A poco de
comenzar a leer el libro titulado “Ondas del Espíritu” -
Formas prácticas de enfrentar los desafíos de la vida, cuya autoría corresponde a Eileen Caddy (junto con
su esposo Peter y con Dorothy Maclean fue fundadora de la Fundación Findhorn,
comunidad espiritual del norte de Escocia. Publicó numerosos libros que sirven
de guías inspiradoras), una vez más me siento motivada a compartir con todos
ustedes, parte de la experiencia y sabiduría de esta Gran Mujer que, como bien dice
en la contratapa del libro “... Habiendo transitado
desde el concepto de un Dios externo hacia la experiencia profunda de unión con
El, Eileen comparte en este libro su sabiduría sobre la Esencia Divina,
presente en todos nosotros y en todas las cosas. En su habitual lenguaje
directo y sencillo, ella ofrece consejos y asistencia sobre muchos aspectos de
la vida ... Ondas del
Espíritu incluye varias meditaciones y ejercicios, para
ayudar a los lectores a trabajar interiormente en sus vidas. Como lo ha
demostrado la propia vida de Eileen, el trabajo interior influye profundamente
en las circunstancias externas. Este libro nos muestra cómo dar pasos simples
pero seguros hacia un mayor contacto con la Fuente Divina y expresar esa
esencia en nuestra vida cotidiana.” Sin duda alguna, una Gran Maestra del Espíritu.
Como integrante
de la Iglesia Católica, muchas veces sentí una profunda curiosidad por saber
exactamente qué era esa tan famosa -y a la vez tan temida- “Noche Oscura del Alma” de la que dan cuenta -entre otros- San Juan de la Cruz, San Francisco
de Asís, San Pío de Pietralcina, el Papa Juan XXIII, Madre Teresa de Calcuta y
Santa Teresa de Jesús. En una de sus cartas, la Madre Teresa dice: <¡Hay
tanta contradicción en mi alma: un profundo anhelo de Dios, tan hondo que hace
daño; un sufrimiento continuo, y con ello el sentimiento de no ser querida por
Dios, rechazada, vacía, sin fe, sin amor, sin celo... El cielo no significa
nada para mí, me parece un lugar vacío!>. Este
sufrimiento lacerante, provocado por el vacío de Dios, es el signo de un
fenómeno positivo. Es una presencia-ausencia por la que Dios está presente pero
no es experimentado. El que la Madre Teresa pudiera pasar horas ante el
Santísimo, como dicen los testigos que la vieron, casi extasiada y lo hiciera
en estas condiciones, demuestra que es un verdadero martirio, porque para quien
no experimenta a Dios y siente ese vacío, estar durante horas quieta ante el
Santísimo significa estar entre llamas. No hay que escandalizarse por estos escritos
de la Madre Teresa, pues esto hace más grande su figura, no la empequeñece,
pues los ateos “normales”, “comunes”, no se afligen por la ausencia de Dios;
por el contrario, para la Madre Teresa era la prueba más terrible que podía
vivir.
Al respecto,
Eileen nos cuenta su experiencia en las páginas 12 a 13 y nos dice que:
"... Me encontré atravesando lo que se denomina la Noche Oscura del Alma, en la que mi fe fue sometida a una prueba suprema. ¿Cómo era mi relación con Dios? ¿Podría soportar todas las pruebas sin bajar los brazos desesperada y echarme a correr? Fue éste un período extremadamente difícil.
He
pasado por varias Noches Oscuras del Alma. En algún momento pensé bastaba con
que una persona lo sufriera una vez y luego siguiera adelante, pero al parecer
no es así. Recuerdo haberle escrito a un amigo que formaba parte de la Iglesia
y preguntarle cuántas veces era preciso hacerlo. Me contestó sugiriéndome que
contemplara la situación general y tratase de ver el cuadro completo de lo que
pasaba por uno de estos períodos de prueba, lo hacía mucho más rápido que las
veces anteriores. Lo que antes me había llevado meses o años, ahora me llevaba
semanas o días. No necesitaba revolcarme en las tinieblas durante mucho tiempo.
En
verdad, en esos negros momentos no ocurría que yo me detuviese y, observando la
situación, dijera: <Estoy pasando por una Noche Oscura del Alma>. No.
Simplemente era como si hubiese sido despojada de todo, como si Dios me hubiese
abandonado y yo hubiese quedado desvalida, librada a mí misma.
¿Cómo
lograba avanzar en esas circunstancias? Mediante la plegaria y la meditación.
En esos oscuros momentos era muy difícil ver el bosque y no los árboles, y sin
esas dos herramientas no habría podido salir a flote.
Unidad, Totalidad
Después
de haber sido sometida a pruebas hasta que pensé que no daba más, llegué a un
punto en que lo que más ansiaba era ser una persona íntegra. Ya no me
satisfacía depender de otro o ser sólo una mitad: quería ser sostenida por mi
propia luz y no ser la sombra de nadie. Quería reconocer las energías
masculinas/femeninas presentes en mi propio ser. Esto no significa que quisiese
ser autosuficiente, sino que deseaba ser <suficiente en Dios>. Al cabo
comprendí en lo profundo que <no hay separación, y Yo y mi Padre somos
Uno>. Ya no existía Dios y la guía. YO SOY la guía. Dios está en mi
interior. Somos Uno. ...”
Antes de concluir este compartir, quiero acercarles una plegaria -a mi criterio- maravillosa, que se encuentra en la página 7 de llibro:
Plegaria Matinal
Cuando
nos encontremos hoy con otras personas,
miremos
a cada una de ellas con ojos de amor,
escuchémosla
con oídos de amor, hablémosle
con
voz de amor y toquémosla con manos de amor.
Concédenos
la gracia que nos permita abrazar
a
todas las personas con comprensión, paciencia y
tolerancia.
A través de los cambios que les impusieron
el
tiempo y las circunstancias de su vida, veamos al Cristo
en
cada rostro y oigamos al Cristo en cada voz.
Sepamos
cuándo tenemos que hablar y cuándo debemos
permanecer
callados. Sepamos expresar libremente nuestra
herencia
divina de la manera más auténtica posible,
y
brindemos a otros la misma libertad. Que nuestra fe sea
vigorosa
en cualquier situación, y si ella parece flaquear,
sosténla
con tu espíritu lleno de gracia y amor.
Que
nuestros pensamientos creen la maravilla de
tu
mundo, nuestras palabras sean la demostración
de
nuestro amor hacia ti y nuestras acciones honren
y
glorifiquen tu Nombre. Te agradecemos, Dios, por todos
los
seres maravillosos que pueblan nuestro mundo y con
los
que compartimos la espléndida experiencia de la vida.
Ojalá
seamos dignos de ese amor y sólo reflejemos
para
ellos tu luz, tu amor y tu sabiduría.
Así
sea. ¡Gracias a Dios!
Bendiciones.
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