados con una problemática que atañe -por igual- a hombres y mujeres. En las tan consabidas “relaciones de pareja”, es frecuente encontrarse con desilusiones y desengaños amorosos. Si sentimos que fuimos engañados: ¿quién es el responsable?. ¿Por qué tenemos la bendita costumbre de adjudicarle errores únicamente al otro como si nosotros no hubiéramos aportado los nuestros también?. Si la moneda tiene dos caras que resultan inseparables para que la misma tenga valor: ¿por qué miramos un solo lado de la relación? ¿Creemos acaso que de esa forma y mágicamente estaremos en condiciones de no repetir la “nefasta” experiencia con la próxima pareja que formemos?. Como alguien dijo alguna vez: “el pez es el último que nota el agua en que nada” … 

Es por ello que vuelvo a remitirlos al libro titulado "Volver al amor", cuya autoría corresponde a Marianne Williamson (auténtica celebridad en EstadosUnidos, donde expone sus ideas sobre espiritualidad y enseña los principios básicos de Un curso de milagros. Es fundadora de organizaciones sin ánimo de lucro que proporcionan servicios no médicos a personas con enfermedades graves). En las páginas 154 a 158, esta magnífica escritora que cuenta con una vasta experiencia en la materia, nos alecciona "amorosamente" cuando dice:
 
“… Los corazones cerrados

<Nadie puede dudar de la pericia del ego para presentar casos falsos.>


Conocí  una vez a un hombre que empezaba sus relaciones con mucha energía, pero al parecer no podía evitar que el corazón se le cerrara tan pronto como una mujer le había abierto el suyo. He oído comentar que este tipo de comportamiento en las relaciones es <una adicción a la fase de atracción>. Ese hombre no andaba por el mundo hiriendo a las mujeres por pura maldad. El quería sinceramente tener una auténtica relación comprometida, pero le faltaba la capacidad espiritual que le permitiría asentarse en un lugar durante el tiempo suficiente para construir algo sólido con una pareja a quien sintiera como su igual. Tan pronto como veía fallos y debilidades humanas en una mujer, salía huyendo. La personalidad narcisista va en busca de la perfección, con lo cual se asegura que el amor jamás tendrá ocasión de florecer. La exaltación inicial es tan embriagadora, tan tentadora, que el verdadero trabajo de crecimiento que debe seguir necesariamente a la atracción inicial puede parecer demasiado opaco y difícil para comprometerse con él. Tan pronto como ve que el otro es un ser humano real, el ego siente una repulsa que lo lleva a querer encontrar a otra persona para <jugar> con ella.


Al final de una relación con alguien así, nos sentimos como si hubiéramos tomado cocaína. Ha sido un viaje rápido y muy excitante, y en su momento pareció que sucedía algo importante. Después nos estrellamos y nos dimos cuenta de que no había pasado nada significativo, en absoluto. Todo era ficticio. Y lo único que nos queda es un dolor de cabeza, la sensación de que <eso> no es bueno ni saludable y la determinación de no volver a hacerlo.


Pero hay una razón para que este tipo de relaciones nos atraigan. Lo que nos arrastra es la ilusión de su significado. A veces, alguien que no tiene nada que ofrecer en una relación auténtica puede presentarse como si te ofreciera el mundo. Son personas tan disociadas de sus propios sentimientos como para haberse convertido en actores sumamente hábiles, que interpretan inconscientemente cualquier papel que les asigne nuestra fantasía. Pero la responsabilidad del dolor que sentimos sigue siendo nuestra. Si no hubiéramos andado en busca de un hechizo barato, no habríamos sido vulnerables a la mentira.


¿Cómo pudimos ser tan estúpidos? Esta es la pregunta que siempre nos hacemos cuando estas experiencias acaban. Pero enseguida admitimos para nuestros adentros que en realidad no fuimos estúpidos, en absoluto. Se trataba de una droga, y el problema era que la deseábamos. Vimos exactamente cómo era el juego con aquella persona desde el principio, pero sentimos hasta tal punto la atracción del <vuelo> que estábamos dispuestos a fingir -durante una noche, una semana o el tiempo que durase- que no lo veíamos. El hecho de que un hombre te diga: <Eres maravillosa, una mujer estupenda. Este es un gran día para mí. Cualquiera se sentiría afortunado de poder salir contigo>, cuando apenas hace una hora que te conoce es una luz roja que parpadea en señal de peligro para cualquier mujer que tenga cerebro. El problema es que nuestras heridas pueden ser tan profundas, es decir que podemos estar tan ávidas de oír esas palabras, aunque en lo más hondo sepamos que no son verdad, que dejemos de lado toda consideración racional. Cuando la gente se muere de hambre, está desesperada.


Muchas mujeres me preguntan por qué siempre conocen a hombres que abusan de ellas, y lo que yo suelo contestarles es esto:
-El problema no es que los conozcas, sino que les des tu número de teléfono.


El problema, en otras palabras, no es que atraigamos a cierto tipo de persona, sino más bien que nos atrae cierto tipo de persona. Quizás alguien emocionalmente distante nos recuerde, por ejemplo, a nuestro padre o nuestra madre… o a ambos. <Su energía es distante y tiene un sutil matiz de desaprobación -nos decimos-; me siento como en casa>. El problema, entonces, no es sólo que nos ofrezcan dolor, sino que nos sentimos cómodos con ese dolor. Es lo que siempre hemos conocido.


El reverso de la medalla de esas peligrosas atracciones que nos echan en brazos de personas que no tienen nada que ofrecernos es nuestra tendencia a encontrar aburridas a aquellas que sí lo tienen. Nada que sea ajeno a nuestro sistema puede metérsenos dentro y quedarse mucho tiempo allí. Y esto es válido tanto para algo ingerido por el cuerpo como para lo que nos entra en la mente. Si me trago un trozo de papel de aluminio, el cuerpo lo regurgitará hasta expulsarlo. Si me piden que me trague una idea que <no va> conmigo, mi sistema psicológico pasará por el mismo proceso de regurgitación para deshacerse del material que le repele.


Si estoy convencida de que no valgo lo suficiente, me resultará difícil aceptar en mi vida a alguien que cree que sí valgo. Es el síndrome de Groucho Marx, que no quería tratar con nadie que lo quisiera aceptar a él como socio de su club. La única manera de admitir realmente que alguien me encuentre maravillosa es encontrarme yo misma maravillosa. Pero para el ego, la autoaceptación es la muerte.


Por eso nos atrae la gente que no nos quiere. Desde el principio sabemos que no están con nosotros. Más tarde, cuando estas personas nos traicionan y se van, tras una estancia intensa pero bastante breve, fingimos que eso nos sorprende pero lo sucedido encaja perfectamente en el plan de nuestro ego. <No quiero que me quieran>. ¿Por qué las personas agradables y bien dispuestas nos parecen aburridas? Porque el ego confunde la excitación con el riesgo emocional, y encuentra que una persona amable y accesible no es suficientemente peligrosa. La ironía es que la verdad es lo opuesto: las personas accesibles son las peligrosas, porque nos confrontan con la posibilidad de una intimidad auténtica. Son gente que realmente podría frecuentarnos durante tanto tiempo que llegaría a conocernos. Podrían socavar nuestras defensas, valiéndose no de la violencia, sino del amor. Y eso es lo que el ego no quiere que veamos. La gente accesible nos asusta porque amenaza la ciudadela del ego. La razón de que no nos atraigan es que nosotros somos inaccesibles. …”


Una lectura -sin lugar a dudas- que puede llegar a despertar a cualquier Corazón, aún al más dormido. Una lectura imperdible que nos invita a preguntarnos desde qué lugar estamos eligiendo nuestras “relaciones de pareja”. Una lectura que nos hace reflexionar al tiempo que nos motiva a cambiar la mirada, a abrirnos al AMOR (así con mayúsculas). Una lectura inspiradora que nos invita a crecer y a evolucionar. Una lectura que recomiendo a cualquier persona que se atreva a “mirarse el Corazón” …



 Bendiciones.

 

miércoles, 9 de octubre de 2013

Mucho más que el estudio de la Psicología ...


Quiero comenzar este compartir, contándoles que desde mi época de adolescente profeso un especial interés por esta ciencia -a mi criterio- tan fascinante. Asidua lectora de temas relacionados con el auto-conocimiento, en esta ocasión me vi sorprendida por un libro que me impactó desde la primera vez que leí su título: “Psicología de la posible evolución del hombre”, cuya autoría corresponde a P. D. Ouspensky (1878-1947, filósofo e investigador ruso que estudió el sistema del maestro griego-armenio G.I. Gurdjieff y que logró reunir la geometría euclidiana y no euclidiana en sus numerosos libros sobre la psicología y las dimensiones más elevadas de la existencia). Una mirada absolutamente nueva para mí. Una concepción totalmente ignorada por mi y, tal vez, por muchos de ustedes también.

Para quienes sientan curiosidad o interés acerca de esta ciencia -la Psicología- y nunca hayan tenido oportunidad de leer algún texto de este autor, les acerco algunas reflexiones que encontrarán en las páginas 9 a 27:

“ ... Hablaré sobre el estudio de la psicología, pero debo advertirles que la psicología de la cual me ocupo es muy diferente de cuanto ustedes puedan conocer bajo ese nombre.

Para comenzar debo decir que prácticamente nunca en su historia la psicología ha estado a un nivel tan bajo como en la actualidad. Ha perdido todo contacto con su origen y su significado, hasta tal punto que aún hoy es difícil definir la palabra <psicología>, esto es, precisar qué es la psicología y qué estudia. Y es así a pesar de que nunca en la historia ha habido tantas teorías psicológicas ni tantos escritos psicológicos.

A veces a la psicología se le llama una nueva ciencia. Esto no tiene ninguna razón. Quizá la psicología es la ciencia más antigua, y en sus rasgos más esenciales, desafortunadamente, una ciencia olvidada.

Para comprender cómo se puede definir la psicología es necesario darse cuenta de que la psicología nunca ha existido bajo su propio nombre, excepto en tiempos modernos. Por una u otra razón siempre se ha sospechado de tendencias equivocadas o subversivas de la psicología, ya sean religiosas, políticas o morales, y por tanto ha tenido que usar diferentes disfraces.

Durante miles de años la psicología existió bajo el nombre de filosofía. En la India todas las formas de Yoga, que son esencialmente psicología, se describen como uno de los seis sistemas de filosofía. Las enseñanzas sufíes, que ante todo son psicológicas, se consideran en parte religiosas y en parte metafísicas. En Europa, hasta no hace mucho tiempo, en las últimas décadas del siglo diecinueve, muchos trabajos sobre psicología eran considerados como filosofía. Y a pesar de que casi todas las subdivisiones de la filosofía, tales como la lógica, la teoría del conocimiento, la ética, la estética, se referían al trabajo de la mente humana o de los sentidos, la psicología era considerada como inferior a la filosofía y como relacionada sólo con los lados más bajos o más triviales de la naturaleza humana.

Paralelamente a su existencia bajo el nombre de filosofía, la psicología existió aún por más tiempo conectada con una u otra religión. Esto no quiere decir que la religión y la psicología alguna vez fueron una y la misma cosa, ni que la conexión entre religión y psicología fuera reconocida. Pero no hay duda de que casi todas las religiones conocidas -por supuesto no me refiero a las falsas religiones modernas- desarrollaron uno u otro tipo de enseñanza psicológica conectada a menudo con cierta práctica, de manera que el estudio de la religión, muy frecuentemente, incluía en sí mismo el estudio de la psicología.

Hay muchos trabajos excelentes sobre psicología en la bastante ortodoxa literatura religiosa de diferentes países y épocas. Por ejemplo, en los primeros tiempos del Cristianismo, había bajo el nombre general de Filocalia una colección de libros de diferentes autores, usada en la actualidad en la Iglesia Oriental, especialmente para la instrucción de los monjes.

Durante el tiempo en que la psicología estuvo conectada con la filosofía y la religión, también existía bajo la forma de Arte. La Poesía, el Drama, la Escultura, la Danza y aun la Arquitectura eran medios de transmisión del conocimiento psicológico. Por ejemplo, las catedrales góticas eran en su sentido primordial tratados de psicología.

En la antigüedad, antes de que la filosofía, la religión y el arte adoptaran formas separadas, bajo las cuales las conocemos ahora, la psicología había existido en forma de Misterios, tales como los de Egipto y de la antigua Grecia.

Posteriormente, luego de la desaparición de los Misterios, la psicología existió en forma de enseñanzas simbólicas, que algunas veces estaban ligadas a la religión de la época y otras no, como en los casos de la astrología, la alquimia, la magia; y entre los más modernos, la Masonería, el Ocultismo y la Teosofía.

* * *
 
Aquí es necesario notar que todos los sistemas psicológicos y doctrinas, tanto los que existen o los que existieron abiertamente como los que fueron ocultos o disfrazados, pueden dividirse en dos categorías principales.

Primero: los sistemas que estudian al hombre tal como ellos lo encuentran, o tal como ellos suponen o lo imaginan ser. La psicología <científica> moderna, o lo que se conoce bajo este nombre, pertenece a esta categoría.

Segundo: los sistemas que estudian al hombre no desde el punto de vista de lo que es, o de lo que parece ser, sino desde el punto de vista de lo que puede llegar a ser; esto es, desde el punto de vista de su posible evolución.

Estos últimos sistemas son en realidad los originales, o en todo caso los más antiguos, y sólo ellos pueden explicar el origen olvidado y el significado de la psicología.

Cuando comprendemos la importancia del estudio del hombre desde el punto de vista de su posible evolución, comprendemos que la primera respuesta a la pregunta: ¿qué es psicología? Debería ser que la psicología es el estudio de los principios, leyes y hechos de la posible evolución del hombre. ...

... La verdad es que antes de que el hombre adquiera cualesquiera nuevas facultades o poderes, que no conoce ni posee ahora, tiene que adquirir facultades y poderes que tampoco posee, pero que se arroga a sí mismo; es decir, que cree que las conoce y que las puede usar o controlar.

Este es el eslabón que falta, y este es el punto más importante.

Por el camino de la evolución, que ha sido descrito como un camino basado en el esfuerzo y en la ayuda, el hombre debe adquirir cualidades que cree que ya posee, pero sobre las cuales se engaña a sí mismo.

Para poder comprenderlo mejor y saber qué facultades y poderes puede adquirir el hombre, tanto completamente nuevos como inesperados, y también aquellos que se imagina que ya posee, tenemos que partir del conocimiento general que tiene el hombre de sí mismo. 

Y así llegamos, de inmediato, a un hecho muy importante.
El hombre no se conoce a sí mismo.
No conoce ni sus propias limitaciones ni sus propias posibilidades.Ni siquiera conoce lo mucho que no se conoce. 

El hombre ha inventado muchas máquinas, y sabe que una máquina complicada necesita algunas veces años de estudio cuidadoso antes de poder usarla o controlarla. Pero no aplica este conocimiento a sí mismo, aunque él mismo sea una máquina mucho más complicada que cualquier máquina que haya inventado.

Tiene toda clase de ideas falsas acerca de sí mismo. Ante todo, no se da cuenta de que él es verdaderamente una máquina.

¿Qué quiere decir que el hombre es una máquina?.

Quiere decir que no tiene movimientos independientes, ni dentro ni fuera de él. Es una máquina puesta en movimiento por influencias externas y por impactos exteriores. Todos sus movimientos, acciones, palabras, ideas, emociones, humores y pensamientos son producidos por influencias exteriores. Por sí mismo, es tan sólo un autómata con cierta provisión de recuerdos de experiencias previas y cierta cantidad de energía de reserva.

Tenemos que comprender que el hombre no puede hacer nada.

Pero él no se da cuenta de ello y se atribuye la capacidad de hacer. Esta es la primera cosa falsa que el hombre se arroga.

Esto tiene que comprenderse con toda claridad. El hombre no puede hacer. Todo lo que el hombre cree que hace, en realidad sucede. Sucede exactamente como <llueve> o <nieva>.

En español no hay formas impersonales de verbos que se pueden usar en relación con las acciones del hombre. De manera que tenemos que seguir diciendo que el hombre piensa, lee, escribe, ama, odia, comienza guerras, pelea, etc. En realidad todo ello sucede.

El hombre no puede moverse, pensar o hablar de motu propio. Es una marioneta tirada de aquí y de allá por hilos invisibles. Si así lo comprende puede aprender más sobre sí mismo, y tal vez entonces las cosas comiencen a cambiar para él. Pero si no puede darse cuenta ni comprender su total mecanicidad, o si no quiere aceptarla como un hecho, no puede aprender nada más y las cosas no pueden cambiar para él.

El hombre es una máquina, pero una máquina muy peculiar. Es una máquina que, en las circunstancias adecuadas, y con el tratamiento adecuado, puede saber que es una máquina. Al darse plena cuenta de ello puede encontrar los medios para dejar de ser una máquina. ...”

Espero que hayan disfrutado de esta lectura, tanto como yo lo he hecho.  Dicen que existen testimonios de que entre los más asiduos asistentes a las conferencias de Ouspensky, se hallaban figuras de la talla de Aldous Huxley, T. S. Elliot, Gerard Heard y Maurice Nicoll entre otros periodistas, escritores y científicos famosos. Hoy, nosotros también -de alguna forma- hemos sido partícipes de alguna de ellas ...


Bendiciones.